Medios mexicanos apuntan a la difusión de una falsa
devoción en el “niño huachicolero” entre los ladrones y traficantes de
combustible. ¿Puede ser considerado un culto católico?
Para el P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de
la Arquidiócesis Primada de México, la respuesta es clara: “Absolutamente no”.
En diálogo con ACI Prensa, el sacerdote mexicano señaló que si bien “pareciera hasta algo simpático o como una muestra
ingenua de devoción popular, pero en realidad es algo diabólico. Podríamos
situarlo como un pecado contra el Espíritu Santo, que consiste en atribuirle las obras de Dios al demonio”.
La prensa local apunta a que entre los ladrones y traficantes de
gasolina adulterada, conocida como “huachicol”, se
ha difundido el culto al “niño huachicolero”, una
modificación de la imagen del Santo Niño de Atocha a la que se añade una
manguera y un pequeño galón de combustible.
El robo de gasolina causa alrededor de tres mil millones de dólares al
año en pérdidas a Petróleos Mexicanos (Pemex), la empresa estatal de
combustibles.
El “huachicoleo” es uno de los rubros
delictivos en que han incursionado los cárteles de narcotráfico, con la
complicidad de distintos niveles del Estado.
El P. Valdemar recordó que “en los mandamientos tenemos el contundente
‘no robarás’, y es blasfemo pensar que Dios bendice o protege el robo.
Un robo en el que además está metido el crimen organizado y está manchado de
sangre y corrupción”.
El sacerdote señaló que los criminales recurren a estas falsas
devociones “porque son engañados por el demonio,
pensando que pueden hacer compatible la santidad de Dios con la perversidad de
las obras del maligno. Eso, más que ignorancia, es un engaño”.
Lo que en verdad hace Dios por los delincuentes, explicó, es “siempre
invitarlos a la conversión, a dejar de hacer el mal y empezar a hacer el bien,
a cambiar su mentalidad y su conducta, a que se arrepientan y tengan dolor de
sus pecados y se hagan el propósito de no volverlo a hacer”.
POR DAVID RAMOS
| ACI Prensa
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