Algunas personas tienen incorporado en su forma de pensar una distorsión que no las deja vivir en paz y los llena de temor y ansiedad.
Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic.link
Una de mis amigas suele boicotear mis planes
cada vez que le propongo hacer algo con nuestros hijos. –“Llevemos a los chicos al parque”– Inmediatamente
responde: –“Y si se caen de los juegos y se rompen
un hueso…”, “y si los secuestra alguien mientras estamos distraídas…”, “y
si un carro pierde el control y se mete al parque y los atropella…”, “y
si comen una flor venenosa y se mueren…” Ir al parque empieza a parecer
una terrible y peligrosísima aventura que solo a un desquiciado se le podría
ocurrir.
Así
como esta amiga existen muchísimas personas que tienen incorporado en su forma
de pensar una distorsión que no los deja vivir en paz y los llena de temor y
ansiedad: El pensamiento catastrófico.
Esta galería nos explica un punto interesante sobre él y nos deja
unos cuantos consejos para poder sobreponerse, conocerse y con amor y caridad ayudar
a nuestros amigos a tener una mirada más realista, segura y esperanzada de la
realidad, confiar más en Dios y en nosotros mismos.
1.
El pensamiento catastrófico nos quita libertad. Aprender a no dejar que nos
impida actuar
Pensar de esta manera quita libertad, llena de angustia a la
persona y la sume en una situación de estrés y ansiedad que en casos extremos
puede hacer insoportable la vida. Todo representa una amenaza y un peligro
inminente del que se cree incapaz de escapar. Si le duele la cabeza seguro es a
causa de un tumor maligno y pronto morirá. Si suena el teléfono lo más probable
es que sólo sean malas noticias. Si el esposo se demoró media hora sin avisar
seguro está con otra y el matrimonio de pronto acabó… La preocupación y el
miedo a vivir son una constante. Se trata de pensar objetivamente y actuar
aunque nuestros pensamientos nos digan lo contrario.
2.
Mantener la calma. No querer controlar todo
¿Cómo poder tener una
bola de cristal que nos diga exactamente todo lo que va a pasar en el futuro? De esa
manera estaríamos preparados para afrontar todos los peligros y decepciones que
se pudieran presentar. El deseo más grande de un pensador catastrófico es tener
control total sobre cada evento que la vida depara. Este pensamiento puede ser
aprendido, puede ser influenciado por la información a la que estamos expuestos
y es alimentado por una falta de confianza y de fe. En este sentido se hay que
tratar de soltar un poco las cosas y dejar que la realidad nos enseñe.
3.
Buscar evidencia real del peligro que creemos nos aqueja
Cada vez que los pensamientos catastróficos
vengan a nuestra mente es necesario confrontarlos con la realidad. Por ejemplo: ¿Es real que
existan flores venenosas en el parque y que tus hijos las coman? Si en
tu matrimonio te llevas bien con tu esposo, ¿es real que por media hora de
retraso tu matrimonio haya acabado?
Confrontarse con la realidad es un buen ejercicio.
4.
La ausencia de Dios en nuestra vida, el verdadero temor
Fernando Robas Rebaque en su libro: “Terapia de las enfermedades espirituales en los Padres
de la Iglesia” nos dice que el temor tiene dos lados: el temor-virtud que está relacionado a nuestra
supervivencia y rechaza todo lo que va en contra de la vida, especialmente la
muerte. Este temor se expresa a través del temor de Dios y no es un
temor que tiene que ver con el castigo, sino es el temor a estar separado
de Dios. Estar separado de Dios significa estar separado de la vida. Se me
viene a la mente el miedo que siente un niño al separarse de su madre y verse
desamparado, privado de su amor y todo lo que ese amor significa.
La otra cara del temor es el temor-pasión que a diferencia del anterior nos aleja
de Dios y coloca en su lugar preocupaciones. Considera a las posesiones, los
bienes como dioses. En el fondo nos ponemos a nosotros mismos como el centro,
como los únicos que tienen el control de la vida. Viviendo en una realidad
deformada sin Dios. Sin Él la persona siempre imagina lo peor.
Cobarde es, en efecto, la
maldad y ella así misma se condena; acosada por la conciencia imagina siempre
lo peor; pues no es otra cosa el miedo sino el abandono del apoyo que presta la
reflexión. Sap 17,
11-12.
5. Sobreponiéndonos al
temor en el espíritu
La confianza en Dios es el primer paso para
combatir estos pensamientos. El crecimiento espiritual, la oración, la amistad
con Dios. No saldremos del todo de estos pensamientos sino vamos aceptando que
es Dios, quien nos ama, el que saldrá al encuentro en todas las situaciones de
nuestra vida. Orar frecuentemente y pedirle a Dios que aumente la fe es una
excelente práctica. La fe es una virtud
que Dios nos otorga, hay que pedirla siempre.
6.
No dejar que nuestros pensamientos nos controlen. Es importante cambiar esa
manera de pensar
Es importante tomar el control de los
pensamientos. Cada vez que nos descubramos esperando lo peor de la vida es
fundamental reflexionar un momento y evaluar honestamente la situación, medir
el riesgo objetivamente. ¿Cuál es la posibilidad
que un carro pierda el control y se estrelle justo en el lugar dónde juegan tus
hijos? Es bueno medir estas probabilidades en porcentajes. Analizar las
auténticas posibilidades de que ocurran catástrofes y buscar evidencias en la
realidad. Enfocar las emociones, simplifica la vida.
7.
Utilizar nuestro cuerpo para descansar la mente
Ocupar el día, hacer deporte ayuda mucho.
Realizar actividades que ayuden a callar las voces en el interior, salir a
caminar, a conversar con otras personas, pintar, cantar. Ocupar la vida en
actividades diferentes y enseñar al cuerpo a caminar con seguridad, esa
seguridad de estar en la presencia de Dios, quien sale a nuestro encuentro.
8.
No olvidarnos de la paciencia
Cambiar los pensamientos no es cosa fácil,
requiere de tiempo y paciencia. Así que es importante tomarse el tiempo y
avanzar un día a la vez. Empecemos a ser conscientes del presente y olvidar los futuros catastróficos. En estos
momentos resulta fundamental buscar consuelo y ayuda en los demás, pero sobre
todo en Dios.
9.
Conversarlo con alguien para que te muestren la realidad que no ves
Compartir nuestros problemas con personas
cercanas siempre es bueno. Decírselo a alguien que esté cerca y al que estemos
dispuestos a escuchar. Que esta persona nos ayude a ver con objetividad nuestra
vida.
10.
Llevar un diario. Escribir lo que experimentamos cuando un pensamiento
catastrófico viene a la mente.
Para descubrir y evidenciar que podemos
ser pensadores catastrófico llevar un diario en el que escribas que
emociones se experimentan cuando el pensamiento viene a la mente es un
excelente ejercicio. De esta manera iremos conociendo el tipo de pensamiento
que se produce y en qué momentos. Esta es una buena forma de diseñar
estrategias para combatirlo.
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