–Cómo está el patio… ¿Y lo conseguirán?
–La Iglesia es una y
única, la del cielo y la de la tierra. Oremos, oremos, oremos, para que, con el
poder del Salvador, la de arriba guarde y ayude a la de abajo.
1. LA AMORIS LÆTITIA
Terminado el Sínodo de la Familia
(2014-2015), publicó el papa Francisco la exhortación apostólica
postsinodal Amoris
Lætitia (19-03-2016), en la que
se afirmaban o sugerían algunas enseñanzas difícilmente compatibles con la
doctrina católica, especialmente contrarias a lo enseñado por Pablo VI en la
encíclica Humanæ Vitæ
(1968) y Juan Pablo II en la encíclica Veritatis Splendor (1993), que se atuvieron a la Tradición, claramente expresada
en el concilio Vaticano II (1965). En varias ocasiones el Papa ha manifestado
que las enseñanzas de la Amoris Lætitia deben afectar a toda la doctrina moral católica. Se refiere especialmente a las enseñanzas
dadas en el capítulo 8º de dicha Exhortación
Apostólica, dedicada a la familia.
Convendrá, pues, que las recordemos brevemente.
–SUS INNOVACIONES
Tratando de «los divorciados en nueva unión» –es decir,
en «adulterio», palabra hoy prohibida–, la Exhortación se refiere al caso de «una segunda unión consolidada en el tiempo, con
nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano,
conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver
atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas» (298)… «deben ser más integrados en la comunidad cristiana»,
también «en el ámbito litúrgico» (299)… [Sin comentario.]
«Ya no es
posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así
llamada “irregular” viven en una situación de pecado mortal»
(301)… «También puede reconocer con sinceridad y honestidad
aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios, y
descubrir con cierta seguridad moral que ésa es la entrega que Dios mismo está
requiriendo en medio
de la complejidad concreta… aunque todavía no sea plenamente el ideal
objetivo» (303)…
«Las normas
generales… no pueden abarcar absolutamente todas las situaciones particulares»
(304). «A causa de los condicionamientos o factores
atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de
pecado… se pueda vivir en gracia de Dios… recibiendo para ello la ayuda de la
Iglesia» (305). [Niega que haya actos intrínsecamente
malos.]
A pie de página precisa que «en lo referente a la disciplina sacramental, el discernimiento puede reconocer que en una situación
particular no hay culpa grave» (nota 336)… «en ciertos casos podría ser también la ayuda de los
sacramentos… La Eucaristía
no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para
los débiles» (nota 351). [Sin comentario.]
Termina el capítulo 8º que he
resumido de la Amoris Lætitia, defendiendo la verdad de lo que en
ella se ha enseñado (304-312). Y recomendando que, en su conjunto, «la enseñanza de la teología moral no debería dejar de incorporar estas
consideraciones» (311).
2. RECHAZO DE LA AL
La exhortación apostólica AL, en su capítulo 8º, fue rechazada por cuantos
reconocemos su incompatibilidad con el Magisterio de la Iglesia, sea antiguo
(Rm 3,8) o moderno. Ese predominio del discernimiento
y de la conciencia personal contra la ley divina enseñada por
la Iglesia no es verdadero:
«Ya no es posible decir que
todos los que se encuentran en alguna situación así llamada “irregular” viven
en una situación de pecado mortal»
(301)… ¿Que ya no se puede decir…? Antigua es en la Iglesia la norma «de internis
neque Ecclesia iudicat». Pero de externis siempre la Iglesia ha
considerado la existencia de pecadores públicos, que son excluidos de la comunión (Canon
951) y llamados a la conversión. Como, por ejemplo, un médico que
vive de matar niños practicando abortos… Decir con caridad y prudencia que esta
persona «vive en una situación de pecado mortal», es
perfectamente posible y conveniente, porque es la verdad. Y Cristo nos salva
siempre diciéndonos la verdad.
La relación entre conciencia y mandamientos divinos enseñados
por la Iglesia, es profesada en el concilio Vaticano II con toda precisión.
