España
está en «grave emergencia»
El cardenal Cañizares considera
que España está en una «grave emergencia» y
precisa «sanación urgente». A su juicio, un
Gobierno de PSOE y Podemos generalizará la eutanasia, el feminismo «radical» y la memoria histórica «que fomenta el odio»
(EP) El Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares,
en su carta semanal, considera que en el preacuerdo de gobierno «entre socialistas y socialcomunistas» se atisba
un cambio cultural y la imposición de un pensamiento
único. Señala que ha causado «conmoción»,
quebrará más la sociedad y asegura que España
está en «grave emergencia» por
lo que necesita una «sanación urgente».
La carta, bajo el
título, Reflexiones al hilo de hechos,
asegura que las repercusiones efectivas económicas del pacto han sido «inmediatas» y que las reacciones y los
comentarios en Europa y en España, además de negativos, revelan un gran temor.
El cambio al que se dirige el país, señala el Arzobispo, no tiene nada de
progreso aunque se autodenominen los firmantes como «fuerzas
progresistas» ya que «se impone un
pensamiento único, con una visión
del hombre que pretende generalizarse a todos, la aprobación de la eutanasia,
la extensión a nuevos derechos, la ideología de género, el feminismo radical, y
la ampliación de la memoria histórica» que fomenta el odio y la aversión.
Esto hace prever, según
Cañizares, «una crisis muy honda
sobre todo cultural, pero también, una crisis
política e institucional, democrática, social, religiosa, una
crisis de lo que constituye España en su realidad e identidad más propia»
Aunque muchos hablan de una
próxima crisis económica «más grave» que la
anterior, sostiene el Arzobispo, «más grave aún
será la crisis cultural y de identidad, sufrida ya por España en el marco del Occidente, con sus
connotaciones propias, la que, si llega al Gobierno de la Nación esta coalición
y lo que se atisba en el 'preacuerdo', se ahondará más».
Es, continúa Cañizares, «una crisis humana, antropológica, moral y de
valores universales, crisis
espiritual y social, crisis en los matrimonios y en las familias». También
en la educación y en las instituciones educativas y surge también de la «falta de esperanza, libertades sin norte y pérdida de la
verdadera libertad, laicismo ideológico, etc».
«Nos encontramos
ante una grave emergencia, la
emergencia de España. Y por encima de otras cosas, como en la
Transición, sigue estando España», ha dicho.
«Se ha impuesto
una nueva cultura, un proyecto de humanidad que comporta una visión antropológica radical», dice Cañizares que señala que detrás de todo ello está el «oscurecimiento espeso» del sentido de la persona
y de su dignidad.
«Sé que me van a
criticar -¿qué importa?, soy libre el tiempo que me dejen-,
pero nuestra sociedad está »delicada« no podemos ocultarlo; y hay que decirlo, aunque
resulte políticamente incorrecto decirlo o se me tilde de
pesimista, de profeta de calamidades, o de conservador», ha apuntado.
«Habría que
estar ciego para no ver lo que nos pasa, para negarlo,
porque tal vez se ha perdido capacidad para reconocerlo o
para afirmar lo contrario. Y los medios de comunicación social, o algunos
medios, inconscientes, están al servicio de esos intentos».
Así añade que «estamos padeciendo una verdadera enfermedad, manifestada
en diversos frentes, en nuestra sociedad, cuyo gran desafío, o, mejor, grandes
y nuevos desafíos se resumen en su sanación urgente, si es que de
verdad estamos dispuestos a superar lo que nos aqueja».
«Hago mío
enteramente el lúcido y certero pensamiento del Papa Benedicto XVI que expresó
ante la Asamblea general de las Naciones Unidas en abril de 2008: Cuando
se está ante nuevos e insistentes desafíos, es un error retroceder
hacia un planteamiento pragmático, limitado a determinar un 'terreno común'
minimalista en los contenidos y débil en su efectividad», ha señalado.
Es «fundamental
y urgente», según Cañizares, «un compromiso común en poner a la persona humana y su
dignidad inviolable en el corazón de las instituciones, leyes y
actuaciones de la sociedad, y de considerar la persona humana y el bien común,
su verdad esencial, la verdad en sí misma que nos hace libres, para el mundo de
la cultura, de la religión de la ciencia, de la política, de las relaciones
humanas...»
Sobre esta base, amplia base,
cuyo ámbito no se puede restringir, y sin ceder a una
concepción relativista ni ideológica, habría que caminar y edificar
para alcanzar y gozar de un futuro nuevo y esperanzador, una cultura y una
civilización nuevas, que entre todos hemos de configurar, en diálogo y
encuentro, sin imposiciones, ha concluido.