Raquel Blaya es hoy una
evangelizadora callejera veterana y entusiasta.
La New Age ofrecía cristales, energías, luces... pero Raquel Blaya se ha
quedado con la alegría del Evangelio.
Raquel
Blaya Andreu es profesora de latín en un instituto y desde 2011 es una
entusiasta evangelizadora callejera con el grupo Kerygma, de
la diócesis de Alcalá, y una de las promotoras de Arde
Complutum, la escuela de evangelización veraniega de esta
diócesis.
Pero durante muchos años Raquel estuvo
muy alejada de la fe católica, decidió que Dios no existía y se enmarañó
en el mundo de la Nueva Era, las "energías"
y otras espiritualidades vaporosas... y de pago. Empezó a salir de allí
por dos razones. Por un lado,
reflexionó sobre la existencia del mal y lo preternatural. Por el otro, conoció la alegría de la alabanza al estilo
carismático. Este es su testimonio que ha explicado a
ReligionEnLibertad.
FAMILIA DE MISA DOMINICAL
"En mi familia había una fe
tradicional", recuerda Raquel. "Íbamos
los domingos a misa, pero en casa no se
hablaba de Dios. Mi madre rezaba mucho por todos nosotros y
especialmente por mí, cuando empecé mi adolescencia".
"Cuando
yo tenía 15 años se murió Franco y entró la democracia en España. En
ambientes estudiantiles hablábamos de Dios y de su existencia y casi siempre llegábamos a la conclusión de
que Dios no existía. La religión católica era algo que se asociaba al
régimen anterior y muchos jóvenes nos
alejamos de la fe, porque no teníamos una fe muy firme", recuerda.
Aunque había recibido una educación religiosa y había ido a varios colegios de
monjas, "en la adolescencia me volví rebelde y bastante soberbia".
La New Age, con sus cristales, energías,
terapias, "positividad"... fascina, pero es falsa y hace que la
persona se haga más y más centrada en sí misma
DEPRESIÓN Y NEW AGE
"Cumplidos los treinta, tuve una depresión que me duró varios años
y cuando estaba saliendo de ella, encontré apoyo en las terapias alternativas, tipo New Age, pero allí nada era gratis.
Pagabas cada consulta, cada curso y cada sesión terapéutica. Lo que yo buscaba
era recuperar la salud, la paz, el control sobre mí misma. Unos te iban
llevando a otros y unos eran más fiables que otros, pero siempre necesitabas una consulta más, un
curso más, una sesión más. Nada te llenaba".
¿Qué fallaba en este mundo New Age?
"Hoy veo que todas esas terapias se centran en
uno mismo. Te conviertes en el centro
de tu vida: ejercicios, dietas, estética, imagen personal… y crees que
no necesitas a Dios", avisa Raquel.
"ME ESTÁN HACIENDO
EXORCISMOS", DIJO UNA AMIGA
"Yo estaba metida en todo este ambiente
de energías y a los cuarenta años yo no creía en Dios ni en el demonio. Un día
una amiga que me había tratado en varias ocasiones me confesó que le estaban haciendo exorcismos porque estaba poseída.
Esta revelación me dejó paralizada y en un momento de gracia, entendí que existía el demonio y que si
existía el demonio también existía Dios. Entendí entonces que yo llevaba
muchos años equivocada, ofendiendo gravemente a quien me había creado, a quien
me amaba y sufría por mí. En ese mismo instante decidí que si había dos bandos, yo quería estar en el grupo de los buenos".
Aquel fue el momento clave en el que inició su vida de vuelta a la Iglesia. "Desde entonces sigo en ella, intentando servir a Dios, amándole y
queriendo desagraviarlo por todas las ofensas, ultrajes y sacrilegios
con que le ofendemos cada día".
UNA CONFESIÓN... Y DESCUBRIR
LA ALABANZA
En esa fase Raquel conoció a un sacerdote que le confesó y después la
llevó a la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica (www.rcc-es.org),
el gran encuentro anual de oración,
música y alabanza que se celebra cada verano en Madrid con miles de
personas de toda España, abierto a todo el mundo. (Este año se celebra el 7,8 y 9 de julio en el
Pabellón Arena, más datos aquí).
A ella siempre le había gustado la música, y el estilo carismático, muy alegre
y musical, le consolidó en la Iglesia. "Me encantó ese modo de orar, cantando, alabando a Dios con todo el
cuerpo, por fuera y por dentro. La
Renovación me ayudó mucho a acercarme a Dios y estuve en varios grupos
carismáticos de la diócesis de Alcalá".
Con los años sentía que Dios trabajaba en sus sentimientos. "Me ha hecho experimentar
su amor por mí y también por los demás, especialmente por los más pobres,
por los que se han perdido y todavía no le han encontrado. Poco a poco he ido
conociendo a Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a la Virgen María y a los
Santos. Vivir como Dios quiere no es difícil ni complicado. Lo difícil es
renunciar a uno mismo para poner a Dios en el centro".