Por ejemplo, tratando del matrimonio: «En su modo
de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no
pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, la cual ha de ajustarse a
la ley
divina misma, dóciles al Magisterio de la Iglesia, que
interpreta esa ley a la luz del Evangelio» (1965, Lumen
Gentium 50b).
El Código de Derecho
Canónico (1983) concluye: «No deben ser admitidos a la sagrada comunión…
los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave» (915);
como es el caso de los adúlteros impenitentes, que persisten en su vida
marital, ateniéndose quizá a su propio discernimiento de conciencia.
Pero las enseñanzas de la AL
(2016) sobre «la nueva unión» de los casados
divorciados choca aún más directamente con la doctrina expuesta en las
encíclicas Humanæ Vitæ (1968) y Veritatis Splendor(1993). En ésta Juan Pablo II reafirma la existencia de
actos que son intrínsecamente malos, malos semper et
pro semper, y ninguna intención, situación, circunstancia o mala
consecuencia posibles pueden hacerlos lícitos, como si en cierta persona y
circunstancia el acto prohibido por Dios pudiera ser «la entrega que Dios mismo está requiriendo
(illam esse oblationem quam
ipse Deus requirit»).
ACEPTACIÓN DE LA AL
La
comunión sacramental de los adúlteros fue, pues, una «conquista» de la Amoris Lætitia. Muchos sacerdotes, Iglesias
locales, así como laicos «vueltos a casar», aceptaron,
al menos de hecho, obrar como oscuramente enseña la AL; y concedieron la
comunión eucarística a los adúlteros impenitentes.
Es cierto que la AL no dice en ningún lugar de su texto que autoriza la comunión
de los adúlteros. Pero lo que sí hace es darles todos los argumentos necesarios para que ellos puedan llegar, debidamente «acompañados» y por el camino del discernimiento, a la decisión en conciencia de que esa comunión es
lícita.
Más aún. El problema se agrava
si tenemos en cuenta que la Al pretende que los
mismos argumentos que emplea al tratar del adulterio sean enseñados y
aplicados en toda la moral de la Iglesia, eliminando la prohibición
de acciones «intrínsecamente malas», malas «semper et pro semper». De este modo se podrían «blanquear»
el aborto, la unión homosexual estable, el uso de anticonceptivos, la
retención de lo robado, las calumnias y prevaricaciones, la poligamia, etc.
Todos estos actos que son prohibidos absolutamente por Dios, suficientemente discernidos y
en conciencia,
podrían llegar a ser, como la comunión de los adúlteros, la «respuesta generosa» de la persona, que así
realiza «la entrega que Dios mismo está
requiriendo» de ella, al menos «por ahora».
3. RECORDEMOS LAS
DECLARACIONES DEL P. JULIO MARTINEZ, SJ
Profesor de Teología Moral en
la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid), el P. Martínez dio informaciones importantes con
ocasión de su participación en el Congreso
Internacional sobre Teología moral y
Amoris Lætitia (Gregoriana, Roma, mayo 2022).
