Que el Santo Doctor Común de la Iglesia interceda
por nosotros en estos momentos tan difíciles, para que siempre crezca y se
fortalezca nuestra fe.
¿CREER ES «PENSAR CON ASENTIMIENTO»? [cum assensu cogitare]
1. Pensar implica cierta inquisición, pues es como dar
vueltas a una cosa. Pero San Juan Damasceno dice que la fe es un
consentimiento sin inquisición. Por
lo tanto, el pensar no compete a la fe.
2. Como diremos luego, la fe
reside en la razón. La “cogitación“, en cambio, es acto de la potencia cogitativa, que pertenece a la parte sensible, como hemos expuesto. El
pensar [cogitare], pues, no pertenece a la fe.
3. Además, creer es acto del
entendimiento, pues su objeto es la verdad. Ahora bien, el acto de asentir incumbe no al entendimiento,
sino a la voluntad, lo mismo que
el consentir, como hemos expuesto también. Por lo tanto, creer no es pensar con
asentimiento.
Contra esto: está el hecho de que así lo define San Agustín en su libro “De
praedestinatione sanctorum”
Respondo: Pensar [cogitare] puede entenderse en tres
sentidos. Primero, de manera general, significando cualquier consideración actual del intelecto. Así lo entiende San
Agustín en XV De Trin. cuando escribe: Llamo inteligencia a la potencia por la que pensando
entendemos. Otro, más
propio, significando la consideración
del entendimiento que conlleva cierta búsqueda o inquisición antes de llegar a
la perfecta inteligencia por la certeza de la visión. En este sentido lo
toma San Agustín al afirmar en XV De Trin. que el Hijo de Dios no se llama pensamiento de Dios, sino
Verbo de Dios. En efecto, nuestro verbo surge solamente cuando el pensamiento
llega a saber y es informado por las cosas que conoce. Por eso el Verbo de Dios
debe entenderse sin la cogitación, pues en él no hay nada formable y que pueda
ser informe. Según eso,
pensar se llama propiamente el
movimiento de la mente que delibera cuando todavía no ha llegado a la
perfección por la visión plena de la verdad. Pero ese movimiento de la
mente cuando piensa puede versar, bien sobre las intenciones universales, en cuyo caso pertenece a la parte intelectiva; bien sobre
representaciones particulares,
lo cual pertenece a la parte sensitiva;
de ahí que, en el segundo sentido, pensar es acto de la inteligencia que indaga, y en el tercer sentido, es acto de la
facultad cogitativa.
Por lo tanto, si el acto de
pensar se toma en la acepción común, o sea, en el primer sentido, la frase “pensar
con asentimiento" no
expresa toda la esencia de lo que es el acto de creer, ya que, en ese
sentido, quien considera las cosas que conoce
o entiende, también piensa
asintiendo. Tomándolo, en cambio, en el
segundo sentido, se expresa toda
la esencia del acto de creer. En efecto, de los actos de la
inteligencia, algunos incluyen asentimiento
firme sin tal cogitación, pues esa consideración está ya hecha. Otros
actos del entendimiento, en cambio, tienen cogitación, aunque informe, sin asentimiento firme, sea que no se
inclinen a ninguna de las partes, como es el caso de quien duda; sea que se inclinen a una parte
más que a otra por ligeros indicios, y es el caso de quien sospecha; sea, finalmente, porque se
inclinan hacia una parte, pero con temor de que la contraria sea verdadera, y
estamos con ello en la opinión.
El acto de fe entraña adhesión firme a
una sola parte, y en esto convienen el que cree, el que conoce y el que
entiende. Pero su conocimiento no ha
llegado al estado perfecto, efecto de la visión clara del objeto, y en
esto coincide con el que duda, sospecha y opina. Por eso, lo propio del que cree es pensar con
asentimiento, y de esta manera se distingue el acto de creer de los
demás actos del entendimiento que versan sobre lo verdadero o lo falso.
A LAS OBJECIONES:
1. La fe no entraña
investigación de la razón natural que
demuestre lo que cree. Implica, sin embargo, indagación sobre los motivos que conducen al hombre a creer,
como, por ejemplo, que lo ha dicho Dios
y está confirmado por milagros.
2. El pensar está tomado aquí no
como acto de la facultad cogitativa, sino como acto del entendimiento, según hemos expuesto.
3. El entendimiento del que cree
está determinado hacia una cosa no por
la razón, sino por la voluntad. Por eso, el asentimiento se considera
aquí como acto del entendimiento determinado hacia una parte por la voluntad.
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Para entender mejor
esto último, cfr. IIa. IIae., q. 2, a.
9:
“Según hemos ya
expuesto, nuestros actos son meritorios
en cuanto que proceden del libre albedrío
movido por la gracia de Dios. De
ahí que todo acto humano, si está bajo el libre albedrío y es referido a Dios,
puede ser meritorio. Ahora bien, el de
la fe es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina bajo el
imperio de la voluntad movida por la gracia de Dios; se trata, pues, de
un acto sometido al libre albedrío y es referido a Dios. En consecuencia, el
acto de fe puede ser meritorio.”
Añadimos que, como puede verse
comparando, hemos debido hacer graves
correcciones a la traducción que se presenta en:
Néstor Martínez
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