“El
año 2018, más que una continuación, significó un incremento en las tendencias e
intensidad de las violaciones a la libertad religiosa en Cuba”. Así empieza el Informe
2018 sobre las libertades religiosas en Cuba,
coordinado por el Instituto Patmos, interlocutor directo
de entidades como The European Center for Law and
Justice y también de Sam Brownback, embajador estadounidense para Libertad Religiosa.
Ante la imposibilidad de realizar un trabajo estadístico clásico, los
promotores del informe han optado por recabar, con rigor, el mayor número
posible de violaciones de una libertad religiosa que, en principio, está
permitida en Cuba. Sin embargo, en ausencia de una ley que la regule, su
ejercicio real está supeditado al
férreo control de la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido Comunista,
cuya supresión Patmos pide abiertamente.
Motivos
no le faltan: sin ir más lejos, el pasado 7 de
septiembre, víspera de la festividad de Nuestra Señora del Cobre, Patrona
de Cuba, tres habitantes de Cienfuegos que se disponían a participar en las
celebraciones fueron detenidos en plena calle por un teniente coronel que
respondía al nombre de Pablo, y posteriormente trasladados a sus domicilios,
donde se les colocó vigilancia para impedir que salieran de nuevo. Otros
dos fueron detenidos mientras abandonaban sus respectivas viviendas y
conducidos a una comisaría de la Policía Nacional Revolucionaria, en cuyas
dependencias permanecieron hasta bien entrado el día siguiente. Este es un
ejemplo de cómo se viola a diario la
libertad religiosa en Cuba.
Más flagrante
aún, si cabe, es el calvario -con vertientes múltiples- por el que atraviesan
los miembros de la comunidad judía Bnei Anusim de
Camagüey. De entrada, las autoridades les han negado, hasta la fecha, el
derecho a registrarse legalmente. Por lo que respecta a las burlas
antisemitas que padecen, la explicación que recibieron por parte de esas
mismas autoridades era que “provenían seguramente”
de otras confesiones cristianas. Este intento del régimen de provocar
enfrentamientos entre comunidades religiosas fue desbaratado por el encuentro
que mantuvieron monseñor Wilfredo
Pino, obispo de Camagüey, y Reinaldo
Basulto, fundador de la comunidad Bei Anusim en dicho municipio. La
vertiente más cruel del calvario de este grupo israelita se produjo el 7 de
diciembre de 2018, con motivo de unas circuncisiones en el Hospital Pediátrico
de Camagüey: según el informe, “fueron irrespetados
en el momento de realizar sus rezos y se les amenazó con la expulsión del
hospital, niños incluidos, sin tener en cuenta que se encontraban recién
intervenidos”.
Más allá
de estos casos, el informe destaca otros supuestos de violación sistemática de
libertad religiosa como la represión de los abogados que asesoran a
comunidades -el histórico opositor René Gómez Manzano es uno de
ellos-, el acoso cibernético constante a clérigos y activistas de
distintas confesiones o la manipulación de iglesias afines en relación con el
fallido proyecto de legalización -por el momento- del matrimonio
homosexual. De ahí que el Instituto Patmos
recomiende a los cubanos asumir que el silencio “no
puede ser una opción válida”. Del régimen ya no espera nada.
Publicado en ABC.
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