El
P. Martínez
declara: «Amoris Lætitia exige un
cambio en la epistemología y en el modo de elaborar el conocimiento moral»… Su doctrina «es
prácticamente nueva en términos
de teología moral»… En la AL el papa Francisco «ha
introducido el discernimiento en
las circunstancias concretas del matrimonio y la vida familiar… Poner el foco
en el discernimiento para
encontrar el bien es algo realmente nuevo en la teología moral». Y sigue diciendo:
En la Humanæ Vitæ (1968), por ejemplo, «el Papa Pablo VI dificultó mucho la práctica del
discernimiento en materia de moral personal», y el Papa Juan
Pablo II hizo lo mismo en Veritatis Splendor (1993). Pero Amoris
laetitia ha dado a teólogos y pastores la tarea de «tratar de ver cómo aplicar el discernimiento en todos
los campos de la teología moral… Y de eso se trata en esta
Conferencia»…
«Es fundamental desatar
los nudos que la Veritatis
Splendor hizo en la moral católica… Los nudos, de hecho, ya habían
comenzado a ser atados 25 años antes con la Humanæ Vitæ»… «Si se llega a cambiar la forma de
adquirir el conocimiento moral y a cambiar el método que se aplica para
encontrar el bien en la vida, como lo ha hecho la Amoris Lætitia,
entonces esto afecta a todos los campos de la moral… Amoris Lætitia
nos permitirá deshacer otros nudos que vienen con un cambio de época»,
responsable de «generar abundantes enredos y distorsiones en el tema
moral»…
Según esto, la doctrina moral de la Amoris Lætitia (cp. 8º) es «nueva», realmente nueva, y por tanto, es «distinta» del Magisterio moral de la Iglesia. Eso se
aprecia claramente viéndola tan contraria a las encíclicas Humanæ Vitæ y Veritatis
Splendor, que vienen a ser nudos opresivos
del discernimiento en conciencia de los fieles. Y por tanto esas
doctrinas han de ser «corregidas», o si se
quiere, «superadas». Quedamos, pues, en que
la AL es nueva, distinta,
inconciliable con el Magisterio apostólico que desprecia, y que por tanto es falsa.
4. LA AMORIS LÆTITIA
HA DE CAMBIAR LA MORAL CATÓLICA POR LA VIA SINODAL
Así lo prevé el P. Martínez,
pues dice que gracias al precedente sentado por la Amoris
Lætitia, «la teología moral tiene hoy
una gran oportunidad para desarrollar un nuevo paradigma de
enseñanza papal, menos normativo
y más atento al discernimiento propio de los fieles y de las diversas
conferencias episcopales». De este modo, «el Sínodo sobre Sinodalidad en curso “ofrece
fuerza” a la Iglesia», pues «comienza con la escucha del pueblo».
Sin
embargo, el proceso del «cambio» no será explícito, y no irá con prisas que
susciten resistencias anacrónicas. Primero ha de promover un estado de opinión
nuevo, más «misericordioso», libre de los «nudos» de conciencia creados por las doctrinas
absolutas. Ha de evitar choques directos con el Magisterio apostólico anterior,
pero, como hizo con la comunión de adúlteros,
irá fomentando por la via sinodal un ambiente permisivo y operativo,
favorable o al menos tolerante para ciertas acciones absolutamente prohibidas semper et pro semper
por el Magisterio católico: abortos, anticonceptivos,
uniones homosexuales, eutanasias, etc.
Por
otra parte, no sería posible una aplicación simultánea del nuevo paradigma de
la AL a todos y cada uno de los grandes temas de la moral católica. Pero así como la
AL consiguió, de hecho, la comunión de los adúlteros, es posible que por el Camino Sinodal logre otras
«conquistas» sobre temas importantes, hoy
prohibidos por la Iglesia en modo absoluto. La teología moral de la AL por la
vía sinodal, que es la del discernimiento, puede abrir o entreabrir puertas que hoy
permanecen totalmente cerradas.
Sobre la realidad de esta
intención hay sospechas bien fundadas. Hay indicios
elocuentes. Señalaré algunos.
5. EL CARDENAL
HOLLERICH, RELATOR GENERAL DEL SÍNODO, Y LA HOMOSEXUALIDAD
Jean-Claude Hollerich (1958-),
sacerdote jesuita (1990), arzobispo de Luxemburgo (2011), presidente de la
Conferencia Episcopal Europea (2018-), fue creado cardenal por el papa
Francisco (2019) y nombrado Relator General del Sínodo
sobre la Sinodalidad (2021).
En una entrevista concedida por Hollerich a la agencia Katholische
nachrichtenagentur (KNA) (02.02.2022), le preguntaron: «¿Cómo esquiva la enseñanza de la Iglesia
cuando afirma que la homosexualidad es pecado?» [se refiere a las relaciones homosexuales]. «Respondió: Creo que eso está mal… Como ya expresó el Papa
en el pasado, esto puede conducir a un
cambio en la doctrina. Porque creo que el fundamento
sociológico-científico de esta enseñanza ya no es correcto… Creo que ya es hora
de que hagamos una revisión fundamental [Grundrevision] de la doctrina».
