La idea
de Borges de un individuo que sueña con la muerte de su enemigo vivida en
primera persona (es decir, sintiendo el sufrimiento del adversario), y que ese
enemigo pueda estar encerrado en un sueño que se repite una y otra vez es algo
magistral. Hitchcock, al lado de esto, es un hombre primitivo que rueda
historias para niños.
Si a eso
le añadimos unas descripciones psicológicas como: Era menos alto que yo pero
más robusto y el odio le había dado su fuerza; hay que reconocer que
descripciones con tanta finura como ésa son las que hacen parecer al resto de
escritores como trogloditas de la literatura.
Lo
animaba una suerte de negra felicidad, dirá
más adelante. Sí, el resto de escritores parecemos patanes puestos ante una
línea así.
Incluso
la frase latina que le viene a su mente antes de morir (antes de creer que va a
morir) sin proponérselo no es una frase cualquiera. La frase acompañada del
verso anterior dice:
Pero esta cabeza [Roma] descuella tanto sobre las demás ciudades
como los altos cipreses entre los flexibles arbustos
como los altos cipreses entre los flexibles arbustos
P.
FORTEA
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