viernes, 30 de junio de 2023

"EN LAS CÁRCELES SE REPRODUCEN LOS CONFLICTOS DE LAS PERIFERIAS"

Hermana Nelly, reconocida líder de la pastoral carcelaria de mujeres.

Por: Felipe Herrera-Espaliat | Fuente: Vatican News

La tragedia fue enorme. Lo que empezó como una gresca entre bandas rivales al interior del Centro de Adaptación Social de la Mujer, derivó en un motín y en un incendio que, el pasado martes 20 de junio, cobró la vida de 46 internas de este penal ubicado en Támara, al norte de Tegucigalpa, Honduras.

A más de cinco mil kilómetros de distancia, en Chile, la noticia golpeó fuertemente a la hermana Nelly León, religiosa del Buen Pastor y reconocida líder latinoamericana de la pastoral carcelaria de mujeres. En sus más de 30 años de servicio como consagrada ha conocido la falta de dignidad a la que suelen ser sometidas las mujeres por el solo hecho de estar privadas de libertad. Así se lo planteó al Papa Francisco cuando el Pontífice visitó el Centro Penitenciario Femenino de Santiago en enero de 2018.

La experiencia de esta religiosa apasionada por la restauración de la vida de las mujeres que han sido infractoras de ley, la ha llevado a dar testimonio en Latinoamérica, Europa y hasta en los Emiratos Árabes Unidos, y hoy vuelva a alzar la voz por un sistema penitenciario que considere la esencia femenina en la construcción de cárceles y en la aplicación de la justicia.

¿CUÁL ES LA SITUACIÓN GENERAL DE LOS PENALES FEMENINOS EN AMÉRICA LATINA?

La situación de los penales en América en general, de mujeres y de hombres, es muy precaria, como de segunda categoría, tercera o cuarta, en temas de vida. Como que el castigo que merecen los que han cometido delitos es un castigo además de estar privados de la libertad, y tienen que estar como en condiciones inhumanas. Esa es la percepción global.

Son muy pocas las cárceles que están desarrollando procesos de reinserción y hasta de humanización. Son cárceles que se han ido adaptando, cárceles de hombre adaptándose para mujeres. Yo no conozco, por lo menos en Chile y de lo que conozco de otros países, cárceles que hayan sido construidas para mujeres con perspectiva de género, con perspectiva de mujer. No, no existen. Lo único que queda son resquicios de las cárceles que en algún momento fueron administradas por las Hermanas del Buen Pastor, que son un poco más humanas y que fueron pensadas para ellas. En general, acá en Chile son módulos que fueron creados para mujeres, pero con perspectiva masculina. 

Por lo tanto, el tema de reinserción es un tema endémico. No hay una preocupación. Los seres humanos, y especialmente los americanos, tenemos como enquistado el castigo: “Hay que castigar, se portaron mal y hay que castigar”. Está muy metido este tema punitivo, y hoy día estamos apostando a lo restaurativo, a relevar las capacidades, potencialidades de una mujer o de una persona privada de libertad que no ha tenido nada en la vida. Sus historias de dolor, sus historias de frustraciones… desde muy pequeñas han sido abandonadas. Entonces, eso en la adultez se profundiza muchísimo más y sus acciones tienen mucho que ver con su historia.

¿CUÁLES DERECHOS SUELEN SER VULNERADOS A LAS MUJERES INTERNAS POR LAS CONDICIONES CARCELARIAS? ¿QUÉ PASA CON LAS INTERNAS EMBARAZADAS O QUE TIENEN HIJOS PEQUEÑOS?

Los derechos vulnerados a las mujeres son los derechos vulnerados a todo ser humano. Generalmente, ya la privación de libertad va asociada a no tener independencia. Entonces, se asocia pérdida de libertad a pérdida de dignidad. Tengo que moverme en un espacio donde dependo de otros o de otras: pedir permiso para ir allá, si yo me equivoco soy castigada. Es premio o castigo permanentemente, eso de “si lo hago bien, voy a tener un premio; si me comporto mal, me equivoco o me caigo, o en un momento de rabia y discuto con alguien, soy castigada”.

Está la vulneración de las cosas personales, de los útiles de aseo. Hoy, por lo menos en Chile, los útiles de aseo personal no son costeados por el Estado, son costeados por la familia. Y hay mucha mujer muy pobre, mucha mujer de calle, y es ahí donde cumplimos un rol muy importante las pastorales y las fundaciones que trabajamos al interior de la cárcel. En definitiva, sus derechos son vulnerados ya desde el hecho de no mirar con individualidad, sino colectivamente a las personas. Podrían decir ya desde el tribunal, desde la privación de libertad, que esta mujer tiene esta historia, esta mujer es primeriza, cómo la segmento, cómo va a vivir en un espacio en que no se contamine incluso más dentro de la misma cárcel. 

Con respecto a qué pasa con las internas embarazadas, acá en Chile hay una preocupación bastante más profunda con respecto a los niños, pues Chile firmó la Convención de los Derechos del Niño hace muchos años. Desde ahí los niños son muy protegidos dentro de la cárcel y también las mujeres embarazadas. Tenemos lugares específicos donde viven las mujeres embarazadas y también las que están con niños lactantes de hasta dos años. Nosotros en Chile tenemos una ley que duerme en el Congreso, que no ha sido aprobada, la Ley Sayén. Trabajamos en una mesa intersectorial donde decíamos que ojalá una mujer embarazada, una mujer con niño lactante no fuera la cárcel, para que ese niño no se “prisionice”, porque un niño a los dos años ya sabe dónde está. Y su primera palabra no es mamá o papá, sino que su primera palabra es “cabo”, como se les dice en Chile a las gendarmes que cuidan. Eso va marcando su historia, ese precedente de que creció en un ambiente que no era el de una casa. Pero sí, hay una preocupación, está Mejor Niñez, que se preocupa de sus insumos básicos, y el sistema de salud, que no es tan bueno ni tampoco tan malo. Así que hay harto cuidado con los niños.

