Así los evangelios
que, antes de ser escritos fueron expresión de una enseñanza oral transmitida a
las comunidades cristianas, tienen más o menos una estructura catequética.
Fuente: Tiempos de Fe, año 1, No. 6 . Escuela de la Fe
USO DE LA BIBLIA EN
CATEQUESIS
El objetivo de la catequesis es transmitir la
doctrina, la enseñanza de Cristo, la VERDAD que Él es, se enseña a Cristo, el
verbo encarnado e hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él (Exhortación
Apostólica de su santidad Juan Pablo II, Catechesi Tradendae No.6).
Esta enseñanza de Cristo se lleva a cabo a través del Evangelio que nos
indica lo que Jesús hizo y enseñó. Efectivamente, los evangelios indican
claramente los momentos en que Jesús enseña. Éste es el testimonio que Jesús da
de sí mismo: todos los días me sentaba en el templo a enseñar y se
asombraban de sus enseñanzas, pues enseñaba con quien tiene autoridad.
Así los evangelios que, antes de ser escritos fueron expresión de una
enseñanza oral transmitida a las comunidades cristianas, tienen más o menos una
estructura catequética
Como una primera conclusión que se desprende de lo expresado hasta aquí,
es que, siendo el objetivo de la catequesis hacer madurar la fe inicial
suscitada por el primer anuncio, esto es, por el KERIGMA,
y educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y
sistemático de la persona y del mensaje de Cristo, el conocimiento de la
sagrada escritura es absolutamente necesario; de donde se sigue por conocer y
saber leer la sagrada Biblia para el catequista y para el catequizando es una
prioridad.
Así, pues, en el periodo de enseñanza y madurez, en el ministerio de
Cristo a la luz de la palabra, el cristiano, habiendo aceptado por la fe la
persona de Cristo como el solo señor y habiéndole prestado una adhesión
global con la sincera conversión del corazón, se esfuerza para conocer
mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto; conocer su , el reino de Dios
que anuncia, las exigencias y las promesas contenidas en su mensaje
evangélico, los senderos que Él ha trazado a quien quiera seguirle.
Si es verdad que ser cristiano significa decir "Si"
a Jesucristo, recordemos que este sí, tiene dos niveles: consiste en entregarse a la PALABRA de Dios y apoyarse en
ella, pero significa también, en segunda instancia, esforzarse por conocer cada
vez mejor el sentido profundo de la palabra.
El uso frecuente de la Biblia, en catequesis es, por lo tanto,
absolutamente necesario. A este fin nos preguntamos: ¿Cuál
es el camino o método que debe seguir la catequista y el
catequizando para leer la sagrada escritura con fruto y seguridad?
Los especialistas en el estudio de la biblia han desarrollado varias técnicas para analizar con la habilidad lo que se dice en cualquier obra literaria, al observar con todo cuidado el significado preciso de las palabras, figuras retóricas e imágenes en cualquier texto, los expertos pueden analizar el pasaje todo lo que verdaderamente dice.
Los catequistas debe aprovechar todos estos estudios
modernos; ellos nos han dado normas más útiles, las cuales se pueden
rápidamente captar, si tenemos en cuenta la contestación o estas preguntas:
1. ¿Qué clase de literatura es la
Biblia?
2. ¿Cuán literalmente se
puede leer la Biblia?
3. ¿De qué manera es la Biblia
inerrante?
A la pregunta sobre los géneros literarios, se responde que estos
géneros son parte de nuestra experiencia; nosotros sabemos cuándo se trata de
algo histórico, cuando se trata de algo que no es histórico. Y a este respecto
uno de los mayores éxitos de la crítica literaria fue precisamente el descubrir
que la Biblia contiene diferentes tipos de literatura.
Para poder llevar a cabo una interpretación acertada de la Biblia
tenemos que leer los pasajes bíblicos individuales frente al fondo total de la
biblia y en perspectiva. En la regla básica para su interpretación:<< la Biblia interpreta a la Biblia>>.
Por eso es necesario fijarse muy bien en las palabras y también tener en
cuenta las circunstancias históricas que rodearon al auto, su mundo, sus
intereses y sus objetivos, las fuentes orales y escritas que utilizó y las
expresiones que se usaban en su tiempo.
Sobre la inerrancia de la Biblia debe tenerse muy en cuenta la
Constitución dogmática del concilio Vaticano II sobre la divina revelación pues
es uno de los documentos luminosos a este respecto.
Los Libros sagrados enseñan solo, fielmente y sin error, la verdad
que Dios quiso consignara dichos libros para la salvación nuestra.
En otras palabras, las verdades que deben defenderse como inmigrantes se
refieren a todo lo necesario para la salvación.
Para completarlo anteriormente expuesto, es muy importante que todos los
católicos, especialmente los catequistas, tengan en cuenta los nueve principios
para una lectura católica de la biblia según el Vaticano II.
La formulación atinada de estos nueve
principios, se debe a Sánchez Caro en Biblia y Palabra de Dios. Son los
siguientes:
1. La escritura es toda ella palabra humana y palabra de Dios. No
cabe hacer una separación absoluta entre interpretación de la Biblia como libro
meramente humano e interpretación de la Biblia como libro Que contiene y es
Palabra de Dios. Esta es la pre comprensión básica del exégeta católico.
