A la edad de treinta
y dos años a Doug McKnight se le diagnosticó esclerosis múltiple. Los dieciséis
años siguientes le costaron su carrera, su movilidad y finalmente la vida.
Debido a la
esclerosis múltiple no podía comer por sí mismo ni caminar; combatió la
depresión y el temor.
A través de todo esto, nunca
perdió el sentido de la gratitud. La evidencia de esto es su lista de oración.
Los amigos de su congregación le pidieron que compilara una lista de sus
peticiones para interceder por él. Su respuesta incluía dieciocho bendiciones
por las que estaba agradecido, y seis preocupaciones por las cuales orar. Sus
bendiciones superaban a sus necesidades por tres a una.
Doug McKnight había
aprendido a estar contento.
Lo mismo ocurrió con la
leprosa en la isla de Tobago. Un misionero de corto plazo la conoció en un
viaje misionero.
En el día final, él conducía
la adoración en una colonia de leprosos. Preguntó si alguien tenía una canción
favorita.
Cuando hizo la pregunta, una
mujer se volvió y dejó ver el rostro más desfigurado que se haya visto. No
tenía orejas ni nariz. Los labios habían desaparecido. Pero levantó una mano
sin dedos y preguntó: «¿Podemos cantar “Cuenta las
riquezas que el Señor te da”?»
El misionero comenzó a cantar,
pero no pudo terminar. Después alguien comentó: «Supongo
que nunca podrá volver a cantar esa canción». «No» respondió, «la cantaré nuevamente, pero nunca de la forma en que lo
hacía antes».
¿Espera que un
cambio de circunstancias traerá un cambio en su actitud? Si es así, usted está en
prisión, y necesita aprender un secreto para aligerar su equipaje.
Lo que tiene en El Señor su
Pastor es mayor que lo que no tiene en la vida.
Mira tus manos y por lo menos
cuenta con ellas las bendiciones que ya has recibido. Te darás cuentas que no
te alcanzan los dedos para ellos. Sin más las bendiciones que los problemas en
tu vida. Entonces no cuentes con los dedos y cuéntaselas a los demás.
Génesis 49:25
Por el Dios de
tu padre, el cual te ayudará, Por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá Con
bendiciones de los cielos de arriba, Con bendiciones del abismo que está abajo,
Con bendiciones de los pechos y del vientre.
Deuteronomio 28:2
Y vendrán sobre
ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu
Dios.
Salmo 21:3
Porque le has
salido al encuentro con bendiciones de bien; Corona de oro fino has puesto
sobre su cabeza.
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