jueves, 31 de diciembre de 2009

DESVELADO EL MISTERIO DEL "SIMBOLO PERDIDO"


EFE NUEVA YORK
Los lectores estadounidenses se han reencontrado con Dan Brown, gracias "El simbolo perdido",
un libro que, al igual que sus predecesores, llega lleno de misterio y con el que el exitoso autor regresa tras seis años de silencio.

La esperada continuación de «Ángeles y Demonios» y «El Código Da Vinci» se encuentra por fin en las librerías de EE.UU, con lo que los millones de seguidores estadounidenses sacian ya su sed por conocer al detalle las nuevas aventuras del conocido personaje literario Robert Langdon.

«Estoy encantado con esta obra. Se trata de un libro que a mí me encantaría leer», aseveró el autor hoy en una de las pocas entrevistas que ha concedido y que emitió el programa «Today» del canal NBC, donde Brown habló abiertamente del contenido de un libro que hasta ayer había estado guardado bajo llave.

«En este mundo en que tantas culturas se matan por discutir qué versión de Dios es la adecuada, la masonería los une y los invita a rezar juntos, porque no hace falta ponerle una etiqueta a ese dios que saben que existe ahí fuera», señaló Dan Brown

La masonería, en el centro de la acción. Por primera vez, Brown reconoció que en su nueva obra se acercaba a los secretos de la masonería, un grupo que calificó como «fascinante, ya que se trata de una organización mundial que es espiritual pero que une en su seno a musulmanes, judíos, cristianos y a personas que están confusas sobre su religión».

«En este mundo en que tantas culturas se matan por discutir qué versión de Dios es la adecuada, la masonería los une y los invita a rezar juntos, porque no hace falta ponerle una etiqueta a ese dios que saben que existe ahí fuera», explicó el autor de 45 años.

Brown aseguró en esa entrevista que el misterio de la masonería que vertebra «El símbolo perdido» reside en «los orígenes» de una organización que se ha mantenido «bastante secreta» hasta el momento y que cuenta con «rituales arcaicos».

«El tema de este libro tiene mucho que ver con el poder de nuestros pensamientos», explicó Brown, quien dijo tener «grandes esperanzas para el futuro» y que, con este libro, intenta «arrojar luz sobre el futuro en varias direcciones».

El autor, cuyas obras también han sido un éxito en la gran pantalla, donde el actor Tom Hanks ha dado vida a Langdon, aseguró además que ha dedicado muchos de los últimos años a estudiar «historia y ciencia» y a preparar así la nueva novela con la que espera deleitar a sus millones de seguidores en todo el mundo.

La expectación por conocer el contenido del libro logró que, antes de su publicación, cientos de miles de lectores realizaran pedidos de la obra.

Una tirada récord. Hasta ahora sólo se conocía de «El símbolo perdido» que transcurría en Washington y en un período de doce horas, algo que no fue impedimento para que el título centrara la atención de millones de usuarios de internet y además se situara en lo alto de los libros más vendidos en Estados Unidos sin ser publicado.

El interés ha sido tan alto que el «fenómeno Brown» ha provocado que Random House, la editorial que publicó «El símbolo perdido» en Estados Unidos y Canadá, mediante su sello Doubleday, apostara por imprimir la gigantesca cifra de cinco millones de copias para la primera edición del libro sólo en Norteamérica.

Los responsables de Amazon.com reconocieron a Efe que jamás habían visto «un interés similar con una novela para adultos que aún no se había publicado», señaló la encargado de libros del portal de internet, Daphne Durham.

Durham destacó que es «sorprendente» la reacción hacia «El símbolo perdido», una nueva novela que ha visto la luz «nada menos que seis años después que su predecesora», «El Código Da Vinci» y que sólo es comparable a la que despierta «entre el público infantil y juvenil» la saga de Harry Potter, de la británica J.K. Rowling.

La expectación por conocer el contenido del libro logró que, antes de su publicación, cientos de miles de lectores realizaran pedidos de la obra. Unas reservas que la convirtieron entonces en el número uno en la lista de ventas de Amazon, la primera tienda por internet, y de Barnes & Noble, la mayor cadena de librerías del mundo.

«El símbolo perdido» llegó a España y a América Latina en octubre.

Nota: Les recuerdo que es una novela del corte del Código da Vinci, que lo único que busca es remover conciencias hambrientas de todo lo que significa misterio, aunque sólo tenga poco o casi nada de verdad. Los estadounidenses ven en el libro la historia de la fundación de Estados Unidos, regida hasta ahora por la masonería, teniendo como uno de los masones más famosos a George Washington.
José Miguel Pajares Clausen

LA MEJOR CÁBALA


Hagamos algo diferente y positivo hoy día a las 12.

Tengo que respetar – porque todos somos libres – cada año, aunque me parezcan tonterías, las diferentes cábalas en que la gente cree.

Yo, en vez de salir a darme una vuelta a la cuadra con mi maleta, o comerme 12 uvas, o comprarme ropa interior amarilla, rezo Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria, agradeciéndole a Dios por el año que pasó, y aunque les parezca mentira, al año siguiente nunca me faltó lo primordial... NO ME COSTÓ NI SIQUIERA UN MINUTO HACERLO.

Los invito a tratar de hacerlo y el próximo año me cuentan.

¡FELIZ AÑO NUEVO Y QUE DIOS Y SU SANTÍSIMA MADRE LOS BENDIGAN!

Grupo Católico de Oración por los Enfermos Sí Señor
José Miguel Pajares Clausen
2009 - 2010

JUAN PABLO II - MARÍA REINA - MADRE DE DIOS


Homilía del 01/01/02

Madre de Dios, Madre del Príncipe de la Paz.

«¡Salve, Madre santa! Virgen, Madre del Rey, que gobierna cielo y tierra por los siglos de los siglos» (Antífona del canto de entrada). Con este antiguo saludo, la Iglesia se dirige hoy, octavo día después de Navidad y primer día del año, a la santísima Virgen María invocándola como Madre de Dios. El Hijo eterno del Padre ha tomado en ella nuestra carne y, a través de ella se ha hecho «el hijo de David y el hijo de Abrahán» (Mt 1,1). María es, pues, su madre verdadera: ¡la Theotokos, la Madre de Dios! Si Jesús es la Vida, María es la Madre de la Vida. Si Jesús es la Esperanza, María es la Madre de la Esperanza. Si Jesús es la Paz, María es la Madre de la Paz, Madre del Príncipe de la Paz. Al entrar en el nuevo año pedimos a esta Madre que nos bendiga. Pidámosle que nos dé Jesús, nuestra plena bendición, en quien el Padre ha bendecido, una vez para siempre, la historia convirtiéndola en una historia de salvación... El Niño nacido en Belén es la Palabra eterna del Padre hecha carne para nuestra salvación; es «Dios con nosotros» que trae con él el secreto de la verdadera paz. Es el Príncipe de la Paz (Is 9,5)...

«¡Salve, Madre santa!» ... El niño que estrechas contra tu pecho, lleva un nombre querido por los pueblos de religión bíblica: «Jesús», que significa «Dios salva». Este es el nombre que le dio el ángel antes de que fuera concebido en tu seno (Lc 2,21). En el rostro del Mesías recién nacido, reconocemos el rostro de cada uno de tus hijos ultrajados y explotados. En particular reconocemos el rostro de los niños cualquiera que sea la raza, pueblo o cultura a la que pertenece. Por ellos, oh María, por su futuro, te pedimos muevas los corazones endurecidos por el odio, a fin de que se abran al amor y la venganza ceda, finalmente, el paso al perdón. Oh Madre, alcánzanos que la verdad de esta afirmación - no hay paz sin justicia, y no hay justicia sin perdón - se imprima en el corazón de todos. Sólo así la familia humana podrá encontrar la paz verdadera que nace del encuentro de la justicia con la misericordia. ¡Ayúdanos, Madre santa, Madre del Príncipe de la Paz! ¡Madre de la humanidad y Reina de la Paz, ruega por nosotros!