¿QUÉ FACTORES INCIDEN PARA QUE UN CONFLICTO DERIVE EN MOTÍN Y PARA QUE UN MOTÍN SE TRANSFORME EN UNA TRAGEDIA COMO LA QUE HEMOS VISTO EN HONDURAS?

Desgraciadamente, en las cárceles se reproducen los conflictos que están en las periferias de las grandes ciudades. Las bandas rivales que existen en poblaciones marginales o de las periferias de las grandes ciudades como Santiago de Chile, caen presas y muchas veces se normalizan dentro de la cárcel. Así se empiezan a gestar estas odiosidades o estas riñas o disputas entre una banda y otra, y suceden estas peleas. En un sistema penitenciario precario, donde no hay una segmentación posible, donde no hay cómo separar estas bandas y quedan juntas en un mismo espacio, se producen estas grandes peleas. También muchas veces ante estas bandas rivales el sistema penitenciario no tiene la preocupación de separar ni tampoco de vigilar como corresponde, y deja que las personas se maten, como las personas de Honduras, y también pasa en algunos momentos en Chile. Es un tema que los sobrepasa.

¿CUÁLES SON LAS NECESIDADES MÁS URGENTES PARA MEJORAR Y HUMANIZAR LAS CONDICIONES DE LOS CENTROS PENITENCIARIOS FEMENINOS EN AMÉRICA LATINA?

Lo que hace falta es hacer una transición como los países europeos, como Italia y otros. Están teniendo desde los tribunales o desde los ministerios de justicia una mirada restaurativa, en vez de tener una mirada de justicia punitiva, como ha sido siempre. Es decir, yo me comporto mal y tengo un castigo, y ese castigo no está asociado a una restauración de su vida, sino que es el castigo por el castigo, por el daño o mal causado. Lo que estamos viendo ahora, por lo menos en Europa y aquí en Chile estamos dando algunos pequeños pasitos, es apuntar hacia allá, el ver por qué esta mujer o esta persona comete un delito; identificar su víctima y poder ver la posibilidad de trabajar con la víctima. Entonces yo creo que eso humaniza el sistema penitenciario. 

Y dentro de los centros penitenciarios, hay que tener lugares más acogedores. Las mujeres tenemos múltiples necesidades que no son las mismas necesidades de los varones. Nosotras tenemos reacciones distintas, nuestra forma de pensar, de ser, de sentir es distinta a la de un varón y esas muchas veces no son cubiertas y, entonces, las tratan con mentalidad masculina. Eso es algo que hay que mejorar: los espacios de dignidad, los espacios donde conviven. Y, junto con eso, el acompañamiento desde el punto de vista pastoral, religioso, es fundamental para llegar al corazón de estas mujeres y poder descifrar qué pasó con su vida, y desde ahí que ella sea capaz de empezar a sanar su herida, desde adentro hacia fuera, para ponerse de pie, para levantarse, que es lo que nosotras estamos haciendo en la Fundación Mujer Levántate. Siempre es posible, siempre es posible que una mujer se levante, siempre va a ser posible, pero para eso tenemos que ayudarla, brindarle las herramientas que son necesarias para que ella pueda ponerse de pie.

¿QUÉ PALABRA DE ESPERANZA SE PUEDE DAR A LAS MUJERES INTERNAS Y A SUS FAMILIAS ANTE LA FRAGILIDAD DE LOS SISTEMAS PENITENCIARIOS?

Decirles que hay mujeres, otras mujeres como ellas que creemos en ellas, que confiamos en ellas y que sí es posible que se pongan de pie, que nosotros podemos aportar el 1%, pero el 99% es de ellas y que aprovechen su potencialidad, ellas son preciosas a los ojos de Dios. Son mujeres que se pueden levantar, que desgraciadamente la vida las trató mal, pero que hoy día pueden mejorar sus condiciones cuando ellas decidan tomar esta bandera de lucha. Que el desistimiento del delito sí es posible, porque hay evidencia empírica que se puede realizar, pero para eso tiene que haber una actitud profunda de convencimiento personal de que sí se puede. Que puede luchar y que estamos para ayudarlas, que hay muchas otras mujeres que queremos caminar con ellas, que las queremos profundamente, que no las discriminamos, que ellas ya fueron juzgadas, que están pagando su delito y que ahora lo único que les queda es ponerse de pie, levantarse, mirar de frente y seguir caminando. Y, sobre todo, que está ese texto tan precioso el profeta, que dice que Dios las tiene tatuadas en la palma de su mano y que las mira con ternura siempre.

CÓMO LAS VELAS BENDECIDAS PUEDEN AHUYENTAR A LOS DEMONIOS

El diablo odia la luz, ya que le recuerda a Jesús, la "Luz del mundo".

Por: Philip Kosloski | Fuente: Aleteia

Existe una antigua tradición de repartir cirios -velas, candelas- bendecidos en la fiesta de la Presentación del Señor el 2 de febrero

En realidad, cualquier sacerdote puede bendecir velas cualquier sacerdote en cualquier día del año.

La cosa es que la bendición convierte a estas velas en «sacramentales«, una extensión de los sacramentos de la Iglesia y un canal de la gracia divina.

La luz disipa las tinieblas

Un beneficio espiritual de las velas bendecidas es su capacidad para expulsar a los demonios. Esto se muestra claramente en la bendición que se encuentra en el Ritual Romano.

Señor Jesucristo, Hijo del Dios viviente, bendice + estas velas a nuestra humilde petición. Concédenos, Señor, por el poder de la santa + cruz, con una bendición de lo alto, tú que las diste a la humanidad para disipar las tinieblas.

Que la bendición que reciban de la señal de la + santa cruz sea tan eficaz que dondequiera que se enciendan o se coloquen, los príncipes de las tinieblas salgan temblando de todos estos lugares, y huyan atemorizados con todas sus legiones, y nunca más se atrevan a molestar a los que te sirven, Dios todopoderoso, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Cristo ilumina

Las velas siempre se han utilizado en la Iglesia tanto de forma simbólica como sacramental.

