El Museo de objetos del
Purgatorio.
Cientos de peregrinos visitan
uno de los museos más insólitos que existen en Roma, el de las almas del
purgatorio. En la sacristía de una iglesia pequeña cerca del Vaticano.
Este museo Ofrece a los
visitantes una colección de documentos sin duda únicos. Puedes ver los rastros
de fuego dejado por las almas en el purgatorio en los libros de oración, en
misales, en prendas de vestir como la camisa de Giuseppe Leleux que lleva la
impronta de sus dedos quemados o incluso el abrigo militar, en gran medida
carbonizado por el fuego, de un centinela italiano. También se puede ver una
cruz perfectamente trazada a con el índice prendido fuego.
Podemos
pensar que estos objetos son el resultado de la casualidad, o el engaño
deliberado, pero muchos católicos piensan que pueden haber sido producidos por
el “fuego” espiritual que rodea a las almas en el purgatorio, un símbolo de la
“quema” espiritual que sufren estas almas después de la muerte durante el
tiempo de su expiación.
DONDE ESTÁ
Reflejándose
sobre las aguas del Tíber, al lado del Palacio de Justicia, junto al
Vaticano, existe una iglesia llamada “la pequeña catedral de Milán”, porque su
fachada es de estilo gótico, un estilo muy raro en Roma. En la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio,
en Roma se conservan objetos que muestran extrañas marcas de fuego: éstas han
sido definidas como «testimonios del más allá».
Dentro de la iglesia hay algo que quizá sea único
en el mundo: en un cuartito contiguo a la iglesia se puede adivinar lo que
podríamos llamar «una colección de
testimonios del más allá».
Se trata de un conjunto de sábanas, hábitos,
tablillas y páginas de libros encerrados en vitrinas de cristal, todos los
cuales muestran signos impresionantes: cruces,
huellas ennegrecidas de dedos y de manos.
En 1897, el párroco de la
iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, en Roma, inició una extraña
colección: las huellas de fuego dejadas en páginas de libros, ropas o sábanas
por almas que han regresado del más allá para «pedir el sufragio de oraciones».
Se trató de cerrar el museo en tiempos de Pío X,
pero este pontífice se opuso a esta medida.
COMO SE INICIÓ EL MUSEO
A
finales del siglo XIX se erguía la capilla de la Virgen del Rosario
al lado de la iglesia del Sacro Cuore del Suffragio (Sagrado Corazón del
Sufrimiento), frente al Tiber, en Roma, a pocas cuadras del Vaticano.
El 15 de noviembre de 1897, el
sacerdote francés Victor Jouet, párroco de la capilla, estaba rezando frente al
altar cuando una de las velas prendió fuego en el marco del cuadro de la
Virgen.
Algunos dicen que el fuego fue muy pequeño y que
sólo chamuscó la pared. Otros afirman que la capilla completa fue presa de las
llamas (otros más mencionan que ahí no había una capilla sino un altar en
memoria de los difuntos, como muchos de los que todavía se ven en las calles de
Roma:
“En esta zona tuvieron lugar muchas batallas, desde
la antigüedad, y quien tenía un huerto encontraba día sí día no una calavera o
unos huesos. Esta presencia tan constante de los muertos hizo que la gente
fuera especialmente sensible y a menudo hacía altares en su memoria, para
quedarse más tranquilos”.
Lo cierto es que el humo había trazado una mancha que con un poco de imaginación
parecía un rostro: una pareidolia.
Pronto
miles de peregrinos llegaron a rezar durante horas frente a la mancha en la que veían
un rostro de expresión afligida, melancólica, dolorida o de sufrimiento. Para
los fieles representa la cara y el cuerpo atormentado de un hombre rodeado de
llamas.
Jouret
concluyó que era un alma en pena, atormentada por las llamas del purgatorio
El religioso se preguntó si en otros lugares se
habrían registrado apariciones análogas, y comenzó a realizar investigaciones en ese sentido.
