Hay muchas razones para esta
incredulidad imperante en nuestro tiempo. Entre ellas se encuentra la
afirmación de que debido a que algunos no pueden ver ni escuchar la evidencia
sobre Dios o la vida después de la muerte, nuestras creencias se limitan a una ilusión
con el fin de creer que no todo termina con nuestra muerte y que este mundo no
es todo lo que hay.
Hay algunos que sugieren que
quienes creen en Dios son quienes han tenido problemas que no pueden superar,
como por ejemplo un problema afectivo, una quiebra económica, un problema de
salud, y dicen “yo, por suerte, no he tenido la necesidad de creer en Dios”.
O sea que ven a Dios como una “bastón”, que los fuertes o afortunados no
necesitan, sino los que están en situaciones de debilidad.
Hace un tiempo está circulando una parábola por Internet que nos habla de este tipo de
incredulidad. Algunos sitios indican que el autor original es Útmutató
un Léleknek (escritor húngaro), mientras que otros sitios no indican la fuente.
Pero puedes ver al final del artículo quien escribió el relato original
realmente.
También hay varias versiones de ella, pero más allá de las palabras todas dicen lo mismo.
Se trata de una analogía que pretende comparar cosas que no son iguales,
pero que pueden servir como ejemplo didáctico, como por ejemplo cuando el Papa Francisco compara a la Iglesia como
un Hospital de Campaña.
En la historia que sigue, se
nos compara a quienes vivimos en este mundo con dos bebés en el útero de su
madre. Los bebés debaten si realmente hay algo o alguien fuera del útero, y si
van a seguir existiendo afuera.
Ahora bien, es cierto que este mundo es “similar” a
un útero, pero no idéntico a él.
Además, Dios
no es una madre que nos está gestando en su vientre. Él es Padre y Creador,
criando a sus hijos.
Pero la historia no es acerca de la naturaleza de
Dios en sí, sino sobre el argumento de
que Dios y la vida después de la muerte no existen simplemente porque no
podemos verlos o porque nadie ha comprobado verazmente haber vuelto del Cielo a
contarnos todo sobre él.
Veamos el diálogo entre los bebés.
EL DIÁLOGO ENTRE DOS BEBES EN
EL ÚTERO DE SU MADRE
En el vientre de una madre había dos bebés. Uno de
ellos preguntó al otro:
¿Crees
en la vida después del parto?
El otro le respondió:
¿Por qué? ¡Por supuesto!.
Tiene que haber algo después de nacer. Obviamente parece que estamos aquí para
prepararnos a ser lo que seremos después, además tenemos capacidades que están
hechas para algo más grande que sólo el estar aquí.
El primero le contesta:
¡Tonterías!.
No hay vida después del nacimiento. ¿Qué te hace pensar que podría haberla?
El segundo dijo:
Bueno,
supongo que si tenemos ojos, piernas y boca es porque hay un mundo exterior que
tiene más luz que aquí adentro y así podremos mirar, y será un lugar donde
podremos caminar con nuestras piernas, y comer con nuestra boca.
O sea, ¿por qué tendríamos
piernas si no tuviéramos que caminar nunca, o por qué tendríamos ojos si nunca
vamos a tener que mirar la luz? Tal vez habrá muchas otras cosas que por ahora
no podemos comprender.
El primero respondió:
Eso
es absurdo. Tú sólo estás creando una ilusión encantadora y esperanzadora de
que las cosas van a mejorar.
Esta
oscuridad es todo lo que hay. ¿Quién necesita caminar? ¿Y comer con la boca?
¡Qué ridículo!
El cordón umbilical suministra
nutrición y todo lo que necesitamos. Además el cordón umbilical es tan corto
que la vida después de nacer lógicamente se acabaría.
El segundo insistió:
Bueno,
yo sí creo que hay algo más allá afuera de este útero.
Una especie de anhelo está en
mi corazón de querer poder ver, caminar libremente, comer y disfrutar de las
cosas.
O
sea, ¿por qué habría que tener estas piernas, ojos, boca y manos entonces?
¿Y
de dónde sale este anhelo de querer usar todo esto si no estuvieran hechos para
algo más?
