-Fragmento sobre plantas medicinales-.
Relación de otras plantas "milagrosas" de nuestro medio rural empleadas sabe Dios desde qué tiempo:
• La
yerbaluisa y el cedrón fueron el té de muchos hogares: el
cocimiento de agua con cola de caballo, el amorseco, la grama de boldo, el
cabello de choclo con su añadido de goma de comer era el emoliente ideal para
curar la inflamación de los riñones.
• Con el
cocimiento del llantén, sombrerito patacón y
corrimiento, curaban casos de mal de ojo.
• Las
enemas preparadas con las raíces de verbena,
achicoria y del yuyo cimarrón, curaba las fiebres intestinales llamadas
en ese entonces "fuertes empachos".
• Con las
enemas de cáscara de granada, el sen y una tajada
de las pepas de la palta mulata, curaban las enfermedades de la
disentería en un par de días.
• El agua
cocida con flor de saúco, la usaban en
inflamaciones de la garganta.
• La hoja
de la malva de chacra y la rosa té, servían para curar ciertas
irritaciones de la vista.
•
Cocimiento de maltranza y la hoja de nogal eran
empleados para dar "baños tónicos a los
cholitos”.
• Con azúcar quemada de la flor de alfalfa, del pájaro bobo y
la huamanripa, tomada a la hora de acostarse lo más caliente posible,
hacían desaparecer las toces más rebeldes.
• El agua de papa la empleaban para destruir las
arenillas del conducto biliar y de los riñones. Una copita de jugo de la penca en ayunas, destruía los
cálculos a la vejiga. En los casos de inflamación de la próstata, tostaban: un puñado de cebada, 3 cochinitos de alfalfa, unas
cuantas patitas de grillos y un puñado de goma de comer, hervidas en
medio litro de agua; este cocimiento lo suministraban al enfermo en dosis de
medios pocillos pequeños. En la primera o segunda tomada el paciente
explosionaba como si le hubieran colocado sonda. Este tratamiento lo
continuaban con baños de asiento caliente hasta que desapareciera totalmente.
• La penca, fraccionada en pedazos, la empleaban
para clarificar el agua turbia en épocas de avenidas.
• Para
afecciones al intestino llamado colon, diagnosticaban comer
yuca en el desayuno, almuerzo y comida.
• En los periodos de influenza, que
se pronunciaba con fuertes congestiones bronquiales, recetaban el cocimiento de
la flor del "matagusano" en azúcar
quemada a la hora de acostarse y "cinapismo"
al pecho.
• Cuando
los cholitos caían en cama, como primer remedio, acostumbraban aplicarle un
enema de yerbas y al día siguiente un purgante: de
agua de tamarindo con sen. Si el mal continuaba, le daban el "tomo" para las lombrices: en ayunas un pocillo
de leche con hierbabuena y esos animalitos, desesperados, se descolgaban
hasta de las narices.
• En la
picazón de los párpados de la vista (ardor) empleaban como remedio una o dos
gotitas del líquido de las hojas del cardosanto.
En casos de "nubes", el aceite de huevo,
gotas de leche de pecho o végeto (azúcar candía) pero este último lo
preparaban hirviendo un litro de agua al que agregaban una cucharada.
• Cuando
el enfermo llegaba a un estado de debilidad, para alimentarlo le aplicaban un emplasto de pichones fritos con aceite de comer y vino
al estómago o a la muñeca de la mano.
• En la
diarrea le daban a tomar un cocimiento de apio
cimarrón y malva de chacra con pan quemado y goma de comer.
• En el
mal de bazo ponían en "redaño" de carnero
con untura y después lo colgaban en el rincón de la cocina donde el humo
lo secara.
• Las
heridas rebeldes las mejoraban con lavados de yerba
del alacrán.
• En las
afecciones hepáticas y del estómago, daban a tomar el jugo
del llantén y ponían emplastos de esta misma yerba.
• Para "formar el estómago" del cholito cuando
era demasiado débil le lactaban con leche de burra
negra.
• Los
cálculos renales lo hacían arrojar con cocimiento
de llantén con sombrerito y un pedazo de vejiga de cochino. Esto lo
suministraban al enfermo por medios pocillos.
• Los trompeadores de esa época observaron un
procedimiento para evitar que se les formara la postema o tumor interno. Cogían
de las peñas que están a la orillas de la playa un molusco llamado erizo colorado y tomaban el líquido que este
contenía en su interior para sacar del cuerpo todas las malezas internas.
Del libro “Campiña adentro. Relatos, estampas costumbristas, medicina folklórica y platos típicos”, 1961. Autor: Isaías Nicho Rodríguez, nacido en Santa María (Huacho).
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