domingo, 29 de julio de 2007

ECHAR A VOLAR


Hemos de perder un poco el miedo a que cada uno afronte por sí mismo los pequeños sufrimientos y desengaños que la vida trae consigo.

Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó a uno de sus hombres para que los cuidara. Pasado un tiempo, el instructor comunicó al rey que uno de los halcones estaba ya perfectamente entrenado, pero al otro no sabía qué le pasaba, pues desde el primer día estaba posado en una rama y no había forma de que echara a volar, hasta el punto de que tenían que llevarle su alimento a ese lugar. El rey mandó llamar a varios curanderos y sanadores, pero nadie lograba hacer volar a aquel pequeño animal. Pidió consejo a otros sabios de la corte, pero no hubo forma de moverlo de allí. Por la ventana de una de sus habitaciones, el monarca podía ver que el halcón permanecía inmóvil. A la mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente por los jardines.
-"¿Cómo lo han conseguido? Traedme al autor de ese prodigio" - dijo el rey. Enseguida le presentaron a un sencillo campesino.
-"¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste? ¿Eres mago, acaso?"
Aquel hombre contestó:
-"Alteza, lo único que hice fue cortar la rama sobre la que reposaba. El pájaro no tuvo más remedio que empezar a emplear sus alas y echar a volar

Este sencillo relato trae a nuestra consideración el daño que muchas veces sufren, al comienzo de su vida, quienes tienen todo demasiado resuelto y nada les fuerza a emplear sus propios recursos. En cambio, en cuanto las necesidades reales se ponen frente a ellos, demuestran enseguida con satisfacción todo el despliegue de sus destrezas y cualidades.

Cuando se facilitan demasiado las cosas a los niños o a los jóvenes, cuando los adultos se adelantan siempre a resolverles sus problemas, o a protegerles de cualquier peligro, o a satisfacer en seguida sus demandas, o a darles la razón en cualquier conflicto con sus amigos o en la escuela, se dificulta seriamente su desarrollo y se fomenta su indiferencia y su pasividad.

Aprender a decir que no, o a decirse a uno mismo que no, es parte importante de la educación. Sobre todo cuando se vive en una sociedad en la que el progreso económico ha llevado a la gente joven a vivir demasiado expuesta ante las solicitaciones de la industria del consumo.

Por eso ha llegado a decir Susanna Tamaro que «para ser padre hoy en día hay que ser un héroe y atreverse a decir que no constantemente. La clase dirigente del mañana serán los niños a los que se les haya dicho que no. Serán los únicos que habrán conservado la capacidad autónoma de pensar».

Nota: Sin exagerar nuestro corazón no lo resistiría.

CALIDAD HUMANA


En esta época, todos hablan de calidad de productos, calidad de procesos, calidad de servicios, calidad de sistemas… muy poca gente habla de calidad humana”, “calidad de vida…” y sin ella, todo lo demás es apariencia, sin fundamento.

Hablar de calidad humana, es cuidar nuestros vínculos con los demás. Necesitamos rehacer nuestros vínculos humanos.

De nada sirve trabajar de sol a sol en un lugar donde no tienes amigos y llegar cansado a un hogar en el que a nadie se interesa en saber cómo nos fue.

¿Para qué trabajar si nos sentimos solos?

Es triste leer un libro y no tener a alguien con quien comentarlo; es doloroso sentirse preocupado y no contar con una persona a quien abrirle el corazón.

De nada vale estar frente a una cancha de tenis, de fútbol o frente a un juego de salón si no tenemos con quien jugar, con quien disfrutar ese momento.

¿Para qué tener lo que no se puede compartir?

Ni las cosas, ni el dinero, poseen un valor intrínsico. El valor de lo material está en su aplicación, en el servicio a alguien o la convivencia con alguien más.

La belleza de tener está en compartir.

La magia de luchas por una prosperidad económica, estriba, ni más ni menos, en poder ver sonreír a alguien a quien le damos el privilegio de disfrutar lo que ganamos.

Eso es parte de la naturaleza humana:
dar, convivir, amar, servir ayudar.

martes, 24 de julio de 2007

LA BALANZA


Una mujer pobremente vestida, con un rostro que reflejaba tristeza, entró a una tienda, se acercó al dueño y de una manera humilde le preguntó si podía llevarse algunas cosas a crédito; con voz suave explicó que su esposo estaba muy enfermo y que no podía trabajar, tenían siete niños y necesitaban comida.

El dueño no aceptó y le solicitó que abandonara la tienda.

Sabiendo la necesidad que estaba pasando su familia la mujer le rogó:
-Por favor, señor, se lo pagaré tan pronto como pueda.
El dueño le dijo que no podía fiarle, ya que no tenía una cuenta de crédito en su tienda.

De pie, cerca del mostrador, se encontraba un cliente escuchando la conversación… éste se acercó y le dijo al dueño de la tienda que él se haría cargo de lo que la mujer necesitara para su familia.

El dueño, fastidiado, preguntó a la mujer:
-“¿Tiene usted una lista de compras?”
La mujer dijo:
-Si señor
-“Está bien – dijo el dueño – ponga su lista en uno de los platos de la balanza y lo que pese su lista se lo daré en comestibles


La mujer titubeó por un momento y cabizbaja busco en su cartera un pedazo de papel, escribió algo en él y lo puso, triste aún, en uno de los platos de la balanza.

Los ojos del dueño y del cliente se llenaron de asombro, cuando el plato de la balanza, donde estaba el papel se hundió hasta el fondo y permaneció así.

El dueño sin dejar de mirar la balanza dijo:
-“¡No lo puedo creer!”

El cliente sonrió y el dueño comenzó a poner comestibles en el otro plato de la balanza; la balanza no se movía, por lo que continuó poniendo más y más comestibles, hasta que se llenó; el dueño se quedo pasmado de asombro.

Finalmente, agarró el pedazo de papel y lo miró con tremendo asombro…

No era una lista de compras, era una oración que decía: Querido, Señor, Tú conoces mis necesidades y yo voy a dejar esto en tus manos

El dueño de la tienda le entregó los comestibles que había pesado y quedo allí en silencio…

La mujer agradeció y abandonó la tienda; el cliente entregó al dueño un billete de US $ 50 y le dijo:
-Valió la pena cada centavo de este billete ahora sabemos cuanto pesa una oración

Reflexión: La Oración es uno de los mejores regalos que recibimos. No tiene costo, pero sí muchas recompensas.

sábado, 21 de julio de 2007

LA CORONA DE LA VANIDAD


No importa la apariencia y el esplendor, la sencillez y la humildad brillan con luz propia cuando son auténticas.