LA NOCHE VIEJA


¿Qué pasó con aquellos deseos que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año sí!”

Suenan las campanas en el reloj.

Son las 12. Las 12 de la noche.

Parece que los meses del año que termina, con sus días y sus horas se columpian en cada una de ellas... Doce meses, doce campanadas. El año se va. El año se acaba. Se esfuman los doce meses como en un conjuro de tiempo y eternidad. Los tuvimos en nuestras manos pero ya no volverán.

Fueron instantes nuestros, únicos e irrepetibles, vividos dentro de nuestro libre albedrío, hora tras hora y ahora se van, perdiéndose en la noche última del año. La noche vieja.

El poeta dice:
El indivisible tiempo lo hemos dividido en años y así decimos que pasa cuando nosotros pasamos.

Así es, decimos que el tiempo se va cuando somos nosotros los que nos vamos. Decimos que el tiempo corre, que el tiempo vuela, pero los que corremos, los que volamos sobre el tiempo somos nosotros. El tiempo siempre está, el tiempo ni tiene tiempo, ni es joven ni viejo, nosotros si.

Las 12. Es Noche Vieja. Un año nuevo está por comenzar.

Las 12 horas del 31 de diciembre. ¿Qué hicimos con estos trescientos sesenta y cinco días? ¿Qué dijimos, qué pensamos una noche como esta pero del año pasado? ¡Cuántos planes, cuántas promesas, cuántos propósitos! ¿Somos los mismos de aquella noche de otras muchas noches o sentimos que fuimos limando las aristas de nuestro carácter, rellenando "baches" en los que caíamos una y otra vez, quitando obstáculos, que quizá amábamos pero que nos hacían tropezar en nuestro plan de ser mejores como seres humanos en nuestra plenitud y dignidad? ¿Qué pasó con aquellos deseos vehementes que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: Ahora sí, este año nuevo sí!”?

Poco a poco se nos fueron aminorando las fuerzas, el entusiasmo, y llegó esa desgana o indiferencia por las cosas. La bruma de la rutina nos envolvió en sus días grises y nos heló el corazón y el coraje.

O no fue así... y sentimos que sí ha habido un cambio positivo. Que el sol del amor nos arropa y podemos repartir el calor que hay en nuestra alma a los demás. Que estamos en pie de lucha, que las 12 campanadas resuenan en nuestro corazón como el tañer de las campanas de la ermita invitándonos a orar.

Que cada campanada se un:
Perdón y gracias, Dios mío, me estás regalando otro año para crecer en la fe y en el amor a Ti y a los demás. El tiempo pasado está en Tus manos , el que comienza en las mías, pero quiero que Tu me acompañes a vivirlo!

Y con el año que se va y el nuevo que comienza, en esta Noche Vieja, la más vieja del año, recordamos al poeta que nos dice:
Un año más, no mires con desvelo la carrera veloz del tiempo alado que un año más en la virtud pasado un paso es más que te aproxima al cielo.

Y siguiendo con los versos terminaremos esta pequeña reflexión con uno que una noche como esta me inspiro:
Esta noche es "noche-vieja" y yo hago un alto en mi camino, sentada bajo la luna abro mi alforja y la miro. ¿Qué es lo que tengo en ella? Oro y plata: Te lo cambio por la sonrisa de un niño.

Quiero caminar descalza por lo prados con rocío quiero soltar mis amarras y extender libre mis alas y sentir mi poderío.

Poderío y libertad olvidando el claro-oscuro de ambiciones que esclavizan tan pesadas como un yugo.

Esta noche es "noche vieja" tengo el alma transparente, cuando llegue el año nuevo que me encuentre en la vereda como quién vuelve a nacer, sin sandalias, sin alforja, con la piel limpia de luna las estrellas en mi pelo y cantando el "aleluya".

Esta noche es noche vieja, y yo tengo el alma nueva... ¡quién lo pudiera creer!
Autor: Ma Esther De Ariño

ENFERMEDAD


En la revista de la Custodia franciscana de Tierra Santa, ha aparecido un artículo verdaderamente interesante sobre el título de esta glosa.

Quizás escriba estas líneas, como consecuencia de unos días que he tenido que pasar en cama por una gripe complicada con un virus que se me instaló en el sistema grato-intestinal, y me eliminó todo afán por mi parte a cumplir con las obligaciones de este blog, de escribir una glosa cada dos días. Menos mal que siempre dispongo de una batería de glosas no publicadas, y de ellas he tenido que echar mano para no interrumpir el ritmo, pues cuando uno está de verdad enfermo no tiene ganas de nada.

Henry Nouwen, el sacerdote holandés cuya vida pastoral la realizó en Norteamérica por medio de la escritura, cuenta que al Cardenal norteamericano Bernardín, le diagnosticaron un cáncer y le dieron seis mese de vida, entonces él pensó, dedicaré los tres primeros meses a poner en orden los asuntos de la archidiócesis para mi sucesor, y los tres siguientes los dedicaré a poner mi alma camino del Señor. ¡Me equivoqué!, exclamó el cardenal al final de sus días, pues cuando llegó el segundo trimestre, no tenía ya fuerza ni para darle al Señor el regalo de una simple jaculatoria.

El artículo en cuestión está firmado por Fray Agripino Cabezón O.F.M. (Para quien no lo sepa, el acrónimo O.F.M, significa Orden de frailes menores, lo cual es el heraldo de la humildad y pobreza de los hijos de San Francisco de Asís) Fray Agripino, que por el nombre pienso y creo que es español, además de formar parte de la Escuela Bíblica de Jerusalén, también debe de ser un aficionado a la filatelia, pues periódicamente hace una reseña en esta revista, de los sellos que pone en circulación el servicio de correos de Israel. Y últimamente este ha emitido unos sellos sobre las enfermeras y los centros de salud en Israel, lo cual le ha dado pié a Fray Agripino, para escribir su artículo.

Las enfermedades humanas son una clara consecuencia y expresión de la debilidad de nuestra naturaleza corrompida por la desobediencia de nuestros primeros padres, ellos mientras vivían en el Paraíso carecían de enfermedades, de igual forma, que nosotros careceremos de ellas con nuestro cuerpo resucitado. Pero ahora, la salud es muy importante y debe de serlo para todos nosotros, y no ya en razón del miedo a una muerte prematura por razón de enfermedades, sino porque tenemos la obligación de cuidar nuestro cuerpo que es el sostén de nuestra alma. El alma necesita del cuerpo para su propio desarrollo en este mundo, pero tengamos siempre en cuenta, que el alma, nuestra alma vale mucho más que nuestro cuerpo y por lo tanto, más importante es la salud de nuestra alma que la salud de nuestro cuerpo. Cuando están enfermos tanto el alma como el cuerpo a ambos podemos curarlos, siempre que tengamos vida. Si no nos preocupamos de cuidar el cuerpo, incluso cuidándolo llegará un momento que desaparecerá, pero el alma para bien o para mal nunca desaparecerá. El cuerpo podrá llegar a resucitar como cuerpo glorioso, pero el alma jamás resucitará, ni se reencarnará, porque nunca muere.

