jueves, 4 de marzo de 2021

TE HAS PUESTO A PENSAR ALGUNA VEZ ¿QUÉ TUVO DIOS PLANEADO EN SU CORAZÓN CUANDO TE CREÓ?

Alguna vez te pusiste a pensar ¿qué tuvo Dios planeado en su corazón amoroso cuando te creó a ti? A veces caemos tanto en la rutina, o nos acostumbramos tanto a una manera de ser, que nos olvidamos de que Dios nos ha creado con un plan de amor increíble, inimaginable.

Nos hizo únicos e irrepetibles. Nunca en la historia de toda la humanidad existió, ni existirá alguien como cada uno de nosotros. Tan solo pensarlo, ya se me pone la piel de gallina.

Quiero compartir algunas reflexiones que seguramente, a más de uno, le ayudará a tomar consciencia, aunque sea un poquito más, del horizonte infinitamente maravilloso que estamos llamados a vivir.

1. SOMOS IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS

Lo hemos escuchado muchas veces, pero vale recordar que fuimos hechos de polvo, y al polvo volveremos. Lo escuchamos el miércoles de ceniza, pero Dios nos trae a la vida con su soplo divino, que es el Espíritu Santo.

Como alfarero, nos crea con el barro húmedo, Dios embarra sus manos en nuestro ser de barro. Su amor es lo que nos da forma a cada uno y nos llama a cada uno con un nombre personal. A cada uno, personalmente, ¡nos tiene en su corazón!

No solo estaba obligado a crear la humanidad, sino que, además, nos creó a ti y a mí… ¿has pensado en lo maravilloso que es esto? Que tú y yo existamos como somos, es solo gracias a la voluntad de Dios.

Y no solo eso, somos parecidos a Dios. La «huella» de Dios marca profundamente nuestro interior. Nos ha dado saber e inteligencia, un corazón para amar, y libertad para decidir entre el bien o el mal.

El conocimiento, para dominar la tierra. Quiere, además, que nosotros (1Ju 3, 1-2) participemos de su amor eterno. ¡Qué increíble es!

Por la semejanza a Dios, estamos llamados al amor, a entregarnos y servir a los demás. Morimos si nos encerramos en nosotros mismos, el individualismo y egocentrismo nos llevan a la muerte.

Como personas, nos realizamos cuanto ¡más vivimos ese amor!, que es el fundamento de nuestra existencia.

2. SOMOS BIO-SICO-ESPIRITUALES

No solo mi espíritu, sino que mi mismo cuerpo me ha sido dado y es reflejo del amor de Dios. Estamos unidos al Espíritu Santo, entonces las maravillas que podemos vivir no tienen fronteras.

Únicos e irrepetibles, cada uno vive de manera única. Nuestros actos personales —así como cada uno es irrepetible— son inigualables. Lo que cada uno hace en su vida, no lo puede hacer nadie más, de la forma como lo he hecho yo.

Si entendiéramos esto de verdad, cuántas veces pensaríamos mejor nuestras acciones. A veces creemos que cualquiera puede reemplazarnos, pero en realidad no es así. 

En ese sentido, Dios nos creó para vivir en estado de santidad. Hemos sido creados para la bondad y expresar en nuestras vidas el amor de Dios. Nuestra naturaleza es el amor, y al amor tiende toda nuestra vida.

¿Cuántas veces nos alejamos del amor, por nuestros egoísmos o mezquindades?, ¿cuántas veces dejamos de hacer presente el amor de Dios en nuestras vidas y la vida de los demás, porque renuncio a obrar de acuerdo con mi verdadera dignidad divina?

3. HEMOS SIDO CREADOS PARA LA LIBERTAD Y LA FELICIDAD

Dios nos ha creado libres, pues quiere que vivamos el amor. Es cierto que nuestros primeros padres (Adán y Eva) eligieron el camino de la muerte, y nosotros, muchas veces, lo seguimos haciendo.

Pero lo cierto es que estamos creados para el amor y la felicidad eterna. La libertad nos permite amar, estamos llamados a la trascendencia, a salir de nosotros mismos.

A no quedarnos encerrados en nuestras «burbujas» de responsabilidades y quehaceres. Aunque necesarios, pero no podemos mirarnos solamente a nosotros mismos. ¡Somos más, en tanto amamos más, nos entreguemos y donemos más a los demás!

Por supuesto, la relación prioritaria la debemos vivir con Dios mismo. Es más, Dios tiene sed y anhela que salgamos a su encuentro, está sediento de nuestro amor.

Y nosotros estamos llamados a ser como la vid, del sarmiento. Separados de la vida, morimos. Dios quiere que seamos felices, ya, aquí en esta tierra.

Pero si quiero vivir la felicidad en esta tierra colmada de tantos problemas y dificultades, necesito estar unido a Él. Fuera de Dios solo hay muerte y oscuridad. Él nos llama a vivir la alegría (Mt 13,36).

4. CREADOS PARA LA VIDA ETERNA

Todos anhelamos una vida que no se acabe, una vida para siempre. ¿Y adivinen qué? Dios nos quiere compartir su vida eterna, nos llama a compartir su Reino.

Nos invita a ese Banquete eterno. Con san Ireneo, sabemos que somos la gloria de Dios. Dios se regocija de su obra maestra, que somos tú y yo, cada uno, con nombre y apellido. Por eso nos envió a su Hijo, para que pudiéramos participar de su gloria.

Esa vida que nos regaló Dios, a través de su hijo Jesucristo, tiene esa lógica del amor. Todo fue creado para ese fin de amor. El amor es la lógica divina. Creados por amor, para el amor y con amor.

No nos podemos entender fuera de él. No nos contentemos con nada menos que el amor, y no cualquier amor, sino el amor de Dios.

Escrito por Pablo Perazzo

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