* Los hombres valiosos llegan a la fama por sus obras. Los necios se hacen famosos por la propaganda.
* Nuestra sociedad de consumo también "fabrica" ídolos famosos, porque necesita venderlos.
* Si el sabio te censura, piénsalo. Si el estúpido te alaba, ¡laméntalo
!
* El que se sabe merecedor de la aprobación y del aplauso, no hace nada para conseguirlos.
* El árbol que sobresale muy pronto con sus ramas, suele ser el que primero cae por falta de raíces.
* El hombre seguro de sí mismo goza cuando es apreciado y se duele ante el menosprecio, pero no malgasta su tiempo para cambiar la opinión ajena.
* La propaganda es muchas veces como el agua: deja en el fondo el oro y saca a flote el leño seco.
* Si eres sensato valoras más el juicio de los pocos que te conocen de verdad, que las alabanzas o los juicios negativos de los que te desconocen.
* El necio se irrita con la corrección del amigo y se hincha con la alabanza del adulador.
* El orgullo hincha la pobreza del necio y la humildad agranda la riqueza del sabio.
* El orgullo es la fachada de la estupidez y la humildad es el cimiento de la sabiduría.

PONERSE EN EL LUGAR DE LOS DEMÁS


Este breve relato habla por sí solo de la importancia de saber tratar a la gente.
De cómo podemos ser una oportunidad para quien parece no merecerla
.

Había un joven que llevaba tres o cuatro minutos paseando una y otra vez por delante de la oficina y mirando al interior. Por fin - cuenta William Saroyan - entró y fue al mostrador. Spangler lo vio y salió a atenderlo. El joven sacó un revólver del bolsillo derecho del abrigo y lo sostuvo con mano temblorosa:
-“Déme todo el dinero. Todo el mundo está matando a todo el mundo, así que no me importa matarlo a usted. Ni tampoco me importa que me maten. Estoy nervioso y no quiero problemas, así que déme todo el dinero deprisa.

Spangler abrió el cajón del dinero y sacó el dinero de diversos compartimentos. Colocó el dinero, billetes, paquetes de monedas y monedas sueltas, sobre el mostrador, delante del chico:
-“Te daría el dinero de todos modos, pero no porque me estés apuntando con un arma. Te lo daría porque lo necesitas. Ten. Es todo el dinero que hay. Cógelo y luego toma un tren a casa. Vuelve con los tuyos. Yo no informaré del robo. Pondré el dinero de mi bolsillo. Aquí hay unos setenta y cinco dólares.
Esperó a que el chico cogiera el dinero, pero el chico no lo tocó.
-“Lo digo en serio, coge el dinero y vete. Lo necesitas. No eres ningún criminal y no estás tan enfermo como para no poder curarte. Tu madre te está esperando. Este dinero es un regalo que yo le hago. Si lo coges no serás un ladrón. Tú coge el dinero, guarda ese arma y vete a casa. Tira el arma en alguna parte, así te sentirás mejor.

El joven volvió a guardarse el arma en el bolsillo del abrigo. Luego se tapó la boca con la mano temblorosa que había estado sosteniendo el arma:
-“Lo que tendría que hacer es pegarme un tiro”.
-“No digas locuras - dijo Spangler, mientras juntaba todo el dinero y se lo daba al joven -, aquí está el dinero, cógelo, vete a casa y ya está. Si quieres, deja el arma aquí conmigo. Ten tu dinero. Si necesitas usar un arma para conseguir dinero, entonces es tuyo. Sé cómo te sientes porque yo me he sentido igual. Todos nos hemos sentido igual. Los cementerios y las prisiones están llenos de buenos chicos norteamericanos que han tenido mala suerte y han vivido malas épocas. No son criminales.

El joven se sacó el arma del bolsillo y se la pasó por encima del mostrador a Spangler, que la metió en el cajón del dinero:
-No sé quién es usted, pero nadie me ha hablado nunca como me ha hablado usted. No quiero el arma y no quiero el dinero, y sí, me voy a casa. Vine hasta aquí gorreando el dinero y volveré gorreando”.
- Ven aquí y siéntate”, le dijo Spangler.

El joven fue a la silla contigua a la mesa de Spangler. Éste se sentó sobre la mesa. El chico tenía tuberculosis. Hablaron un rato.

-Nada tiene sentido para mí. No me gusta la gente. No los quiero cerca de mí. No confío en ellos. No me gusta la forma en que viven ni la forman en que hablan ni las cosas en las que creen ni la forma en que se empujan los unos a los otros. Simplemente estoy cansado y harto y asqueado. No me interesa nada. No puedo darle las gracias lo bastante por lo que ha hecho usted y por la clase de ser humano que es usted, pero tengo que decirle que si usted me hubiera sido hostil le habría pegado un tiro. No he entrado aquí armado en busca de dinero. He entrado aquí con un arma para averiguar si usted era un hombre decente de verdad. Durante mucho tiempo he despreciado a todo el mundo, y de pronto, a miles de kilómetros de casa, en una ciudad extraña, he encontrado a un hombre decente. No me lo podía creer. Tenía que averiguarlo. Quería que fuera cierto, porque llevo años diciéndome: «Quiero conocer a un solo hombre no corrompido por el mundo para poder estar yo también no corrompido, y así poder vivir y creer». No estaba seguro la primera vez que nos vimos pero ahora sí. No quiero nada más de usted. Ya me ha dado todo lo que quiero. No me puede dar nada más
”.

Este breve relato habla por sí solo de la importancia de saber tratar a la gente. De cómo podemos ser una oportunidad para quien parece no merecerla. De que muchos hombres tienen unas razones misteriosas que le empujan a obrar de una manera equivocada, pero pueden cambiar. Siempre es mejor no hacer juicios precipitados, descubrir lo que realmente el otro necesita, ponernos en su lugar, situarnos dentro de sus sentimientos. Así seremos más justos.
Alfonso Aguiló

miércoles, 18 de julio de 2007

LOS MANDAMIENTOS, ¿PROHIBICIONES Ó CAMINOS?

El peligro radica en un modo de ver las normas morales cristianas como si se tratase de leyes hechas por los hombres.


Existe un peligro a la hora de pensar en los mandamientos de la Ley de Dios y en los mandamientos de la Iglesia: verlos como una obligación, como una carga, como una ley más o menos pesada. Cuando pensamos así es fácil que se suscite en uno la pregunta: ¿hasta dónde puedo llegar sin faltar a la norma? ¿Hasta qué punto me estaría permitido un acto que llega al límite de la trasgresión, pero que todavía estaría dentro de la regla?

