sábado, 30 de julio de 2022

UN SEGUNDO SANTUARIO PARA LA PRELATURA, A LAS AFUERAS DE MADRID

 Ayer se me ocurrió una cosa: ¿Por qué no hacer una capilla muy bonita donde colocar los sepulcros de los tres primeros prelados del Opus Dei?

Y dándole vueltas al tema, me dije: ¿Por qué no hacer una capilla preciosa donde dar sepultura a todos los prelados? El siguiente paso fue pensar que si eso se hace en Madrid, donde hay tantos miles de supernumerarios, lo más conveniente sería construir un santuario.

Alguien puede acusarme de proponer algo excesivo. Pero de los 93 000 miembros que tiene la prelatura en el mundo, 41.000 viven en España.

Imaginaos una capilla cuadrada, muy amplia, de no menos de quince metros de lado, con pilares y cúpulas de crucería. En el centro el sepulcro de san Josemaría, con su estatua yacente sobre él, como si estuviera dormido, esperando la resurrección.

Alrededor, formando un cuadrado, una bancada para poderse sentar y meditar, hacer la lectura espiritual. El resto de sepulcros de los prelados repartidos por la capilla. En el eje central de la capilla, los siete primeros.

Por la capilla, repartidos, sepulcros más sencillos, de distintos tipos de piedra. Pienso en algo parecido a los sepulcros circulares (como piedras miliares) o rectangulares (con su “tejadito”) como las de los romanos que vemos en tantos museos: monumentos sobrios, sencillos, pequeños, de metro y medio de altura.

Esos sepulcros formarían grupos: aquí los de los sacerdotes de la prelatura, aquí los de los sacerdotes de la Santa Cruz, aquí los numerarios, allá los de los agregados, auxiliares y supernumerarios.

Unidos como una familia en la vida, unidos como una familia en la muerte. Una capilla en la que habría un centenar de tumbas por su suelo y por sus paredes. Alrededor del perímetro, pegada a las paredes, habría una bancada donde poderse sentar y contemplar con calma la capilla y orar. El conjunto sería armónico y variado, aunque el centro estaría ocupado por los sepulcros de los siete prelados en el eje. Por todas partes, unos más pequeños, otros más grandes. Unos como cilindros pequeños de metro y medio, otros como sarcófagos. Allí habría científicos, médicos, agricultores, mecánicos, amas de casa, niños, ancianos. 

Si se decide ampliar el santuario con una segunda capilla, podría haber tumbas agrupadas por familias, o mausoleos para familias. Trayendo a ellas los huesos o las cenizas. También algunos cuerpos en féretros sellados. Las cenizas no requerirán permisos, según la legislación española, pero los huesos y los cuerpos sí.

Sería una capilla para la meditación y la lectura. No habría altar, por tanto. Algo más elevado del nivel del suelo, habría una galería con columnas (como un claustro) que recorrería todo el perímetro y que serviría para los que quisieran rezar, paseando, el rosario, o el viacrucis en cuaresma. (Seguirá mañana).

P. FORTEA

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