Este domingo me marcho con un grupo
de cuarenta personas de peregrinación a Medjugorje. Cada año tengo la alegría
de acudir a este lugar mariano para vivir en directo el ambiente espiritual que
allí se respira. He sido testigo de muchas conversiones y favores que la Virgen
concede con mucha frecuencia. El verdadero espectáculo de Medjugorje son el
número elevadísimo que confesiones, y la participación masiva y fervorosa en la
Santa Misa y Adoración al Santísimo.
Un comunicante me ha hecho recordar
un reportaje que hace años publiqué en el Blog, y que considero de interés
ofrecerlo de nuevo a los lectores que tal vez no lo conocen. Es realmente
impresionante.
LA INCREÍBLE VIDA DE MICHELA, DE
«NUOVI ORIZZONTI»
De pertenecer a una secta satánica a
monja, tras intentar asesinar a la que hoy es su superiora
Michela, en la actualidad religiosa
de la Comunidad Nuovi Orizzonti, tiene una vida de película. Abandonada por su
madre cuando era un bebé, atrapada por una peligrosa secta satánica, convencida
de la necesidad de asesinar a una monja por indicación de la sacerdotisa, que a
la vez era su psiquiatra... Cuenta su testimonio en ReL con una intensidad y
pasión, que a más de uno le dejará pensativo...
Cuando se experimenta el amor de
Dios, se aprende que no se puede guardar para uno mismo. Yo llevo diez años
viviendo esta forma de amor. Llevando el amor a quienes no conocen el amor de
Dios.
«CHIARA, SÁCANOS DE ESTE INFIERNO»
La comunidad a la que pertenezco nació
en 1984, fundada por Chiara Amirante, que comenzó a llevar la palabra de Dios a
los puntos de muerte de la ciudad de Roma. Tantos jóvenes que no conocían la
palabra de Dios le pedían: «Chiara, sácanos de este infierno».
NO CREÍA ABSOLUTAMENTE NADA EN DIOS
Yo llevo doce años en la comunidad.
Tengo 40, pero cuando entré, no creía absolutamente nada en Dios. Creía que los
sacerdotes y las religiosas se hacían sacerdotes y religiosas por falta de
trabajo. Veía una Iglesia que solo daba reglas. Una Iglesia que prohibía todo.
Además, yo me hacía una pregunta:
«Si es verdad que Dios es amor, ¿por qué en el mundo hay sufrimiento?». Me lo
preguntaba porque con el sufrimiento tuve contacto apenas nací. Mi papá y mi
mamá me abandonaron en un hospital recién nacida. Viví mis primeros seis años
de vida en un orfanato. Dos meses después de que saliese de allí, el instituto
fue clausurado por maltrato a menores. Yo había conocido todo menos el amor, y
cuando un niño no conoce el amor, es difícil que de adulto sepa dar amor. Crecí
rebelde. En la escuela era instrumento de santificación para los profesores.
EL DINERO ERA EL DIOS DE MI VIDA
A los 18 años ya eres mayor de edad
en Italia, así que me fui de la casa en que vivía. Pude hacerlo porque tenía un
trabajo, una ocupación. Yo era chef de cocina internacional, muy reconocida.
Comencé a trabajar en Italia y el resto de Europa y el dinero empezó a ser el
dios de mi vida. Cuanto más tenía, mas quería tener, pero a fin de mes no me
quedaba nada.
NOVIOS DE USAR Y TIRAR
En lo referente a todo lo que
pertenece al mundo de la afectividad, era un desastre. Tenía novios según la
estación del año. Uno para el invierno, otro para el verano…. Y me decía: «Yo
el corazón no lo meto en esto». Eran novios de usar y tirar, pero cada historia
que pasaba, era una herida más que dejaba mi corazón muy lastimado.
UN NOVIO CATÓLICO-CONVENCIDO
Finalmente me enamoré de una persona
que todas las madres de familia soñarían para su propia hija. Era inteligente,
bueno, perfecto. Pero tenía un pequeño defecto: era un chico católico, un
católico convencido. Esto, para mí, solo suponía un defecto por una razón,
porque cuando yo le preguntaba cuando nos íbamos a ir a la cama, él me
respondía: «Después del matrimonio». Él empezó a hablarme de Dios, pero yo le
dije: «Escucha Luca, las relaciones de tres no funcionan. Somos tú y yo. Punto.
Dios debe quedar fuera». Él fingió seguirme la corriente.
¿QUIERES CASARTE CONMIGO?