Desde la antigüedad, la vela encendida se ha visto como un símbolo de la luz de Cristo.

 

Esto se expresa claramente en la vigilia pascual, cuando el diácono o el sacerdote entra en la iglesia a oscuras con el único cirio pascual.

Jesús vino a nuestro mundo de pecado y muerte para traernos la luz de Dios. Expresa claramente esta idea en el Evangelio de Juan:

«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».

Juan 8,12

El Misal también incluye una oración de bendición de las velas que lo resalta:

«Oh Dios, fuente y origen de toda luz, que has mostrado hoy a Cristo, luz de las naciones, al justo Simeón: dígnate santificar con tu + bendición estos cirios; acepta los deseos de tu pueblo que, llevándolos encendidos en las manos, se ha reunido para cantar tus alabanzas, y concédenos caminar por la senda del bien, para que podamos llegar a la luz eterna. Por Jesucristo nuestro Señor».

Debemos recordar que la vela en sí misma no «expulsa» los demonios, sino que es Jesús, la «Luz del Mundo» quien lo hace. 

Dado que los demonios desprecian toda luz y moran eternamente en la oscuridad, es apropiado que las velas bendecidas tengan este efecto.

Pídele a su sacerdote local que bendiga las velas que puedas tener, y úsalas al rezar, pidiéndole a Dios que saque cualquier oscuridad que pueda haber en tu vida.

"¿SOMOS PIEDRAS, NO PIEDRAS DE TROPIEZO, SINO PIEDRAS DE CONSTRUCCIÓN PARA LA IGLESIA?"

Ángelus del Papa Francisco, 29 de junio de 2023.

Por: Papa Francisco | Fuente: Vatican.Va

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, en el Evangelio Jesús dice a Simón, uno de los Doce: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Mt 16,18). Pedro es un nombre que tiene varios significados: puede significar roca, piedra o simplemente piedrita. Y, en efecto, si nos fijamos en la vida de Pedro, encontramos un poco de estos tres aspectos de su nombre.

Pedro es una roca: en muchos momentos se muestra fuerte y firme, auténtico y generoso. Lo deja todo para seguir a Jesús (cf. Lc 5,11), lo reconoce como Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,16), se sumerge en el mar para ir rápidamente al encuentro del Resucitado (cf. Jn 21,7). Luego, con franqueza y valentía, proclama a Jesús en el Templo, antes y después de ser arrestado y azotado (cf. Hch 3,12-26; 5,25-42). La tradición nos habla también de su firmeza ante el martirio, que tuvo lugar aquí (cf. CLEMENTE ROMANO, Carta a los Corintios, V,4).

Pero Pedro es también una piedra: es una roca y también una piedra, apta para ofrecer apoyo a los demás: una piedra que, cimentada en Cristo, sirve de apoyo a los hermanos para la edificación de la Iglesia (cf. 1 Pe 2,4-8; Ef 2,19-22). También esto lo encontramos en su vida: responde a la llamada de Jesús junto con Andrés, su hermano, Santiago y Juan (cf. Mt 4,18-22); confirma la voluntad de los Apóstoles de seguir al Señor (cf. Jn 6,68); se preocupa por los que sufren (cf. Hch 3,6); promueve y anima el anuncio común del Evangelio (cf. Hch 15,7-11). Es una "piedra", es un punto de referencia fiable para toda la comunidad.

Pedro es roca, es piedra y también una piedrita: a menudo emerge su pequeñez. A veces no comprende lo que hace Jesús (cf. Mc 8,32-33; Jn 13,6-9); ante su arresto, se deja vencer por el miedo y lo niega, luego se arrepiente y llora amargamente (cf. Lc 22,54-62), pero no encuentra el valor de permanecer bajo la cruz. Se esconde con los demás en el cenáculo, por miedo a ser apresado (cf. Jn 20,19). En Antioquía se avergüenza de estar con los paganos convertidos -y Pablo le pide coherencia al respecto (cf. Ga 2,11-14)-; por último, según la tradición del Quo vadis, intenta huir ante el martirio, pero se encuentra con Jesús en el camino y encuentra el valor para volver atrás.

En Pedro está todo esto: la fuerza de la roca, la fiabilidad de la piedra y la pequeñez de una simple piedrita. No es un superhombre: es un hombre como nosotros, como uno de nosotros, que dice "sí" a Jesús con generosidad en su imperfección. Pero también en él -como en Pablo y en todos los santos- aparece que es Dios quien nos hace fuertes con su gracia, nos une con su caridad y nos perdona con su misericordia. Y es con esta humanidad verdadera con la que el Espíritu forma la Iglesia. Pedro y Pablo eran personas reales, y nosotros, hoy más que nunca, necesitamos personas reales.

Ahora, miremos en nuestro interior y hagámonos algunas preguntas partiendo de la roca, de la piedra y de la piedrita. A partir de la roca: ¿hay en nosotros ardor, celo, pasión por el Señor y por el Evangelio, o es algo que se desmorona fácilmente? Y luego, ¿somos piedras, no piedras de tropiezo, sino piedras de construcción para la Iglesia? ¿Trabajamos por la unidad, nos interesamos por los demás, especialmente por los más débiles? Por último, pensando en la piedrita: ¿somos conscientes de nuestra pequeñez? Y sobre todo: en nuestras debilidades, ¿nos confiamos al Señor, que realiza grandes cosas con los que son humildes y sinceros?

María, Reina de los Apóstoles, ayúdanos a imitar la fortaleza, generosidad y humildad de los santos Pedro y Pablo.

__________________________________________

Palabras después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas,

Dirijo un cordial saludo y una felicitación especial al pueblo de Roma, en la fiesta de los santos patronos Pedro y Pablo. Quiero dar las gracias a la Pro Loco de Roma, que para la ocasión ha organizado la histórica exhibición floral, creada por los Maestros floristeros de varias Pro Loco de Italia y que ya va por su décima edición: la estoy viendo desde aquí... Se han colocado hermosas alfombras florales inspiradas en la paz y esto nos dice que no nos cansemos de rezar por la paz, especialmente por el pueblo ucraniano, que está cada día en mi corazón.

