Con el titular “Pecados sin castigo. Cientos de extestigos de Jehová levantan la voz para denunciar abusos”, el medio mexicano Emeequis ha publicado un reportaje firmado por Gloria Piña.
En él se cuenta cómo por
primera vez en este país, cientos de ex testigos de Jehová delatan en público y
de forma conjunta los abusos, violaciones de derechos
humanos, injusticias y encubrimientos. Ayer,
26 de julio, presentaron un exhorto ante varias administraciones públicas para
que se analicen las acciones de la secta y se imparta justicia.
ENCUBRIMIENTO DE LOS
ABUSOS SEXUALES
Cuando apenas tenía 3 años,
Mitqa fue agredida sexualmente dentro de los testigos de Jehová. La
pequeña fue abusada por un anciano de la congregación en La Cruz de Huanacaxtle (Nayarit). Los
ancianos son los dirigentes locales.
Su madre, Magda Lazo, que
presenció la agresión, presentó denuncias que fueron encubiertas por la
institución religiosa. Tras 21 años del hecho, la justicia jamás llegó. “Al hablar con la congregación me dijeron que ya lo sabían y le habían dicho
(al agresor) que dejara de hacerlo. Me dijeron que tenía que perdonar y,
preferentemente, que no hablara de
esto con las autoridades para no manchar el nombre de Jehová”, cuenta la ahora ex creyente.
Afirma que en ese tiempo, el Cuerpo Gobernante de la secta le impidió
delatar los abusos. Ella renunció y levantó una denuncia penal; pero eso le costó el ostracismo de toda la comunidad e
incluso de su propia familia.
LA MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS
Por primera vez en México,
cientos de ex testigos de Jehová de país levantan la voz para delatar los
abusos, violaciones de derechos humanos, injusticias y encubrimientos que se
viven sobre el supuesto fundamento de los principios
bíblicos, lo que ha impedido que pecados sean juzgados como delitos y sean sancionados por la ley.
En vistas a un “Memorial de Víctimas Testigos de Jehová” en
México, ayer, 26 de julio, han presentado a la Comisión Nacional
de Derechos Humanos y a la Subsecretaría de Desarrollo Democrático,
Participación Social y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación un
exhorto para que se analicen las acciones de esta congregación que afectan a la
infancia, violan derechos humanos y violentan a las mujeres.
CAPTACIÓN EN
MOMENTOS VULNERABLES
Areli Jiménez perteneció a los
testigos de Jehová durante 17 años, hasta 2007. Cuando se dio cuenta de
las limitaciones que
había significado la secta en su vida y los abusos que se solapaban dentro, decidió renunciar.
Le
impidieron continuar sus estudios universitarios porque eso significaba “hacer proselitismo al diablo”, además de que fue acosada
sexualmente por dos compañeros de congregación.
Ella y sus dos hermanas
quedaron huérfanas a los 13 años. Su padre, un ex integrante de las fuerzas
armadas, falleció en 1996, y fueron abandonadas por su madre, que nunca se
encargó del cuidado. Por su estado vulnerable,
fueron fácilmente captadas por los testigos de Jehová.
“Mi
padre muere y llegaron a predicarnos. Nos dijeron que si hacíamos todo lo que la Biblia decía supuestamente
Jehová en el futuro iba a resucitar a nuestro papá y con eso nos
engancharon”, cuenta en entrevista.
Afirma que durante más de 10
años se encargaron de captar a otras personas hacia la secta con la venta de
libros y predicando de casa en casa. Eso las dejó sin posibilidades
de ingresos, ya que no tenían
actividades productivas y estaban económicamente abandonadas.
El abandono de los estudios,
impedirles continuar un proyecto de vida alejado de la religión, o la prohibición de socializar con personas fuera de la congregación son algunas de las exigencias más comunes y
coercitivas para los adeptos de este grupo.
Esto ha llevado a suicidios o afectaciones emocionales muy
difíciles de sanar con los años. Pese a dejar el culto religioso,
las afectaciones continúan porque los desertores son violentados después de renunciar.
ACOSO TRAS ABANDONAR
LA SECTA
Tras dejar a los testigos de
Jehová, que llaman “una organización extremista y destructiva”, los ex
adeptos se enfrentan al exilio
social. Les cierran las puertas en trabajos, familias, grupos sociales e
incluso, en la mayoría de los casos, tienen que desplazarse de manera forzada
de sus estados de origen.
“Hemos
encontrado que empiezan a sufrir acoso,
hostigamiento por la propia congregación. Tienes que desplazarte, casi
ninguno de nosotros vive en sus lugares de origen por el grado de violencia y
acoso que empezamos a vivir en la vida cotidiana”, explica Gicelle Barajas,
miembro del movimiento de ex testigos de Jehová.
En México se desconoce una
cifra oficial de denuncias por abusos cometidos en instituciones religiosas. A
diferencia de otras creencias como la católica o evangélica, donde son
conocidos o denunciados los casos de agresiones sexuales, principalmente
cometidos por sacerdotes y pastores, en el caso de los testigos de
Jehová se han callado durante años.
DIFICULTADES PARA
LOS TRATAMIENTOS MÉDICOS
Como otro de ejemplo de
agravios está el acceso a la salud, ya que a los testigos se
les impide recibir transfusiones sanguíneas, lo que, de
acuerdo con los ex adeptos, ha terminado con la vida de cientos de ellos.
De 1990 a 2021, la Comisión
Nacional de Derechos Humanos tiene el registro de 24 expedientes por
presunta violación de los derechos humanos en el sector salud de personas provenientes de los testigos
de Jehová.
De acuerdo con información
obtenida vía ley de transparencia, los hechos violatorios más frecuentes
son discriminación por motivos religiosos, negativa de
prestación de servicios y realización deficiente de trámites médicos.
Siendo el Instituto Mexicano del Seguro Social la dependencia más denunciada.
CIFRAS EN DESCENSO
Mientras que los abusos y
violación de derechos humanos de las instituciones religiosas no se sancionan,
el Instituto Nacional de Geografía e Historia (INEGI) ha detectado una disminución de adeptos al pasar los años.
De acuerdo con el censo 2020
del INEGI, en México cerca de 1.530.909 personas son testigos de Jehová,
mientras que hace 10 años se registraron 1.561.086 miembros. Lo que representa
una disminución de más de 60.000 adeptos en una década.
Los ex adeptos afirman
que si las autoridades no ponen freno a la coacción
religiosa de los testigos de Jehová, cientos de personas seguirán siendo
víctimas sin denunciar los abusos por miedo a represalias.
Secretaría RIES
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