Hay muchos que su deseo de no irse de esta vida, piensan que se reencarnarán en otro cuerpo de persona, e incluso de algún animal. En el Génesis se puede leer: Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás (Gn 3,19). Pero no es la reencarnación el tema de esta glosa, aunque en otra lo trataremos, por lo que continuamos con las enfermedades y el artículo de Fray Agripino.

Nosotros pensamos, que la salud y la buena condición física son algo natural y propiedad nuestra, y no consideramos la realidad de que esto es un don de Dios y por cierto otorgado con carácter muy efímero. Es Dios quien nos obsequia con la salud, esta no la obtenemos en virtud de ningún derecho adquirido. Es de ver que si fuese un derecho consustancial a la persona humana, todos naceríamos con iguales de salud y fortaleza física. La salud como don divino que se nos otorga, también puede sernos retirado este don, por El que nos lo otorgó. Y cabe preguntarnos: Es esto es así, ¿por qué Dios nos retira el don que nos otorgó? Pueden ser muchas las razones que Dios tenga para retirar el don de la salud a una persona en un momento dado. Enjuiciar y tratar de averiguar las razones que determinan la conducta divina es un trabajo imposible de hacer. Así San Pablo escribe: Pero bien sabéis que una enfermedad me dio ocasión para evangelizaros por primera vez; y, no obstante la prueba que suponía para vosotros mi cuerpo, no me mostrasteis desprecio ni repulsa, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios: como a Cristo Jesús (Gal 4,13-14).

A título indicativo recojo una opinión del obispo Fulton Sheen que dice que: La enfermedad rompe ese hechizo de la creencia de que el placer lo es todo, o que debemos seguir construyendo como fin exclusivo, cobertizos de grano cada vez mayores, o de que la vida no vale nada a no ser que haya algo especial que la electrice. La enfermedad nos capacita para ajustar nuestro sentido de valores, como una gracia actual ilumina la futilidad y vacío de muchas ambiciones". “¿De qué aprovecha a un hombre ganar todo el mundo, si pierde el alma?”. Aunque parezca un contrasentido, muchas veces es un don de Dios, el que Él le retire a una persona el don de la salud. Dios siempre quiere lo mejor para cada uno de todos nosotros, y nada hace o permite que nos ocurra, sino tiende al fin que Él desea para nosotros, cual es la salvación eterna de nuestra alma.

Continuando con Fulton Sheen más adelante este dice: El pagano teme la pérdida del cuerpo, y el cristiano teme la pérdida del alma, sabedor de que el destino del cuerpo ha de ser el mismo que el del alma. Para un pagano, este mundo lo es todo y la muerte le priva de todo lo que hay aquí. En cambio para un cristiano, este mundo es solo una estructura que escalamos para subir al Reino de Dios.

Siempre ha sido una preocupación prioritaria de la Iglesia el buscar remedio a los males humanos, y no solo a los del alma, que es su función primordial, sino también a los del cuerpo. Esta actitud de la Iglesia es el fruto de la doctrina católica en este tema. Así en los Evangelios podemos leer: "…estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; preso y vinisteis a verme (Mt 25,36). Por su parte el apóstol Santiago escribía: “¿Está afligido alguno entre vosotros? Ore. ¿Está de buen ánimo? Salmodie. ¿Alguno entre vosotros enferma? Haga llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor, la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor le hará levantarse y los pecados que hubiese cometido le serán perdonados (Sant 5,13-15).

Fray Agripino nos recuerda en su artículo, las referencias bíblicas existentes en torno al tema de la enfermedad. Así en el A.T. podemos leer: Ciertamente, te restituiré la salud (Jer 30,17) y en el N. T. las referencias siempre están unidas a Nuestro Señor, así nos dicen los Evangelios: "Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Su fama llegó a toda Siria; y le trajeron todos los que se encontraban mal con enfermedades y sufrimientos diversos, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curó (Mt 4,23-24). Las alusiones evangélicas a las curaciones de Nuestro Señor son muchas, entre ellas: (Mt 9,35); (Mt 10,1); (Lc 13,12); (Jn 11,4).

Lo verdaderamente importante que se denota en todas las curaciones de enfermedades por parte de Nuestro Señor, es que Él siempre anteponía la fe a la curación. La fuerza de la fe, es el índice que marca en una persona el grado de su fortaleza espiritual, y para el Señor, naturalmente era mucho más importante el grado de la fe del enfermo, que la dolencia que padecía este. Escribe Fray Agripino: Jesús halla enfermos en su camino a lo largo de todo su ministerio. Siente piedad para con ellos y esta piedad inspira su acción. La curación de enfermos también la realizaron los apóstoles, que disponían de este poder, tal como podemos leer en los Hechos de los apóstoles.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
Juan del Carmelo

miércoles, 30 de diciembre de 2009

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA


El dinero o la vida.

Profesionales que renuncian al éxito y al dinero seducidos por los placeres de la sencillez.

Joe Domínguez se subió al tren de alta velocidad en el Harlem hispano y no se bajó hasta llegar a Wall Street, convertido en flamante asesor de inversión en Bolsa: ejemplo modélico de «self-made man», triunfador nato, encarnación perfecta del sueño americano...

«Y te voy a decir una cosa: miraba a mi alrededor, me fijaba en las caras de esos "gringos" que sólo pensaban en amasar dólares y me decía para mis adentros: "Pues si resulta que éramos más felices en el barrio, con todas nuestras miserias.

A la chita callando, Joe fue albergando una secreta ambición: renunciar a todas sus ambiciones.

Siguió trabajando como el que más, unas doce horas al día, pero se fijó una meta temprana para la «jubilación»: 31 años. A esa edad, calculaba, habría ganado lo suficiente como para vivir de las rentas y hacer un corte de mangas a la vorágine capitalista: «¡Ahí te quedas, Wall Street.

Veinticinco años después, Joe Domínguez se ha convertido sin quererlo en el gurú de un movimiento que está haciendo temblar los cimientos de la sociedad americana: el «downshifting» o la simplicidad voluntaria. Según el Trends Research Institute de Nueva York, la vuelta a la simplicidad será una de las tendencias más evidentes de fin de siglo (de aquí a cinco años caerán en sus redes más de cuatro millones de profesionales americanos).

Joe Domínguez, pionero del «downshifting», presume de vivir sin privaciones con 7.000 dólares al año (¡850.000 pesetas!). Comparte gastos y fatigas con su mujer, Vicki Robin, que renunció a hacer carrera como directora teatral para dedicarse a la simplicidad. Juntos firmaron un libro de espectacular éxito, El dinero o la vida, que se ha convertido con el tiempo en la Biblia del nuevo modelo de vida.

«La gente comienza a darse cuenta de que no podemos seguir a este ritmo, que esta carrera de ratas nos lleva de cabeza al abismo», afirma Joe. «Cuando empezamos en los ochenta, eran pocos los que nos comprendían. Ahora que se ha pasado la cosa "yuppy", el fenómeno ha estallado de pronto. Por fin comienzan a darse cuenta de que la calidad de vida no consiste en tener más dinero de lo que puedas gastar, sino en ser dueño de tu energía vital y de tu propio tiempo».

Nunca es tarde.
«Haz lo que te gusta y el dinero irá detrás», dice una de las máximas del «downshifting», y Vicki Robin lo ratifica con 50 años de experiencia, propia y ajena: «Podría hablarte de decenas de casos de gente que ha dejado un trabajo que le esclavizaba y ha emprendido una nueva vida, a los treinta, a los cuarenta. ¡Nunca es tarde.