De
hecho creo, que tal vez no necesitaremos este cordón umbilical nunca más.
El primero volvió a responder:
¡Qué
tonterías!
Y
más aún, si hubiera vida, entonces ¿por qué nadie ha regresado de allí?
Cuando uno nace la vida llega
a su final, además después de nacer no hay nada más que oscuridad, silencio y
olvido.
Nacer
no nos llevará a ninguna parte.
El segundo siguió con su explicación:
No.
Seguramente nos encontraremos con nuestra madre y ella nos cuidará.
El primero respondió
¿Madre? ¿Tú realmente crees
que tenemos una madre? Eso es ridículo.
Si
existiera una madre entonces, ¿dónde está ahora?
El segundo dijo:
Ella es todo lo que nos rodea.
Estamos rodeados de ella. Somos de ella y es dentro de ella donde ahora
vivimos. Sin ella, el mundo en el que estamos ahora no existiría.
A lo que dijo el primero:
Bueno,
yo no la veo, por ello es lógico que ella no exista.
A lo que el segundo respondió:
A
veces, cuando estoy en silencio y me concentro realmente la llego a escuchar,
puedo percibir su presencia, y escucho su voz cariñosa, llamándome desde
arriba.
UNA EXPLICACIÓN
Ninguna
analogía es perfecta y esta es bastante razonable.
Aquí
están algunos pensamientos de cómo aplicarla de forma más específica a
nuestra situación.
En
la segunda oración sobre lo que el niño cree…
Tiene que haber algo después
de nacer. Obviamente parece que estamos aquí para prepararnos a ser lo que
seremos después, además tenemos capacidades que están hechas para algo más
grande que sólo el estar aquí.
…parece que estamos
obviamente aquí para prepararnos a ser lo que seremos más tarde y que
las grandes capacidades que tenemos son para algo más que sólo para usarlas
aquí.
Esto se traduce en el hecho de que como dice la
Escritura, Dios ha puesto la eternidad
en nuestro corazón (Eclesiastés 3:10).
En otras palabras quiere decir que podemos imaginar universalmente conceptos que
están fuera de las palabras físicas y de nuestras experiencias, tal como lo es
lo eterno y el concepto de la perfección lo cual es una indicación que
estamos llamados a conocer, ver, experimentar, y “caminar” en ello algún día.
Los bebés en el útero tienen ojos que se hacen para
la luz, pero no pueden ver mientras están en el útero. Pero sus ojos indican la finalidad para cual están
hechos.
Sus piernas están hechas para caminar, y a pesar de
que ahora no pueden caminar, sus
piernas indican la realidad para la que están hechas.
Y nuestros
deseos son infinitos puntos hacia una realidad donde hay algo que existe para
cumplir esos anhelos.
La lógica de una capacidad indica la realización de
su propósito y se aborda en las oraciones 4 y 6 también.
La
oración 5
se refiere a una carga de “ilusión”.
Bueno, yo sí creo que hay algo
más allá afuera de este útero.
Una especie de anhelo está en mi corazón de querer poder ver, caminar libremente, comer y disfrutar de las cosas.
Quiero decir, ¿por qué habría que tener estas piernas, ojos, boca y manos entonces?
¿Y de dónde sale este anhelo de querer usar todo esto si no estuvieran hechos para algo más?
De hecho creo, que tal vez no necesitaremos este cordón umbilical nunca más.
Una especie de anhelo está en mi corazón de querer poder ver, caminar libremente, comer y disfrutar de las cosas.
Quiero decir, ¿por qué habría que tener estas piernas, ojos, boca y manos entonces?
¿Y de dónde sale este anhelo de querer usar todo esto si no estuvieran hechos para algo más?
De hecho creo, que tal vez no necesitaremos este cordón umbilical nunca más.
El hecho es que la llamada “ilusión” nos impone exigencias de movernos más allá que sólo
tratar de complacernos con ilusiones.
Por lo tanto, si tengo piernas podré caminar algún día y tengo que desarrollar esa
habilidad y luego tomar el riesgo de caminar.
Si yo puedo ver, entonces tengo que aceptar la responsabilidad de lo que miro y hacer cambios en mi
vida basados en ello.