Desde aquel momento, el padre Jouet, que creyó
profundamente en la autenticidad de la aparición, no se concedió reposo, y empezó a recorrer media Europa para recoger
testimonios, en conventos y casas particulares, de la presencia visible de las
almas del purgatorio
La búsqueda no resultó nada sencilla pero, al cabo
de algunos años, el padre Jouet consiguió reunir muchos testimonios curiosos
que parecían confirmar su hipótesis: en varios casos, almas que se encontraban en el purgatorio se habían manifestado a los
vivos, pidiendo plegarias e intercesiones que apresuraran su llegada al
paraíso.
Al cabo de algunos años había
reunido cientos de testimonios (280 marcas). Se trataba de ropas, libros,
camisas y otros materiales en los que aparecían manchas que mostraban
diferentes figuras.
Entonces
se dio cuenta que necesitaba espacio para poder exhibir sus reliquias. Qué mejor lugar
que los terrenos en donde se encontraba la capilla de la Madonna del Rosario.
Contactó con el ingeniero Giuseppe Gualandi, nacido en Bolonia en 1870, y le pidió que
concluyera los trabajos de la iglesia del Sagrado Corazón del Sufrimiento,
iniciados en 1894, y anexara una
habitación donde pudiera exhibirse la colección.
La construcción de la curiosa y extraña iglesia
neogótica, única en Roma, terminó en 1917, pero el “Pequeño Museo de las almas del Purgatorio” (conocido
despectivamente como “El museo cristiano del más allá”) en la Via
Lungotevere Prati, 12, se inauguró antes de terminar el siglo XIX.
En
1900 Jouet fundó la Associazione del Sacro Cuore di Gesû in suffrago della
Anime del Pugatorio. La asociación vendía indulgencias y privilegios
de León XIII y publicaba la Rivista mensile dell’ Associazione,
luego llamada Le Purgatoire,
misma que dejó de circular en la segunda década del siglo veinte. Pío X reconoció canónicamente la
asociación, en su carta apostólica “Cum nobis”, hasta el 20 de enero de 1923.
A
la muerte de Jouet, en 1912, el obispo Gilla Gremigni y el padre Ricasoli
solicitaron al Papa Pío X que permitiera destruir los casos menos documentados
de la colección.
Seleccionaron pues los que poseían más
certificaciones y aprobaciones de las autoridades. Las 280 piezas se redujeron a 19 que dan testimonio de 12 casos y que
fueron guardadas en una larga vitrina ubicada en un pasillo vacío que conduce a
la sacristía.
En el gabinete se pueden ver las reliquias, la
mayor parte del país de origen de Jouet, Francia, encontradas entre 1637 y
1919.
La primera es una foto de la imagen que apareció
después del incendio en la capilla de la Virgen del Rosario.
Las otras son impresiones
hechas, supuestamente, con fuego dejadas por los muertos en paños, sábanas,
páginas de libros de oraciones, hábitos, ropas, camisas y gorros de dormir así
como mesas y tablillas de madera.
Todas ellas muestran signos
(cruces, huellas ennegrecidas de dedos y de manos) dejados, presuntamente, por
almas que han regresado del más allá para “pedir oraciones por su sufrimiento”.
Los
católicos creen que las oraciones de los seres vivos aceleran la salida de las
almas del purgatorio, un lugar entre el cielo y el infierno donde,
según la iglesia católica, las almas llegan a expiar sus pecados antes de que
se les permita ingresar al paraíso.
En
un opúsculo editado por los misioneros del Sagrado Corazón se puede leer:
La Iglesia condena el
espiritismo, considerado una creencia susceptible de evocar con prácticas
mediúmnicas el espíritu de los difuntos. Pero el museo recoge solamente huellas
causadas por almas que volvieron espontáneamente, para pedir sufragios de
plegarias o buenas obras.
OBJETOS QUE CONSERVA LA
COLECCIÓN DEL MUSEO
Los letreros de la vitrina describen la historia de
cada una de estas impresiones:
“Impresión dejada en una tableta de madera, en la
manga del vestido y en la arpillera de la camisa de la venerable madre Chiara Isabella Fornari, abadesa de
las Clarisas de Todi, de las manos del difunto padre Panzini, olivetano Abad de Mantova, 1° el noviembre de 1731”.