Este peligro radica en un modo de ver las normas morales cristianas como si se tratase de leyes hechas por los hombres. Hay normativas que indican qué impuestos pagar, cómo moverse en las carreteras y cuándo hemos de saludar al jefe de trabajo. Entonces, ¿hasta dónde puedo llegar sin que la norma sea violada? En otras ocasiones la pregunta es sobre el nivel de infracción qué es
tolerado: si supero el límite de velocidad sólo en 30 ó 40 Km/h por encima de lo señalado por un cartel, ¿me multan o todavía tienen indulgencia conmigo?

Ver así los mandamientos es no entender la vida cristiana. Cuando Dios nos pide que le amemos, que no juremos en falso o que santifiquemos las fiestas, no nos está diciendo que hemos de pagar un impuesto cuya cantidad depende de decisiones que hoy son de un modo y mañana de otro.

Si Dios nos pide algo tan profundo comono matarás no es para que me ponga a pensar si en este aborto, cometido cuando el hijo tiene sólo 9 semanas, no violo la ley, que quedaría violada cuando el hijo ya tiene más de 20 semanas...

Cada mandamiento quiere promover unos valores, un aspecto de la experiencia humana, un modo de vivir en plenitud nuestra condición de hijos de Dios y de redimidos por Cristo. Entonces, el mandamiento honra a tu padre y a tu madre no es visto sólo como un peso y como algo que vale mientras uno no tenga cosas más importantes que hacer.

Ni el no dirás falso testimonio ni mentirás puede ser puesto entre paréntesis cuando gracias a una pequeña calumnia puedo conseguir eliminar a un compañero que me obstaculiza en mis sueños de subir en el escalafón del trabajo.

La visión correcta ante los mandamientos me lleva a preguntarme:
¿cómo puedo vivir a fondo el amor familiar, la limpieza de corazón y el respeto a la pureza antes de casarme y después del matrimonio, la justicia social y la promoción de un orden económico que permita a todos tener lo necesario para sobrevivir?

Lo mismo podemos decir con los mandamientos de la Iglesia. El ir a misa los domingos no es sólo una norma que se le ocurrió a un obispo más o menos preocupado porque los bautizados empezaban a faltar a misa. Es, más bien, el reconocimiento de una necesidad vital, de un deseo ardiente del corazón por volver a experimentar en plenitud el misterio de nuestra salvación:
la entrega de Cristo a los hombres hasta dar su Sangre y su Carne en un gesto de amor que nos llena de confianza y nos permite renovar nuestro bautismo.

Los mandamientos no son simples prohibiciones ni normas con las que podemos jugar para ver hasta dónde sí y hasta dónde no... Cada uno de los Mandamientos nos pone ante metas a veces difíciles, pero siempre capaces de embellecer, desde corazones generosos, un mundo que necesita testigos alegres de la vida cristiana. Un mundo por el que el Cristo murió, para que un día podamos volver a reunirnos en la Patria eterna donde podremos ser abrazados por un Padre que nos quiere con locura, y nos invita a vivir a fondo como hombres y como cristianos nuestra vocación más profunda: EL AMOR.

EL VATICANO DIFUNDE LOS "DIEZ MANDAMIENTOS" PARA AUTOMOVILISTAS


La Santa Sede expresó su preocupación por las muertes en accidentes de tránsito. Denunció que los autos se convirtieron en un objeto de ostentación y vanidad para suscitar la envidia del otro e invocó a la prudencia.

Así se destaca en el documento "Orientaciones para la pastoral de la carretera": A muchas personas cuando conducen les aflora el instinto de dominio, prepotencia y poder y el automóvil lo usan como objeto de ostentación de si mismos, para eclipsar a los demás y suscitar envidias. El texto también denuncia comportamientos "poco equilibrados" en muchos conductores como la falta de cortesía, gestos ofensivos, imprecaciones, blasfemias, pérdidas del sentido de la responsabilidad, violación deliberada del código de circulación. "Conducir quiere decir controlarse", afirma el texto, que señala que los automóviles deben estar siempre revisados. También destaca que en el siglo XX unos 35 millones de personas murieron en accidente de ruta y los heridos fueron mil millones y medio. En el año 2000, los muertos fueron 1.260.000. Ante esos alarmantes datos, el Vaticano exhortó a respetar las normas de circulación y recordó la "virtud de la prudencia", a la vez que advirtió sobre la distracción y el uso de teléfonos móviles durante la conducción, así como guiar bajo los efectos del alcohol y las drogas. Frente a accidentes con o sin muertes, el documento recuerda la "virtud de la justicia" y el que el causante responda ante ella para reparar el daño causado. También señala la necesidad de animar a las familias de las víctimas para que perdonen al agresor. Tras un exhaustivo recorrido por el mundo del automovilista, el Vaticano propone un "decálogo del conductor", a semejanza de los Diez Mandamientos.

EL "DECÁLOGO DEL CONDUCTOR"

I. "No matarás”.
II. "La ruta sea para ti un instrumento de comunión entre las personas y no de daño mortal”.
III.
"Cortesía, corrección y prudencia te ayuden a superar los imprevistos”.
IV. "Sé caritativo y ayuda al prójimo en la necesidad, especialmente si es víctima de un accidente”.
V. "El automóvil no sea para ti expresión de poder y dominio y ocasión de pecado".
VI.
"Convence con caridad a los jóvenes y a los que ya no lo son a que no se pongan al volante cuando no están en condiciones de hacerlo".
VII."Brinda apoyo a las familias de las víctimas de los accidentes".
VIII."Reúne a la víctima con un automovilista agresor en un momento oportuno para que puedan vivir la experiencia liberadora del perdón".
IX.
"En la ruta tutela al más débil".
X. "Siéntete tú mismo responsable de los demás".

Ante el "preocupante" número de accidentes, el Vaticano propone una "educación callejera" que tenga en cuenta "saber lo que hay que hacer, conscientes del peligro y de la responsabilidad y obligaciones tanto de los conductores como de los peatones". Aboga por la educación en este campo de los niños, por el papel de las escuelas y de la familia. Visto que cada vez se desplazan más personas, son más los transportistas y las familias que viajan, el Vaticano propone una "pastoral de la ruta", que entre otras contemple apoyo espiritual, la instalación de capillas fijas o móviles en nudos de autopistas o centros cristianos de atención a los viajeros. El documento resalta que no está de más que el viajero se haga la señal de la cruz antes de emprender un viaje, ya con ese signo "nos entregamos directamente a la protección de la Santísima Trinidad". La corresponsal de la cadena COPE, Paloma Gómez Borrero, dijo que las advertencias para el tránsito de la Santa Sede fueron tomadas en Italia como "necesarias", debido a las tragedias que ocurren en todo el mundo.

domingo, 15 de julio de 2007

¿DÓNDE ESTÁS?