(Texto en español).
La
declaración pública del cardenal Hollerich es falsa y escandalosa, pues la enseñanza de Cristo y de
los Apóstoles es «Palabra de Dios», que no
puede errar, ni puede ser invalidada por los presuntos «adelantos
de la ciencia humana».
El Génesis nos revela que «a imagen suya, Dios los creó varón y mujer»
(1,27). De tal modo que la pareja estable de dos personas del
mismo sexo es una falsificación gravísima de la imagen de Dios. Por eso San
Pablo, en un texto muy fuerte, califica la homosexualidad activa como una gran
perversión del hombre obrada por el pecado. «Dios
los entregó a pasiones vergonzosas», pues tanto los hombres como las
mujeres, «cambiaron
el uso natural por el que es contra naturaleza… abrasándose así en la
concupiscencia de unos por otros» (Rm 1,26-28). El Apóstol avisa y
alerta: «No os engañéis. Los inmorales, idólatras,
adúlteros, lujuriosos, invertidos [etc] no heredarán el reino de Dios»
(1Cor 6,9).
Si
un día el Camino Sinodal decide ocuparse, por ejemplo, de «La
Iglesia y la homosexualidad», «escuchando primero al pueblo», por supuesto, y –como lo hizo
en el Sínodo de la Amoris Lætitia–
trabaje bajo la guía discreta y eficaz de su Comisión central, presidida ahora
por el cardenal Hollerich, podemos esperar con fundamento que habrá grandes «cambios» doctrinales. Procurarán llevarnos por el
Camino Sinodal a una nueva teología moral, más atenta a los discernimientos en conciencia, que al cumplimiento de las normas morales absolutas mandadas por Dios y
enseñadas por la Iglesia.
Se beneficiará, pues, lo más
posible a los cristianos homosexuales activos. Quién sabe si, como los
adúlteros, conquistarán ellos también la comunión eucarística y otros favorecimientos. De este modo, sin prisa
y sin pausa, irá adelante el pretendido proceso de «amorisleticiación»
progresiva de la moral católica. Soltando los nudos creados por
encíclicas rígidas y absolutas, como la Humanæ
Vitæ o la Veritatis Splendor,
se irán abriendo o entreabriendo puertas y ventanas, que hasta la AL
estaban cerradas veinte siglos por la Iglesia, que así se encerraba en sí
misma.
Bendigamos al
Señor.
6. ARZOBISPO
VINCENZO PAGLIA, CANCILLER DEL PONTIFICIO INSTITUTO JUAN PABLO II
Otro indicio de
moral nueva por el camino de la sinodalidad. Mons. Paglia (Frosinone 1945-). Sacerdote (1970),
párroco en Roma (1981-2000), Obispo de Terni Narni Amelia (2000), Arzobispo y
presidente del Pontificio Consejo para la
Familia (2012), y más tarde del Pontificio Instituto Juan Pablo II sobre la
Familia y el Matrimonio (2016), instituto que reorientó casi totalmente.
Desempeñó muchas misiones por encargo de la Santa Sede y recibió muchos
premios.
Pero quizá lo conocen muchos
por haber promovido en el ábside de su catedral de Terni un gran mural homoerótico, en el que él
mismo aparece, con solideo, entre hombres y mujeres revueltos semidesnudos
(2007). Me limitaré a mostrar su celo por transformar la moral católica,
transcribiendo parte de un artículo de Luisella Scrosati, publicado en la
edición española de la Nuova Bussola (5-07-2022), con el
título «Vaticano: Carrera a favor de
la anticoncepción y de la reproducción asistida»
«La publicación de un volumen
que recoge las actas de una conferencia organizada por la Pontificia Academia para la Vida es una oportunidad para abrir un nuevo “proceso” que apunta a cambiar la moral católica: la legitimidad de la anticoncepción y de la fecundidad
artificial.