Cuando ya llevábamos dos años
saliendo, vino sin avisar una noche a mi casa. Era la primera vez en ese tiempo
que vino a mi casa, por lo que pensé: «Hoy lo hacemos». Pero él tenía otras
razones muy diferentes en su cabeza y me dijo: «Escucha Michela, hablé con mi
padre espiritual, porque tengo intención de casarme contigo». Yo me le quedé mirando
un poco perpleja, pero por un solo motivo: no sabía qué era un padre
espiritual. Yo le respondí: «Vamos al registro civil, pedimos una cita,
estampamos nuestras firmas y ya estamos casados». Y me dijo: «No. Para mí es
importante el sacramento del matrimonio. Nos dan la posibilidad de efectuar un
matrimonio mixto donde tu declares ser no creyente, pero yo pueda casarme
contigo dentro de la Iglesia». Entonces mi siguiente pregunta fue: «¿Y esto
cuanto cuesta?». «Nada», respondió mi chico. Pensé que si no costaba nada y no
perdía mi imagen de atea, podía aceptarlo. Sólo le puse una condición:
«Organiza tú la boda».
MURIÓ ANTES DE LA BODA
Pusimos una fecha y él comenzó a
organizar todo. Era bonito, porque de verdad que Luca era un chico fantástico.
Pero nunca me llegué a casar con él. Falleció cuatro días antes de la fecha
escogida.
Poco después de comenzar los
preparativos, contrajo el VIH por culpa de una transfusión de sangre
contaminada. Ahí entré en contacto con la primera verdad de mí vida. Porque yo,
con el dinero, hasta ese día había comprado todo y a todos. Pero descubrí que
había una cosa que no podía comprar: la vida de mi novio. Eso para mí fue una
derrota. Luca partió para el paraíso cuatro días antes de nuestra boda y ahí se
me derrumbó el mundo.
«DIOS, EMPEÑARÉ MI VIDA EN DESTRUIRTE»
Me enfadé con Dios por haberme
quitado a mis padres. Me enfadé con Dios por haber sufrido tanta violencia
desde pequeñita. Me enfadé con Dios por la muerte de Luca. La noche de su
funeral, me marché a la playa y allí mismo hice un juramento: «Dios, si tú no
existes, pasaré toda mi vida diciéndoselo a todo el mundo. Pero si existes de
verdad, empeñaré mi vida en destruirte».
NEW AGE Y EL REIKI
Ahí empezó mi guerra con Dios. Para
buscar a Dios y saber si existía, me acerqué a varias filosofías. Todo lo que
era la New Age y el Reiki. Pero ahí no encontré nada de la presencia de Dios. A
todo esto, mi vida era triste y angustiosa. Hasta que un día me propusieron
comenzar psicoterapia. Yo pensé que si había probado ya tantas cosas, podía
probar eso también. Así que comencé a ir un día a la semana. Poco a poco me iba
sintiendo mejor en la consulta de aquella doctora. Empecé a ir en vez de un día
a la semana, dos días, luego tres, y acabé teniendo cuatro sesiones semanales
con ella. La psicoterapia se convirtió en mi droga. Yo no lo sabía, pero no
tenía la facultad de decidir nada de mí vida.
UNA SACERDOTISA SATÁNICA
Un tiempo después la doctora me dijo
que tal vez necesitase sesiones de hipnosis: «Tenemos que entrar a lo más
profundo de tus heridas». Le dije que sí. Desafortunadamente no estaba en grado
de tomar ninguna decisión. No se lo que hicieron conmigo, pero el problema fue
que esta doctora era en realidad una sacerdotisa de una de las sectas satánicas
más importantes de Italia. Y yo entré a formar parte de ella, de la mano de mi
doctora.
DOS AÑOS EN LA SECTA
Pasé ahí dos años de mi vida. Dos
años que me llevaron a perder mi dignidad de mujer, mi dignidad de ser humano.
Allí he visto muerte y violencia. Llegué a alcanzar la muerte del alma. Me
convertí en una auténtica marioneta manejada por manos satánicas.
«MATA A CHIARA»
La noche de Navidad de hace catorce
años (1996), durante un rito, me dijeron que existía la posibilidad de ser la
sacerdotisa de una secta, en una ciudad de Italia. En ese mundo solo importa el
poder, el tener, por lo que yo acepté, pero para ser la sacerdotisa tenía que
afrontar una prueba de filiación, de pertenencia. Me dijeron: «En Roma hay una
joven, de nombre Chiara, que ha fundado hace poco tiempo una comunidad. Está
muy protegida por la Iglesia y para nosotros es un obstáculo, porque acerca a
muchos jóvenes a Dios. Si tú verdaderamente quieres pertenecer a nosotros y
tener el poder, debes hacer una cosa: mata a Chiara». Y acepté.