¿DÓNDE ESTÁS?... te grité aquella mañana temblando de dolor… desesperado, y mi tristeza se elevó hecha grito en la tranquila paz de tu SAGRARIO.

¿DÓNDE ESTÁS?... volví a gritar con voz más fuerte, quebradas las barreras de mi llanto...
¡NO PUEDO SOPORTAR TU SILENCIO!

¿DÓNDE ESTÁS mi Señor? ¡TE ESTOY BUSCANDO!

“¡AQUÍ ESTOY!”… gritaste en mi conciencia, y un mendigo cubierto de harapos me vino a visitar en mis recuerdos cargando su silencio resignado… En sus manos tendidas había tristeza, en su mirada… mucho cansancio caminando las calles de la vida.
¡CUÁNTAS VECES SIN VERLO LO HE CRUZADO!

“¡AQUÍ ESTOY!”… repetiste con voz firme, y recordé a aquel niño abandonado que, acurrucado en el banco de una plaza encontré ésta mañana tiritando… Aunque era un niño, descubrí en sus ojos la dolida mirada de un anciano cansado ya de haber visto todo… aunque había vivido pocos años.

“¡AQUÍ ESTOY!”… y recordé de pronto, el andar vacilante del borracho que con paso inseguro, por las calles andaba su bochorno y su cansancio.

“¡AQUÍ ESTOY!”… y vino a mi memoria la mirada perdida del muchacho que buscaba en el mundo de las drogas, las sensaciones que aún no había encontrado.

“¡AQUÍ ESTOY!”… dijiste, y yo cerré mis ojos recordando los ojos de cansancio de aquella prostituta que en las noches traficaba su cuerpo manoseado.

“¡AQUÍ ESTOY!”… agregaste, y recordé al hambriento revolviendo los tachos de basura del mercado, buscando mitigar su hambre de siglos, en los restos que otros hombres despreciaron.

“¡AQUÍ ESTOY!”… gritaste, y vino a mi memoria la cama del enfermo abandonado… el jadeante respirar del perseguido, el llanto sordo del desheredado… la vergüenza de los hijos naturales, el estéril clamor del condenado que fueron de los vientres arrancados.

“¿DÓNDE ESTOY has venido a preguntarme?
¡AQUÍ ESTOY!... en el dolor de tus hermanos. ¡DEJA DE CONTENTARTE reviviendo en los artísticos cuadros mi calvario! Yo cargo con dolor todos los días la dura cruz de los desheredados, continúo sufriendo en los que sufren, y en su sangre me sigo desangrando…”

“¡QUITA MI IMAGEN de la cruz que llevas… de las imágenes sin vida estoy cansado! ¡Cansado estoy del arte de los hombres, que al mundo siempre me ha mostrado! Yo acepté libremente mi designio, y a la cruz fui a morir enamorado ¡Pero he resucitado y entre mi gente sigo caminando!”

YO NO SOY UN PEDAZO DE MADERA, NI UNA ESTATUA DE YESO COLOREADO. Yo vivo en el dolor y el sufrimiento de aquellos que los hombres marginaron. Andando los caminos de ésta vida, revivo día a día mi CALVARIO. ¡MIL VECES ME TORTURAN Y ME MATAN
en el diario sufrir de tus hermanos!”

TAMBIÉN ESTOY AQUÍ dentro del TEMPLO en donde ésta mañana me has buscado; pero es hora que aprendas a encontrarme en los que viven su VIA CRUCIS a tu lado… y no grites tanto al buscarme, porque también estoy muy cerca de ti… en tu corazón. Cuando me hayas encontrado en el los sitios que te he nombrado, y viéndome o sentido me hayas amado, puedes volver a buscarme aquí en el TEMPLO ten bien por seguro que en el SAGRARIO siempre te estaré esperando.

Señor, dame fuerzas para hacer lo que me pides entonces, pídeme lo que quieras. San Agustín.

OCHO MINUTOS


Cuenta la leyenda que una mujer pobre con un niño en los brazos, pasando delante de una caverna, escuchó una voz misteriosa que desde dentro le decía:

-“Entra y toma todo lo que desees, pero no te olvides de lo principal. Recuerda algo: Después que salgas, la puerta se cerrará para siempre; por lo tanto, aprovecha la oportunidad pero no te olvides de lo principal

La mujer entró en la caverna y encontró muchas riquezas. Fascinada por el oro y las joyas, puso al niño en el piso y empezó a juntar ansiosamente todo lo que podía en su delantal.

La voz misteriosa habló nuevamente:

“¡TIENES SÓLO OCHO MINUTOS!”

Agotados los ocho minutos, la mujer cargada de oro y piedras preciosas, corrió hacia fuera de la caverna y la puerta se cerró… recordó, entonces, que el niño quedó dentro y la puerta estaba cerrada para siempre.

Lo mismo ocurre a veces con nosotros. Tenemos unos ochenta años para vivir en este mundo, y una voz siempre nos advierte:

“¡NO TE OLVIDES DE LO PRINCIPAL…!”

Y lo principal son los valores espirituales, la oración, la vigilancia, la familia, los amigos, la vida. Pero la ganancia, la riqueza, los placeres materiales nos fascinan tanto que lo PRINCIPAL siempre se queda a un lado.

Así agotamos nuestro tiempo aquí, y dejamos a un lado lo esencial:
LOS TESOROS DEL ALMA”.

Jamás olvidemos que la vida en este mundo pasa rápido, y que la muerte llega a nosotros de sorpresa, como un ladrón que entra por la ventana y, cuando la puerta de la vida se nos cierra, de nada valdrán las lamentaciones.

Vivimos en un mundo lleno de problemas, angustias, corrupción, vandalismo, injusticias, donde cada día mueren niños inocentes, padres de familia con estrés, pero todo es porque hemos olvidado lo PRINCIPAL:
EL AMOR LA PAZ LA HUMILDAD LA SENCILLEZ y la PUREZA, TERNURA e INOCENCIA DE LOS NIÑOS.