Joe y Vicki viven en las afueras de Seattle, en un modesto chalé de clase media. En la casa no sobra nada, pero tampoco falta. Tienen televisión, dicen, porque un amigo se la prestó hace tiempo y se le olvidó reclamarla. En el patio trasero está aparcado el viejo Toyota, impecable pese a sus once años.

En el sótano han instalado el cuartel general de la New Road Map Foundation, una asociación de voluntarios consagrada al proselitismo de la vida simple... «No nos conformamos con ayudar a la gente a alcanzar la independencia financiera y a disfrutar del bajo consumo. Nuestra intención va más allá: reivindicamos el derecho a que se nos vuelva a tratar como ciudadanos, y no como meros consumidores».

Domínguez y Robin han creado escuela en el noroeste americano. Seattle y Portland se perfilan ya como las mecas de los «downshifters», ciudades vivibles y a la medida del hombre, en las antípodas de Nueva York o Los Angeles.

En Portland, precisamente, vive otro de los grandes de la vida simple: Dick Roy, cotizadísimo abogado hasta hace dos años, cuando decidió renunciar a sus envidiables emolumentos (dos millones de pesetas al mes) y predicar la austeridad con el ejemplo.

Ahora conduce un Honda de ocho años y tiene sólo un par de pantalones en el armario, se hace el pan en casa y presume de no desperdiciar nada: una bolsa de basura le vale para todo el año.

«No fue un cambio de la noche a la mañana», asegura Roy. «Lo llevaba meditando desde hacía tiempo. Me ayudó mucho mi mujer, Jeanne, que nunca sintió la más mínima pasión por el dinero. En cuanto a mí, el sueño americano se estaba convirtiendo en una auténtica pesadilla».

Roy se bajó del tren de alta velocidad a los 54 años, pero no fue ni mucho menos una jubilación anticipada. El secreto de su contagiosa juventud, dice, es mantenerse siempre activo: a las ocho de la mañana está ya al pie del cañón en el Northwest Earth Institute, la asociación ambientalista que fundó para dar sentido a su nueva vida.

La apacible ciudad de Portland acaba de reconocerle como «hijo honorífico», y es que Dick Roy tiene las puertas abiertas allá donde vaya: escuelas, oficinas,... Sus seminarios van desde «La Ecología en Casa» hasta «La Simplicidad Voluntaria». Sus «alumnos» son médicos, abogados y ejecutivos que por primera vez se preguntan: «¿Cuánto es demasiado.

«Hace dos años éramos mi mujer y yo; ahora hay más de 30.000 "voluntarios" en el estado de Oregón nadando contra la corriente».

De vuelta en Seattle, atravesando el imperio tecnológico de Bill Gates, aterrizamos en el bucólico barrio de Green Lake, donde están creciendo como hongos los «Círculos de la Vida Simple». El punto de encuentro es un pequeño café con sabor a pueblo, el Honey Bear Bakery, y la impulsora se llama Cecile Andrews, ex administradora en una escuela pública.

A Cecile le apasiona hablar y le revienta que los americanos no hablen: «Nos hemos acostumbrado a sentarnos delante del televisor y a no pensar. Nos dejamos programar automáticamente y hemos convertido el salir de compras en nuestra principal diversión».

Desde su columna semanal en el Seattle Times, Cecile pone sobre la mesa datos alarmantes como éste: «Los padres norteamericanos pasan una media de seis horas a la semana comprando y sólo cuarenta minutos jugando con sus hijos». O como este otro, en boca de Juliet Schor, economista de Harvard: «En Norteamérica se trabaja como media un mes al año más que hace dos décadas. Somos un país de adictos al trabajo: buscamos el éxito profesional y el estatus por encima de todo, y dejamos casi siempre de lado nuestra vida personal».

Desde hace dos meses, sus columnas en el Seattle Times están sirviendo de auténtico revulsivo, pero ella confía sobre todo en el poder del «boca a boca»: «A mi primera tertulia, a principios de los ochenta, vinieron dos personas. Cuando lo intenté por segunda vez, en 1992, aparecieron 175».

A Janet Luhrs, 45 años, la llamada de la simplicidad le llegó a las dos semanas de ser madre: «Me licencié en Derecho un mes antes de tener a Jessica. Entonces pensaba en lo que alguna vez pensamos todos: el éxito profesional, la realización personal y todas esas cosas. Me incorporé a un despacho de abogados y no duré ni dos semanas en el trabajo. Salí por pies de aquel infierno: me di cuenta de que era una estupidez dejarse la piel de aquella manera para poder pagar la guardería».

Janet volvió al hogar, dulce hogar, para disfrutar de la maternidad por partida doble (después llegaría Patric). Descubrió las ventajas de trabajar en casa y volvió con mucha calma a su ocupación original, periodista.

Hace tres años, cubierta ya con creces su vocación maternal, decidió complicarse la vida con el lanzamiento de una revista trimestral, Simple Living, que hoy por hoy cuenta con suscriptores de las partes más remotas del planeta.

«Mucha gente piensa equivocadamente que vivir de una manera simple equivale a la pobreza», se rebela Janet, custodiada por sus gatos Snowball y Midnight. «Mira a tu alrededor y verás que no nos privamos de nada, de nada que nos haga falta. Este año, como mis hijos apenas han visto la televisión, no sabían qué pedirme por Navidades...».

«Simples» españoles.
En España no se han fundado revistas ni se han abierto cafés que cumplan el papel de «cuarteles generales» ni nada que se pueda identificar todavía con algo parecido a un movimiento, pero cada vez son menos extraños los profesionales que renuncian a vivir con la lengua fuera y se desenganchan de un pretendido éxito que en realidad les maltrata.

Como el ex abogado Dick Roy al otro lado del Atlántico, Lola Fonseca, 51 años, se encuentra entre quienes piensan que nunca es tarde para optar por uno mismo. «Cuando vi que corría el peligro de jubilarme como un "broker" que perdía cada día el aliento por seguir, decidí que había llegado el momento de renunciar a todo aquello. Lo vi tan claro, que ni siquiera sopesé ni los pros ni los contras, simplemente me largué». Fue en el 92.

Fonseca se lanzó sin red: 46 años, tres hijos, dos de ellos todavía dependientes, dos años de paro, ningún ahorro y apenas una leve idea de qué es lo que en adelante podría hacer. «Aquello no lo entendió nadie, ni compañeros, ni jefes ni amigos. Sobre todo, porque la mía era una profesión mitificada, de prestigio social y con la que se ganaba bastante dinero. Pero me apoyaron».

Empezó a pintar cojines. «Siempre me habían dado envidia los artesanos, porque me los imaginaba tranquilos en su tallercito, haciendo objetos que les gustaban, un trabajo muy humano. ¡Eso es lo que yo quiero hacer!, me dije». Y no paró hasta contar con su puesto de artesanía en una feria de Madrid. Hoy pinta y vende pañuelos de seda en una tienda que es, a la vez, taller. «Este era mi sueño y acabo de alcanzarlo. El dinero en sí no me interesa. Sólo quiero lo justo que me permita hacer lo que quiero, que es seguir ideando cosas nuevas con seda pintada».