Renuevo mis saludos a la Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que ha participado en la celebración de hoy, y envío un abrazo a mi querido Hermano, Su Santidad Bartolomé.

Los saludo a todos, comenzando por los fieles que han venido a festejar a los arzobispos metropolitanos, para quienes he bendecido esta mañana los palios; y también a los grupos de Brasil, Croacia, México, Nicaragua, Polonia, Estados Unidos de América y de diversos lugares de Italia.

Les deseo a toda una buena fiesta y, por favor, no olviden rezar por mí. ¡Buen provecho y hasta luego!

HISTORIAS DE LEPROSOS

 Todo parece indicar que Jesús no sólo quiso sanar a aquel enfermo, sino hacerlo sentir bien en todos los sentidos.

Por: P. Juan Jesús Priego | Fuente: Desde la Fe

Cuenta el evangelio que una vez se acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si quieres, puedes curarme” (Mateo 1, 40).

¡Un momento! Pero, ¿por qué se acerca este hombre a Jesús? ¿Es que no sabe que, dada su enfermedad, debe mantenerse a distancia? ¿Cómo se le ocurre andar circulando entre sus congéneres como si tal cosa? La ley de Moisés era terminante a este respecto: “Cuando alguno tenga en su carne una o varias manchas escamosas o una mancha blanca y brillante, síntomas de la lepra, será llevado al sacerdote Aarón o ante cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un leproso, y el sacerdote lo declarará impuro. El que haya sido declarado enfermo de lepra, traerá la ropa descosida, la cabeza descubierta, se cubrirá la boca e irá gritando: ‘¡Estoy contaminado! ¡Soy impuro!’. Mientras le dure la lepra seguirá impuro y vivirá solo, fuera del campamento” (Levítico 13, 1-2. 44-46).

La orden era terminante: debía permanecer solo y fuera del campamento, lejos de todos para no contaminarlos. ¿Cómo es, entonces, que este atrevido se acerca a Jesús? Y Jesús, por su parte, no retrocede, espantado, ni se hace a un lado, diciéndole: “Oye, tú, amigo, ¿es que no conoces las cláusulas de la ley? ¿Cómo es que andas circulando por nuestras calles así como así? ¡Anda, vete ya!”. En realidad, no sucede nada de esto, sino, más bien, esto otro: “Jesús, sintiendo compasión, extendió la mano y lo toco, diciéndole: ‘Quiero, queda limpio’. En seguida se le quitó la lepra y quedó limpio” (Marcos 1, 41-43).

¿Cómo es que Jesús se ha animado a tocar a este hombre? ¿No le dio miedo? ¡Nadie antes que él había tocado a un leproso en Israel! Pero Jesús toca al leproso, es decir, lo hace sentir vivo otra vez. El Señor pudo haberlo curado simplemente diciendo sencillamente lo que dijo, pero además extiende su mano sobre él y lo hace sentirse querido, aceptado.

¡El sentido del tacto! Lo que a menudo no podemos decir con las palabras, lo decimos tocando. Un amigo mío acaba de perder a su madre y llora junto al féretro. ¿Qué le debo decir en semejante circunstancia? ¿Qué me duele aquella muerte a mí también? ¡Pero él bien sabe que no se trata del mismo dolor! Entonces opto por no decirle nada -¿para qué, si las palabras sirven aquí de muy poco?- y poso mi brazo sobre su cuello. Con este simple gesto he dicho más de lo que podría decirle con un discurso lacrimoso e hipócrita. El tacto es el sentido del afecto, y los que se quieren se tocan.

Así pues, todo parece indicar que Jesús no sólo quiso sanar a aquel enfermo, sino hacerlo sentir bien en todos los sentidos que pueda tener esta expresión. Pero afirmar que nadie había hecho nada semejante en Israel, ¿no es cargar las tintas, como suele decirse? ¡De ninguna manera! En el Antiguo Testamento se cuanta la curación de un leproso por obra del profeta Eliseo, pero aquí las cosas sucedieron de muy distinta manera. Veamos cómo.

“Naamán, general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del favor de su señor…, pero era leproso. En una incursión, una banda de sirios llevó a Israel a una muchacha que quedó como sirvienta de la mujer de Naamán, y dijo a su señora: ‘Ojalá mi señor fuera a ver al profeta de Samaria; él lo libraría de su enfermedad’. Naamán fue a informar a su señor: ‘La mujer israelita ha dicho esto y esto otro’. El rey sirio le dijo: ‘Ven, que te doy una carta para el rey de Israel’. Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía así: ‘Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán para que lo libres de su enfermedad’. Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: ‘¿Es que soy yo un dios capaz de dar muerte o vida para que me encargue éste de librar a un hombre de su enfermedad?’.

“El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras, y le envió este recado: ‘¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel’.

“Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo mandó uno a decirle: ‘Ve a lavarte siete veces en el Jordán y tu carne quedará limpia’ ” (2 Reyes 5, 1-10).

Véase que Eliseo no sale al encuentro del leproso, sino que se limita a mandarle decir lo que tiene que hacer para curarse. Y éste, claro está, percibe su falta de amabilidad y se queja, molesto, con estas palabras: “Yo me imaginaba que saldría en persona a verme y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad” (2 Reyes 5, 11). ¿Eso es lo que pensaba Naamán? ¡Cómo se equivocaba! Para decirlo ya, era un iluso. ¡Por nada del mundo hubiera Eliseo posado la mano sobre la parte enferma de aquel extranjero! Y no porque fuera malo o desatento, sino porque se lo prohibía la ley. Y, por lo demás, ¿Naamán venía a curarse o a que le hicieran cuchi-cuchi? Si quería curarse, ya sabía lo que tenía que hacer. “Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como le había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño” (2 Reyes 5, 14).

