-FRAGMENTO SOBRE UNA EPIDEMIA EN HUACHO-
Los atacados de este mal eran llevados a la sala llamada "lazareto" y allá esperaban el momento de rendir cuentas a Dios. La ciencia no había descubierto remedio alguno. Pero un tal Bernal, de la campiña, desafiando a la "carcancha" logró escaparse del hospital con una fiebre que pasaba los cuarenta grados, se fue con dirección hacia el mar, en su desesperación, botó la ropa y se zambulló en el agua algunos minutos. Al salir, se sintió restablecido y emprendió la marcha hacia su casa. Dos baños más y se salvó de la muerte. La noticia de tal descubrimiento corrió rápidamente y fue la salvación de otros atacados por tan terrible mal.
Al momento entraron en acción los curanderos especialistas. A todos los golpeados los llevaban al mar. En la playa le daban de tomar el líquido del "pico de loro" y le hacían masaje con la espuma de las olas o con las llamadas arracachas. Ya en su domicilio quedaban obligados a tomar por agua de tiempo, el emoliente de la tutuma, con la corteza de pay-pay y palo de huaco. Un litro diario por lo menos. El que no lo hacía quedaba expuesto a la postema, tumor interno con el que irremediablemente morían.
El indicado emoliente lo preparaban de la tutuma integral, es decir, de su caparazón y masa interna. Tenía que ser tomado: un pocillo media hora antes del desayuno, antes del almuerzo y antes de la comida. Otros conocidos curanderos lo empleaban en "tomas " para curar las heridas externas rebeldes.
Del libro “Campiña adentro. Relatos, estampas costumbristas, medicina folklórica y platos típicos”, 1961. Autor: Isaías Nicho Rodríguez, nacido en Santa María (Huacho).
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