"Todos
estos espíritus (Ángeles) no son más que servidores y los manda Dios para bien de los que recibirán de El la
salvación" (Hb.1, 14). Son encargados de Sus órdenes, atentos a la voz de Su palabra"
(cfr. Sal.103, 20-21).
- Es
decir: los Ángeles sirven a Dios
y pueden -si Dios así lo dispone-
servir a los seres humanos para
los designios salvíficos que Él tenga para nosotros (cfr. CIC
350). Este concepto de que los Ángeles están al servicio de Dios y -sólo
si Dios lo desea- pueden estar al servicio de los seres humanos y para
fines tendientes a nuestra salvación, es de suma importancia para
entender mejor la verdadera función de los Ángeles.
- Glorifican a Dios sin cesar. Los Ángeles "contemplan sin cesar
la cara de Mi Padre que está en los Cielos" (Mt.18, 10).
- Ayudan a la Iglesia en su conjunto durante su peregrinar
terrestre y protegen a cada ser
humano en particular. (cfr. CIC 352).
- El
nombre genérico de "Ángel" no revela su verdadera naturaleza y
funciones, salvo el hecho de que ocasionalmente
- sólo a veces- pueden ser enviados como mensajeros de Dios a los hombres. El oficio de mensajero no
es ni el más importante, ni el más frecuente entre las funciones de
estos espíritus de la Corte Celestial (cfr. P. Pascal Parente en "Beyond
Space").
- Pertenecen
a la Corte de Dios, al Ejército de Dios, y asisten a Dios en el gobierno
del mundo. (cfr. "The Catholic Encyclopedia",
Broderick, 1986).
- Según
el Catecismo de la Iglesia Católica, desde la creación (cf. Job38, 7
donde los Ángeles son llamados 'hijos de Dios') y a lo largo de toda la
historia de la salvación, los Ángeles
anuncian de lejos o de cerca esa salvación y sirven al designio divino
de su realización.
Y
continúa el Catecismo con la mejor ilustración sobre la variedad de las
funciones de los Ángeles, extraídas de varios pasajes de la Sagrada Escritura
en que aparece la acción de algún Ángel (cfr.332 y 333):
Cierran
el Paraíso Terrenal (Gn.3, 24); protegen a Lot (Gn.19); salvan
a Agar y a su hijo (Gn.21, 17); detienen la mano de Abraham (Gn.22,
11); la ley es comunicada por su ministerio (Hch.7, 53); conducen
al pueblo de Dios (Ex.23, 20-23); anuncian nacimientos (Jc.13)
y vocaciones (Jc.6, 11-24; Is.6, 6); asisten a los Profetas (1
R.19, 5). Finalmente, el Ángel Gabriel anuncia el nacimiento de San Juan
Bautista, el Precursor, y el de Jesús (Lc.1, 11-26).
De la
Encarnación a la Ascensión, la vida de Verbo Encarnado está rodeada de la
adoración y el servicio de los Ángeles: cuando Dios introduce a Su
Primogénito en el mundo, dice "Adórenle todos los Ángeles de
Dios" (Hb.1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo
no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios..."
(Lc.2, 14). Protegen la infancia de Jesús (Mt.1, 20; 2, 13-19);
sirven a Jesús en el desierto (Mc.1, 12;Mt.4, 11); lo reconfortan en
la agonía (Lc.22, 43) ... Son también Ángeles quienes
"evangelizan" anunciando la Buena Nueva de la Redención (Lc.2,
8-14) y de la Resurrección de Cristo (Mc.16, 5-7).
"Con
ocasión de la Segunda Venida de Cristo, anunciada por los Ángeles (cf.
Hech. 1, 10-11), éstos estarán presentes al servicio del Juicio del Señor
(cf.Mt. 13, 41; 25, 31; Lc. 12, 8-9)" (CIC #333).
Concluye
el Nuevo Catecismo con varias citas de los Hechos de los Apóstoles en las
cuales aparece algún Ángel actuando en favor de los discípulos (cf. Hch.
5, 18-20; 8, 26-29; 12, 6-11; 27, 23-25), y cierra el recuento con la
siguiente afirmación:
"De
aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y
poderosa de los Ángeles" (CIC#334).
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