Recapitulemos: en ambos casos, los leprosos son curados, pero no se compara la delicadeza de Jesús con la prudencia de Eliseo. Jesús fue amable, cercano, cálido. La diferencia entre Eliseo y Jesús, por decirlo así, es la misma que hay entre un médico acertado pero hosco, y otro igualmente acertado pero amable. No, para Jesús no era suficiente con curar al enfermo; era necesario, también, extender la mano hacia él y tocarlo con afecto. ¿Qué es lo que Cristo vino a traer a este pobre mundo? Él mismo lo dijo: vino a traer fuego, es decir, el calor, el sencillo calor humano sin el cual incluso la salud del cuerpo está de más: el calor que devuelve el gusto de vivir.

¿QUÉ LE DICE LA CRUZ AL MUNDO ACTUAL?

La cruz, para el cristiano deja de ser un instrumento de tortura y se convierte en signo de reconciliación

Por: . | Fuente: Mercaba.org || FEyFAMILIA.com

La cruz es el símbolo del cristiano que nos enseña cuál es nuestra auténtica vocación como seres humanos. Cristo mismo nos asegura que en su cruz se abre el horizonte de la vida eterna para el hombre.

La enseñanza de la cruz conduce a la plenitud de la verdad acerca de Dios y del hombre. La cruz es para la Iglesia un signo de reconciliación y una fuente providencial de bendición. Y hoy, al igual que en el pasado, la cruz sigue estando presente en la vida del hombre.

¿CUÁL ES EL MENSAJE CENTRAL DE LA CRUZ DEL SEÑOR?

La cruz ofrece al hombre moderno un mensaje de fe y esperanza, porque ella es el signo de nuestra reconciliación definitiva con Dios Amor. La cruz nos habla de la pasión y muerte de Jesús, pero también de su gloriosa resurrección. De esta manera, con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida. Por eso a la cruz también se le llama árbol donde estuvo clavada la salvación del mundo.

¿QUÉ NOS ENSEÑA JESÚS POR MEDIO DE SU CRUZ?

Jesús crucificado es el supremo modelo de amor y verdadera aceptación del Plan del Padre. Cargado con nuestros pecados subió a la cruz, para que muertos al pecado, vivamos para siempre. Clavado en la cruz, el Señor nos enseña con toda claridad a responder fiel y plenamente al llamado de Dios. Y al ver la cruz descubrimos que nuestra respuesta debe ser igual: fiel en las cosas grandes y en las pequeñas, fiel al Señor en nuestra vida cotidiana.

¿AMAR LA CRUZ NO ES AMAR UN INSTRUMENTO HOMICIDA?

Algunas personas, para confundirnos, nos preguntan: ¿adorarías tú el cuchillo con que mataron a tu hermano? ¡Por supuesto que no! Porque mi hermano no tiene poder para convertir un símbolo de derrota en símbolo de victoria; pero Cristo sí tiene ese poder. ¿Cómo puede ser la cruz signo homicida, si nos cura y nos devuelve la paz? La historia de Jesús no termina en la muerte. Cuando recordamos la cruz de Cristo, nuestra fe y esperanza se centran en el resucitado.

¿PERO NO ES UN SÍMBOLO DE MUERTE?

Por el contrario, la cruz, en el mundo actual lleno de egoísmo y violencia, es antorcha que mantiene viva la espera del nuevo día de la resurrección. Miramos con fe hacia la cruz de Cristo, mientras por medio de ella día a día conocemos y participamos del amor misericordioso del Padre por cada hombre.

¿NOS RECUERDA ENTONCES EL AMOR DE DIOS?

«Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna», (Jn 3, 16). Pero ¿cómo lo entregó? ¿No fue acaso en la cruz? La cruz es el recuerdo de tanto amor del Padre hacia nosotros y del amor mayor de Cristo, quien dio la vida por sus amigos, (Jn 15, 13).

QUÉ NOS ENSEÑA EL MADERO HORIZONTAL?

La cruz, con sus dos maderos, nos enseña quiénes somos y a dónde vamos: el madero horizontal nos muestra el sentido de nuestro caminar, al que Jesucristo se ha unido haciéndose igual a nosotros en todo, excepto en el pecado. Somos hermanos del Señor Jesús, hijos de un mismo Padre en el Espíritu. El madero que soportó los brazos abiertos del Señor nos enseña a amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos.

¿Y EL MADERO VERTICAL?

El madero vertical nos enseña cuál es nuestro destino eterno. No tenemos morada acá en la tierra, caminamos hacia la vida eterna. Todos tenemos un mismo origen: la Trinidad que nos ha creado por amor. Y un destino común: el cielo, la vida eterna. La cruz nos señala hacia dónde dirigir nuestra esperanza.

¿CÓMO INTEGRARLOS?

Como cristianos, debemos vivir en una vida integrada, armonizando en una vida coherente la dimensión vertical de nuestra relación con Dios y la dimensión horizontal del servicio al prójimo. El amor puramente horizontal al prójimo siempre está llamado a cruzarse con el amor vertical que se eleva hacia Dios.

¿POR QUÉ SE DICE QUE ES UN SIGNO DE RECONCILIACIÓN?

Porque fue el instrumento que el Señor utilizó para abrirnos el camino hacia el Padre. Cristo vence al pecado y a la muerte desde su propia muerte en la cruz. La cruz, para el cristiano deja de ser un instrumento de tortura y se convierte en signo de reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los hermanos y con todo el orden de la creación en medio de un mundo marcado por la ruptura y la falta de comunión.

¿CÓMO LA CRUZ NOS ACERCA AL SEÑOR?

San Pablo nos recuerda que «la predicación de la cruz es locura para los que se pierden... pero es fuerza de Dios para los que se salvan», (1 Cor 1, 18). Recordemos que el centurión reconoció en Cristo crucificado al Hijo de Dios; él ve la cruz y confiesa un trono; ve una corona de espinas y reconoce a un rey; ve a un hombre clavado de pies y manos e invoca a un salvador. Por eso el Señor resucitado no borró de su cuerpo las llagas de la cruz, sino las mostró como señal de su victoria.