Alfonso Anabitarte tenía 31 años cuando le ofrecieron poner el pie en una escalera ascendente: jefe de administración de varias oficinas financieras ligadas al entonces Banco Hispanoamericano, en Madrid. Y dijo que no. «Estaba harto de trabajar con papeles, de las comidas de trabajo, de las reuniones, de estar siempre a disposición de la empresa, toda tu vida en función de la empresa y la empresa que te atrapa. Hasta acabas por restringir el círculo de amistades».Aprovechó sus dos años de paro para aprender a trabajar la madera en un curso de Formación Profesional, rodeado de adolescentes que le miraban como a un sapo de otro pozo. Se trasladó a vivir a Alpedrete, a las afueras de Madrid, y comenzó a ganarse la vida como ebanista: «¿El dinero? Sólo pretendo que no se transforme en una preocupación. No quiero ser rico ni que me falte. Mi nivel de gasto en la ciudad era muy superior al necesario. Ahora tengo un coche de segunda mano que me lleva, con un radio-cassette que me costó 3.000 pesetas y tengo el mismo equipo de música desde hace 15 años».

Persigue cada día su propia fórmula para alcanzar el éxito, y asegura que no siempre resulta fácil: trabajar las horas justas que te permitan ganar lo que necesitas para vivir. Ni una más.

Anabitarte no se conformó con hacer muebles: junto a otros amigos decidió poner en marcha una asociación cultural - La Kalle -, que, entre otras cosas, pone en marcha proyectos de integración laboral para jóvenes marginados o con problemas de drogadicción a quienes enseñan a trabajar la madera.

«Me di cuenta de que el trabajo me imponía un estilo de vida y una forma de ver las cosas con las que no tenía demasiado que ver y que me hacían entrar en una eterna contradicción cotidiana. Ahora aquí estoy, pasé de todo aquello y no me ha pasado nada. Estoy muy a gusto y muy satisfecho con mi vida».

Doce meses para desactivarse.
Janet Luhrs, editora del boletín Simple Living, aconseja a todos un programa de «desintoxicación» consumista para 1996 en doce fases, a una por mes.

Enero.- Nunca vuelva a salir de compras por diversión, sino porque verdaderamente le haga falta algo. Antes de comprar nada, pregúntese: ¿Lo necesito realmente o no es más que otro capricho innecesario? ¿Acabará guardado en un cajón? ¿Merece la pena pagar lo que me piden?

Febrero.- Tener varias tarjetas de crédito no supone a veces más que gastos innecesarios y preocupaciones inútiles. Cancele todas menos una, y utilícela sólo en casos de emergencia. Pague siempre que pueda en metálico.

Marzo.- Mejor un coche de segunda mano al contado que uno de primera que nos tenga dos o tres años hipotecados. Sea realista y no se deje seducir por la publicidad. Compre un automóvil a su justa medida, que cubra sus necesidades más importantes.

Abril.- Ponga la casa patas arriba y despréndase de todo lo que no le sirva: muebles, ropa, discos, libros... Todo lo que no haya utilizado en el último año probablemente no le servirá nunca más. Venda lo que pueda en tiendas de segunda mano o done sus pertenencias a una institución benéfica.

Mayo.- Permítase todos los días al menos diez minutos para reflexionar. Tómese su tiempo y rompa de una vez por todas el ritmo vertiginoso de vida. En resumen, recupere la facultad de pensar.

Junio.- ¿Por qué esa costumbre de coger el coche para ir a la vuelta de la esquina? ¿Se ha parado a pensar cuántas horas se pasa al año al volante? Utilice el transporte público y camine siempre que le sea posible.

Julio.- Llévese la comida de casa al trabajo si es posible. Evite salir a comer a una de las innumerables cadenas de «comida rápida». Se lo agradecerá su bolsillo y, lo que es más importante, su salud.

Agosto.- Nunca haga dos cosas al mismo tiempo: conducir y hablar por teléfono, cocinar y ver la televisión... Disfrute de cada cosa a su tiempo y reduzca sensiblemente el tren de vida.

Septiembre.- Comience el mes haciendo un cheque a su nombre. Invierta en sí mismo. Estrene cuenta de ahorros.

Octubre.- Recupere el placer de la lectura, dé un paseo, contemple una puesta de sol, haga excursiones al campo, disfrute de la conversación con los amigos y, por favor, apague de una vez por todas la televisión. Hay que aprender a saborear las cosas simples.

Noviembre.- Acabe con las sesiones maratonianas de trabajo. Nunca se lleve trabajo de la oficina y haga lo imposible por regresar antes a casa y cenar siempre que pueda en familia. Organice por lo menos una cena especial a la semana: saboree los alimentos, converse relajadamente con los suyos y desconecte el teléfono.
Diciembre.- Diga no a la actividad constante y canalice su energía vital hacia otras cosas que no sean el trabajo. Practique un «hobby», participe en actividades solidarias y reciba las múltiples gratificaciones que le pueda dar la vida misma. Ha llegado el momento de desactivarse.
Carlos Fresneda / Flora Saez

SIN SACERDOTES NO HAY PARAÍSO


Todos les debemos sus oraciones y sacrificios, que sólo Dios ve.

Del 19 de junio de 2009 al 11 de junio de 2010, el Papa Benedicto XVI ha invitado a toda la Iglesia a celebrar un año jubilar dedicado al sacerdocio, con ocasión del ciento cincuenta aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el santo cura de Ars (Lyon, Francia), patrón de los sacerdotes. Aprovecho esta carta, que os mando como felicitación de Navidad, para animarnos a que demos gracias a Dios por el regalo de tantos sacerdotes como han pasado por nuestras vidas y que nos han hecho tanto bien.

Como señala el Papa en la carta con la que convoca este año jubilar, ha habido situaciones deplorables y nunca lo suficientemente condenadas en las que algunos sacerdotes han tenido comportamientos indignos de su vocación, inaceptables en cualquier cristiano, pero aun más en un sacerdote. Siendo esto verdad, no lo es menos que son muchos más los buenos sacerdotes que, día a día, en la historia de nuestros pueblos y ciudades han dado y dan la vida de modo silencioso, de espaldas a la fama y los aplausos, únicamente preocupados en hacer todo el bien que pueden. Cuántos deben a su cura haber aprendido a leer y a escribir, la ayuda para acceder a mejores estudios o a un puesto de trabajo, el pan que a veces ha faltado y todavía hoy sigue faltando en las familias necesitadas, el consejo para las grandes incertidumbres de la vida, el consuelo en el dolor, la compañía en los peores momentos,… y todos les debemos sus oraciones y sacrificios, que sólo Dios ve y que esperamos que él mismo les recompense.

Nuestro país tiene una marcada herencia anticlerical, fomentada por el chiste y la burla fáciles. Nos hemos vuelto desagradecidos y abunda una amnesia histórica que no nos deja recordar nuestras raíces. Hemos olvidado que los sacerdotes han estado en el origen de la enseñanza para todos, de los hospitales, las universidades, los servicios sociales, la defensa de los derechos y la dignidad del mundo laboral,… han sido y son el mejor ejemplo de creatividad a la hora de dar respuesta a las mil y una necesidades de cada realidad. Este año sacerdotal quiere llamarnos a todos a valorar lo que el sacerdocio ha significado y significa para el bien de la Iglesia y de la sociedad.

Tanto el pasado siglo como el que estamos estrenando pueden resumir su historia con la siguiente expresión: el Paraíso no existe en la tierra. Los regímenes totalitarios, los avances técnicos y científicos, la política, el desarrollo económico, las ideas y modas revolucionarias… nos han prometido y hasta a veces nos han hecho creer que tendríamos el paraíso en la tierra. Ese paraíso que tanto desea cada uno en su corazón, la felicidad que incansablemente buscamos, hay quien no deja de ofrecérnosla ya, fácilmente, del modo más cómodo y más barato. Pero lo que al final estamos consiguiendo es una gran frustración, una desesperanza que nos lleva a conformarnos con cualquier cosa y a llamarle paraíso a experiencias, momentos y sensaciones que no son capaces de satisfacernos plenamente. Estamos de vuelta”… y es normal, porque el Paraíso no nos lo puede dar nada ni nadie de este mundo.

