Homilía del Papa Francisco en Santa Marta
Son huérfanos porque han renegado a su Padre
Por: María Fernanda Bernasconi | Fuente: Radio Vaticana
“Un cristiano que no se deja atraer por el Padre hacia Jesús es un cristiano que vive como huérfano”. Lo afirmó el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Un corazón abierto a Dios – dijo Francisco – es capaz de aceptar las “novedades” que trae el Espíritu.
Por: María Fernanda Bernasconi | Fuente: Radio Vaticana
“Un cristiano que no se deja atraer por el Padre hacia Jesús es un cristiano que vive como huérfano”. Lo afirmó el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Un corazón abierto a Dios – dijo Francisco – es capaz de aceptar las “novedades” que trae el Espíritu.
Milagros, signos prodigiosos, palabras jamás escuchadas antes y después
casi siempre la misma pregunta: “¿Eres tú el Cristo?”. El Papa comenzó su homilía a partir del
escepticismo invencible que los judíos tienen hacia Jesús y que surge también
en el pasaje del Evangelio del día.
El Padre atrae a los
corazones
Aquella pregunta – “¿hasta cuándo nos mantendrás en la incertidumbre? Si
tú eres el Cristo, dínoslo a nosotros abiertamente” – que escribas y fariseos
repetirán muchas veces de diversas formas, en la práctica nace – tal como
observa Francisco – de un
corazón ciego. Una ceguera de fe, y Jesús mismo explica a sus interlocutores:
“Ustedes no creen porque no forman parte de mis ovejas”. Formar parte del
rebaño de Dios es una gracia, pero que tiene necesidad de un corazón
disponible:
“‘Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y
ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán eternamente y nadie
las arrebatará de mi mano’. Estas ovejas ¿han estudiado para seguir a Jesús y
después han creído? No. ‘Mi Padre que me las dio es mayor que todos’. Es
precisamente el Padre quien da las ovejas al pastor. Es el Padre quien atrae
los corazones hacia Jesús”.
Como
huérfanos
La dureza del corazón de escribas y fariseos,
que ven las obras realizadas por Jesús, pero que no quieren reconocer en Él al
Mesías, es “un drama” – afirmó el Obispo de Roma – que “va adelante hasta el
Calvario”. Es más, prosigue también después de la Resurrección, cuando a los
soldados de guardia en el sepulcro se les sugiere admitir – recordó el Papa –
que se han adormecido para acreditar el robo del cuerpo de Cristo por parte de
los discípulos. Ni siquiera el testimonio de quien ha asistido a la
Resurrección hace que cambie el punto de vista de quien rechaza creer. Esto
tiene una consecuencia. “Son huérfanos” – reafirmó el Pontífice – “porque han
renegado a su Padre”:
“Estos doctores de la ley tenían el corazón
cerrado, se sentían dueños de sí mismos y, en realidad, eran huérfanos, porque
no tenían relación con el Padre. Hablaban, sí, de sus Padres – nuestro padre
Abraham, los Patriarcas… – hablaban, pero como figuras lejanas. En su corazón
eran huérfanos, vivían en estado de orfandad, en condición de huérfanos, y
preferían esto a dejarse atraer por el Padre. Y éste es el drama del corazón
cerrado de esta gente”.
“Atraerme
hacia Jesús”
Al contrario – señaló el Papa refiriéndose a la
Primera lectura – la noticia que llega a Jerusalén, de que muchos paganos se
abrían a la fe gracias a la predicación de los discípulos que se habían sentido
impulsados hasta Fenicia, Chipre y Antioquía – noticia que en primer lugar
había causado mucho temor a los discípulos, demuestra lo que significa tener un
corazón abierto a Dios. Un corazón como el de Bernabé quien, enviado a
Antioquía a verificar las voces, no se escandaliza por la efectiva conversión,
incluso de los paganos, y esto porque – concluyó el Santo Padre – Bernabé
“aceptó la novedad”, se “dejó atraer por el Padre hacia Jesús”:
“Jesús nos invita a ser sus discípulos, pero
para serlo, debemos dejarnos atraer por el Padre hacia Él. Y la oración humilde
del hijo, que nosotros podemos hacer, es: ‘Padre, atráeme hacia Jesús; Padre,
llévame a conocer a Jesús’, y el Padre enviará al Espíritu a abrirnos los
corazones y nos llevará hacia Jesús. Un cristiano que no se deja atraer por el
Padre hacia Jesús es un cristiano que vive en condición de huérfano; y nosotros
tenemos un Padre, no somos huérfanos”.
(María Fernanda Bernasconi
- RV)
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