¿CÓMO SEGUIR AL SEÑOR POR MEDIO DE LA CRUZ?

Jesús dice: «El que no tome su cruz y me sigua, no es digno de mí», (Mt 10, 38). Nos dice eso no porque no nos ame lo suficiente, sino porque nos está conduciendo al descubrimiento de la vida y el amor auténticos. La vida que Jesús da sólo puede experimentarse mediante el amor que es entrega de sí, y ese amor siempre conlleva alguna forma de sacrificio: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto», (Jn 12, 24). Esa es la manera de seguir al Señor.

¿QUÉ NOS ENSEÑA MARÍA SOBRE LA CRUZ?

Después de Jesús nadie ha experimentado como su Madre el misterio de la cruz. Ella mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Ella, que fue la primera cristiana, nos educa al mostrarnos cómo sufre intensamente con su Hijo y se une a este sacrificio con corazón de Madre.

Ella es la mujer fuerte al pie de la cruz que nos enseña cómo vivir la verdadera fortaleza ante la adversidad: cuándo más dolor hay en el corazón de María más se adhiere ella a la cruz del Señor, pero lo hace con la esperanza puesta en las promesas de Dios.

¡Qué gran lección para el mundo de hoy¡ La cruz es para María motivo de dolor y a la vez de alegría. Ella sufre como Madre todos los dolores de su Hijo, pero vive este sufrimiento en la perspectiva de la alegría por la gloriosa resurrección del Señor.

Todos los cristianos de este tiempo estamos llamados a imitar a la Madre de Jesús al pie de la cruz, siendo coherentes y fieles a Cristo en las pequeñas y grandes cruces de nuestra vida diaria y poniendo nuestra confianza en aquel madero que se alza desde la tierra hacia el cielo.

Y debemos hacerlo así porque desde esa misma cruz, Jesucristo nos ofrece a María como Madre nuestra: “De Cristo a María, y de María más plenamente al Señor Jesús”.

REGRESAR AL CAMINO

El agradecimiento implica regresar al buen camino de la vida.

Por: Ignacio Buisán, L.C. | Fuente: Virtudes y Valores.

“Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias”.

Dice el refrán que “es de bien nacidos el ser agradecidos”. Sin embargo, el episodio de los diez leprosos que encontramos en el Evangelio, nos muestra y nos revela que la gratitud es, más bien, una virtud rara, una virtud exótica, algo parecido a esas flores curiosas que brotan en medio de la nieve o en los lugares más insospechados de la tierra.

Nos cuesta ser agradecidos. Pero ¿por qué? ¿Cuál puede ser la razón de esa dificultad? Tal vez porque en el fondo “dar las gracias” implica regresar un camino; algo que no siempre estamos dispuestos a hacer: “Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó...”


Esos hombres, los diez, estaban desahuciados, eran unos muertos en vida, comidos por la enfermedad y por la soledad, señalados por la sociedad, proscritos, relegados, rotos por dentro y por fuera. Esos hombres pasaron en un instante a recuperar, de golpe, toda su dignidad, toda su salud, todo su cuerpo. Debió ser algo impresionante, inesperado, impactante. El único detalle en contra es que Jesús lo hizo gratis. A Jesús no le debían mil millones de dólares, ni una comisión, ni siquiera un regalo de agradecimiento. Lo único que les ataba a la persona que les había curado era su capacidad de agradecer; pero eso implicaba regresar por el mismo camino, tal vez perder un poco de tiempo, y reconocer el favor. Algo que sólo uno estuvo dispuesto a hacer.

“Regresar el camino” y dar las gracias no siempre y no todos estamos dispuestos a hacerlo. Somos mucho más agradecidos con el doctor, con el psicólogo o con el nutriólogo, que nos recibe en su consulta, reloj en mano, y nos receta un medicamento, una dieta o una terapia, que con el confesor que desde el confesionario nos absuelve, sin dinero de por medio, y nos limpia de la lepra del pecado. Somos más agradecidos con el funcionario o con el político que nos hace algún favor, a cambio de una significativa comisión, que con nuestros papás, que con esfuerzo y con sacrificio han gastado y han dado su vida para sacar adelante la nuestra.

¿Y con Dios? con Dios, más que agradecidos somos exigentes y muchas veces injustos. Le exigimos curaciones, le exigimos milagros, le exigimos que tengamos suerte, le exigimos que encontremos un buen trabajo, le exigimos que nos vaya siempre bien en la vida, le exigimos que no nos pase nada ni a nosotros ni a los nuestros, le exigimos que no nos falte el dinero, que nuestros hijos tengan éxito en la vida.... Exigimos, exigimos, exigimos y si no nos cumple renegamos, nos alejamos o dudamos de él haciéndolo culpable de todo lo que nos pasa.

Parece mentira, y es triste, que no nos hayamos dado cuenta de que Dios ya hizo el gran milagro, de que él ya cumplió con su parte. Él nos ha dado lo más importante: la existencia y su amor; su vida y su muerte; su cuerpo y su sangre; la resurrección y la vida eterna. A nosotros es a quienes nos corresponde, ahora, recorrer el camino. El problema es si estamos dispuestos regresar, de vez en cuando, ese camino, para corresponder con nuestra capacidad de agradecer.

Diez leprosos fueron curados de su enfermedad. Los diez se beneficiaron del milagro, pero sólo uno regresó el camino para dar las gracias. Ese leproso, además del milagro de su curación corporal, escuchó palabras no menos misteriosas e impresionantes, que sin duda marcaron el resto de su existencia: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado”.

