El protagonista de El libro del fin del mundo es de Barbastro, mi ciudad natal, pero acaba trabajando como bibliotecario en París, en La Sorbona. Me hubiera gustado que el entorno de la novela hubiera estado emplazado en mi tierra, pero había dos problemas.
El
primero
es que una biblioteca tan grande
como la que el protagonista describe no podía estar en ninguna universidad de
Aragón. La Universidad de Zaragoza se fundaría en 1542. En Huesca se funda una
universidad en 1354, pero era muy pequeña y centrada en los estudios de
teología. El viaje que se describe en mi novela tiene lugar en 1327. Este
primer problema resultaba insoluble.
El
segundo problema
es que una expedición geográfica
solo la hubiera podido emprender (y con dificultad) la universidad más grande
de la Cristiandad. Una expedición geográfica reducida a un solo barco
dirigiéndose hacia el oeste durante un breve espacio de tiempo. Y aun esto se
consigue por una coyuntura muy especial: unos beneficios extraordinarios de las
tierras arrendadas por la universidad, beneficios que se repiten (y acumulan)
por dos años; y un precio del flete bajísimo por un largo bloqueo de los
puertos de la Liga Hanseática para las embarcaciones provenientes de las costas
francesas. Sin esa coyuntura el flete del barco no hubiera podido tener lugar
ni siquiera por la universidad más grande de Europa.
♣ ♣ ♣
Dicho lo
cual, queda claro porqué mi novela solo podía tener un entorno posible para el
arranque de la expedición: París. Porque
tenía claro, desde el principio, que mi viaje debía ser una empresa
universitaria, capitaneada por un bibliotecario.
Pero yo
amo mi tierra y me hubiera gustado crear una historia que se desenvolviera en
Aragón. Huesca con sus montañas tiene para mí un
sabor medieval, casi épico. Las tierras de la llanura que se extienden antes
del prepirineo las conozco bien, son mi casa. Teruel lo descubrí más tarde, ya adulto, y quedé
fascinado en los dos viajes que hice. Parece increíble que exista una ciudad
tan bonita. Es una población que más bien parece la fantasía de un pintor o un
literato. Y de la ciudad de Zaragoza ¿qué diré? Es el corazón de Aragón, su corazón
indiscutible. Si la ciudad de Zaragoza es el corazón de la región, el centro de
la ciudad es El Pilar.
El Pilar es de los
cinco o seis templos del mundo donde siento más la grandeza de entrar a un
inmenso lugar sagrado. La amplitud de la colosal construcción, las solemnes
ceremonias sagradas, la fe de la muchísima gente que siempre llena la basílica…
Sí, ese lugar no es como cualquier otro, es único. Qué devoción tienen los
zaragozanos a la Virgen del Pilar, es impresionante.
♣ ♣ ♣
Cuando
escribo estas líneas, pienso en lo que me hubiera complacido ambientar mi novela
en Aragón. Pero hay que ser realistas, el arzobispo de Zaragoza no tenía poder
económico para una empresa así, ni ningún sentido que un prelado se embarcara
en sufragar los gastos de una expedición al Mar Tenebroso. El rey de Aragón
podría haberlo hecho, pero el Atlántico estaba radicalmente fuera de sus
intereses.
El flete
de un barco con ese propósito, en mi libro, tiene un interés meramente
geográfico. El interés de La Sorbona al embarcarse en esa empresa fue meramente
el conocimiento. No pensaban encontrar más que agua y solo agua.
No voy a
rebelar si un bibliotecario de la Universidad de París descubrió alguna costa
de América 165 años antes de nuestras tres carabelas. Puede que sí, puede que
no. Es posible que no descubrieran ni siquiera una sola isla. Pero no, no voy a
arruinar la historia con alguna revelación inadecuada. Pero no me digáis que no
sería interesante que la Universidad de París descubriera América siglo y medio
antes que Colón.
Nota: Hago notar que el barco de la fotografía superior
es un filibote, mientras que el de mi novela era una coca, un barco más
modesto.
P. FORTEA
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