Se feliz cada día, en cada momento de tu vida por más difícil que un problema parezca.

Vida, sólo una, disfrútala, cuidadla, enamórate de ella para cuando ya no estés, no te arrepientas de nada o de que te haya faltado algo por hacer.

BENDICIONES

martes, 10 de julio de 2007

DIOS Y EL SEXO HUMANO


Fuente: P. José María Barandiarán OCD
Revista
: Luces del Carmelo Nº 13, julio de 2007, pp. 16-17. Parroquia San José

La teóloga Isabel Gomez-Acebedo, madre de seis hijos, en su carta a un Obispo, hacía este cuestionamiento a la Iglesia:
-“¡Qué pocas veces se oye en cristiano hablar del placer y gozo del sexo! Cuando sentirse amada, querida, fusionada, gozada en manos del amor de nuestra vida, es uno de los sentimientos más fuertes y más buscados del ser humano.

El sexo es el amor humano de Dios hecho placer. El Amor de Dios es ya la vida misma, gracias al amor de Dios existimos y vivimos. Luego la vida en amor es bendición de Dios. A lo humano el amor se vive en el sufrir y gozar, de ahí que hasta el placer sexual en amor es bendición de Dios. Si en este mundo hay algo sagrado es la VIDA. Y parte de la vida es la SEXUALIDAD, luego el SEXO es sagrado. La Iglesia ni quita ni pone nada de lo que naturalmente es el sexo y el matrimonio, lo único que hace es dignificar más. Lo eleva a la misma grandeza y belleza del amor bendecido por Dios. Una lámpara apagada se ve opaca, encendida desborda luz y calor, alegría y placer. Eso ocurre con la sexualidad cuando el amor le da luz y calor al sexo, alegría y placer.

El hombre y la mujer se relacionan en tres formas diferentes:

(1) = sentimentalmente: (sentimientos) palabras, canto, miradas, gestos, piropos…
(2) = sensualmente: (sensorial-sentidos) beso, abrazo, caricias…
(3) = sexualmente: (sexo) órganos genitales (generar vida…)

El beso en la boca, el regodeo de la lengua y… ¿es sensual o sexual? Cuántas veces las madres besan en la boca a sus niños. El saludo, la palabra, el piropo, el canto, el abrazo, el beso, la caricia, el baile, la danza, el sexo… es expresión de amistad y amor. El equívoco está en que con frecuencia todo se mezcla: sentimientos con sensaciones sexuales. Y eso es como una trampa que uno tiende a la otra persona. Pero naturalmente todos rechazamos ser objeto de engaño. De ahí que la mayor ofensa es la apariencia y la mentira. Que es también lo que más rechaza Dios. Jesús en el Evangelio manifiesta expresamente lo que Dios más quiere: Mi Padre quiere adoradores que lo adoren en espíritu y en verdad (Jn. 4, 23). Espíritu: nada de formulismos, ceremonias, papeleos, de interés material. Verdad: no egoísmos, no trampas, no usos y abusos, ninguna forma de mentira. Si el sexo es espíritu (amor), si el sexo es verdad (sinceridad), el sexo será un digno acto de adoración a Dios. El mejor acto de adoración a Dios es el amor.

¿El arte de hacer el amor sexual será también adoración a Dios? Un fariseo le preguntó a Jesús (Mt. 22, 36-40): Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de toda la Biblia?” Contestó Jesús: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Pero el segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimosemejante” = “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, e hizo ISH (masculino-hombre) y ISH-A (femenino-hombra-hembra)”. Los hizo MACHO y HEMBRA (Génesis. 1, 26)

El hombre en todo lo que es hombre es imagen de Dios, también en lo que es de macho. La mujer en todo lo que es mujer es imagen de Dios, también en lo que es de hembra. Es de Dios que el hombre sienta lo que siente, y sienta la mujer lo que siente. Fue Dios quien los hizo así. La ansiedad sexual no es invento de la humanidad. Todos los animales conllevan esta ansiedad sexual, motivado por el celo en el tiempo reproductivo. El hombre, aunque también animal, es diferente; porque descubre que el sexo por su inmenso placer es reflejo del placer del amor. Todos los animales conllevan la ansiedad de comer, por la urgencia de vivir. También el hombre, que también es animal, tiene apetito, hambre, las ganas de comer. Pero el hombre descubre lo que los demás animales no se dan cuenta: que en compartir las ganas de comer es de las expresiones más nobles de amistad y amor. Los que comen juntos son: amigos y compañeros. Compañero viene de cum-panis que es compartir el pan. En línea con la teoría de la evolución, se ha especulado mucho, cuándo fue el preciso instante en que el mono (?) se hizo hombre: ¿Cuándo bajó del árbol, cuando se puso de pie, cuando el pulgar de la mano se hizo prensil, cuando empezó a reír…? Los antropólogos indican que fue cuando un mono dio a la relación sexual significación de cariño, ternura, afecto. Aspectos que no se encuentran en los animales. Es decir, el mono es hombre cuando Dios le infunde el sentimiento de amor en el sexo. Luego es de Dios todo ese fuego de ansiedad sexual.

Todos sabemos de sobra que hay una riqueza de vivencias, de posibilidades, de oportunidades. La madurez de la persona es saber escoger lo mejor, saber preferir. Ese saber preferir, para algún día amar en interrelación sexual, es compromiso de novios (noviazgo). El realizar esa preferencia de interrelación sexual, para evidenciar el amor, es compromiso de esposos (matrimonio). A la hora de preferir, hay que preferir el amor más grande, lógico. El amor más grande no son los padres ni los hijos. Los padres pasan, son personas del pasado. Los hijos están por llegar, son personas del futuro. El amor más grande que el hombre y la mujer viven en su vida es el amor de novios-esposos.

El amor más grande con que Dios quiere que lo amemos a Él es amando al prójimo: El segundo es semejante al primero: Amarás al prójimo…” (Mt. 22, 38). La palabra prójimo viene de la palabra próximo. El prójimo más próximo es el novio-esposo. Amar al novio-esposo es amar a Dios. Pues el novio-esposo es imagen viva de Dios vivo, la novia-esposa es imagen viva de Dios vivo. Amar a Dios y amarse los novios-esposos es lo mismo. Todo ese placer, ese gozo, pasión, lo ha puesto Dios. Una persona que no sintiera nada, sería una persona sospechosa como hombre o como mujer. Cuantos jóvenes vienen a confesarse pensando que eso es pecado. ¡Y es todo lo contrario! Es bendición. Les digo: cómo me alegro. Pues de esa manera, con esas ansias, está diciendo Dios: “te he hecho para amar; prepárate para el amor; crece, madura en el amor.

