Era mi propósito escribir algo gracioso que os sacara una sonrisa. El humor es una medicina, un alivio en medio de la tristeza. Pero no, no se me ocurre nada gracioso.
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Muchos han
criticado el modo en que han manejado esta situación Estados Unidos y la Unión
Europea. En mi opinión la actuación de estos dos actores ha sido impecable.
Decidida, firme, pero siempre razonable, siempre dejando una salida digna a la
otra parte.
Haber sido
mucho más agresivos no hubiera servido de nada. Solo se hubiera logrado enfadar
más al dictador. La historia reconocerá que Europa Occidental y Biden obraron
del mejor modo posible.
Algo
distinto es que la humanidad debería tener mecanismos para que esto no
sucediera. Eso es lo que se tenía en mente cuando se fundó la ONU. Pero la
Unión Soviética fue el obstáculo absoluto para que se hubiera ido desarrollando
un derecho internacional más profundo y mecanismos para hacerlo efectivo. Hoy
día con China y Rusia esos idealismos de los años 40 y 50 quedan en el baúl de
los recuerdos de las buenas intenciones.
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Lo tremendo
ha sido la amenaza de Putin de usar armas nucleares si alguna nación ayudaba a
Ucrania. Y la amenaza del gobierno de que podían atacar a Suecia y Finlandia.
No daba crédito a mis oídos.
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¿Qué
se debe hacer ante semejante loco al volante de una nación nuclear? Mi opinión es que se deben tomar unas medidas
meramente comerciales y solo eso. A toda costa hay que evitar que un loco
peligroso pueda sentirse acorralado, acosado y contra las cuerdas: entonces es
cuando podría querer “darnos un escarmiento”.
Este tema ya
no debe ser afrontado tanto desde la política como desde la psiquiatría. Putin
no está loco, no tiene ninguna patología, pero hay que afrontar este asunto
como si un loco cargado de dinamita se paseara por nuestro edificio de vecinos
y no pudiéramos salir del edificio.
Debemos
cortar nuestros lazos comerciales con Rusia, pero no ir más allá. Yo ni
siquiera sacaría a Rusia del sistema de código Swift. Si me apuráis, dejaría
que siguiera vendiendo el gas que vendía hasta ahora; la misma cantidad, ni más
ni menos. Todo para que un secuestrador no apriete el detonador.
Espero más
del paso del tiempo que de las medidas que tomemos. Hay que dejar que ese
régimen se pudra, que la jerarquía rusa lo deponga, que el Estado Mayor haga
algo para detener una espiral de locura si esta espiral se pusiera en marcha.
Ahora lo mejor es acabar con nuestros lazos comerciales y nada más.
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¿Y
Ucrania? Por supuesto
que en la familia humana los hermanos poderosos deberían defender a los
hermanos pequeños de un matón. Pero DADA LA SITUACIÓN,
teniendo en cuenta todas las circunstancias, hay que sacrificar a Ucrania.
El futuro de
esa nación es caer bajo un tirano títere de Moscú durante una cantidad de años
que ahora no se puede prever. Eso significa miles de personas marchitándose en
prisiones, muertes, torturas, interrogatorios, privar de un futuro a 44
millones de seres humanos. Esta semana han dado comienzo los diez, quince o
veinte años sin esperanza.
Sin embargo,
la alternativa de atacar a una nación con misiles atómicos es mucho peor. Moscú
podría disparar un misil contra una ciudad de Europa occidental como
advertencia. Tras el primer misil, habría que parar. Si vamos a parar, es mejor detenernos antes
de empezar.
Esta guerra
no la puede perder Putin. Bastará un misil, uno solo, contra Nueva York o París
para saber que o paramos o después vendrá otra ciudad y otra. Ante esta
situación Ucrania debe ser sacrificada.
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