Así, la visión cristiana de la vida eterna y el
llamado superior no son sólo una ilusión; son pensamientos que nos exigen y nos imponen la obligación de
prepararnos y luchar por cosas más elevadas.
Las
oraciones 9 y 11 se ocupan el argumento de que si no puedo ver algo con mis ojos físicos o
considerar su dimensión en una balanza, entonces eso no existe.
Si existiera una madre
entonces, ¿dónde está ahora?
Bueno, yo no la veo, por ello es lógico que ella no existe
Bueno, yo no la veo, por ello es lógico que ella no existe
Pero, supuesto existen muchas cosas que no se
pueden ver. No puedo ver mis
pensamientos pero existen, ni tampoco puedo ver la justicia con mis ojos, pero
puedo ver sus efectos, aunque no puedo ver las causas.
Es
así con Dios, sus efectos son evidentes en todas las cosas que Él ha creado, como lo es la
inteligencia y la razón para la cual Él las hizo.
El
que las cosas funcionen predeciblemente y de una manera ordenada es la base de los métodos
científicos.
Alguna
inteligencia ordenó todo esto con una lógica y la cubrió de una inteligencia que es
inteligible. Así que no veo a Dios,
pero sí veo sus efectos, así como yo no veo mi inteligencia o pensamientos pero
veo sus efectos.
En
la oración 10 se
nos recuerda la pregunta fundamental
que la mayoría de los materialistas y ateos se niegan a contestar: ¿Por qué
habría algo?
Ella es todo lo que nos rodea.
Estamos rodeados de ella. Somos de ella y es dentro de ella donde ahora
vivimos. Sin ella, el mundo en el que estamos ahora no existiría.
Sostenemos
que las cosas existen porque proceden de Aquel que es la misma existencia. Pero, ¿cómo un
ateo puede discutir el resultado de la existencia? ¿Dónde se origina ésta?
La
Oración 12
recuerda a cada creyente que debemos
ser capaces de darnos cuenta que la esperanza está en nosotros (1 Pedro
3:15).
A veces, cuando estoy en
silencio y me concentro realmente la llego a escuchar, puedo percibir su
presencia, y escucho su voz cariñosa, llamándome desde arriba.
De hecho, puedo
a dar testimonio que cuando silencio mi alma puedo escuchar los latidos del
corazón de Dios.
Lo
veo en lo que Él ha creado. Y cuando rezo, escucho que él está cambiando mi
vida
y puedo explicar el nuevo hombre que soy, pero no puedo explicar que Dios vive
y que es él quien me está cambiando, quien me funde y me modela para ser el
hombre que debo ser.
He
probado su palabra y ha encontrado que es cierto. ¡Él vive y por ello yo estoy vivo!
¿Cómo lo dirías tú?
¿QUIEN REALMENTE ESCRIBIÓ ESTA
HISTORIA?
Luego de publicar este artículo se comunicó con
nosotros Pablo J. Luis Molinero, quien
afirma que escribió el relato original en 1980, y que luego fue plagiado
y corregido, y terminó en un pequeño relato sólo con similitudes con el original.
El relato original de Molinero
de llama Chico y Chica y sería bueno que lo leyeras para darle crédito a su
autor, lo puedes leer
aquí.
Está
incluido en su libro Morfogenia que trae varios relatos más, y Pablo
Molinero nos ha dicho que si nuestros lectores quieren comprar Morfogenia, él
puede hacer una oferta especial a los
lectores de los Foros por 7 euros + los costos de envío.
El sitio web de Molinero es http://pablomolinero.com/
Fuentes:
- http://fallibleblogma.com/index.php/one-of-the-best-allegories-ive-ever-heard/
- http://blog.adw.org/2015/06/a-powerful-parable-against-the-premises-of-unbelief/
- http://www.patheos.com/blogs/geneveith/2015/02/do-you-believe-in-mother/
- http://www.thebacajourney.com/two-babies-talking-in-the-womb/
- http://www.catholic-convert.com/blog/2014/10/06/is-there-a-god-does-heaven-exist-the-best-allegory-ever-the-stupidity-of-atheists/
Colaboración
de Nancy Oré
Foros
de la Virgen María