«Se siguen abriendo juicios en
el Vaticano, tras la línea inaugurada por la Amoris
Lætitia. El volumen Ética teológica de la vida. Escritura,
tradición, desafíos prácticos, publicado recientemente por la Librería Editrice Vaticana, recoge los
frutos de un seminario interdisciplinar de tres días, promovido por la Pontificia Academia para la Vida; un Seminario que, según su presidente, Mons.
Vincenzo Paglia, sería único…, ya que la intención era “poner
en diálogo… diferentes opiniones sobre temas incluso contravertidos, ofreciendo
muchos puntos de discusión…. revisar la tan odiada “prohibición” de usar anticonceptivos…
Y algo semejante considera el
texto sobre la «fecundación artificial, es decir, una intervención técnica que
disocia la fecundación del acto conyugal». En “condiciones
y circunstancias que harían irresponsable la elección de generar”, se
podría recurrir “con una sabia elección” a
las técnicas anticonceptivas, “obviamente
excluyendo abortivos”».
* * *
CONFIRMADO: EL
CAMINO SINODAL CONDUCE AL CAMBIO DE LA DOCTRINA MORAL CATÓLICA
El
cardenal Paglia, presentando el volumen aludido, considera que «es
un intento, ciertamente perfectible, de aceptar la invitación de Veritatis
Gaudium (3) para un cambio radical de paradigma de la reflexión teológica». En efecto, el papa Francisco, en esa
Constitución Apostólica (27-12-2017), advierte que tan «enorme e
impostergable tarea requiere, en el
ámbito cultural de la formación académica y de la investigación científica, un
compromiso generoso y convergente, que lleve hacia un cambio radical de paradigma,
más aún –me atrevo a decir– hacia “una valiente revolución cultural” (sic)».
El
intento es grave, y se ha ido cumpliendo
en los
últimos años, como vamos viendo. Los Sínodos
Sinodales, el Instituto sobre la
Familia y otros medios convergentes, podrían introducir en la
Iglesia, aunque no sea en una expresión clara y total, los cambios doctrinales
que necesita para «amorisleticiar» las
firmes normas bíblicas y tradicionales de la moral católica. Lo que la AL consiguió para los adúlteros, ¿por qué no se podrá conseguir para quienes acuden a los anticonceptivos
o a la fecundación artificial
o a la unión homosexual? y a tantas otras obras que no son malas
porque lo declare la Iglesia, sino que la Iglesia las prohíbe porque son
malas semper et pro semper.
Jesús nos exhorta: «Vigilad y orad para que no caigáis en la tentación» (Mt 26,41).
Y nos promete: «Yo estaré con vosotros siempre, hasta la consumación del mundo» (28,20).
José María Iraburu, sacerdote
Post
post.
– Hoy InfoCatólica (22.07.2022) ha publicado como
noticia una
declaración de la doctora Mónica López
Barahona, miembro del Consejo Directivo de la Pontificia Academia para la Vida (PAV), acerca de la publicación
de PAV en la Librería Editrice Vaticana
del volumen Theological Ethic of Life.
Scripture, Tradition and Practical Challenges (528 pgs.), en el que se recogen las Actas
de un seminario organizado por la Academia.
Denuncia que la publicación “debería haberse puesto en conocimiento del Consejo
Directivo de la PAV”, y que “el Dicasterio
para la Doctrina de la fe debería haber revisado el texto previamente a su
publicación”… “No es una declaración oficial de la PAV”, ni representa “el criterio moral de todos sus miembros”… “En el
seminario participaron sólo 30 miembros de la PAV, de entre más de 150”… “No
todas las contribuciones de quienes participaron en el seminario se recogen en
el texto”. Pero sí se publicaron algunas contrarias al Magisterio
católico: a favor “de la posible licitud de la
contracepción en ciertos casos”… “la licitud de ciertas técnicas de
reproducción asistida homóloga”… así como el respaldo de “la inexistencia de las acciones intrínsecamente malas”.
Ya dijo Mons. Paglia al
presentar la obra que “es un intento de aceptar la
invitación de Veritatis Gaudium para un cambio radical de paradigma de
la reflexión teológica".
José María Iraburu
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