Dios, que nos ha creado y ha puesto en todo ser humano el mismo deseo infinito de felicidad, ha entrado en nuestra historia, se ha hecho hombre y de este modo ha introducido en nuestro mundo el verdadero Paraíso que es él mismo. El Paraíso es una persona con nombre propio: Jesucristo. Él es nuestro Dios, el único que puede saciar el deseo de nuestro corazón. Jesús es el verdadero Cielo, el verdadero Paraíso que disfrutaremos plenamente en la vida eterna, pero que se hace presente ya aquí, en la tierra, por los sacramentos y la vida de la Iglesia. Cada vez que celebramos la Misa o nos ponemos ante Jesús-Eucaristía podemos decir que ya estamos pregustando el Cielo. Sin sacerdotes no hay Eucaristía, no hay perdón de los pecados, no hay sacramentos… sin curas no hay Paraíso.

Así lo expresaba el cura de Ars: "Si desapareciesen los sacerdotes, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas renacida en el bautismo? El sacerdote. ¿Quién la nutre con la Eucaristía para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sacerdote. Y si esta alma llegase a morir (a causa del pecado), ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote... ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo entenderá en el cielo". Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden parecer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sacerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sentido de la responsabilidad: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sacerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del Cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".

No hace mucho encontré este simpático texto de autor desconocido. Su título es El sacerdote: Signo de contradicción.

Dice así:
§ Si es puntual para la Misa… lleva el reloj adelantado.
§ Si empieza tarde la Misa… nos hace perder el tiempo a todos.
§ Si hace obras en la iglesia… despilfarra el dinero.
§ Si no las hace… le interesa poco la iglesia.
§ Si tiene amigos ricos… vive con los que mandan.
§ Si se rodea de pobres… es un revolucionario.
§ Si es joven… le falta experiencia.
§ Si es mayor… debería jubilarse.
§ Si hace salidas con los jóvenes… descuida la parroquia.
§ Si no las hace… es que no se preocupa de los jóvenes.
§ Si participa en las actividades del pueblo… quiere meterse en todo.
§ Si no participa… desconoce la realidad de la gente.
§ Y… si el Obispo cierra la Parroquia por falta de sacerdotes… entonces todo el pueblo firma una carta de protesta.

Si falta el sacerdote, ¿quién le sustituirá?

Si alguien quiere hacer algo por este mundo, nada mejor que dar la vida como sacerdote. La tarea es dura, hay que despertar a un mundo dormido, pero merece la pena. Sólo Dios sabe la alegría impagable que reciben nuestros pobres corazones de sacerdote, cuando vemos en la intimidad de las personas cómo Dios devuelve la alegría, la esperanza, la dignidad… Si hay algo que necesita este mundo son sacerdotes y buenos sacerdotes, sacerdotes santos. Hombres dados a tiempo completo, entregados en cuerpo y alma por el bien de las personas, en sus necesidades materiales y sobre todo en las espirituales, de las que estamos tan necesitados y para las que el sacerdote es imprescindible. Yo sólo puedo decir que soy inmensamente feliz, que no me cambio por nadie, y que mil veces que naciera, mil veces que volvería a ser sacerdote.
Autor: David Calahorra

UN AÑO NUEVO, NO ES CUALQUIER COSA


Todos desean a los demás y a sí mismos un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo.

Empezar un nuevo año, como si fuera cualquier cosa, es una enorme torpeza. Un año de vida es un regalo demasiado grande para echarlo a perder.

¿Alguna vez has sentido en lo más hondo de tu ser ese deseo profundo y enorme de mejorar o de cambiar? Si es así, no dejes que el deseo se escape, porque no todos los días lo sentirás. Si hoy sientes esa llamada a querer ser otro, a ser distinto, atrápala con fuerza y hazla realidad.

El inicio de un nuevo año es el momento para reunir las fuerzas y toda la ilusión para comenzar el mejor año de la vida, porque el que se proponga convertir éste en su mejor año, lo puede lograr.

El año nuevo es una oportunidad más para transformar la vida, el hogar, el trabajo en algo distinto. «Quiero algo diferente, voy a comenzar bien; así será más fácil seguir bien y terminar bien. Quizá el año pasado no fue mi mejor año, me dejó un mal sabor de boca. Éste va a ser distinto, quiero que así sea; es un deseo, es un propósito, y no lo voy a echar a perder. Tengo otra oportunidad que no voy a desperdiciar, porque la vida es demasiado breve».

¿Quién es capaz de decir?: "Desde hoy, desde este primer día, todo será distinto. En mi hogar me voy a arrancar ese egoísmo que tantos males provoca; voy a estrenar un nuevo amor a mi cónyuge y a mi familia; seré mejor padre o madre. Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiar de trabajo, sino de humor. En él incluso voy a desempolvar mi fe, esa fe arrumbada y llena de polvo; voy a poner un poco más de oración, de cielo azul, de aire puro en mi jornada diaria. Ya me harté de vivir como he vivido, de ser egoísta, tracalero, injusto. Otro estilo de vida, otra forma de ser. ¿Por qué no intentarlo?”

En los ratos más negros y amargos, llenos de culpa, piensas: «¿Por qué no acabar con todo? Pero en esos mismos momentos se puede pensar otra cosa: ¿Por qué no comenzar de nuevo.

Algunos ven que su vida pasada ha sido gris, vulgar y mediocre, y su gran argumento y razón para desesperarse es: «He sido un Don Nadie, ¿qué puedo hacer ya Pero otros sacan de ahí mismo el gran argumento, la gran razón para el cambio radical positivo: «No me resigno a ser vulgar; quiero resucitar a una vida mejor, quiero luchar, voy a trabajar, quiero volver a empezar».

Un año recién salido de las manos del autor de la vida es un año que aún no estrenas. ¿Qué vas a hacer con él? El año pasado ¿no te gustó?, ¿no diste la medida? Con éste ¿qué vas a hacer? Un nuevo año recién iniciado: todo comienza, si tú quieres; todo vuelve a empezar...

Yo me uno a los grandes insatisfechos, a los que reniegan de la mediocridad, a los que, aún conscientes de sus debilidades, confían y luchan por una vida mejor.

Todos desean a los demás y a sí mismos un buen año, pero pocos luchan por obtenerlo. Prefiero ser de los segundos.
Autor: P. Mariano de Blas LC

JESÚS LLORÓ


Jesús lloró. Juan 11:35

Una amiga cuya joven hija murió en un accidente automovilístico en mayo 2005 me dijo:... Lloraba con facilidad antes del accidente de Natalie.... ahora lloro todo el tiempo. Algunas veces, las lágrimas simplemente saltan. Cualquier persona que haya sufrido semejante tragedia personal tan intensa entiende a que se refiere esta mujer.

Jesús nos da la respuesta. Lázaro, un intimo amigo Suyo, había muerto. Cuando Jesús llego al hogar de las hermanas de Lázaro, ellas estaban rodeadas de amigos que habían venido a consolarlas. Jesús vio a María y a Marta y a sus amigos llorando la muerte de Lázaro, y Él también quedó abrumado. Al sufrir con ellos. (Juan 11:35).

La tristeza, las lágrimas y el llanto por la muerte de alguien es algo común para todo en esta tierra.... incluso a Jesús. Verle llorar nos enseña que está bien las lágrimas. Y nos recuerda que la razón por las que las lágrimas de dolor quedarán extinguidas en la eternidad. (Apocalipsis. 21:4).

