Por: Enrique Chuvieco | Fuente: RIES
Con
prólogo del obispo de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa, el sacerdote Gonzalo Len
acaba de publicar su última obra, New Age. El
desafío, de la editorial Stella Maris, en la que alerta al mundo
católico sobre una supuesta pérdida de relevancia de la Nueva Era, cuando el
desafío es aún mayor ya que su protagonismo afecta a "algunos
caminos espirituales en el interior de la Iglesia" porque, entre
otras cuestiones, "confunde a Dios personal
con lo divino, la salvación con la conexión sanadora y la oración con la
meditación egocéntrica".
-En
su último libro, New Age. El desafío, expone los principales fundamentos de
este movimiento y los retos para la Iglesia católica. ¿Los podría enumerar
brevemente?
En
resumen se puede decir que la "New Age" es
un milenarismo con un paradigma alternativo. Es decir, tiene un mensaje de cambio
epocal en torno al 2000 (de la era de Piscis a la de Acuario; de una época
oscura y dividida a una luminosa y armoniosa) y presentan un nuevo paradigma de
aproximación a la realidad (fundamentalmente se trata de comprender el universo
como un gran organismo vivo, totalmente interconectado) y lo presentan como
alternativo (la modernidad y el cristianismo han fracasado), como la única
respuesta a los males actuales.
-La
"New Age" busca la satisfacción personal mediante sincretismos de
todo tipo, ¿en qué modo distrae la atención para reconocer a Cristo como el
Hijo de Dios que ha intervenido e interviene directamente en los asuntos
humanos?
Distrae
la atención por su paradigma de fondo, no siempre fácil de ver. Si el universo
es un gran organismo vivo, todo interconectado e identificado como lo divino,
el planteamiento espiritual y salvífico está orientado a la conexión con ese
ser vivo, con la energía cósmica. Para esa conexión "trascendente"
hay muchísimas terapias y prácticas que a fin de cuentas no hacen sino
resaltar la "experiencia", que
termina convirtiéndose en la fuente de la verdad ("la
experiencia es la verdad") y centrando a la persona en sí misma.
Se
confunde a Dios personal con lo divino, la salvación con la conexión sanadora,
la oración con la meditación egocéntrica, la gracia con la a energía cósmica,
etc.
Y este
paradigma mina la fe la fe en el Señor Jesús e indispone para ella.
-¿Qué
le ha urgido a escribir este libro cuando parece que la "New Age" es
un tema del que hoy se habla escasamente, incluso en el mundo católico?
Hay un
punto importante a considerar: el nombre "New
Age" hoy en día se usa poco. Pero eso no significa que su presencia
nociva haya disminuido. A la "New Age" se
le conoce mucho más por sus manifestaciones que por su nombre. Ponemos unos
ejemplos: el eneagrama, los niños índigo, el reiki, la reencarnación, el
"channeling", los métodos para la expansión de la conciencia, los
métodos para la relajación y armonía, la meditación trascendental (y otras), la
energía cósmica y los centros energéticos (Stonehenge, Nazca, Cuzco, etc.), los
ángeles (fuera del contexto bíblico), los alienígenas, las flores de Bach, etc.
Su
actualidad y desafío se ve más claramente cuando se comprende que la gran
diversidad de manifestaciones tiene cierta unidad de fondo.
Hay
otros nombres que también identifican este fenómeno tan complejo: holística,
espiritualidad alternativa, autoayuda, esoterismo. Mantuvimos el nombre "New Age" porque remite a sus orígenes
en los 60s y 70s y permite encontrar allí sus presupuestos y planteamientos
principales que, en lo esencial, no han cambiado.
-¿En
qué modo ve que está afectando
actualmente a la jerarquía o liturgias católicas?
No he
tenido la oportunidad de constatar que afecte a la jerarquía. Más bien no son
pocos los obispos que han manifestado su preocupación por la "New Age" y han buscado salir al
encuentro de diversas maneras.
Sin
duda, en no pocos lugares ha influenciado al interior de la Iglesia en algunos
caminos espirituales y prácticas pastorales.
El Papa
Juan Pablo II advirtió hace unos años a un grupo de obispos de Estados Unidos
sobre la influencia de la "New Age" en
la vida de la Iglesia: "Las ideas de la Nueva
Era a veces se abren camino en la predicación, la catequesis, los congresos y
los retiros, y así llegan a influir incluso en los católicos practicantes que
tal vez no son conscientes de la incompatibilidad de esas ideas con la fe de la
Iglesia"
-En su libro expone algunas formas de cómo se ha ido
asumiendo, casi por osmosis, por los seglares. A su juicio, ¿cuáles son
actualmente las más notorias?
Podemos
señalar algunas: la idea de un dios impersonal, la trascendencia como
inmanencia, la salvación como autosalvación, la gracia como energía cósmica, la
oración como relajación y autocontrol, la verdad moral como experiencia y el
destino eterno como reencarnación.
-Como
especialista del tema, ha disertado sobre él en muchos lugares de Europa y
Sudamérica, ¿dónde cree que afecta más en los usos y costumbres?
Sin
duda, hay una presencia mayor en los países del primer mundo occidental, pero
considero que ningún lugar se libra de su influencia. En términos sociológicos
la "New Age" tiene poquísima
presencia en ámbitos de pobreza material. Es atractiva y apelante en ámbitos de
mayor prosperidad económica, en personas que han tenido cierta cultura y
sensibilidad religiosa, agotadas por el modelo materialista, y que buscan una
solución más profunda para sus vidas pero que al mismo tiempo sea fácil y sin
mucho compromiso. No hay que olvidar que la "New
Age" crece, en parte, porque hay personas en búsqueda de Dios y con
anhelos de una vida reconciliada. No es solo atractiva para los amantes de lo
oculto y alternativo sino para muchos hombres y mujeres que quieren una
respuesta que esté un poco más allá de la que presenta una cultura
secularizada.
-¿Cuáles
son los principales grupos de poder que siguen promoviendo actualmente el modo
de vivir "New Age"?
No he
investigado este punto. Me parece que el desafío es más antropológico: la "New Age" crece porque está dando a las
personas una respuesta atractiva, aunque sea un sucedáneo. El desafío
para la Iglesia es salir al encuentro de las personas haciendo presente al
Señor Jesús, el único capaz de responder a las hambres más profundas de las
personas de todo tiempo y lugar. Aquí entra la llamada a la Nueva
Evangelización: nueva en su ardor, nueva en sus
métodos y nueva en su expresión.
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