Un niño es como un milagro que está ante nosotros y no lo sabemos ver. Por sus ojos se asoma Dios y a Dios lo vemos si nos asomamos a sus ojos.
Por: María Esther de Ariño | Fuente: Catholic.net
Hoy es jueves, Señor. Y mes donde recordamos a los niños en México y algunos países. El niño...los niños. Tú los amaste con especial amor..."Dejad que los niños se acerquen a mí" y en otro momento....porque de los que son como estos es el Reino de los Cielos Mt 19.13-15.
Pues bien, HOY ES EL DÍA DEL NIÑO, pero como el día de la madre, del padre, del anciano, etcétera, no solo es por un día... siempre tiene que ser, todos los meses, todos los años, todos los días, todos los instantes... tienen que ser para esos seres que les tocó estar cerca de nosotros y ¡qué inútil será ! querer en un solo día rebosarlos de amor, rodearlos de caricias y mimos y en algunos casos, ¡qué triste!, querer restañar heridas que abrimos con desamor, querer endulzar veinticuatro horas, que antes y después son horas de agrios modos, de desatención y olvido.
Pero volviendo a que hoy es el día del niño, pensaremos en este día como un día de primavera. Eso son los niños: una hermosa primavera.
Los niños son como millares de esas florecillas que vemos tapizar los verdes campos de este planeta azul. Sus ojos son como estrellas y sus risas como el más bello sonido de campanitas de cristal. Y precisamente por esa delicada y tierna belleza nada puede ser más conmovedor y doloroso que un niño con ojos tristes, que el llanto silencioso o acongojado de un niño que en vez de risas sabe de lágrimas... de unas manitas que en vez de jugar, tiemblan o piden pan.
Un niño es como un milagro que está ante nosotros y no lo sabemos ver.
Un niño es candor, inocencia, ternura, gorjeo, canto, miel, luna, estrella, brisa, pureza, amanecer... Por sus ojos se asoma Dios y a Dios lo vemos si nos asomamos a sus ojos.
Todo eso y más es un niño y sin embargo... sabemos que muchas de esas florecillas en todas las partes del mundo se agostan en los hospitales con huesos rotos y aplastados por la furia demencial con que fueron golpeados, que hay Herodes modernos que matan a estos pequeños seres, precisamente porque son pequeños, porque no pueden defenderse y madres que algún día, sino es que siempre, en las largas horas de vigilia y remordimiento, estarán oyendo el llanto, el grito, en la oscuridad de sus entrañas, cuando matan al ser más inocente, su propio hijo.... "¡No los matéis, dádmelos a mí!" - suplicaba la Madre Teresa de Calcuta.
Sin niños el mundo no tendría primavera y nuestra gran responsabilidad es que todos los niños tengan paz, alimento, ternura, aire limpio y amor para que en vez de llanto oigamos sus risas como campanitas de cristal.
Hoy Señor, ante Ti, en Tu presencia en el Sagrario, ayudamos a verte en los niños, amarlos como Tú los amas, y que aprendamos de ellos, la bondad y sencillez. Que encontremos en ellos Tu mirada, la esperanza que tienes en nosotros los hombres adultos... que no sabemos lo que hacemos.
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