Cuando Dios enjugue los efectos del pecado, enjugará también la necesidad de las lágrimas... una razón para esperar la eternidad.
WFP9

VENGARTE PUEDE PERJUDICARTE


Tiene Esopo una fábula muy aleccionadora.

Un campesino atrapó a una zorra que le estaba dañando su plantación de trigo.

Para vengarse de la dañina alimaña le prendió fuego a su cola. La zorra salió corriendo y se internó en su campo de trigo. Toda la cosecha salió ardiendo.
P. Jorge Loring S.I.

martes, 29 de diciembre de 2009

AÑO NUEVO: PONER LAS ÚLTIMAS PIEDRAS


En este año nuevo, revisamos el valor que nos enseña la importancia de terminar lo que emprendemos.

Comenzar algo siempre nos llena de entusiasmo. Un nuevo trabajo, un nuevo proyecto, una nueva relación trae consigo esperanzas y expectativas. En realidad poner la primera piedra de un edificio es relativamente sencillo. Pero poner la última piedra no es tan fácil.

El poner la última piedra es un valor que nos enseña la importancia de terminar lo que emprendemos y no dejarlo a medias.

Cuando termina un año, se da un doble fenómeno: el de la alegría de comenzar un nuevo ciclo, pero en cierta forma también un poco la tristeza de ver que no terminamos todo lo que nos propusimos.

No podemos permitir que el desánimo o la tristeza nos impidan actuar. Los grandes proyectos requieren de un trabajo constante. Las grandes obras se componen de pequeños esfuerzos que se realizan todos los días. Pero también es importante sentarse a meditar en qué queremos lograr y hacia donde esperamos ir. Si no tenemos la constancia y la lucha diaria de construir las cosas grandes con pequeños detalles, nos quedaremos colocando primeras piedras, pero no acabaremos nuestras obras.

Poner la última piedra es la culminación que nos brinda paz y una conciencia serena. Quienes siempre emprenden pero nunca terminan acaban desanimándose y llegando a un conformismo mediocre que no es sano.

Para poner últimas piedras, debemos conocer nuestras capacidades y nuestros defectos. Pero nuestros proyectos siempre deben exigirnos un poco más de lo que podemos hacer. Todos los seres humanos tenemos limitaciones que vamos conociendo con el paso del tiempo. Un joven es mucho más soñador que un adulto. Los jóvenes con frecuencia se establecen metas demasiado altas, poco acordes a sus posibilidades reales. Por el contrario, a veces las personas mayores tienden a ser más pesimistas, pues se han dado cuenta de que la vida no es tan sencilla y que los sueños son difíciles de materializar.

Pero ninguna de las dos actitudes es sana: ni la del joven que no mide sus posibilidades, ni la del adulto que deja de soñar. Tener una actitud equilibrada significa plantearnos metas un poco mayores de lo que sabemos que podemos hacer, y asegurarnos de poner la última piedra. Y una vez que lo logremos, volver a empezar haciendo planes, proyectos y fijándonos nuevas metas, cada vez más altas.

Podemos sentir desánimo porque nosotros no pudimos hacer lo que queríamos, y es lógico. Sin embargo nunca debemos olvidar que si lo que emprendemos no lo hacemos solo para nosotros, ni solo nosotros, sino haciéndolo para la Gloria de Dios y contando con Su ayuda, lo lograremos.

Siempre conviene recordar el Episodio de las Bodas de Caná que nos narra San Juan en su Evangelio, cuando Nuestro Señor Jesucristo hizo su primer milagro: Convirtió el agua en vino, pero hay una nota muy importante que debemos resaltar: antes de convertir el agua en vino, pidió que se llenaran seis tinajas que tenían para las purificaciones de los judíos. El evangelista nos narra que las llenaron hasta arriba. Este pasaje debe recordarnos que el Señor podría haber creado el vino por un solo acto de Su voluntad, sin embargo quiso que los hombres llenaran las tinajas. Dios está dispuesto a ayudarnos, y hará lo que nosotros no podemos, pero cuenta con nuestro esfuerzo. Y nosotros debemos llenar las tinajas hasta arriba, no hasta la mitad, ni a tres cuartos de su capacidad, sino hasta arriba. Esto significa que cuando tengamos un proyecto, un trabajo, o pongamos una primera piedra, debemos hacer nuestro mejor esfuerzo, y confiar en que Dios suplirá lo que nosotros no podemos hacer.

Es fácil poner primeras piedras, pero no es tan fácil poner últimas piedras. Quien pone últimas piedras se convierte en un elemento fundamental en su familia, en el trabajo, en la comunidad, porque todo el mundo sabe lo difícil que es concluir una tarea y lo fácil que es empezarlas. El secreto de la última piedra está en que si nosotros hacemos nuestro mejor esfuerzo y se lo ofrecemos a Dios, él se encargará de ayudarnos a concluirlo.

Dentro de lo que nos corresponde a nosotros, para vivir el valor de poner últimas piedras podemos:
-Establecer una fecha clara para terminar un proyecto.
-Saber que todo cuanto emprendamos tarde o temprano tendrá obstáculos, y estar preparado para ello.
-Crear un calendario en el que establezcamos acciones concretas para terminar nuestros proyectos.
-Todo gran edificio está construido con partes más pequeñas. Debemos acostumbrarnos a hacer pequeñas acciones, pero muy constantes.
-No poner una sola última piedra sino muchísimas, que el culminar nuestras actividades o proyectos se convierta en un hábito, y no en una excepción.

Concluye un año y empieza otro. Y es el momento no solo de hacer propósitos, sino de hacer nuestro esfuerzo humano para llenar las tinajas, pero nunca olvidar que si realmente queremos poner la última piedra, debemos pedir la ayuda de Dios y él no nos la negará.

Pidámosle a la Santísima Virgen María que interceda ante nuestro Señor para que este año que comienza tenga muchos y muy buenos propósitos, pero que sobre todo tenga muchas últimas piedras y que la mejor última piedra sea la de vivir al final de este año que comienza como buenos cristianos que amemos a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas, y que amemos al prójimo como a nosotros mismos.
Encuentra.com

DIEZ PASOS EN UN NUEVO AÑO


Hemos comenzado un nuevo año como un reto grande pero también como un regalo de bendición de Dios.

Hoy, quizás te preguntas como puedes vivir de tal manera que al terminar este año puedas tener grandes alegrías y satisfacciones. He aquí 10 pasos que necesitas dar con firmeza si quieres finalizar este año con grandes satisfacciones:

Estos son mismos 10 pasos que Dios le pidió a Josué que diera cuando iba a poseer la tierra prometida. Un nuevo año es una tierra prometía. Josué 1:1-10.

1.- Escuche a Dios. 1:1. Dios le dijo a Josué hijo de Nun, asistente de Moisés. Dios siempre habla, a través de su palabra, al corazón, a través de personas o de las circunstancias de la vida. Este atento a lo que Dios te dirá.

2.- Entierre el pasado. 1:2. Mi siervo Moisés ha muerto. Por eso tú y todo este pueblo deberán prepararse para cruzar el río Jordán y entrar a la tierra que les daré a ustedes los israelitas. Moisés, representó para Moisés el pasado. Entierra tu pasado, no vivas más del ayer y prepárate a caminar en un nuevo año, sin estar llorando el ayer.

3.- Levántese y comience a andar. 1:3. Tal como le prometí a Moisés, yo les entregaré a ustedes todo lugar que toquen sus pies. Levántese, no se quede postrado donde estas. Lo que pises, se te dará, pero para eso hay que comenzar a andar.