DECIDIDA AL ASESINATO
La noche del 5 de enero partí hacia
Roma. Me habían dado toda la información de donde encontrar a Chiara y yo me
dirigí a su casa, a la sede de la comunidad. A las 20.00 horas llegué hasta la
puerta y sin dudar, convencida de lo que iba hacer, toqué el timbre.
«POR FIN HAS LLEGADO A TU CASA»
Lo que ocurrió entonces lo tengo que
contar desde el testimonio de Chiara, quien no me conocía absolutamente de
nada, como es obvio.
Chiara cuenta siempre que, en ese
momento, en su corazón escuchó una voz, la voz de la Virgen María que le decía:
«Abre tú la puerta, que es una hija mía que tiene una gran necesidad».
Chiara se levantó, caminó apresurada
hasta la puerta a cuyo otro lado la esperaba yo, y cuando abrió la puerta hizo
una sola cosa. Me abrazo y me dijo: «Bienvenida hija mía. Por fin has llegado a
tu casa».
CON EL CUCHILLO EN LA MANO
Ese abrazo cambió mi vida. Fue un
abrazo indeleble que llegó a mi corazón. Fue más allá de mi cuerpo, de mis
brazos. Yo no pude reaccionar, no pude moverme, no pude hacer nada. Chiara me
desarmó absolutamente con ese abrazo, con su mirada.
Me llevó dentro, a su pequeña
habitación y comenzamos a hablar. Ella me preguntó cómo estaba, y yo sin decir
ninguna palabra le entregué el arma con el que la iba a matar. Se lo conté y le
dije: «Chiara, para mí ya no hay esperanza». Ella me respondió: «¡Sí, sí que
hay esperanza, porque el amor ha vencido a la muerte! ¡Hay esperanza para ti
porque hubo quien dio la vida por ti! ¡Y Jesús te ama!».
«ME MATARÁN Y TE MATARÁN A TI TAMBIÉN»
Yo le contesté: «Chiara, yo les
conozco. Sé como son. Tengo poco tiempo. Me matarán y te matarán a ti también».
«No Michela – respondió Chiara muy firme -. No lo harán, porque María te quiso
en esta casa». Y en aquella casa me quedé.
SESIÓN DE EXORCISMOS
Obviamente, la primera cosa por
hacer era una buena confesión. Llamaron a un sacerdote, pero debido a las
actividades en las que había estado involucrada no me pudieron dar la
absolución. Hubo que escribir a la Santa Sede, a la Congregación para la Doctrina
de la Fe, toda mi historia. Un cierto cardenal Ratzinger, respondió en pocos
días: «Hoy la Iglesia está de fiesta porque un hijo ha regresado a casa».
También tuve que pasar por varias
sesiones de exorcismo. Obviemos los detalles.
COMUNIÓN Y CONSAGRACIÓN
Con un permiso muy especial, la
noche del 27 de enero, en la capilla de las hermanas de la Madre Teresa, en
Roma, pude recibir la comunión, pude consagrar mi corazón al Corazón Inmaculado
de María, y hacer los votos de pobreza, obediencia y castidad, más el cuarto
voto propio de la comunidad de Chiara, que es el voto de ser y llevar la
alegría de Cristo Resucitado.
UN NUEVO CAMINO
Ahí comenzó mi camino. Mi camino de
sanación, un camino en el que nunca nadie antes pudo sanar mis heridas, y donde
sí que las pudo sanar Jesús.
Pero pasado un tiempo, hubo una
herida que no había podido sanar. Esa herida era la falta de una madre, porque
a mí me faltaba una madre. Me faltaba en Navidad, cuando todas la madres telefoneaban
a las demás y yo no recibía una llamada. Me faltaba el día que celebraba mi
cumpleaños... Esa ausencia de mi madre, cada vez que pasaba esto, reabría las
viejas heridas y había que empezar de nuevo.
UN GRITO DE DOLOR
Un buen día, a Chiara se le ocurrió
enviarme a un centro de ayuda para la vida. Se me había encargado abrir una
casa de acogida para madres solteras y jóvenes embarazadas con riesgo de
someterse a un aborto por miedo o por dificultad. Allí las podríamos acoger.
