Aunque parezca sorprendente por su belleza, por sus tonos, por su atmósfera lo que he puesto arriba es una foto de una ballena, no un cuadro. Qué diferencia hay de una foto a otra foto. ♣
Como
predicador hay un tema del que me gustaría predicar muchísimo más: Dios. Resulta para mí un poco decepcionante buscar
material, esforzarme y darme cuenta de que si yo abro la boca, me voy a
repetir. No hablo de los otros, hablo de mí mismo.
Quizá
tenga que ser así, tenemos que hablar del velo que son las páginas de la
Sagrada Escritura. Detrás de esos versículos está Él, pero solo podemos leer,
meditar, orar acerca de esas palabras.
♣ ♣ ♣
Tenemos
que conformarnos con mostrar un poco, poquísimo, acerca de Dios hablando de las
leyes del Levítico o de los cuatro seres angélicos de Ezequiel o de un detalle
como el de la mejilla derecha de un evangelio.
Es cierto
que el Misterio late detrás de esos capítulos, pero querríamos más textos que
nos hablaran directamente de Él, como el texto del Libro de la Sabiduría (hay un Espíritu inteligente, santo, único…), o el del prólogo de san Juan o que, en el
Apocalipsis, nos habla del Trono de Dios. Pero Dios ha dispuesto la medida
exacta, adecuada, de esos textos bíblicos que nos hablan directamente de Dios.
♣ ♣ ♣
Aconsejo
a todos los predicadores que me estén leyendo que prediquen con ternura, que
hablen de lo que hablen intenten reflejar a Dios. No debemos dar por supuesto
que reflejamos el Misterio Divino. Aconsejo que la misma predicación se torne
oración y hasta adoración. ¿Orar mientras se
predica? A veces es posible. En ese caso cada frase debería ser
adoración de la Trinidad. Hasta el modo de pronunciar cada palabra debería ser
adoración: sin teatralidades, sin excentricidades,
sin cosas raras, sin énfasis histriónicos. Si adoras, sin hacer nada, ya
llevarás a los demás a la adoración. Lo importante es adorar, de lo demás ya se
encargará “el Adorado”. ¿Cuándo un esposo ama a su
esposa, necesita caer en artificios? El amor se manifestará en la
naturalidad.
Predicar es una tarea inmensa, grandiosa,
tan grandiosa como aquello acerca de lo que predicamos.
P. FORTEA
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