El amor abarca todas estas áreas de la vida: por de pronto, como todo el mundo, trabajar para vivir. En convivencia de pareja: como individuos, comer. Como personas: dialogar. Como pareja: amar. Y en el amor es parte importantísima: el sexo. Más sagrado que prender velas, que hacer novenas, que ayuno y penitencias… El sexo es sagrado porque el sexo es de Dios, porque así quiso Dios que fuera la expresión humana del amor. Hasta los piropos pueden llegar a ser plegarias de bendición. Toda la fantasía de la creación, el cielo y la tierra, el universo y el mundo entero, mares, ríos, montañas, nubes, estrellas, el sol, la luna… sólo es un nido para el amor del hombre y de la mujer. Dios dejó la creación incompleta. Para completar falta el amor del hombre y de la mujer: Creced y multiplicaos (Gn. 1, 28): crecer en el amor y multiplicar en los hijos el amor.

Nadie se hubiera imaginado que, de las mejores maneras de amar a Dios, es hacer el amor cuando ese amor ya es bendecido por Dios (algo así como comer el pastel de bodas en su momento y no ha la salida del colegio). Qué pocos valoran así el sexo: que Dios quiere que el amen haciendo el hombre y la mujer el amor, y que en ese momento hasta Dios está gozando, disfrutando, con el hombre y mujer que disfruta. Pero como expresión sincera del amor, no por única pretensión de placer. Como hacer el amor es tan personal, cada pareja lo hace diferente. Como el hacer el amor es tan personal, hay que ser artista en eso de hacer el amor. Por eso la interrelación sexual es absolutamente diferente con una persona o con otra. Ni siquiera con la misma persona es nunca igual, porque las motivaciones son diferentes, porque la vida es diferente día a día. Porque lo único que hace placentero hasta el paroxismo del éxtasis, es el amor. Me sabe a sebo y eso que ella es reina de belleza, así se expresó alguien hace muchos años. Si no hay amor nada es agradable ni placentero, en cambio con amor hasta en el sufrir, en el dolor, hay gozo y satisfacción. Cuando no hay amor, la belleza (la belleza de la hombría o de la feminidad) aburre. Las mil y una posturas (maneras) de interrelación sexual, las que trae Kamasutra, esas mismas posturas pueden ser: o pornografía o el acto más sagrado de adoración a Dios. Sólo las diferencia el amor verdadero. El arte de hacer el amor es hacer del sexo la más bella danza de la vida. Entre dos personas que de VERDAD se quieren, la interrelación sexual es verdadera liturgia del amor. Ya hemos dicho que el matrimonio es nada menos que sacramento, uno de los siete momentos más sagrados de nuestra fe y religión. No podía ser menos el hacer el amor, cuando Dios mismo es AMOR. Ahora entenderemos mejor que la sexualidad del hombre y de la mujer lo hizo el Dios del amor.

Y si es liturgia de celebración de la vida hacer el amor, debe haber un templo y un altar de ofrenda al Dios del amor. Para cada uno de los esposos sus propios cuerpos son el templo del Dios del amor: Sois templos vivos del Dios vivo (1 Cor. 3, 16). Y el altar de celebración del amor es el corazón. Para el esposo es la esposa templo y altar, para la esposa es el esposo templo y altar. Y así como las ofrendas se colocan sobre el altar, así cuando el hombre se coloca sobre la mujer y la mujer sobre el hombre, sea como sea, aunque en postura 69, San Pablo dice que, si todo lo que hacemos, lo hacemos con amor, todo es bueno: Todo es puro, pero haciéndolo sin escándalo (Rm. 14, 20). Todo es limpio para los limpios en cambio, para los sucios y faltos de amor no hay nada limpio; hasta el corazón y la conciencia la tienen sucia (Tito 1, 15).

El gran pecado de la mayoría de los hombres no es el hacer el sexo con la mujer, es que no saben hacer el sexo con su mujer. Estadísticas de mucha mujeres: 10, 15, 20 años de matrimonio y ¡ni una sola vez! han llegado al placer del coito. No se ha confesado todavía ningún hombre conmigo que me haya dicho: en la cama no valgo para nada. Y es un gran pecado. Que si hacer sufrir al cónyuge es pecado, privarlo del placer del amor es peor pecado. En cambio, varias señoras me han dicho: no soy lesbiana, pero como mi marido sobre la sexualidad de la mujer no sabe nada, tengo amores con una amiga, que me lo hace rico. Tan machos los hombres y tan bobos. Ellos que se casan con el terno negro, estilo pingüino, de los pingüinos deberían aprender a hacer el amor. Me llevé una sorpresa viéndolos en un canal de TV, aun en medio del frío helado de la Antártica ¡qué placidez de juego amoroso, de finura, de delicadeza! Cuándo se van a convencer los engreídos machos hombres que hay que hacer el amor ¡románticamente! ¡enamorando!, y no obligando, ni forzando, violando. El hombre es como el Sol, que apenas si es romántico en el breve tiempo del ocaso. En cambio, la mujer al igual que la Luna, la noche toda enamora. Casarse es estrenar el amor cada día… con su noche.

El más grande romántico y enamorado a toda hora es Dios que es Amor. (1 Jn. 4, 8): la Luna, que en noche de Luna tu novio te quiere dar, lo hizo Dios para ti. Y todo el universo, en la increíble fantasía de creación, no es más que un nido para tu amor. La mejor definición del amor es Dios: Creced y multiplicaos (Gn. 1, 28). Crecer es madurar. Según esto, amar es ENVEJECERSE JUNTOS, que eso indica crecer. Saber amar es ser cada vez más joven en el querer. Como Dios es amor, Dios es joven. De ahí que en el cielo, como Dios es joven, nunca envejeceremos. Más todavía, quien ha inventado la más larga Luna de Miel es Dios.