Pero al poco tiempo empecé a recoger un grito de dolor. Era el grito de dolor
de aquellas mujeres que habían abortado y que me decían: «¿Sabes? Hoy tendría
un hijo de ocho años, pero lo llevé a matar».
APRENDÍ A NO JUZGAR
Por las noches llegaba a casa y me
ponía delante de Jesús, en el sagrario, y le entregaba todo ese dolor que
llevaba de las mujeres. Una de esas noches, empecé a escuchar en mi corazón:
«Michela, si hoy existes tú, es porque tu madre dijo sí a la vida». Os tengo
que decir que cuando se experimenta la misericordia de Dios, la primera cosa que
se aprende es a no juzgar. Y yo no tenía ningún derecho de juzgar a mi madre.
Porque si una madre llega a abandonar a un hijo es porque hay un gran dolor.
A LA BÚSQUEDA DE LA MADRE
En ese momento comenzó a despertar
en mi interior la necesidad de buscar a mi madre, no para juzgarla ni
regañarla, sino para darle las gracias por mi vida.
La ley italiana permite obtener
información del propio origen y después de las investigaciones pertinentes
localicé a mi madre. Comenzamos a telefonearnos, y un día me sugirió conocernos
personalmente. La fecha concertada fue el 2 de Junio de 2004. Esa misma mañana
partí hacia la ciudad donde ella vivía para encontrarme con ella, como habíamos
quedado.
«SAL DE MI VIDA»
Yo iba sola y en ese viaje había dos
partes dentro de mí. Una parte era esa parte humana que se sentía entusiasmada
por poder decirle por fin a alguien «mamá». Pero había otra parte más racional
que me decía: «Michela, no sabes qué puedes encontrar allá». Mi error fue que
en aquella duda venció la parte más humana. Pero el hombre propone y Dios
dispone, porque pocos minutos después de encontrarnos, con una mirada que yo no
le deseo ni a mi peor enemigo, mi madre me dijo: «Tú para mí no has existido
nunca, no has existido hasta ahora, no existes hoy. Sal de mi vida». Yo no sé
que siente una madre cuando un hijo dice no a su amor, pero les puedo decir lo
que siente un hijo cuando una madre le dice no a su amor…
«¿QUÉ LE HECHO DE MALO A JESÚS?»
Fue un gran dolor. Regresé a Roma,
cogí a Chiara y sujetándola contra un muro le dije: «¿Pero yo qué le hecho de
malo a Jesús? Trabajo para Él, ¿por qué no me puede ayudar?».
A mí pregunta de por qué Jesús me
trata así, Chiara me contestó: «¿Sabes, Michela? Santa Teresa de Ávila le
preguntó lo mismo a Jesús, y Jesús le dijo que así trataba Él a sus amigos». Ya
sabéis lo que Santa Teresa le respondió a Jesús: «Ahora entiendo por qué tienes
tan pocos».
UNAS VACACIONES PARA REFLEXIONAR
Era una situación dolorosa, de la
que era difícil salir, por lo que entonces Chiara me propuso unos días de
vacaciones. Yo pensé: «Estupendo, me iré a la playa y tomaré el sol», pero
Chiara ya había pensado en todo: «Hay un lugar al que puedes ir. Es un pueblo
en Bosnia que se llama Medjugorje. Cógete unas vacaciones y vete allí». Yo le
dije a Chiara: «A Medjugorje yo no voy, Chiara. Mejor me pagas las vacaciones
en Croacia, que está muy cerca y tiene un mar estupendo. Ya cuando esté allí,
un día me acerco a Medjugorje. Pero yo no me voy a meter entre las colinas, las
piedras y el calor. Eso no son vacaciones». Chiara me respondió: «Te recuerdo
que hiciste un voto de pobreza y otro de obediencia. Elige por cual de los dos
quieres ir a Medjugorje». Así que elegí el de la obediencia, y voluntariamente
vine a Medjugorje.
MEDJUGORJE
Llegué a Medjugorje ¡Me daban una
pena los peregrinos! Porque yo pensaba que yo estaba allí porque me habían
obligado, pero no entendía por qué ellos no iban al mar, pudiendo hacerlo.
En fin, los primeros diez días
fueron un desastre. Yo no quise saber nada de peregrinos, ni del fenómeno de
Medjugorje, ni de nada.
UNA VIDENTE Y LA APARICIÓN
El día decimoprimero, estaba tras la
explanada, cerca de la carpa verde. Estaba tumbada en mi toalla, tomando el
sol. En serio, pasaba de todo. Y ahí tirada me vio Marija, una de las videntes.
