lunes, 7 de febrero de 2022

EL NEW AGE CONFUNDE LA GRACIA CON LA ENERGÍA CÓSMICA

Por: Enrique Chuvieco | Fuente: RIES

Con prólogo del obispo de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa, el sacerdote Gonzalo Len acaba de publicar su última obra, New Age. El desafío, de la editorial Stella Maris, en la que alerta al mundo católico sobre una supuesta pérdida de relevancia de la Nueva Era, cuando el desafío es aún mayor ya que su protagonismo afecta a "algunos caminos espirituales en el interior de la Iglesia" porque, entre otras cuestiones, "confunde a Dios personal con lo divino, la salvación con la conexión sanadora y la oración con la meditación egocéntrica".

-En su último libro, New Age. El desafío, expone los principales fundamentos de este movimiento y los retos para la Iglesia católica. ¿Los podría enumerar brevemente?

En resumen se puede decir que la "New Age" es un milenarismo con un paradigma alternativo. Es decir, tiene un mensaje de cambio epocal en torno al 2000 (de la era de Piscis a la de Acuario; de una época oscura y dividida a una luminosa y armoniosa) y presentan un nuevo paradigma de aproximación a la realidad (fundamentalmente se trata de comprender el universo como un gran organismo vivo, totalmente interconectado) y lo presentan como alternativo (la modernidad y el cristianismo han fracasado), como la única respuesta a los males actuales.

-La "New Age" busca la satisfacción personal mediante sincretismos de todo tipo, ¿en qué modo distrae la atención para reconocer a Cristo como el Hijo de Dios que ha intervenido e interviene directamente en los asuntos humanos?

Distrae la atención por su paradigma de fondo, no siempre fácil de ver. Si el universo es un gran organismo vivo, todo interconectado e identificado como lo divino, el planteamiento espiritual y salvífico está orientado a la conexión con ese ser vivo, con la energía cósmica. Para esa conexión "trascendente" hay muchísimas terapias y prácticas que a fin de cuentas no hacen sino resaltar la "experiencia", que termina convirtiéndose en la fuente de la verdad ("la experiencia es la verdad") y centrando a la persona en sí misma.

Se confunde a Dios personal con lo divino, la salvación con la conexión sanadora, la oración con la meditación egocéntrica, la gracia con la a energía cósmica, etc.

Y este paradigma mina la fe la fe en el Señor Jesús e indispone para ella.

-¿Qué le ha urgido a escribir este libro cuando parece que la "New Age" es un tema del que hoy se habla escasamente, incluso en el mundo católico?

Hay un punto importante a considerar: el nombre "New Age" hoy en día se usa poco. Pero eso no significa que su presencia nociva haya disminuido. A la "New Age" se le conoce mucho más por sus manifestaciones que por su nombre. Ponemos unos ejemplos: el eneagrama, los niños índigo, el reiki, la reencarnación, el "channeling", los métodos para la expansión de la conciencia, los métodos para la relajación y armonía, la meditación trascendental (y otras), la energía cósmica y los centros energéticos (Stonehenge, Nazca, Cuzco, etc.), los ángeles (fuera del contexto bíblico), los alienígenas, las flores de Bach, etc.

Su actualidad y desafío se ve más claramente cuando se comprende que la gran diversidad de manifestaciones tiene cierta unidad de fondo.

Hay otros nombres que también identifican este fenómeno tan complejo: holística, espiritualidad alternativa, autoayuda, esoterismo. Mantuvimos el nombre "New Age" porque remite a sus orígenes en los 60s y 70s y permite encontrar allí sus presupuestos y planteamientos principales que, en lo esencial, no han cambiado.

-¿En qué modo ve que está afectando actualmente a la jerarquía o liturgias católicas?

No he tenido la oportunidad de constatar que afecte a la jerarquía. Más bien no son pocos los obispos que han manifestado su preocupación por la "New Age" y han buscado salir al encuentro de diversas maneras.

Sin duda, en no pocos lugares ha influenciado al interior de la Iglesia en algunos caminos espirituales y prácticas pastorales.

El Papa Juan Pablo II advirtió hace unos años a un grupo de obispos de Estados Unidos sobre la influencia de la "New Age" en la vida de la Iglesia: "Las ideas de la Nueva Era a veces se abren camino en la predicación, la catequesis, los congresos y los retiros, y así llegan a influir incluso en los católicos practicantes que tal vez no son conscientes de la incompatibilidad de esas ideas con la fe de la Iglesia"

-En su libro expone algunas formas de cómo se ha ido asumiendo, casi por osmosis, por los seglares. A su juicio, ¿cuáles son actualmente las más notorias?

Podemos señalar algunas: la idea de un dios impersonal, la trascendencia como inmanencia, la salvación como autosalvación, la gracia como energía cósmica, la oración como relajación y autocontrol, la verdad moral como experiencia y el destino eterno como reencarnación.

-Como especialista del tema, ha disertado sobre él en muchos lugares de Europa y Sudamérica, ¿dónde cree que afecta más en los usos y costumbres?

Sin duda, hay una presencia mayor en los países del primer mundo occidental, pero considero que ningún lugar se libra de su influencia. En términos sociológicos la "New Age" tiene poquísima presencia en ámbitos de pobreza material. Es atractiva y apelante en ámbitos de mayor prosperidad económica, en personas que han tenido cierta cultura y sensibilidad religiosa, agotadas por el modelo materialista, y que buscan una solución más profunda para sus vidas pero que al mismo tiempo sea fácil y sin mucho compromiso. No hay que olvidar que la "New Age" crece, en parte, porque hay personas en búsqueda de Dios y con anhelos de una vida reconciliada. No es solo atractiva para los amantes de lo oculto y alternativo sino para muchos hombres y mujeres que quieren una respuesta que esté un poco más allá de la que presenta una cultura secularizada.

-¿Cuáles son los principales grupos de poder que siguen promoviendo actualmente el modo de vivir "New Age"?

No he investigado este punto. Me parece que el desafío es más antropológico: la "New Age" crece porque está dando a las personas una respuesta atractiva, aunque sea un sucedáneo. El desafío para la Iglesia es salir al encuentro de las personas haciendo presente al Señor Jesús, el único capaz de responder a las hambres más profundas de las personas de todo tiempo y lugar. Aquí entra la llamada a la Nueva Evangelización: nueva en su ardor, nueva en sus métodos y nueva en su expresión.

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