LOS PADRES TIENEN QUE DECIR QUE NO A SUS HIJOS, MARCAR LÍMITES Y MANTENERSE FIRMES
UNA FAMILIA PUEDE SER A LA VEZ ESTRICTA Y CARIÑOSA... ES LO MÁS EFICAZ
Muchos padres creen que no pueden
ser estrictos con sus hijos porque temen que al
crecer, a los 18 años, por un efecto rebote, se conviertan en rebeldes muy
desordenados, que dejen los estudios, se emborrachen y
desperdicien su vida.
Para evitar ese "rebote", muchos
padres prefieren dejar que sean rebeldes en su adolescencia e infancia, no
imponerles normas, dejar que salgan de botellón ("pero
el mío bebe sin pasarse", creen) y esperan que pasada cierta edad sentarán
cabeza o, al menos, serán felices "a su manera".
EL AUTOENGAÑO DE LOS PADRES
"BLANDOS"
Como explica el médico y
educador Leonard Sax en
su interesante libro El colapso de la autoridad (Palabra, 2017) esos
padres "blandos" se autoengañan y dañan a sus hijos.
Ningún estudio muestra que en las familias con normas, horarios y exigencias
estrictas los chicos crezcan "rebotados".
Al contrario, la ciencia
sociológica, tras muchos estudios y décadas de investigación, considera demostrado ya que esos chicos crecen con buenos
hábitos y les va bien en la vida.
Y al contrario, la ciencia
demuestra que en las familias
"blandas" (sean
negligentes o bien indulgentes) los chicos crecen sin hábitos de trabajo y
diligencia y les va mal.
Leonard Sax considera que los
mejores estudios al respecto, después de 40 años, son los de Diana Baumrind y
su equipo investigador. Estos estudios
muestran que la mejor fórmula es la de las familias que son a la vez cariñosas
y estrictas, es decir, que saben decir a sus hijos "no", con firmeza, pero también con
afecto.
Leonard Sax es experto en educación y ha escrito
varios libros para padres.
Una fórmula clásica de eficacia probada (aunque el niño o adolescente proteste)
es decir: "no
puedes, cariño, porque te lo decimos nosotros, que somos tus padres, te
queremos, y en unos años verás que
era la mejor para ti".
UN MITO MODERNO DE OCCIDENTE
Por supuesto, a las presiones
típicas ("si me quisierais me dejaríais",
"si me quisierais confiarías en mí", "cuando sea mayor haré
todo eso que no me dejáis, mejor dejadme ahora...") hay
que responder con un clásico: "no, cariño, no" y un "de
mayor haz lo que quieras y luego me llamas y me lo cuentas".
¿DE DÓNDE SALE LA IDEA DE "HE DE CEDER O MI HIJO
SE REBOTARÁ"?
No nace de la ciencia pedagógica
ni la sociológica: es un mito
moderno de Occidente, un bulo,
un hoax, una fantasía...
"Cuando pregunto a los padres que por qué
piensan que una paternidad más exigente dará como resultado una conducta más
insensata en sus hijos con el paso de los años, son muchos los que responden
citando algo que han visto en una película sobre el hijo adolescente de unos
padres muy puritanos, o lanzando una afirmación sobre algo que
escucharon en la televisión hace muchos años. La respuesta que suelo dar a
estos padres es que no existe ningún estudio científico que respalde esa idea.
De hecho son muchos los que la contradicen", explica el doctor
Leonard Sax.
LA INGENUIDAD DE ALGUNOS
PADRES
Además, es un "bulo" que no se aplica en ningún otro
ámbito de la vida. Ningún jefe contrata a un
empleado que le consta que en otros empleos y con otras empresas robaba
material de la empresa o se saltaba horas de trabajo pensando "seguro que ya ha superado eso".
Y al revés: si sabes que alguien fue un empleado eficaz y escrupuloso en otros
trabajos no pensarás "seguro que es un
reprimido y estallará un efecto rebote en cualquier momento". Con
esos datos, todos los profesionales saben quién es de fiar.