Cada domingo tenemos la oportunidad de “regresar el camino” para dar gracias a Dios. La palabra “Eucaristía”, significa “acción de gracias”. Sólo por ese motivo ya sería algo grande ir a Misa. Sorprende y entristece ver la facilidad con que dejamos de hacerlo, a veces por flojera, otras veces porque la prisa de la vida, que también se hace presente los fines de semana, nos hace ver ese “dar gracias” como una pérdida de tiempo. Con toda razón, el Papa Juan Pablo II advertía al inicio del tercer milenio a todos los creyentes que “la Eucaristía dominical, congregando semanalmente a los cristianos como familia de Dios en torno a la mesa de la Palabra y del Pan de vida, es también el antídoto más natural contra la dispersión”. No hacerlo, no es sólo signo de ingratitud, sino también signo de despiste existencial. Ser agradecidos no cuesta dinero, es gratis; tal vez eso es lo malo, porque todo lo gratuito corre el riesgo de no ser valorado. Es cierto que no cuesta dinero en esta vida, pero tendrá su peso cuando en la otra oigamos: “¿No fueron diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve?”

FRANCISCO PROMETE A LOS ORTODOXOS, «CUANDO ESTEMOS UNIDOS», UN PRIMADO DISTINTO AL DE LOS CATÓLICOS

 El jueves, a la solemnidad de San Pedro y San Pablo celebrada en la basílica de San Pedro, asistió el metropolita Job encabezando una delegación del patriarcado ortodoxo de Constantinopla, que fue recibida este viernes por el Papa.

SINODALIDAD Y PRIMADO

Francisco agradeció esa presencia, envió sus saludos al patriarca Bartolomé y mostró su "alegría" por los acuerdos alcanzados en la decimoquinta sesión plenaria de la comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia y las comunidades ortodoxas, que tuvo lugar en Alejandría (Egipto) auspiciada por el Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

Concluyó el 7 de junio con un documento conjunto sobre Sinodalidad y primado en el segundo milenio y hoy, que aporta una visión historicista, según la cual las enseñanzas del Concilio Vaticano I "sobre el primado y la jurisdicción universal del Papa eran una respuesta a la percepción de una amenaza a la unidad e independencia de la Iglesia"; frente a esto, "los católicos y los ortodoxos tienen que llegar a una auténtica comprensión de la sinodalidad y del primado a la luz de los principios teológicos, las provisiones canónicas y las prácticas litúrgicas de la Iglesia indivisa del primer milenio".

El Papa celebró que en dicho documento se ha llegado a "una lectura común sobre el modo en el que se desarrolló en Oriente y Occidente la relación entre sinodalidad y primado en el segundo milenio". Con esa "lectura común" se espera "contribuir a la superación de argumentos polémicos utilizados por ambas partes" en el pasado. Pues hoy "estamos llamados a buscar juntos una modalidad de ejercicio del primado que, en el contexto de la sinodalidad, esté al servicio de la comunión de la Iglesia a nivel universal".

UN PRIMADO PARA CATÓLICOS Y OTRO PARA ORTODOXOS

Francisco introdujo al respecto "una precisión oportuna": "No es posible pensar que las mismas prerrogativas que el obispo de Roma tiene respecto a su diócesis y de la comunidad católica se extiendan a las comunidades ortodoxas; cuando, con la ayuda de Dios, estemos plenamente unidos en la fe y en el amor, la forma con la cual el obispo de Roma ejercerá su servicio de comunión en la Iglesia a nivel universal deberá resultar de una inescindible relación entre el primado y la sinodalidad".

Añadió que la comunión "no es cuestión de cesiones y compromisos", sino que consiste en que los hermanos "sepan insertar su diversidad en un contexto más amplio". Es "la perspectiva del Espíritu Santo", aseguró, que armoniza las diferencias sin homologar las realidades.

C.L.

KIM MANTENÍA RELACIONES LÉSBICAS: «HE COMPRENDIDO QUÉ SIGNIFICA SER ESCLAVOS DE NUESTRO PECADO»

 LAMENTA CÓMO LA ACONSEJARON DOS SACERDOTES: «LA COMPASIÓN SIN CRISTO ES FALSA»

Kim Zember se liberó de sus dependencias emocionales y de la esclavitud del pecado cuando dejó que Dios entrara plenamente en su vida.

Durante años, la californiana Kim Zember vivió una doble vida, escondiendo sus múltiples relaciones homosexuales. Aun así, nunca se definió como lesbiana, y al convertirse su vida cambió. Cuenta su historia Raffaella Frullone en Il Timone:

* * *

"Katy Perry cantaba 'He besado a una chica y me ha gustado'; yo he hecho lo mismo y me ha gustado". Así empieza Restless heart. My struggle with life & sexuality [Corazón inquieto, mi lucha con la vida y la sexualidad]. Quien habla es Kim Zember, de 36 años, californiana residente en San Diego; tras años pasados teniendo relaciones homosexuales, decidió compartir su historia con la esperanza de poder ayudar a quien está viviendo su mismo drama. 

Criada en una familia católica, Kim, con 18 años, tenía un novio e iba a misa regularmente con su familia, pero, a escondidas, se veía con una mujer. Un esquema que duró durante años, una doble vida que Kim introdujo incluso en su matrimonio (que fracasó por esta causa), durante el cual no dejó de ver a mujeres, porque, explica, "estaba tan sedienta de afecto que me había convertido en una persona dependiente de las relaciones, especialmente las femeninas".

Con el tiempo, Kim reconoció que este comportamiento estaba causado por heridas que venían del pasado, pero en ese momento no conseguía actuar de manera distinta. Quedaba con una mujer tras otra, incluso si en su corazón sabía que estaba mal.

LA ENTREVISTAMOS.

-"CLARO QUE SABÍA QUE ESTABA MAL, SI NO, ¿POR QUÉ HABRÍA DE ESCONDERLO? TENÍA CARENCIA DE AMOR Y LO BUSCABA DONDE SEA, PERO NUNCA OBTENÍA PAZ". EN EL LIBRO EXPLICAS QUE NUNCA HAS ENCONTRADO LA PAZ, NI SIQUIERA EN LAS RELACIONES CON LAS MUJERES QUE LAS QUE SALÍAS; LO DEFINES COMO UNA SUERTE DE DEPENDENCIA. ¿EN QUÉ SENTIDO?

