He puesto esta foto porque se le ve al papa revestido con el fanón. Es el ornamento que lleva sobre la casulla. Los pontífices lo pueden usar a voluntad, normalmente lo han hecho en las misas más solemnes.
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Es cierto
que en este blog puedo dar una impresión un poco mundana. Lo escribo a toda velocidad
después del almuerzo, cuando estoy descansando y me apetece distraerme, y no
volver a predicar, cosa que hago al escribir o al dar una charla. Me apetece en
este momento del día distraerme con buen humor.
Ahora bien,
a pesar de poder ofrecer esa impresión, también os digo que cuando celebro misa
sin pueblo (acompañado solo de dos señoras polacas), siento una paz, una
concentración, una devoción... para la que no hay palabras. La misa es mi
oasis, donde bebo (y hasta me sumerjo) en un estanque de agua viva.
Tengo muchos
defectos, pero como don del cielo el Señor me ha concedido poder experimentar
una inmersión en la liturgia de adoración que es la eucaristía.
La
separación de todo lo terreno para tener ojos solo para el Misterio requiere
que pueda celebrarla al ritmo que precisa mi alma, con mucha lentitud: hora y media. Sin gente casi, para no llamar la
atención. Mejor con poca luz. La de las seis velas es perfecta. Y de espaldas a
la gente, porque la devoción que experimento requiere de un cierto pudor.
Aquí
os pongo un vídeo de cómo celebro la misa sin pueblo:
https://www.youtube.com/watch?v=yxk_8ZN8KCI&t=1s
No pongo el
link para mi vanagloria, sino porque si a alguien le hace bien para crecer en
amor a la misa, lo doy por bien empleado el vídeo. Uno de los temas de los que
más me satisface predicar es acerca los ritos de la misa. Cuánto me satisface
explicar ese tiempo sagrado ceremonia a ceremonia.
P. FORTEA
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