Padres que jamás creerían ni aplicarían la idea supersticiosa del "rebote" en el trabajo, asombrosamente se la creen aplicada a sus hijos.
El llamado "efecto rebote", en los
pocos casos que se da, es anecdótico, comenta Sax.
Pone el ejemplo de un caso que
conoce: un chico que a los 18 años por fin se pudo comprar
una videoconsola y se dedicó a jugar intensamente varias semanas, algo que sus
padres nunca antes le dejaron.
Sí, disfrutó unas semanas, pero en pocos meses se aburrió de la videoconsola.
Como desde niño tenía muchos amigos y muchas aficiones alternativas, fuesen
lecturas, deportes, etc... enseguida volvió a ellas, y a sus responsabilidades.
Vendió la cara videoconsola y se ganó 400 dólares para otras cosas.
LO
VIVIDO Y REPETIDO COMO NIÑO DURANTE AÑOS Y AÑOS ES LO QUE PERDURA.
"LA VIRTUD ENGENDRA VIRTUD"
"Este concepto
de rebote no se basa en los hechos sino en la cultura popular de comienzos del
siglo XXI, que no es una fuente demasiado fiable de información. Y creo que, en
parte, son los propios padres los que lo propagan, para tratar de justificarse
por su estilo educativo con poca autoridad", explica Sax.
"No aceptes este concepto de rebote, no te lo creas. Si educas a tu hijo en el cómo debe ser, cuando crezca
y se independice habrás inclinado mucho la balanza a su favor para que se
comporte con sabiduría. La virtud engendra virtud. El vicio engendra
vicio".
Sax basa su postura en los datos del macroestudio que los sociólogos de EEUU
llaman "Add Health": datos de más de 20.000 niños seleccionados
de todo el país, a los que se ha seguido detalladamente desde principios de los
años 90 hasta nuestros días.
En las familias con
autoridad los hijos sacaban mejores notas, se emborrachaban menos y tenían una
vida sexual con menos riesgos (no solo de adolescentes, sino
como adultos jóvenes), sus relaciones afectivas eran más sanas y felices y al
convertirse en padres tenían hijos a su vez más sanos y equilibrados.
(Estos datos se pueden encontrar en Social
Science and Medicine, vol.66, pág.2023-2034, de 2008; y en Archives
of Sexual Behavior, vol.42, páginas 14631472, de 2013; en Journal
of Marriage and Family, vol. 76, páginas 145 a 160, de 2014; y en Journal
of Pediatric and Adolescent Gynecology, vol27; páginas 287-293; de
2014).
IMPONER NORMAS, CON JUSTICIA
PERO CON CONSTANCIA
La clave para educar
bien está en "imponer normas, con justicia pero con constancia. En algún momento esas normas se pueden
adaptar, pero nunca se rompen", detalla
Sax.
Muchos padres "blandos" dirán que
"si quiero a mi hijo, confiaré en él: si me
dice que no bebe en el botellón, me lo creeré; si me dice que pasó la noche con
la chica sin acostarse con ella, me lo creeré; el amor implica confiar sin
posesividad, ¿no?"
La respuesta del doctor Sax, tras muchos años de experiencia y estudios, es
contundente: las reglas del amor entre padres e hijos
son distintas de las reglas del amor entre adultos.
EL AMOR A LOS NIÑOS NO ES COMO EL CONYUGAL
El amor al cónyuge implica mucha
confianza, a veces quizá incluso ciega. El amor a los niños no es así. "Es más probable que te mienta tu hijo o hija a que
lo haga cualquier otra persona, porque no te quiere dar un disgusto, no te quiere decepcionar y espera que pienses bien de
él". Por eso hay que asegurarse que se cumplen las normas de la
casa.
Además, en una relación entre adultos, entre iguales, casi todo es negociable,
precisamente por ser iguales. No se dan órdenes a un igual. Pero en una familia
sana sí se han de dar órdenes a los niños. Un
padre ha de poder ser a la vez estricto y cariñoso. El
sentido del humor puede ayudar mucho en eso.
(Publicado originariamente en ReL en mayo de
2017)
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