EVANGELIZAR EN LA CALLE...
CIEN VECES Y AÚN TIEMBLA
En 2011, en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, conoció al
grupo Kerygma de evangelización callejera. "Me
caían bien, pero no quería ir con ellos porque sabía que salían a la calle a
evangelizar y yo no quería salir a la
calle de ninguna de las maneras. Pero empecé a ir a sus oraciones y
después a las evangelizaciones. Un día me propusieron salir a la calle y
acepté".
¿Cómo fue esa primera experiencia de hablar de Dios a
desconocidos en la calle?
"Fue en Madrid, en la iglesia de San
Ildefonso, en pleno centro de Malasaña.
Paramos a mucha gente, pero nadie nos hacía caso. Yo sabía que estaban
equivocados, que Dios sí existía y que los amaba, que sufría porque se hubiesen
alejado de Él. En un momento determinado, viendo a todas aquellas personas,
entendí que el Señor me preguntaba si
quería ayudarle, porque había mucho trabajo por hacer. Interiormente le
dije que sí y desde entonces salgo a la calle cada vez que toca, consciente de
mi pobreza y de mi torpeza, pero confiada en su Misericordia. Creo que se lo
debo".
Después de 6 años con el grupo Kerygma y unas cien experiencias de evangelización callejera aún sigue poniéndose
nerviosa, y también sus compañeros, pero perseveran. "Muchas tentaciones nos sugieren quedarnos en casa,
no insistir, que no sirve para mucho, que es mejor no molestar a la
gente..." Saben, por otra parte, que la Virgen les ayuda. "Cuando hay una evangelización y se prevén lluvias, le pedimos a María que no llueva durante la
evangelización y siempre nos lo ha concedido. Es uno de sus
regalos", comenta.
LO QUE SE APRENDE SALIENDO A
LA CALLE
En este tiempo ha aprendido 3 cosas:
1) "Que Jesús está en la Eucaristía,
vivo, y que actúa cuando alguien se presenta ante Él. En las
evangelizaciones se nota mucho la presencia de Dios. Y le agrada lo que
hacemos. Siempre nos regala su alegría".
2) "Que nosotros, los que salimos
a la calle, somos solo unos instrumentos y que estos instrumentos
mejoran cuanto más dóciles son al Espíritu Santo".
3) "Que evangelizar asiduamente te
cambia la vida, porque Jesús necesita que seamos totalmente de Él.
Cuando dejas una pequeña parte de tu vida cerrada a Cristo, el Enemigo
aprovecha para entrar y tumbarte. Jesús nos fortalece purificándonos,
permitiendo pruebas en nuestra vida para que dejemos que Él crezca y nosotros
disminuyamos".
Y hay momentos de alegría desbordante.
"La experiencia más alegre es cuando ves la mano de Dios sobre una persona,
que estaba alejada y que, frente a Jesús, se rompe, abre su corazón y empieza
a llorar. Y la alegría ya se desborda cuando ves que se acerca al sacramento de la confesión y se reconcilia con Jesús.
Por cada vez que esto ocurre, merecen la pena todas las evangelizaciones que
hacemos".
"VIVIR CON DIOS ES VIVIR
DE VERDAD"
Ella, que pasó tantos años lejos de Dios, tiene un mensaje para los que
se están pensando si vale la pena explorar la fe.
"A los que están lejos de la fe les digo que no les dé vergüenza volver, que Jesús está
vivo, que les quiere mucho y que siempre les está esperando. Que yo
perdí a todos los amigos que tenía antes de mi conversión, pero que he
encontrado a mucho más. Que vivir con Dios es vivir de verdad. Lo demás
son imitaciones".
ARDE COMPLUTUM, DEL 17 AL 23
DE JULIO
Arde Complutum es una semana
de formación, oración y evangelización por la calle que se organiza cada verano
en la diócesis de Alcalá desde 2012. Kerygma es su impulsor, con Raquel en
primera fila. Ya han pasado muchas personas que hoy evangelizan de distintas
formas, pero siempre valientes y
alegres.
"En los primeros días intentamos enseñar, como
decía San Juan Pablo II, que el misionero es un contemplativo en acción.
Cada día por la mañana los sacerdotes nos dan unos puntos de meditación, hacemos oración personal frente al Santísimo,
adoramos y celebramos la Eucaristía. Por la tarde la formación es más
práctica, hablamos sobre cómo y por qué
evangelizar y salimos a la calle. Los días de misión en las parroquias
son también una bendición. Se lo recomiendo a todo católico que quiera vivir su
fe en plenitud y quiera dejarse transformar por Cristo"