2. El acceso a la palabra escrita de Dios es la palabra humana de la
Biblia. Tomar en serio la naturaleza humana -divina de la escritura,
lleva consigo tomar en serio la humanidad de la escritura. Y esto porque no hay
posibilidad ordinaria de acceso a la palabra escrita de Dios, sino es a través
del conocimiento de la palabra humana de la Biblia.
3. Principio hermenéutico de la intención del autor. Para conocer lo
que Dios quiere decir dice en la sagrada escritura, es necesario conocer tanto
los condicionamientos e intención de su autor o autores humanos, como los
de su lenguaje, que no siempre depende de la intención de los autores humanos.
4. Principio de la metodología exegética diacronía y sincronía.
Para interpretar correctamente la escritura, es necesario adoptar todos los
métodos e instrumentos de interpretación que se emplean para cualquier obra
humana de similares características: conocimiento
de los géneros literarios, crítica textual y literaria, métodos de filosofía
lingüística, métodos históricos críticos. Es condición indispensable
para el uso de estos instrumentos y métodos el librarlos de aquellos principios
filosóficos, a veces conectados con ellos, que entran en contradicción con la
naturaleza divina de la Sagrada Escritura.
5. Principio de la lectura desde las ciencias humanas. Para
interpretar correctamente la escritura son útiles y utilizables aquellos
procedimientos y métodos de interpretación que provienen de la investigación y
el estudio en el campo de las ciencias humanas. Deben usarse en las mismas
condiciones de los métodos anteriormente mencionados y, por estar menos
experimentados en el campo de la ciencia bíblica, se deben usar con especial
circunspección.
6. Principio de la lectura en el espíritu. El espíritu de Dios que
dio a conocer Israel la revelación mediante hechos y palabras, bajo cuya acción
está se puso por escrito y fue reconocida por escritura inspirada y normativa,
es el mismo espíritu que hace posible la Encarnación del verbo de Dios y que
Jesús deja a la iglesia para que reconozca en su palabra y en sus obras la
plenitud de la revelación de Dios; es también el mismo espíritu bajo y acción
se pone todo esto por escrito y se reconoce como revelación definitiva y la
iglesia se somete a ellos como normativos y canónicos. En consecuencia, es el
mismo espíritu que habita y vive en la iglesia como palabra interna a
ella, quien también sigue dándole a conocer la palabra externa que es la
escritura, haciendo posible su interpretación auténtica, convirtiéndola en
palabra eficaz hoy y en cada tiempo. En resumen, no hay espíritu sin
iglesia ni iglesia sin espíritu.
7. Principio de la unidad de toda la Escritura. Hay que leer e
interpretar la escritura en el contexto total de la única historia de la
salvación, cuyas diversas etapas son animadas por el mismo espíritu que hoy
vivifica a la iglesia. Esta lectura INICIA
en el descubrimiento de que todos los textos bíblicos se encuentran
inmersos en una tradición cultural y religiosa con muchos puntos en
común, y SE FUNDAMENTA en el hecho de
que es el espíritu Santo El que anima toda la historia de la salvación, que se
materializa en la escritura sagrada (inspiración), y el que manifiesta a la
iglesia la única economía de salvación cuya plenitud es Cristo y su evangelio
(canon).
Esta atención a la unidad del contenido del escritura se lleva acabo con
una operación DINÁMICA (no eliminando las
diferencias) en las que la única historia de salvación está orientada a Cristo,
y como una operación ECLESIAL que se da
cuando el intérprete el en la escritura en el contexto de la iglesia, ámbito en
que se garantiza hoy la acción del Espíritu Santo.
8. Principio de la tradición viva de la iglesia. Para interpretar
correctamente la escritura hay que atender a la tradición viva de la iglesia,
manifestación en ella de la acción del espíritu que vivifica y
actualiza la letra muerta de la escritura. Esto exige interpretar la
escritura en el contexto de la tradición apostólica, teniendo en cuenta el
testimonio de los padres de la iglesia, la liturgia, el asentimiento del pueblo
de Dios en cuestiones de fe y costumbres, y las orientaciones del magisterio.
Pero exige además interceptarse en la tradición viva, abrirse al espíritu
Santo para profundizar la escritura y descubrir su sentido actual.
9. Principio la analogía de la fe. La interpretación de la
escritura exige atender a la analogía de la fe, es decir, tener en cuenta la
conexión de cada texto con los misterios de la fe que vive y proclama la
iglesia. Así, la interpretación está siempre abierta una nueva profundización
del significado, pues la tarea de interpretar la palabra de Dios no se agota
nunca y cada vez puede descubrirse nuevos aspectos del texto relacionados con
el misterio global, los cuales, sin embargo, nunca pueda entrar en
contradicción con la de la Iglesia.
CONCLUSIÓN
De acuerdo con todo lo expuesto, los evangelizadores, y en
especial los catequistas, con sano criterio, deberán recoger todas las
enseñanzas de los biblistas y de los teólogos.
Se abstendrá de turbar el espíritu de los niños y de los jóvenes, en esa
tapa de su catequesis, con teorías extrañas, problemas fútiles o discusiones
estériles muchas veces fustigadas por San Pablo en sus cartas pastorales.
De una cosa debemos estar seguros: la
Iglesia confía plenamente en que el mismo espíritu que inspiró a los redactores
de la biblia, continúa viéndola y dirigiéndola a través del tiempo y
diversas generaciones. Esta debe ser nuestra oración llena de confianza
en el espíritu Santo, alma de la iglesia.
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