"Jesús entró otra vez en la
sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano tullida, y espiaban a Jesús
para ver si lo sanaría en sábado y tener así algo de qué acusarle. Jesús dijo
al hombre de la mano tullida:
– Levántate y ponte ahí en medio.
Luego preguntó a los demás:
– ¿Qué está permitido hacer en sábado: el
bien o el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
Ellos se quedaron callados. Jesús miró
entonces con enojo a los que le rodeaban y, entristecido porque no querían
entender, dijo a aquel hombre:
– Extiende la mano.
El hombre la extendió, y la mano le quedó sana. Pero
los fariseos, en cuanto salieron, comenzaron junto con los del partido de
Herodes a hacer planes para matar a Jesús."
Jesús
vuelve a colocar el bien del hombre por delante de los ritos, obligaciones,
tradiciones. El sábado, como vimos ayer, era algo muy importante para los
judíos. Jesús nos vuelve a enseñar que, el hombre, su bien, la justicia, están
por delante de él.
“Otra vez la mula al trigo” dicen los campesinos de mi tierra. Nuevamente los
cuestionamientos para Jesús por realizar acciones en favor de las personas oprimidas
por los males (muchos de ellos generados por la estructura religiosa). El
episodio sucede en la Sinagoga. Parece ser que esta institución se ha
especializado en paralizar al ser humano. Todos sabemos lo importante que son
nuestras manos. Las necesitamos para trabajar, saludar, estudiar, acariciar,
consolar, alabar (también sirven para hacer el mal). La mano paralizada hace
inútil al hombre. Por eso Jesús desafía a la institucionalidad. “Ponte en medio” le dice Jesús al enfermo. Luego
confronta a las autoridades religiosas. El tema es el bien o el mal aunque sea
en día sábado. Para Dios, queda claro, lo importante no son los preceptos sino,
una vez más, las personas. Curiosamente una religión cuyos fundamentos fueron
garantía de libertad y seguridad para el pueblo, se ha convertido en una carga
abrumadora y despersonalizante. ¿Qué cosas de
nuestra experiencia religiosa son esclavizantes y deshumanizantes?" (Koinonía)
Enviat per Joan Josep
Tamburini
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