Yo he enviado a muchísimas personas al Opus Dei. Me ofrece una total seguridad en su doctrina. Sé que encontrarán un ambiente acogedor desde el primer día. Sus sacerdotes son excelentes directores espirituales. Y la lista de elogios podría seguir.
Alguien
pensará que ahora voy a decir “pero…”. ¡Pues no!,
no hay “pero”.
♣ ♣ ♣
El que yo
haya manifestado mi opinión respecto a su molde jurídico no quita todo lo
demás.
Además,
dicho el elogio de lo esencial, me apetece fijarme en lo accidental. ¡Qué bonita es la casa generalicia de Villa Tevere!
Su iglesia es formidable, la zona de los sepulcros. Todo está realizado con el
más exquisito gusto. La verdadera clase huye de las extravagancias (en el
vestir pasa lo mismo) y huye del boato vano (propio de los nuevos ricos
jactanciosos). La estética siempre es fruto de lo interno. Y la estética de ese
lugar es, sencillamente, óptima.
Hago
notar que la sede de la iglesia de la curia del Opus Dei se podía llamar “cátedra” mientras en ellos hubo obispos. ¿Se puede seguir llamando “cátedra”?
En mi
opinión lo correcto sería llamarla “sede”. Pues
bien, esa sede es todo un poema de belleza.
P. FORTEA
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