¿Qué tanto es la Luna de Miel aquí? ¿Una noche, un día, una semana, un mes? Yahvé- Dios quiere que sea… ¡un año entero! (Dt. 24, 5) Si uno es recién casado…, estará libre de obligaciones y trabajos por UN AÑO, para DISFRUTAR de la mujer con quien se ha casado. Y en el Cielo será toda la Eternidad LUNA DE MIEL. Pero, entre tanto, aquí en la Tierra, no olvidemos que el placer sexual es bendición de amor de Dios.




sábado, 7 de julio de 2007

INOCENCIA


Una hermosa niña, diariamente iba caminando a la escuela, solita y a pie

A pesar del mal tiempo de aquella mañana, del viento fuerte y las nubes amenazadoras, ella seguía su camino rumbo a la escuela…

A lo largo del día el viento fue aumentando, y se fue formando como una tempestad, con muchos rayos y truenos…

La madre pensaba que su hijita podría sentir miedo al volver tan solita en medio de la tempestad, ya que ella misma estaba bastante asustada…

Preocupada, rápidamente subió a su auto y se dirigió por el camino en dirección a la escuela…

Luego a la distancia, avistó enseguida a la pequeña…

Lo más extraño es que a cada relámpago, la niña paraba, miraba hacia arriba y sonreía…

Otro y otro trueno…

Y ella siempre miraba hacia el cielo y sonreía…

Finalmente la niña subió al auto e inmediatamente, curiosa, la madre preguntó:
- “¿Puedes contarme qué estabas haciendo, tesoro?”

Y la pequeña respondió:
- “¡Sonriendo mami! ¡Dios no paraba de sacarme fotos!”

Dejemos que la inocencia florezca en nuestro corazón, para poder ver la más bella y real felicidad que está en los momentos más simples de la vida.

¡Qué Dios y su Santísima Madre te bendigan!

jueves, 5 de julio de 2007

EL ATEO


Un ateo paseaba por un bosque admirando todo lo que había creado aquel accidente de la evolución
-"¡Qué majestuosos árboles! ¡Qué poderosos ríos! ¡Qué bellos animales!..." - decía el ateo.

A medida que caminaba a lo largo del río, de pronto… detrás de sí, empezó a escuchar ruidos entre los arbustos. Volteó para mirar y se encontró con un corpulento Oso Pardo que caminaba hacia él.

Echó a correr lo más rápido que pudo. Volteó a mirar y reparó que el Oso estaba demasiado cerca…. aumentó la velocidad. Sintió tanto miedo que le vinieron lágrimas a los ojos.

Fue entonces que tropezó y cayó desamparado… rodó por el suelo e intentó levantarse.

Pero el Oso ya estaba sobre él queriendo agarrarlo con su fuerte pata izquierda, y con la otra pata intentando agredirlo ferozmente.

En ese mismo momento el ateo exclamó:
-“¡Oh, Dios mío!”

El tiempo se detuvo. El Oso quedó sin reacción. El bosque se sumergió en el silencio. El río dejó de correr.

A medida que una luz clara brillaba, del cielo una voz se escuchaba diciendo:
-Tú negaste mi existencia durante todos estos años, enseñaste a otros que YO no existía y pretendiste reducir la creación a un solo accidente cósmico”. ¿Ahora, esperas que YO te ayude a salir del apuro? ¿Debo YO esperar que tengas fe en MÍ?

El ateo miró directamente a la luz y dijo:
-De hecho, sería hipócrita de mi parte, pedir que de pronto me pases a tratar como a un cristiano. Más tal vez al Oso puedas volverlo cristiano
-Muy bien – dijo la voz, y la luz desapareció… el río volvió a correr y volvieron los sonidos del bosque.

Entonces, el Oso recogió sus patas, hizo una pausa, bajó la cabeza y dijo:
-Señor, te doy gracias, bendice este alimento que voy a comer. Amén.

Reflexión: Dios siempre nos escuchaaunque seamos ateos.

martes, 3 de julio de 2007

LA CANCIÓN DE LUISITO Verdadero Amor


Como cualquier mamá, cuando Diana supo que estaba esperando un bebé, hizo lo que pudo para ayudar a su hijo Luisito de tres años, para que se preparara a enfrentar una nueva etapa en su vida.

Supieron que el nuevo bebé sería una niña. Día y noche Luisito le cantaba a su hermanita en el vientre de su madre. Él estaba encariñándose con su hermanita; aún antes de conocerla… ya deseaba jugar con ella y protegerla.

El embarazo de Diana progresó normalmente y a los nueve meses empezó su labor de parto. Pronto los dolores eran cada tres y cinco minutos… y finalmente cada minuto. Pero una complicación se presentó de repente y Diana tuvo que pasar varias horas en labor de parto.

Los médicos dijeron que requeriría una cesárea. Luego de muchas horas de lucha, la hermanita de Luisito nació, pero en muy malas condiciones. La llevaron inmediatamente en una ambulancia a la Unidad de Cuidados Intensivos - Sección Neonatal del Hospital de la ciudad.

Los días pasaron y la niña empeoraba. Los pediatras tuvieron que decirle finalmente a los padres, las terribles palabras:
- “Hay muy pocas esperanzas, prepárense para lo peor
Diana y su esposo se contactaron con el Cementerio local para apartar un lugar para su hijita.

Ellos había preparado un cuarto nuevo para su hija y ahora se encontraban haciendo arreglos para un funeral. Sin embargo, Luisito, le rogaba a sus padres que lo dejaran ver a su hermanita, diciendo una y otra vez:
- Quiero cantarle como cuando estaba en la panza de mi mamita

Estuvieron dos semanas en Terapia Intensiva y parecía que el final vendría antes que acabara la semana. Luisito siguió insistiendo que quería cantarle a su hermanita, pero le explicaban que no se permitía la entrada de niños a Terapia Intensiva, lo cual a Luisito no le quedaba claro e insistió hasta que su mami se decidió…

Diana llevaría a Luisito a ver a su hermanita. Si no veía a su hermanita en ese momento, tal vez no la vería viva nunca más. Ella le puso un overol inmenso y lo llevó a Terapia Intensiva… Luisito iba escondido en una enorme canasta de ropa sucia. Pero la jefa de enfermeras se dio cuenta era un niño oculto y se enfureció:
- “¡Saquen a ese niño de aquí, ahora mismo! ¡No se admiten niños aquí!”

El carácter fuerte de Diana afloró y, olvidándose de sus lindos modales de dama, que siempre la habían caracterizado, miró con ojos de acero a la enfermera, sus labios eran una sola línea y con firmeza dijo:
- Él no se va hasta que pueda ver y cantarle a su hermanita, y levantó a Luisito llevándolo a la cama de su hermanita.
Él miró a la pequeñita, ya perdiendo la batalla por conservar la vida y, después de un momento empezó a cantar con la voz que sale del corazón de un niño de tres años…
- Eres mi luz del sol, mi única luz; tú me haces feliz cuando el cielo es gris…”
Instantáneamente la bebé pareció responder al estímulo de la voz de Luisito. Su pulso empezó a normalizarse.