No nos conocíamos de nada, pero a ella le llamó la atención, no sé si verme
tumbada tomando el sol, o mi toalla verde chillona.
Se acercó a mí y me dijo: «Hola,
¿qué haces?». «Estoy esperando a que comience la Misa». Entonces Marija, sin
más, con toda la naturalidad, me dijo: «Vente mañana conmigo a una aparición».
¡Imagínate! Era ridículo. Tanto que
me dio la risa y le contesté: «Mira, va a ser mejor que la Virgen María venga a
mí, porque yo de aquí no me muevo». Marija me miró un poco sorprendida, en
silencio. Al cabo de unos segundos, cuando se me quitó la sonrisa de la cara,
me dijo: «Tú vente mañana».
UNOS DÍAS ABURRIDOS
En Medjugorje, si no vives el
fenómeno, tampoco es que haya mucho que hacer. Mis primeros diez días allí
fueron tan aburridos, que por muy absurdo que pareciese, asistir a una
aparición suponía algo distinto en medio de aquel aburrimiento, así que el día
siguiente aparecí a la hora que me había dicho Marija en el Oasis de la Paz,
donde iba a vivir su aparición. Al llegar allí, aquello estaba lleno de gente.
Yo llegué a las seis y cuarto de la
tarde y allí había gente que llevaba más de tres horas, con todo el calor. Yo
pensé: «Qué tontería llegar tan temprano, si de toda formas a la Virgen solo la
ve la vidente, pero bueno».
Al cabo de unos minutos llegó
Marija. Me vio en el jardín, me cogió de la mano y me llevó dentro de la
capilla con ella, delante del todo, a su lado. Me llevó hasta allí a rastras y
de un empujón me puso de rodillas. Todo el mundo rezaba y yo pensaba: «Qué
buenos todos estos peregrinos, mira cómo rezan», pero mi corazón estaba muy
cerrado y no quería participar con ellos.
Recuerdo el momento en que comenzó
la aparición. Todo el mundo se quedó en silencio y Marija se quedó mirando
extasiada hacia arriba.
EN MEDIO DE LA APARICIÓN
En ese momento pensé: «Cualquiera
desearía estar aquí a su lado, ¿cómo es posible que a mí no afecte?». La miré a
Marija y vi que, sin emitir ningún sonido, movía sus labios, ¿y saben cual fue
mi pensamiento en ese momento?: «Pero ella, con la Virgen, ¿habla en croata o
en italiano?». Os prometo que lo pensé, de verdad, incluso quince días después
de aquello se lo pregunté a ella. Me dijo que hablaban en croata.
¿UN TRASPLANTE DEL CORAZÓN?
Bromas aparte, en cierto momento de
la aparición ocurrió algo. Y se lo cuenta la persona más racional que existe.
Empecé a sentir un calor en el cuerpo. Era un calor que llegaba hasta la punta
de mis dedos, hasta mis pies. Era un calor maravilloso. Sentí como si algo me
abrazara, me rodeara y me cubriese entera, y entonces ocurrió lo más increíble,
y es que sentí como si me hiciesen un trasplante de corazón. Digo trasplante
porque sentí como si algo se metía en mi pecho y me arrancara una piedra de
dentro. Era un corazón herido, enfermo, y sentí como si me colocasen un corazón
nuevo ahí dentro, en su lugar. Subrayo la palabra trasplante, porque no fue un
corazón curado, sino un corazón nuevo, que me llenaba de paz el alma, la mente
y el cuerpo.
«ALGO BELLÍSIMO»
Al acabar la aparición yo no
entendía nada de lo que estaba sintiendo, pero era bellísimo. Empecé a darme
cuenta de que tenía que marcharme y comencé a repetirme a mí misma que en realidad
no pasaba nada, para ver si me calmaba, pero qué va, cada vez que lo decía
mejor lo sentía.
Entonces Marija se levantó e hizo lo
que hace siempre. Explicó a todos lo sucedido: «He presentado a la Virgen María
todas vuestras intenciones de oración. La Virgen María ha orado por ustedes y
les ha bendecido». A todo esto yo seguía de rodillas a su lado. Entonces ella,
delante de todos me miró y dijo: «La Virgen María ha hecho suyo el dolor de tu
corazón. A partir de hoy solo ella será tu madre».
«LA VIRGEN TE VIÓ»
Salí de la capilla. Marija no sabía
nada de mi historia. Cuando ella salió yo estaba en el jardín, desconcertada.