“Impresión a fuego dejada en un libro de Marguerite Demmerlé de la parroquia de
Ellingen, en la diócesis de Metz, de la hermana aparecida treinta años después
de su muerte; 1814-15”.
“Impronta de fuego que dejó el difunto
Giuseppe Schitz tocando con la extremidad de los cinco dedos de la
mano derecha el libro de plegarias en lengua alemana de su hermano Giorgio Schitz, 21 de diciembre de
1838 en Stralbe (Lorena). El difunto pidió plegarias de sufragio para reparar
su poca misericordia en vida”.
“Aparición en el 1875 de Luise Le Sénéchal nacida en Chanviers, muerta el 7 de mayo de
1873, a su marido Jean Le Sénéchal
en su casa de Ducey para pedirle rezar dejando como señal la impresión a fuego
de cinco dedos en su gorro de dormir”.
“Impronta de fuego de un dedo dejada por sor Maria di San Luigi Gonzaga, aparecida
a sor Margherita del Sacro Cuore
la noche entre el 5 y el 6 de junio de 1894”.
LOS DOCUMENTOS
El documento más antiguo son las marcas dejadas por
la hermana Chiara Schoelers,
fallecida durante la peste, el 13 de octubre de 1637.
La religiosa dejó sus huellas
candentes sobre el grembiule (delantal) y una correa de granja de la hermana
Margarida Herendorps (o Rerendorts), religiosa del monasterio benedictino de
Vinnemberg (Wesfalia).
Treinta y tres años después,
en 1670, el primer párroco de Hall, el padre Cristóbal Wallbach, muerto 63 años
antes, dejó la huella de “un dedo de fuego” que perforó un libro de oraciones
con pasta de madera, cubierta con piel de jabalí, hasta la página 81. De esa
manera suplicaba se hicieran oraciones a su nombre para salir del purgatorio.
Hacia 1731 la madre Chiara
Isabella Fornari, era la abadesa de las clarisas del monasterio de San
Francisco, en Todi. El 1 de noviembre de aquel año se le apareció el olivetano
padre Panzini, abad de la ciudad italiana de Mantua, y su confesor. Venía desde
el purgatorio a pedirle que mandase rezar misas por su alma.
La madre Chiara se encontraba trabajando en su
telar cuando hizo su aparición el padre Panzini. El sacerdote comenzó a dibujar, con la punta del dedo índice
incandescente, una cruz en el telar de madera. Mientras dibujaba colocó la mano
izquierda sobre el telar y la impresión de la mano también quedó grabada sobre
la madera.
Puso
después la mano izquierda sobre una hoja de papel chamuscándola y dejó impreso
los contornos de su mano. Aterrorizada, la monja quiso huir, pero el “alma” del sacerdote la agarró con la mano
derecha: el calor de la mano perforó la manga del hábito y la camisa de la
religiosa, llegando hasta la piel.
En la túnica se pueden ver las marcas de la
quemadura, mientras que en la camisa se ven marcas chamuscadas y algo que se
dice es sangre.
Joseph Leleux era un joven
disoluto que vivía en la ciudad de Wodecq-But, Bélgica, en el siglo XVIII.
Veintisiete años después de la muerte de su madre, el 21 de junio de 1789, la
mujer regresó en espíritu para ponerlo sobre aviso de los terribles castigos
que podría tener en el purgatorio de continuar con ese ritmo de vida. La madre
lo tomó por el brazo le pidió que pusiera fin a su vida disoluta, y dejó la
camisa de su hijo con la marca carbonizada de los dedos.
Joseph, asustado, se enmendó y corrigió el rumbo.
Se dice que murió en olor de santidad el 1 de abril de 1825.
Cierta
noche de 1814 la señora Marguerite Dammerlé, de Erlingen, Metz, Francia, se encontraba rezando
en su recámara. De pronto se le
apareció una mujer gimiendo de dolor, vestida muy religiosamente como peregrina.
Se presentó y le dijo:
“Soy tu suegra, muerta de
parto hace treinta años. Haz una peregrinación al santuario de Nuestra Señora
de Marienthal por mí, y pide que se oficien dos misas por mi alma”.
