Reparaciones, justicia racial e igualdad para los afrodescendientes.
Fuente: Vatican News
Monseñor Paul Richard Gallagher, actualiza en su
mensaje, el compromiso de la Santa Sede de “combatir
todas las formas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas
de intolerancia”, tal como está expresado en la Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial.
“La Declaración de Durban
reconoce el papel de la religión en la promoción de la dignidad y el valor
inherentes a toda persona y en la erradicación del racismo, la discriminación
racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia”, indica
monseñor Gallagher.
EL
ORIGEN DEL RACISMO
Para el prelado vaticano, “El racismo tiene su origen en la errónea y desafortunada
afirmación de que un ser humano tiene menos dignidad que otro. Esto no sólo
ignora la verdad de que "todos los seres humanos nacen libres e iguales en
dignidad y derechos" (Declaración Universal de los Derechos
Humanos, Art. 1), sino que también ignora la exhortación ética fundamental de
actuar "con espíritu de fraternidad"
(Declaración Universal de los Derechos Humanos, Art. 1)”.
Gallagher cita la Carta Encíclica Fratelli tutti
cuando pone en evidencia que el racismo en todas sus formas, retrasa el
progreso humano: el "progreso de la sociedad
no es tan real ni está asegurado de una vez por todas" (…), con el
racismo acechando regularmente bajo la superficie y "reapareciendo
una y otra vez" (Papa Francisco, Fratelli tutti, nº 20).
ESPERANZAS
EN LA LUCHA CONTRA EL RACISMO
“Mi Delegación espera,
expresó Gallagher, que la reciente creación del Foro Permanente de
Afrodescendientes contribuya a los esfuerzos locales, nacionales e
internacionales para proporcionar justicia y apoyo a las víctimas del racismo”.
Igualmente evidenció la importancia de los
derechos humanos y cómo cualquier ley o normativa que busque acabar con la
discriminación o la intolerancia, debe “respetar el
derecho a la libertad de opinión, pensamiento, religión y conciencia”.
DERROTAR
EL RACISMO CON LA CULTURA DEL ENCUENTRO
“El racismo puede y debe
ser derrotado mediante una cultura del encuentro, la fraternidad y la
solidaridad”, afirmó el Secretario para las Relaciones con los
Estados de la Santa Sede, quien valoró la importancia de la Declaración de
Durban, ésta debe conducir “a un cambio real a
través de su aplicación por parte de los gobiernos, así como a través de la
educación y la información ética por parte de los medios de comunicación,
proporcionando información objetiva y basada en hechos de manera que respete la
dignidad de todos y no promueva una mentalidad divisiva de "nosotros
contra ellos".
EL
DERECHO A LA LIBERTAD RELIGIOSA
“La Declaración de Durban
expresa acertadamente su preocupación por la intolerancia, los actos hostiles y
la violencia contra los grupos religiosos”, subraya
Gallagher, quien insiste en que la intolerancia basada en la religión puede
llevar, en sus expresiones más extremistas, a la “hostilidad,
violencia y crímenes atroces”.
El prelado vaticano pone en evidencia como en
los últimos años se ha dado un aumento de la persecución religiosa por “agentes estatales y no estatales”, a tal grado
que “Las minorías religiosas, incluidos los
cristianos, que constituyen el grupo más perseguido a nivel mundial, están en
riesgo de extinción en ciertas regiones (Pew Research Center, In 2018,
Government Restrictions on Religion Reach Highest Level Globally in more than a
Decade, publicado el 10 de noviembre de 2020)”.
LA
EUGENESIA, OTRA FORMA DE DISCRIMINACIÓN
Monseñor Gallagher se refirió a la “insidiosa práctica de la eugenesia”, que plantea
la idea “de que hay seres humanos de menor valor
por su discapacidad, su género u otras características y suele conducir a la
negación de su derecho a la vida. Esta mentalidad encarna principios de
discriminación que contrastan con la Declaración de Durban y no pueden ser
ignorados”.
El mensaje finaliza subrayando la importancia de
acompañar a la Declaración y el Plan de Acción de Durban, “de una legislación e instituciones que funcionen, pero
en última instancia "el racismo sólo desaparecerá... cuando muera en los
corazones de las personas" (cf. Consejo Pontificio para la Justicia y la
Paz, La Iglesia ante el racismo. Por una sociedad más fraterna, Ciudad del
Vaticano, 2001, 29)”.
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