ESTE AÑO SALÍ DEL “CLOSET”:
Como lo
oyen, este año me decidí a salir del clóset. Después de ver a tantas personas
que presumen sus “diversidades” -y les
aplauden y les dicen “que valientes”, etc.-
me hice la pregunta: ¿y por qué yo no? Así que
tomé la decisión, este año yo, Sacerdote de Cristo, Álvaro ¡saldría del clóset!
¡Me decidí y saqué mi sotana del clóset!; y a partir de un día empecé a usarla diariamente desde la mañana hasta
antes de dormir: así nomás a la brava, sin anuncios
solemnes, sin darle muchas vueltas, sin dar explicaciones previas. Sin
buscar alabanzas por ello y sin temerle a las burlas e insultos o miradas de
extrañeza.
¿Cuál
fue mi sorpresa?, ¡muchas!
Primera:
Nunca
pensé que usar sotana diaria me pudiera hacer tan feliz como Sacerdote. Me ha
facilitado en la calle hacer tanto bien como no me hubiera podido imagina. He
bendecido, aconsejado, ayudado, he confesado tantas personas con las cuales la
confianza se dio por verme sotana.
Segunda:
Para mi
sorpresa -aun andando en lugares muy diversos como el centro comercial, el
cine, restaurantes, pachangas, piñatas, tianguis, la zona de tolerancia del
centro de la ciudad, la feria del libro, etc. Y habiéndome topado con todas las
tribus urbanas habidas y por haber- en 5 meses no he recibido ningún insulto o
falta de respeto por parte de nadie; aún gente abiertamente anticatólica. Lo
triste de esto: la única burla seria que he
recibido por usarla fue por parte de un Sacerdote.
Tercera:
Tristemente
es tan poco habitual ya que el Sacerdote Diocesano use sotana negra que he sido
confundido generalmente con religioso; en estos meses, he sido confundido con
Franciscano, Agustino, Monje, Misionero, Seminarista, Caballero Jedi (no es
broma), karateka, Dark, maniquí (tampoco es broma). Y muchas veces, también me
han confundido con Sacerdote; lo cual es bueno: me
hace pensar a que grado nos hemos secularizado que ya no se asocia al Sacerdote
Diocesano a la sotana en la vida diaria.
Cuarta:
Para ser
una sociedad “antirreligiosa”, es notable el
número de personas que me pide la bendición; más cuando –generalmente- una
persona que me la pida de forma espontánea hace que los que están cerca me la
pidan también.
En
conclusión: estoy muy feliz de haber tomado
esta decisión; cuando lo hice, pensé hacerlo por un año: pero ahora puedo afirmar que es algo que quiero hacer de
manera estable. Me ayuda, me hace feliz, ayuda a las personas a hallar
más fácilmente a un Sacerdote y la gracia. Le recuerda aún a los alejados que
Dios sigue rondando por el mundo; me recuerda constantemente que donde ande
represento a Jesús y Su Esposa la Iglesia.
Me
recuerda que la maldad se sabe disfrazar de “ángel
de luz”, es decir: ni a los raros de la
feria del libro y de la misión dragón les he visto el odio y desprecio en los
ojos que le veo a los testigos de jehová y a los cristianos cuando ven un
Sacerdote; al contrario, muchos se han acercado a tener diálogos interesantes.
Hasta los malvivientes del centro se han acercado con respeto a pedirme la
bendición. Es curioso ver de dónde brota más el odio. El que tenga oídos que
entienda.
Además,
me recuerda que quiero un día llegar a ser Santo: ¿Imagino
a San Juan Bosco, a San Ignacio de Loyola, a San Francisco Javier, San Felipe
Neri, Santo Tomás de Aquino, ¿a San Francisco de Asís sin su sotana o hábito?
¡No! ¿Quiero ser santo? ¡Sí!; por lo tanto, es bueno usar la sotana.
Usarla me
confirmó una verdad olvidada: la sotana es un
sacramental, es decir suscita la gracia y dispone a las personas a recibirla. El
cleryman (camisa clerical) no lo es.
Por
último, no me voy a dar aires de grandeza por usar sotana diaria. No me hace en
automático ni más grande ni más santo que los demás Sacerdotes. Pero me ayuda
enormemente, invito a los demás Padres a que sean
valientes, saquen su sotana del closet, úsenla más seguido y verán el bien que
se hacen a sí mismos y a las almas.
No van a lamentarlo.
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