- Sigue cantando, hijo – le pedía desesperadamente su mamá con lágrimas en los ojos… y el niño seguía cantando:
- No sabes querida hermanita, cuánto te amo; por favor te pido que vengas hoy
Al tiempo que Luisito cantaba a su hermanita, la bebe se movía y su respiración se volvía tan suavecita como la de un gatito cuando lo acarician.
- Sigue cantando, cariño – le decía su mamá, y él continuaba haciéndolo como cuando todavía su hermanita estaba en el vientre de su madre:
- La otra noche hermanita, cuando yo dormía, soñé abrazarte y un besito te di
Mientras seguía cantando el niño, la hermanita empezó a relajarse y a dormir con un sueño reparador que parecía que la mejoraba por segundos.

- Sigue cantando, Luisito – ahora era la voz de la enfermera gruñona que con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta no dejaba de pedirle al niño que continuara:
- Tú eres mi luz, mi única amiga, y con amor te pido ven por favor

Al día siguiente, la niña estaba casi en perfectas condiciones para irse a casa; los periódicos y noticiarios no daban cabida y lo llamaron El milagro de la canción de un enfermo. Los doctores le llamaron simplemente Un milagro. Diana le llamó El milagro del amor de Dios y su misericordia.

Esta es una hermosa historia del poder del amor en toda circunstancia. Nunca te rindas, lucha por la gente que amas…” “El amor es increíblemente poderoso.

¡Qué Dios y su Santísima madre te colmen de bendiciones!

¿REUNIONES O CONFESIONES?


El abad acababa de entrar a su oficina. Abrió la agenda con el programa del día.
9.00, reunión con el consejo del monasterio.
10.30, reunión de sacerdotes del sector.
12.30, reunión con los administradores de la zona.
15.00, reunión del obispo con los agentes de pastoral.
17.30, reunión para planeación de la catequesis
.

Sonó el timbre de la sacristía. El abad estaba colocando varios papeles en su sitio, cuando se acercó el hermano portero.
* "Ha llegado una señora anciana con un chico joven. Quieren hablar con un sacerdote".
* "Diles que estamos ocupados, que vengan más tarde". Un sacerdote que no recordó que lo más importante es cuidar a las ovejas

El portero se retira. A las 8.45, el abad se dirige a la sala de reuniones. Tiene que pasar por la sacristía. Allí seguían, en pie, la señora y el joven.
* "Padre, perdone nuestra insistencia. ¿Podemos hablar un momento con usted?"
*
"Buenos días, buenos días. Perdonen, es que tengo un poco de prisa. Ahora debo ir a una reunión, y toda la mañana y la tarde voy a estar ocupado. ¿No pueden venir más tarde, cuando encuentren algún sacerdote libre?"
* "Padre, es que llevo más de un año con deseos de confesarme. Nunca encuentro a un sacerdote en la iglesia, o si lo encuentro están siempre muy ocupados. Pero hoy no puedo dejar pasar más tiempo. Convencí a mi nieto para que viniese a confesarse o, al menos, a hablar un rato con un padre. Quizá es el momento de Dios, no habría que dejar pasar más tiempo. ¿No le parece?"

El padre abad sintió un poco de pena, pero es que las reuniones son tan importantes, y estaban programadas desde hacía tanto tiempo...
* "Mire, señora, seguro que hacia mediodía encontrarán otro padre. El ecónomo salió de compras, el administrador ahora viene conmigo. El encargado de catequesis lleva unos días fuera en cursillos de actualización, pero cuando regrese estoy seguro de que les recibirá con mucho gusto".
* "Padre, por favor, mi nieto está aquí ahora, pero a mediodía tiene que irse. ¿No es posible hacer algo, encontrar a alguien?"

El padre abad notó dentro de sí un movimiento de impaciencia. Tenía prisa. El reloj marcaba las 8.55. Pero había que mostrarse educado.
* "Señora, lo siento... Seguro que habrá otra oportunidad... Quizá cuando vuelva su nieto, otro día..."

Como la señora hizo un gesto de insistencia, el padre decidió escapar directamente por la iglesia, para llegar más rápido a la sala de reuniones. Al pasar por la capilla del Sagrario, hizo la genuflexión. Algo dentro de sí le dejó triste e inquieto. Como si Cristo le susurrase al corazón:
* "¿Vas a dar más importancia a las reuniones que a unas personas que han llegado aquí para pedir ayuda? ¿Para eso te escogí sacerdote?"
Fue como una lanzada profunda. Unas lágrimas asomaron por sus ojos. Repitió la genuflexión, y fue otra vez a la sacristía. La señora y el joven estaban a punto de salir por la puerta lateral. El abad les dijo en voz alta:
* "Esperen, creo que hay una solución. Vuelvo en seguida"
Volvió al despacho y llamó al portero.
* "Cancela todas las citas que tengo en la mañana. Están anotadas aquí, en la agenda"
* "Pero, padre, si ya el consejo está reunido para la reunión"
* "Ahora hay algo más importante. Luego explico a todos lo que ha pasado"
Fue a la iglesia y se dirigió al confesionario de la izquierda. Daba pena verlo tan solo, tan triste, tan sucio. Rompió una telaraña y sacudió el polvo. Volvió a la sacristía y llamó a la señora y al nieto. La luz del confesionario se encendió. ¡Todavía funcionaba! Tenía dudas el padre abad, pues desde hacía mucho tiempo que no se usaba ese lugar para lo que fue construido: para confesar... Entró primero el joven. Estuvo tiempo, mucho tiempo, tranquilo, sin prisas. ¿Conversó o se confesó? Dios lo sabe. Pero el joven salió distinto, con una sonrisa como pocas veces se le había visto en los últimos meses. Al despedirse del padre abad, le dijo:
* "¿Sabe? Es la primera vez en mi vida que hablo con un sacerdote"
Luego entró la señora anciana. Quería estar poco tiempo, confesarse rápido, pues pensaba que el padre tendría mucha prisa. Pero se sintió extrañamente acogida, con más cariño que nunca. El padre abad le dedicó tiempo, mucho tiempo, como si ella fuese la persona más importante del mundo. En la capilla del Sagrario, Jesús estaba muy feliz. Porque un sacerdote había recordado que lo más importante es cuidar a las ovejas. Y porque dos almas, de edades y mentalidades muy diferentes, habían tenido la ocasión de recibir una nueva señal del cariño inmenso que Dios tiene por cada uno de sus hijos.