Me cogió de nuevo por el brazo y, sin estar yo todavía muy convencida de lo que
suponía que había pasado, le pregunté: «Marija, tu estabas ahí, ¿me viste
durante la aparición?», y ella me respondió: «No, yo no te vi. Pero la Virgen
sí».
«MARÍA ME COGE DE LA MANO»
Desde aquel día hasta hoy he sentido
a María en mi vida. La he sentido de una manera muy concreta. He descubierto
que cada vez que tengo el rosario en las manos, es María quien me coge de la
mano.
MODELO DE SANTIDAD
Aquella tarde aprendí otra cosa. Era
cierto que hasta ese día había trabajado para Dios, pero María quería que yo
trabajase con Dios. Y otra cosa bellísima fue que si yo quería ser santa, debía
tomar a la Virgen María como modelo de santidad. Os aseguro que eso, para un
carácter como el mío, no es nada fácil. No es fácil vivir la obediencia. No es
fácil vivir la humildad. No es fácil vivir el silencio de María. El silencio de
María bajo la cruz. Pensad que María estaba bajo la cruz.
UN DOLOR TRANSFORMADO EN AMOR
Aquella fue una experiencia
bellísima, porque descubrí que el dolor puede ser transformado en amor por la
humanidad.
Os digo que si aquella tarde del
entierro de Luca dije que Dios no existía, después de doce años puedo deciros
que Dios sí que existe.
OCHO AÑOS DE SILENCIO
Durante ocho años he vivido en
silencio. Durante ocho años he estado escondida. Pero hace dos años, en un
capítulo general de la familia salesiana, Chiara y algunos otros me pidieron
que contara mi historia. Al principio tuve miedo. Pero cuando aprendes que la
vida no te pertenece a ti, que la vida es un regalo, el miedo puede ser
canjeado. Yo hice este pacto con Jesús: «Jesús, si mi vida, mi historia, sirve
a un solo joven a encontrar tu misericordia, yo daré mi vida por esto».
NO TENER MIEDO DEL SUFRIMIENTO
Queridos jóvenes, no tengáis miedo
del sufrimiento. El sufrimiento existe, sí. El mundo nos dice que no existe,
nos enseña cómo cubrirlo, cómo barnizarlo con capas de cosas sin importancia.
Pero Jesús nos enseña a vivirlo con Él. Lo que tiene a Jesús clavado en la cruz
no son los clavos, sino el amor especial que tiene por cada uno de nosotros.
Por eso os ruego, por favor, que como decía san Francisco de Asís, no permitáis
que el Amor de los amores no sea amado. ¡Llevemos el amor de Dios a todas
partes! Podemos hacerlo, Jesús nos ha enseñado cómo. Somos pequeños, pero
seámoslo como decía la madre Teresa de Calcuta: como las gotas del mar, que
hacen un océano.
DIOS NOS AMA HASTA MORIR
Queridos jóvenes, estáis todos
callados. Hay un gran silencio, pero como decía san Pedro, yo no tengo oro ni
plata. ¡Lo que yo tengo me llega de la Providencia! Mirad, ni si quiera este
rosario que llevo en el bolsillo es mío. Me lo han dado. Queridos jóvenes, yo
no tengo nada, y a diferencia de san Pedro yo no hago milagros. Pero os puedo
decir una cosa: ¡Que hay un Dios que ha dado su vida! ¡Que hay un Dios que nos
ama hasta morir! ¡Que debemos experimentar la alegría de Cristo resucitado!
LOS SATANISTAS CREEN MÁS QUE NOSOTROS
Mirad ese pedazo de pan. Ese pedazo
de pan que nosotros adoramos, ese pedazo de pan blanco con el que nos nutrimos…
ahí está realmente el cuerpo de Jesús. Y esto os lo digo con un gran dolor,
porque los satanistas creen más que nosotros que ahí está el cuerpo de Jesús.
Nosotros tenemos que empezar a creer. Tenemos que empezar a vivir a Jesús.
Mirad san Pablo. Él decía: «No soy yo quien vive, es Jesús quien vive en mí» .
UTILIZA EL SUFRIMIENTO, PERO NO HUYAS DE ÉL
Os lo repito, no huyáis del
sufrimiento, utilizarlo. Levádselo a Jesús y ese sufrimiento se transformará en
amor.
Me despido con una frase de Edith Stein.
Cuando Edith Stein se convirtió, le preguntaron por qué se había convertido al
catolicismo, y ella respondió: «Yo busqué el amor. Y encontré a Jesús».