Asustada, Marguerite le contó la aparición a su
esposo, describiendo a la mujer. Ambos acordaron cumplir con lo solicitado. Cumplido su deseo, el espíritu de la suegra
reapareció para agradecer y despedirse. Pero antes de ascender al paraíso dejó
un recuerdo: una huella de fuego en el libro de oraciones de Marguerite.
Luego se transfiguro, inundándose de felicidad y de luz, y desapareció “rumbo
al cielo”.
Era
la noche del 21 de diciembre de 1838. Joseph Schitz estaba en su casa en
Stralbe
(Antiguo Ducado de Lorena, Lorraine, Francia), leyendo un libro de oraciones
cuando, de improviso, se estampó en una
de las páginas la huella de una mano.
El corazón de Schitz dio un brinco de temor, tanto más porque le pareció
sentir una presencia insólita, una ráfaga de viento frío. Después, creyó escuchar una voz: reconoció la de su
hermano, Jorge, muerto hacía poco, que le decía que a pesar de la vida
licenciosa que había conducido, consiguió salvarse porque la culpa la tenía el
mismo Joseph, pero estaba sufriendo terriblemente en el purgatorio. Suplicaba
que hiciera rezar unas misas por su alma, para abreviar su estancia en el
purgatorio.
Schitz se sobresaltó; creyó que se había quedado
dormido un momento, pero no era así: lo probaba las marcas ennegrecidas de los cinco dedos de la mano derecha, perforando 9
hojas, claramente visible en el devocionario en lengua alemana de
Joseph.
La
que sí tuvo una visión en sueños fue una muchacha siciliana a la que se le
“apareció” su hermana muerta solicitando que rezara por ella pues sufría mucho
en el purgatorio. Al despertar descubrió la huella quemada en su camisón.
El libro de oraciones de Maria
Zaganti de Poggio Berni, de Rímini también muestra la huella de tres dedos
flamígeros. El suceso ocurrió el 5 de marzo de 1871. Las
huellas las dejó el espíritu de Palmira
Rastelli, hermana del párroco de San Andrés, de Pádua, Sante Rastelli, fallecida dos meses y
medio antes, el 18 de diciembre. Habría venido a pedir una misa y oraciones.
La
colección del museo, incluye el gorro de dormir de Jean Le Sénéchal, de Ducey,
Manche, Francia. La señora Sénéchal murió en 1873, he hizo prometer a su marido que mandaría rezar tres misas en sufragio por
ella. El marido no pidió las misas.
Dos
años más tarde se le apareció al marido para preguntar porqué no había cumplido
su último deseo. Jean intentó tranquilizarla alegando que no pidió
las misas por falta de dinero. La hija tenía, ¿pero cómo pedirle? Su hija no
creería lo de la aparición.
Para
que la hija le creyera al padre y pagara el costo de las tres misas, tocó en el
gorro de dormir del marido, dejando marcada toda la mano.
Jean llevó el gorro con su hija y obtuvo el dinero
para las misas. En esa misma noche, el
alma de Louise Le Sénechal, en “figura ardiente”, fue vista elevarse hacia el
cielo.
La hermana María
Margarita de San Luis Gonzaga murió el 5 de junio de 1894, víctima de la
tuberculosis cerca de Pe rugía. La madre superiora, sor Margarita del Sagrado Corazón había sido muy severa con sor María.
Esa
misma noche sor María se le apareció a sor Margarita. La religiosa
estaba acostada; de pronto, su celda se llenó de sombras indistintas y una de
éstas se fue concretando, lentamente, hasta hacerse reconocible: era la hermana
Maria.
La aparición, vestida con el
hábito de las clarisas, explicó a la madre superiora que había cometido un
grave pecado: había deseado ardientemente la muerte, con el objeto de
sustraerse a los dolores que le causaba la enfermedad que sufría, y a
consecuencia de la cual murió. Por esto, le habían
correspondido veinte años de purgatorio.
