Experiencia en el gozo.
Dios
ha instalado en el mundo inagotables yacimientos de gozo y felicidad.
Nuestra
insensatez estriba en ahondar siempre en los mismos pozos como si las reservas naturales
de la alegría se agotaran con el poder, el tener, el gozar, el aparecer…
El
evangelio nos ofrece un criterio nuevo de alegría y nos conduce hasta los
yacimientos inexplorados.
El
sermón de la montaña es ese sorprendente plano que conduce a la felicidad.
«Bienaventurados»…, los
que optan por los pobres, los que luchan por la justicia, los artífices de la
paz.
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