Beatificación
de Valentín Palencia y cuatro compañeros mártires
Murieron perdonando
La
catedral de Burgos acoge este sábado la beatificación del sacerdote Valentín
Palencia y cuatro jóvenes colaboradores suyos en el Patronato San José,
mártires de la persecución religiosa en España durante el siglo XX
La celebración, presidida por el
prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Amato,
será la primera beatificación celebrada en Burgos. El nuevo arzobispo, monseñor
Fidel Herráez, ha destacado que «la misericordia va a ser la señal de
identidad», pues de don Valentín Palencia «se decía que “era todo
misericordia”». Una misericordia «que hizo que el próximo beato se entregara
denodadamente a los niños más pobres de nuestra ciudad». Y una misericordia
también «que define el momento final de su vida: una muerte ofrecida,
perdonando, sin odio hacia sus verdugos, reconciliando y sembrando la paz
auténtica que nace del perdón». «En Valentín Palencia y sus compañeros [Donato
Rodríguez, Germán García, Zacarías Cuesta y Emilio Huidobro] encontramos un
modelo de vida y de fe que nos puede ayudar, en los momentos actuales, a vivir
el seguimiento de Jesús con más autenticidad y estímulo».
Junto a ello, el arzobispo de
Burgos ha deseado «también la justa memoria y dignidad de todos los que perdieron
su vida en aquel conflicto fratricida», por lo que «hemos de compartir y sentir
también el dolor de las familias que todavía no han podido honrar a sus
familiares caídos y desear que pronto puedan hacerlo».
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
«Si
te quitas el crucifijo, no te mataremos…»
En 1898, dos años después de su
ordenación, Valentín Palencia asume la dirección del Patronato San José,
ubicado en la actual iglesia de San Esteban, en Burgos. Allí recoge niños
huérfanos, marginados y desvalidos, y además de darles techo y comida se ocupa
de su educación y de su formación profesional. Llegó a cobijar a 110 muchachos,
40 internos y cerca de 70 alumnos externos, y organizó también un comedor de
invierno. En momentos de apuro repetía: «San José no me abandona». Por esta
labor caritativa, el Gobierno le concedió en 1925 la Cruz de Beneficencia.
Durante los veranos, Valentín
Palencia solía llevar a un grupo de niños a unos días de vacaciones a la playa
de Suances (Cantabria), y allí le sorprendió el estallido de la Guerra Civil,
que dejó al grupo incomunicado y sin poder volver a Burgos.
El comité revolucionario de
Torrelavega le prohibió celebrar Misa, por lo que tuvo que hacerlo a escondidas
en su habitación. Uno de sus alumnos lo denunció al comité. Cuando le
detuvieron, otros cuatro compañeros suyos, que habían ido a Suances a ayudar al
sacerdote, decidieron voluntariamente correr su misma suerte.
Los cinco presos fueron
conducidos para ser fusilados al monte Tramalón, en Ruiloba. A uno de los
chicos, Donato, los milicianos le propusieron: «Si te quitas el crucifijo, no
te mataremos», pero él respondió que prefería correr la misma suerte de don
Valentín. Los cinco entraron en el Cielo el 15 de enero de 1937.
Fecha de Publicación: 21 de Abril de 2016
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