Las Sagradas Escrituras no tienen registrada ninguna palabra de San José; sin embargo, las meditaciones de una monja italiana benedictina del siglo XVIII ofrecen la oportunidad de imaginar los detalles de la vida cotidiana de la Sagrada Familia, desde la perspectiva del padre adoptivo de Jesús.
El libro “La vida de San José”, escrito
por la Sierva de Dios Madre María Cecilia Baij, contiene la revelación personal
de la religiosa y proporciona un retrato íntimo de la vida de oración,
sufrimientos y alegrías que se vivieron en el seno de la Sagrada Familia.
Como un pintor podría completar los detalles de una escena bíblica de la
vida de Cristo en un cuadro, Sor Baij describe de forma prolija y desde un
enfoque particular en su vida interior, las escenas que podrían haber formado
parte de la vida de San José con Jesús y la Virgen María.
La obra construye en 75 páginas la vida de San José, desde su nacimiento
hasta antes de conocer a la Virgen María. Durante todo el relato, la religiosa
destaca cómo Dios lo preparó con las gracias necesarias para tener el
privilegio de conocer a la futura Madre de Dios.
Luego, el lector acompaña las vivencias de un San José que se regocija
en la Encarnación dentro del vientre de María; que soporta las pruebas en el
camino a Belén; que llora de alegría mientras sostiene al Salvador del mundo en
sus brazos; que canta himnos de alabanza a Dios con María; que labora con el
niño Jesús en su taller; y se abandona continuamente a la voluntad de Dios ante
las incertidumbres.
Si bien la Iglesia Católica no considera obligatorio creer en las
revelaciones privadas de Sor Baij como una cuestión de fe, el libro ha recibido
un Imprimatur
(del latín “imprímase”) y Nihil Obstat (del latín “nada se opone”) del Vaticano, que lo declara
oficialmente libre de errores doctrinales y morales.
Pascal Parente, profesor de Catholic University of America (Universidad
Católica de América), tradujo el manuscrito del siglo XVIII al inglés.
Parente, que murió en 1971, escribió en su introducción al libro que “el relato de la vida de San José...esencialmente no
tenía la intención de brindar educación exegética o histórica, sino más bien
servir como un medio de edificación”.
El libro “revela al jefe más amoroso y
adorable de la Sagrada Familia bajo una nueva luz que no puede dejar de
impresionar tanto la mente como el corazón del lector, haciéndolo partícipe de
la paz y armonía celestiales que reinaban en la Sagrada Familia de Nazaret”, agregó.
El manuscrito se completó antes de la muerte de Sor Baij en 1766, pero
permaneció desconocido hasta que en 1900 un monje benedictino, Dom Willibrord
van Heteren, encontró los escritos en el convento de St. Peter (San Pedro) en
Montefiascone (Italia), y publicó algunos extractos.
Veinte años después, un obispo local, Mons. Peter Bergamschi, se
interesó por los escritos de la religiosa custodiados en el archivo del
convento. Luego, el 17 de marzo de 1920, el Prelado presentó los manuscritos al
Papa Benedicto XV en una audiencia privada durante el mes de San José y el Sumo
Pontífice lo animó a publicarlos.
Sor María Cecilia Baij nació en 1694 en Montefiascone, una ciudad
montañosa a unas 60 millas al norte de Roma ubicada a orillas del lago de
Bolsena (Italia). A los 20 años hizo sus votos religiosos con la comunidad
benedictina de Montefiascone. Fue nombrada abadesa en 1743 y permaneció en el
cargo hasta su muerte, a la edad de 72 años.
En sus oraciones en el convento, Sor Baij recibió tanto ataques del
diablo como revelaciones místicas sobre la vida de Cristo, San José, la Sagrada
Familia y San Juan Bautista, que luego, en obediencia a su confesor, describió
en extensos manuscritos.
El convento benedictino de San Pedro permanece activo hoy más de 250
años después de la muerte de la religiosa. Las hermanas acogen a los peregrinos
que recorren la Via Francigena, una ruta de peregrinaje medieval que pasa por
el pueblo. Las hermanas también poseen todos los manuscritos originales de Sor
Baij.
Se cree que la religiosa completó su relato de la vida de San José en
diciembre de 1736. A lo largo del texto, a menudo se representa a José en
oración, alabando a Dios por su cuenta y también, junto con la Virgen María y
Jesús.
“A veces, cuando José trabajaba muy enérgicamente,
se acercaba a su esposa y le pedía que se condescendiera a cantarle un himno en
alabanza a Dios, y así aliviar su cansancio. La Santa Virgen cumpliría con sus
peticiones con facilidad. Su canto de los himnos de exaltación divina fue tan
delicioso que a menudo José se sentía extasiado”, escribió Baij.
La religiosa relató que San José “una vez le
comentó a María: 'Esposa mía, ¡Tu canto solo es suficiente para brindar
consuelo a todo corazón afligido! ¡Qué consuelo me diste con eso! ¡Qué alivio
para mi cansancio! ¡Qué gran alegría para mí oírte hablar o cantar! ... ’”.
“Para la Santísima Virgen, estas palabras fueron la
ocasión de dar una alabanza más a Dios, Fuente de todo lo bueno. ... ‘Dios ha
derramado estas gracias en mi corazón’, le dijo [a San José], ‘para que usted
pueda ser consolado y obtener alivio en sus tribulaciones y aflicciones’. El
amor y la gratitud del santo hacia Dios se expandieron constantemente y él
continuó maravillado por la virtud de su Santísima Esposa”, escribió Baij.
Traducido y adaptado por Cynthia
Pérez. Publicado originalmente en CNA.
Redacción ACI
Prensa
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