Alguna vez te pusiste a pensar ¿qué tuvo Dios planeado en su corazón amoroso cuando te creó a ti? A veces caemos tanto en la rutina, o nos acostumbramos tanto a una manera de ser, que nos olvidamos de que Dios nos ha creado con un plan de amor increíble, inimaginable.
Nos hizo únicos e
irrepetibles. Nunca en la historia de toda la humanidad existió, ni existirá alguien
como cada uno de nosotros. Tan solo pensarlo, ya se me pone la piel de gallina.
Quiero compartir algunas
reflexiones que seguramente, a más de uno, le ayudará a tomar consciencia,
aunque sea un poquito más, del horizonte infinitamente maravilloso que estamos
llamados a vivir.
1. SOMOS IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS
Lo hemos escuchado muchas
veces, pero vale recordar que fuimos hechos de polvo, y al polvo volveremos. Lo
escuchamos el miércoles de ceniza, pero Dios nos trae a la vida con su soplo
divino, que es el Espíritu Santo.
Como alfarero, nos crea con el
barro húmedo, Dios embarra sus manos en nuestro ser de barro. Su amor es lo que
nos da forma a cada uno y nos llama a cada uno con un nombre personal. A cada
uno, personalmente, ¡nos tiene en su corazón!
No solo estaba obligado a
crear la humanidad, sino que, además, nos creó a ti y a mí… ¿has pensado en lo maravilloso que es esto? Que tú
y yo existamos como somos, es solo gracias a la voluntad de Dios.
Y no solo eso, somos parecidos
a Dios. La «huella» de Dios marca
profundamente nuestro interior. Nos ha dado saber e inteligencia, un corazón
para amar, y libertad para decidir entre el bien o el mal.
El conocimiento, para dominar
la tierra. Quiere, además, que nosotros (1Ju 3, 1-2) participemos de su amor
eterno. ¡Qué increíble es!
Por la semejanza a Dios,
estamos llamados al amor, a entregarnos y servir a los
demás. Morimos si nos encerramos en nosotros mismos, el
individualismo y egocentrismo nos llevan a la muerte.
Como personas, nos realizamos
cuanto ¡más vivimos ese amor!, que es el fundamento de nuestra existencia.
2. SOMOS BIO-SICO-ESPIRITUALES
No solo mi espíritu, sino que
mi mismo cuerpo me ha sido dado y es reflejo del amor de Dios. Estamos unidos
al Espíritu Santo, entonces las maravillas que podemos vivir no tienen
fronteras.
Únicos e irrepetibles, cada
uno vive de manera única. Nuestros actos personales —así como cada uno es
irrepetible— son inigualables. Lo que cada uno hace en su vida, no lo
puede hacer nadie más, de la forma como lo he hecho yo.
Si entendiéramos esto de
verdad, cuántas veces pensaríamos mejor nuestras acciones. A veces creemos
que cualquiera puede reemplazarnos, pero en realidad no es así.
En ese sentido, Dios nos creó
para vivir en estado de santidad.
Hemos sido creados para la bondad y expresar en nuestras vidas el amor de Dios.
Nuestra naturaleza es el amor, y al amor tiende toda nuestra vida.
¿Cuántas veces
nos alejamos del amor, por nuestros egoísmos o mezquindades?, ¿cuántas veces
dejamos de hacer presente el amor de Dios en nuestras vidas y la vida de los
demás, porque renuncio a obrar de acuerdo con mi verdadera dignidad divina?
3. HEMOS SIDO CREADOS PARA LA LIBERTAD Y LA
FELICIDAD
Dios nos ha creado libres,
pues quiere que vivamos el amor. Es cierto que nuestros primeros padres (Adán y Eva) eligieron el
camino de la muerte, y nosotros, muchas veces, lo seguimos haciendo.
Pero lo cierto es que estamos
creados para el amor y la felicidad eterna. La libertad nos permite amar,
estamos llamados a la trascendencia, a salir de nosotros mismos.
A no quedarnos encerrados en
nuestras «burbujas» de responsabilidades y
quehaceres. Aunque necesarios, pero no podemos mirarnos solamente a nosotros
mismos. ¡Somos más, en tanto amamos más, nos
entreguemos y donemos más a los demás!
Por supuesto, la relación
prioritaria la debemos vivir con Dios mismo. Es más, Dios tiene sed y anhela
que salgamos a su encuentro, está sediento de nuestro amor.
Y nosotros estamos llamados a
ser como la vid, del sarmiento. Separados de la vida, morimos. Dios quiere que seamos felices, ya, aquí en esta tierra.
Pero si quiero vivir la
felicidad en esta tierra colmada de tantos problemas y dificultades, necesito
estar unido a Él. Fuera de Dios solo hay muerte y oscuridad. Él nos llama a
vivir la alegría (Mt 13,36).
4. CREADOS PARA LA VIDA ETERNA
Todos anhelamos una vida que
no se acabe, una vida para siempre. ¿Y adivinen
qué? Dios nos quiere compartir su vida eterna, nos llama a compartir su
Reino.
Nos invita a ese Banquete
eterno. Con san Ireneo, sabemos que somos la gloria de Dios. Dios se regocija
de su obra maestra, que somos tú y yo, cada uno, con nombre y apellido. Por eso
nos envió a su Hijo, para que pudiéramos participar de su gloria.
Esa vida que nos regaló Dios,
a través de su hijo Jesucristo, tiene esa lógica del amor. Todo fue creado para
ese fin de amor. El amor es la lógica divina. Creados por amor, para el amor y
con amor.
No nos podemos entender fuera
de él. No nos contentemos con nada menos que el amor, y no
cualquier amor, sino el amor de Dios.
Escrito por Pablo Perazzo
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