El
“fantasma” pidió luego oraciones que apresuraran su paso al paraíso. La hermana
Margarita, aunque lógicamente se sentía aterrorizada, creía ser víctima de una
alucinación. Y, para convencerla, la aparición quiso dejar constancia de su
aparición, un signo tangible de su presencia, y tocó la almohada con el dedo índice, dejando quemada la funda.
La madre superiora solicitó las misas y diez días
más tarde volvió a ver a sor María, felicísima, porque se disponía pasar a la
gloria.
También se conserva la huella
del dedo de un fraile capuchino. Lo estampó sobre la mesa de madera de la madre María Magdalena de la Santísima
Trinidad, fundadora del Instituto de las Hijas de la Inmaculada
Concepción. No contento con eso, también dejo la marca de una pelota.
Una huella similar la habría
dejado un avaro que había ordenado ser enterrado con una bolsa de dinero. A los pocos días se le apareció a un amigo para pedir que se dijeran
misas en su nombre y así poder salir del purgatorio. Para pagar las misas, colocó la bolsa de dinero sobre la mesa y ahí quedó
grabada una forma circular.
Otro que dejaba dinero desde
el más allá fue el un sacerdote del monasterio italiano de San Leonardo de
Montefalco, que tras su muerte dejaba todos los días un billete de 10 liras en
la puerta del convento para que hicieran misas por él. Así hasta 300 liras del 18 agosto al 9 de noviembre de 1919, según
explica el folleto del museo. Y allí está una copia de uno de los billetes.
Humberto I, de Italia, apodado “El Bueno”, fue asesinado por un anarquista.
Treinta y dos años más tarde un soldado que hacía guardia en el cenotafio
erigido en la memoria del rey asesinado dijo que deseaba hablar con el rey Víctor Manuel III. Al serle concedida
la visita, informó al rey que se le
había aparecido el “espíritu” de Humberto I y le habría quemado el grueso
capote militar de invierno, que mostraba una figura parecida a una mano
chamuscada.
El relato es más que milagroso pues en aquel
cenotafio no se guardaba el cuerpo del difunto rey.
EL FIN DE UNA ÉPOCA Y EL
INICIO DE OTRA
A finales del siglo pasado el padre Renato Bruni era el párroco encargado
de la Sagrado Corazón del Sufrimiento. Por más de treinta años estuvo al frente
del museo. En una entrevista declaró:
“Destruimos
mucho de la colección hace algunos años. Es una carga que llevamos. No
nos damos abasto con toda la gente que llega de visita”, dijo. En ese
entonces se calculaba que el museo recibía cerca de 4,000 visitantes al año.
“Es una responsabilidad porque atrae a mucha gente
de todas partes del mundo”.
Cuando le preguntaron si él y sus fieles realmente
creían en las historias de estos objetos, se enfureció y respondió:
“Por
supuesto que sí, y no veo por qué no. Estas son pruebas. Nuestro obispo
investigó varias de ellas y todas fueron verificadas”.
No obstante, el párroco del año 2013, Roberto Zambolin, se cuida mucho de
precisar que el valor del museo “es
puramente humano y no constituye una prueba de la realidad del purgatorio”.
Quizás sea más consciente que si el Limbo ya
desapareció, tal vez no tarde en seguirlo el purgatorio. ¿Cuándo le tocará el
turno al cielo y al infierno?
Museo
de las Almas del Purgatorio, Chiesa Sacro Cuore del Suffragio, 12 Lungotevere
Prati. Teléfono: 6540517. Abre el domingo de las 9 de la mañana al mediodía.
Entrada libre. Los visitantes deben pedir en la sacristía que les abran el museo.
Fuentes:
- http://www.aleteia.org/es/religion/articulo/un-paseo-por-el-museo-de-las-almas-del-purgatorio-de-roma-5798329036308480
- https://en.wikipedia.org/wiki/Museo_delle_anime_del_Purgatorio
- https://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_del_Sagrado_Coraz%C3%B3n_del_Sufragio
- http://infocatolica.com/blog/sarmientos.php/1002130550-el-museo-de-las-almas-del-pur
- http://purgatorio.altervista.org/doc/varie/museo/museo.html
Foros de la
Virgen María
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