-He comprendido de verdad qué significa, como nos dice la Escritura, ser esclavos de nuestro pecado: dependía totalmente de los sentimientos, de las emociones, de lo que sentía, no solo desde el punto de vista sexual. Dependía de las personas, de las relaciones, sobre todo de las mujeres, claro está. Aún tengo que controlar este aspecto de mi vida, pero cuando permití que fuera Dios quien habitara completamente mi corazón, pude por fin romper esa cadena de dependencia emotiva.

-¿LE PEDISTE AYUDA A ALGUIEN CUANDO TE DISTE CUENTA DE QUE VIVÍAS ATRAPADA EN ESA DEPENDENCIA?

-Claro. Le pedí ayuda a un psicólogo cristiano y, seguidamente, a dos sacerdotes. Los tres me dijeron que yo "solo" era lesbiana y que debía aceptarlo porque Dios me amaba tal como era.

-¿CÓMO TE SENTISTE?

-Muy decepcionada, lo que me dijeron me hizo mucho daño, porque no es la verdad. Es verdad que fueron muy compasivos conmigo, me escucharon, acogieron mis lágrimas, pero la compasión sin Cristo es falsa. Es como ir al médico porque te duele un brazo y que te diga que no te duele. Si hablé con un psicólogo cristiano y dos sacerdotes católicos -y lo hice libre e intencionadamente-, fue porque quería que me dijeran la verdad. Que ellos no me dijeron, traicionándola y dejándome sedienta: esto es un mal.

»Gracias al Cielo, creo que hay una semilla incorruptible dentro de mí que no me permitió aceptar esas mentiras como si fueran la verdad. Aunque, obviamente, una parte de mí, la parte carnal, deseaba creer en ellas. Fue también ofensivo oír que te decían "Dios te ama a pesar de todo": yo nunca he dudado del amor de Dios, solo quería saber por qué yo estaba mal. Y ellos me mintieron, me dijeron una media verdad, que no es más que una mentira.

-TAMPOCO CREÍSTE EN LAS MENTIRAS DEL MUNDO LLAMADO LGBT...

-No, tampoco. Para empezar, nunca me he definido gay o lesbiana u otra cosa, ni siquiera cuando salía con mujeres. Siempre he tenido clara dentro de mí la distinción entre quién era yo y lo que hacía. Tengo que decir que, entonces, no sabía explicar bien por qué rechazaba esa etiqueta, sentía mucha confusión sobre muchas cosas, tal vez no sabía bien quién era, pero sabía que no era lo que hacía en ese momento. Buscaba la verdad.

-HABLAR DE VERDAD, HOY, SIGNIFICA SER ACUSADO DE DIVIDIR...

-En realidad, quien divide es el mundo, que presenta la verdad y el amor como dos aspectos de Dios que se excluyen mutuamente, cuando no es a. En mi experiencia, lo he experimentado en mi piel, con la gracia de Dios, siempre he reconocido la verdad. Tal vez a menudo no he querido esta verdad, pero sabía reconocerla, basta permanecer abiertos a ella. Con frecuencia le echamos la culpa a Dios de "lo que no hace", cuando en realidad somos nosotros los que no estamos abiertos a lo que Él desearía hacer con nuestra vida. Y es algo que debemos preguntarnos cada día.

-LA CONVERSIÓN, PARA TI, HA SIDO UN RECORRIDO LARGO; SUCEDIÓ TAMBIÉN EN ETIOPÍA...

-Creo que para todos es igual, la conversión no es, como decimos nosotros, "una y ya está", no sucede en un minuto. También les sucedió a los Apóstoles, ¿no? La santidad es un camino. Para mí fue un momento crucial comprender, durante una oración -precisamente en el periodo en el que luchaba, pidiendo claridad sobre mi sexualidad-, que Dios me llamaba a servir a los pobres.

»Era una agente inmobiliaria de éxito, pero acababa de escuchar a un sacerdote misionero y, con mucha audacia, dejó todo y fundé, hace ya muchos años, Unforgotten Faces [Rostros inolvidables] una organización sin ánimo de lucro que ayuda a las madres solteras y a sus hijos en Etiopía.

»El nivel de necesidad de estas personas es tan dramático que vivirlo personalmente ha sido, en mi opinión, el modo con el que Dios ha entrado en mi corazón para romperlo y derribar el egoísmo. Y este ha sido un pedazo de mi historia. Esperar que la conversión tenga lugar en un momento y ya está, significa pensar en Dios como un mago, pero Él es el Salvador, lo necesitamos cada minuto de nuestra vida, no una vez y basta.

-EN TU RECORRIDO, EN UN DETERMINADO MOMENTO LE PROMETISTE AL SEÑOR QUE DURANTE UN AÑO NO SALDRÍAS CON NADIE. EN ESE INSTANTE EMPEZASTE A SENTIR QUE TU HAMBRE DE DIOS AUMENTABA. ¿CÓMO VIVES HOY TU FE?

-MISA DIARIA, porque lo necesito. "No solo de pan vive el hombre", es la verdad.  No pienso que por esto soy una santa, sino que soy una pecadora consciente de tener una necesidad constante de Él.

»Cuando, la primavera pasada, suspendieron la participación a la misa, me sentí muy frustrada. Podía ir a pasear, al mercado ¿y no a misa?  La misa, para mí, es más necesaria que cualquier otra cosa. Y después la Adoración, la oración, el estudio de la Biblia, el ayuno.

»Y los amigos: si en tu vida buscas a Jesús es fundamental estar con quien, como tú, lo busca. Todos tenemos amigos y familiares alejados de Dios, por los que hay que rezar, rezar y rezar, pero sin los que buscan al Señor es difícil no dejarse arrastrar por el mundo. Entre los amigos de nuestro camino no podemos olvidarnos de los santos y, sobre todo, de la Madre celestial. En la vida no somos más que el reflejo de lo que miramos continuamente: si paso mis días mirando Netflix, seré lo que transmiten; si uso mi tiempo mirando a los santos y a Dios, reflejaré su luz.

Traducción de Elena Faccia Serrano.

Publicado por primera vez en diciembre de 2020.

ReL