¿Has tenido dudas de fe? ¿Tal vez momentos en los que te preguntas qué podría pasar si te alejas de la Iglesia? ¿O pasas por un momento de aridez espiritual? Si la respuesta a alguna pregunta es afirmativa, ¡gracias a Dios por ello!
Sí, aunque te sorprenda, hay
que dar gracias a Dios por permitirte esa experiencia de aridez, sequedad o
crisis, ¡como quieras llamarla! Esa
sensación por la que has atravesado o que estás viviendo hace que la fe sea
cada vez más fuerte.
¡EJERCITA ESOS MÚSCULOS… ESPIRITUALES!
Piensa en el ejercicio físico.
Hay rutinas que son más complejas que otras, pero que dan mejores resultados a
la hora de lograr el objetivo deseado. Lo mismo pasa en la fe: cada duda y cada crisis fortalecen los «músculos espirituales»,
haciéndonos más fuertes.
Evitemos esa concepción que
nos hace pensar que la fe no hay que ejercitarla, fomentarla y madurarla. Si
bien es un don de Dios, por medio del cual el hombre responde a Su revelación
amorosa, es también una virtud que se engrandece con la formación espiritual.
¿TIENES BUENA VISTA?
La fe también es una cuestión
de observación. Observando te haces las grandes interrogantes. Pero, si no eres
capaz de observar, no te planteas ninguna de ellas. Es necesario aprender a
observar en lo que creemos, tratar de construir una verdadera mirada crítica y
objetiva que nos permita purificar la fe y fomentar una sana espiritualidad
personal y familiar.
Cuando nos permitimos
interrogarnos – o también interrogar a quienes nos rodean -, nos damos la
oportunidad de descubrir que hay ocasiones en las que consideramos tener la
razón… y puede que no sea tan así.
Esta es la riqueza del
verdadero diálogo. Y, cuidado, también debemos entablar un
diálogo real con nosotros mismos, ¡qué importante es comprendernos a nosotros mismos!
BUSCA, BUSCA CON SINCERIDAD
Es tan laudable como sano
hablar de las dudas de fe y de las preguntas que uno puede hacerse o que le
gustaría hacer a alguien. Preguntas como: ¿qué
hacer?, ¿es hora de abandonar la Iglesia?, ¿cómo saber si es una etapa?, ¿es mi
culpa…?
Solo mediante la búsqueda
sincera de respuestas podremos construir verdaderas bases para nuestras
creencias.
El
que no sabe lo que quiere o no sabe en lo que cree, es esclavo de lo inmediato. De una emoción, una
tendencia o un sentimiento. Eso nos perjudica muchísimo, nos hace creyentes de
una utopía o de un abstracto. Lo que, finalmente, termina siendo un engaño.
NO TENGAMOS MIEDO A PREGUNTAR (NOS)
Preguntar es bien interesante.
Además de fomentar el conocimiento mutuo, exige bastante educación y buenos
modales, pues ¡lejos de nosotros, excedernos en la
intimidad de los demás…! Pero, ¿preguntarnos
a nosotros mismos? Eso sí que es de valientes.
Apremia la fuerza de saber que
no siempre nos gustará la propia respuesta. Reconocemos que podemos toparnos
con grandes bellezas, pero también con realidades que no nos agraden.
Este proceso nos ayuda de una
manera increíble. Por un lado, nos permite conocer a los que nos rodean y
hacernos cada día más empáticos, más fraternos. Por otro lado, nos ayuda a
conocernos de verdad a nosotros mismos; saber qué sentimos, en qué creemos, que
pensamos, qué queremos.
TIENES UNA VOCACIÓN PRECIOSA
Aunque tengamos dudas de fe, a
la poca fe que tengamos hay que implicarla en este proceso. ¡Es muy importante! Solo así será posible
descubrir en esas preguntas y respuestas qué es lo que Dios quiere para cada
uno. Cuál es la vocación, el llamado, la misión… en definitiva, descubrir cómo
Dios nos soñó a cada uno de nosotros.
Qué bueno que en este proceso
de pregunta y respuesta, lleguemos a entender, de una vez por todas, que nuestra misión en esta tierra
es que seamos contagiosos en nuestro amor. ¡Solo
así, solo así se construye el Reino!
¿Lo has
pensado? Tus «crisis» o dudas de fe pueden ser la oportunidad apremiante para
encontrar la respuesta a tu propósito de vida.
¿Y SI ESTAS DUDAS SON EL COMIENZO DE ALGO
GRANDIOSO?
Es bueno ser valientes y
convertir cada duda, cada crisis, cada momento de desierto en un mapa para navegar hacia algo hermoso
y no en una pilastra donde amarrar nuestro barco, para que no se vaya a la
deriva. Y, sin darnos cuenta, que se nos acabe el tiempo de navegar sin
descubrir otras tierras.
Amigo lector, comprende que
nuestras vidas están llenas de oportunidades. Hasta la más dura situación es
una oportunidad. Siempre nos ayudará a vivir esta aventura con pasión y a no
dejar que las vicisitudes cotidianas arriben a nuestra historia y hagan de ella
un barco anclado.
Debe mantenernos firmes en la
pasión de navegar esta vida, con la certeza de que siempre y cuando
nos aventuremos encontraremos respuestas que nos darán más preguntas. Y preguntas que nos llevarán a nuevas tierras.
DIOS TE INVITA A ESCRIBIR UNA HISTORIA APASIONANTE
Entonces, ¿por qué razón vamos a tener miedo a una duda de fe? Esta
puede servirnos de motor para ser mejores, para creer con mayor fuerza, para
caminar con más decisión, para encontrar nuestra misión y acercarnos más a la
felicidad tan anhelada. Además, donde nunca hubo preguntas,
nunca hubo respuestas.
Pongámonos los lentes de la fe
y aventurémonos por esta historia. La historia que Dios, en Su profundo amor,
soñó para ti y para mí.
¡Ánimo, esto apenas comienza… y es apasionante!
Escrito por: Mauricio Montoya








No hay comentarios:
Publicar un comentario