Cristo dió poder a los hombres de perdonar los pecados porque el que mejor puede aconsejar a un pecador, es otro pecador que ha experimentado el perdón divino y el poder de la gracia.
Juan
20,23: A quienes les
perdonen los pecados le quedarán perdonados y a quienes se los retengan les
quedarán sin perdonar.
Las
objeciones contra la confesión no están en la Biblia sino en el orgullo.
Confesar los pecados a un hombre como nosotros exige humildad, por eso el
apóstol Santiago manda: "Confesad vuestros
pecados unos a otros" (Santiago 5,16) pues Dios resiste a los
soberbios y a los humildes da su gracia.
El diablo es astuto
porque hace que no te de vergüenza pecar, pero que te de mucha pena y vergüenza
de confesar esos mismos pecados.
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