4.- Conozca el cuadro completo. 1:4. Su territorio se extenderá desde el desierto hasta el Líbano, y desde el gran río Éufrates, territorio de los hititas, hasta el mar Mediterráneo, que se encuentra al oeste. No te quedes mirando un pedacito de tu vida. Mira todo lo que Dios ha hecho en ti y contempla el cuadro completo de tu vida.

5.- Practique la Presencia de Dios. 1:5. Durante todos los días de tu vida, nadie será capaz de enfrentarse a ti. Así como estuve con Moisés, también estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Recuerda, lo más importante en tu vida, es la presencia de Dios, disfrútala, gózala y vive en esa presencia.

6.- Párese en la Promesa. 1:6. Sé fuerte y valiente, porque tú harás que este pueblo herede la tierra que les prometí a sus antepasados. Dios te ha dado y te dará promesas, párate en ellas, porque las promesas de Dios son reales y se cumplen.

7.- Practique la habilidad de ver directo hacía adelante. 1:7. Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la *ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas. Recuerda, mira siempre hacía adelante y no te vayas ni a la izquierda ni a la derecha.

8.- Juegue de acuerdo a las reglas. 1:8. Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche; cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás éxito. Las reglas de juego las marcas la Palabra de Dios, vive en esos principios.

9.- Muévase en fe y no en temor. 1:9. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará donde quiera que vayas. Habrá cosas que te harán temblar, pero no temas, vive por fe.

10.- Tome una posición sobre las órdenes de Dios. 1:10. Entonces Josué dio la siguiente orden a los jefes del pueblo: Vayan por todo el campamento y díganle al pueblo que prepare provisiones, porque dentro de tres días cruzará el río Jordán para tomar posesión del territorio que Dios el Señor le da como herencia. Mantén una posición firme en amar y obedecer a Dios. Y entonces tendrás UN REAL FELIZ AÑO NUEVO.

¿QUÉ HACER CON EL ABUSO EN EL MATRIMONIO?


¡Si sientes que ha habido algún tipo de abuso en tu matrimonio, que puedes hacer!

Si sientes que eres víctima de algún tipo de abuso en tu matrimonio, primero que nada, debes analizar muy bien los hechos, ponerte en oración y discernir si tú mismo(a) has provocado el abuso con alguna actitud tuya.

Si es la mujer la que se ha sentido abusada, debe hablar con su esposo con respeto, pero a la vez con firmeza y sin temor, expresándole sus sentimientos y orando al Señor para que traiga entendimiento y sabiduría al corazón de su esposo. Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, para que también los que no creen a la palabra sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, al considerar vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible adorno de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios. I Pedro 3:1-4. Esta es la manera que Dios el Creador de la raza humana instruye a sus hijas a manejar los conflictos con sus esposas.

Primero que nada con respeto, con una buena actitud, vestidas de un espíritu afable y apacible. No reclamando, ni irrespetando, ni juzgando, ni criticando a su esposo. Normalmente, cuando un esposo siente el cariño y la comprensión de su esposa, estará mucho más dispuesto a reconocer sus errores y a cambiar. Si después de tener una actitud correcta como esposa, el abuso llega a niveles que te lastiman muy fuertemente, entonces debes buscar ayuda de inmediato en tu Iglesia o alguna Institución que te proteja.

Hay muchos casos de hombres que no pueden controlarse y lastiman a su cónyuge y luego se arrepienten, pero vuelven a caer. Entonces ese hombre necesita una sanidad interior que le ayude a controlar esa área. No devolváis mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados a heredar bendición. I Pe 3:9.

Devolviendo insulto por insulto o mal por mal, no se gana nada: Empeora. Entonces la instrucción es perdonar y bendecir a quien nos haya ofendido.

Tu matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado.
¡CUÍDALO!

¿QUÉ DESEO EN UN AÑO NUEVO?


Este año será distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que te encontrarás este año.

La pregunta me deja un poco inquieto. Porque sé que el año nuevo es simplemente una hoja de calendario, un cambio en los números, una simple tradición humana. Porque el tiempo escapa a nuestro control, y fluye sin cesar.

Pero casi todos, al llegar el año nuevo, damos una mirada al año que termina y soñamos en el año que comienza.

Lo pasado queda allí: fijo, inmodificable, casi pétreo. Con sus momentos buenos y sus fracasos, con sus sueños realizados y con los sueños que se evaporaron en el vacío, con las ayudas que me ofrecieron y con las ayudas que pude ofrecer a otros, con mis omisiones y mis cobardías.

Lo futuro inicia, como inició ayer, como inició hace un mes, como iniciará mañana.

Cada instante se presenta como una oportunidad que en parte depende de mi prudencia y de mis decisiones. En otra buena parte, depende de las decisiones de otros. En los dos casos, y aunque no siempre nos demos cuenta, depende de Dios.

De nuevo, ¿qué deseo en un año nuevo? Desearía la paz en Tierra Santa. Para que nadie privase a nadie de su tierra, de su casa, de su familia. Para que las religiones fueran vividas como lo que son: un camino para unir a los hombres bajo la luz de Dios. Para que la tierra donde vivió, murió y resucitó Cristo testimoniase con un estilo de vida nuevo la gran belleza del Evangelio.

Luego, desearía la paz en tantos lugares del planeta. Especialmente en África, donde todavía unos poderosos venden armas para la muerte pero no ofrecen comida para los hambrientos.

Querría, además, que desapareciese el aborto en todos los países del mundo. Lo cual no es ningún sueño imposible: basta con aprender a vivir responsablemente la vocación al amor para que ningún hijo sea visto como un enemigo o un obstáculo en el camino de la propia vida. Porque lo mejor que podemos hacer es vivir para los demás. Porque cada niño pide un poquito de amor y de respeto. Porque cada madre que ha empezado a serlo merece ayuda y apoyo, para que no le falten las cosas que más necesite durante los meses de embarazo y los primeros años de su hijo.

En este nuevo año me gustaría dialogar con quien piensa de modo distinto en un clima de respeto, sin insultos, sin desprecios, sin zancadillas. Porque si él y si yo somos humanos, porque si él y si yo queremos encontrar la verdad, podemos ayudarnos precisamente con una palabra nacida desde los corazones que saben escucharse y, más a fondo, que saben amarse...

El año que inicia querría tener más energías, más entusiasmo, más convicción, para enseñar a los otros lo que para mí es el tesoro verdadero: mi fe católica. Enseñarla, sobre todo, con mi vida. Querría ser, en ese sentido, más coherente, más bueno, más abierto, más disponible, más cercano. Especialmente cuando me encuentre con un pobre, con un enfermo, con una persona triste o desesperada, con quien llora porque sabe lo que muchos no se atreven a reconocer: que ha pecado. Porque sólo cuando me pongo ante mis faltas con honestidad clara y completa, descubro mi miseria y comprendo la de los otros. Y porque cuando reconozco mi miseria y la ajena puedo entender que necesitamos al único que puede limpiarnos con su palabra llena de perdón y de esperanza: Dios.

¿Qué deseo en un año nuevo? Quizá deseo demasiado. Quizá he soñado despierto. Quizá me he dejado llevar por una emoción inconsistente. Mientras, el reloj sigue su marcha, y, sin saberlo, me dice: este año será un poco distinto si te abres a Dios, si rompes con tu egoísmo, si empiezas a vivir no para ti mismo, sino para tantos corazones que encontrarás en los mil cruces de camino de este año que está iniciando...
Autor: P. Fernando Pascual LC