SE DIRIGE A PADRES Y PERSONAS CON DISFORIA, A INDIFERENTES O A LOS MÁS IMPLICADOS EN LA FE
El arzobispo de Oklahoma, Paul S. Coakley, pone
especial atennción en diferenciar los postulados trans, a rechazar en favor de
la verdad, y los afectados por el transgenerismo, a quienes los católicos deben
ayudar.
El pasado 30 de abril, el
arzobispo de Oklahoma, Paul S. Coakley, publicó
una serie de directrices encaminadas a orientar sobre cómo los
católicos pueden enfrentar desde la firmeza pero también desde la caridad "el auge
del movimiento transgénero, que trágicamente intenta promover y
normalizar la transexualidad".
Se trata de un contexto en que la
promoción y aceptación social del transgenerismo como movimiento se encuentra
ampliamente asentado especialmente "por
la creciente cobertura en medios de comunicación, el aumento
de personajes transgénero en el cine o por los esfuerzos políticos para
promover la ideología".
El resultado de estas presiones
es demoledor: en Estados Unidos, el número de jóvenes que
se identifican como transgénero se ha duplicado en los últimos
cinco años.
¿Qué deben hacer -y
cómo deben hacerlo- los católicos ante una concepción de la naturaleza
"radicalmente opuesta" como es el transgenerismo? Dar respuesta a esta pregunta es el principal objetivo del documento
publicado por Coakley, manteniendo la enseñanza de la Iglesia pero buscando al
mismo tiempo contribuir a acompañar a todos los que sufren las consecuencias de
la disforia de género, ya sea esta natural o generada externamente. Lo hace a través
de 11 consejos:
1º
EMPATIZAR CON SUS VÍCTIMAS Y BUSCAR SU BIEN
En primer lugar, el obispo destaca
que también quienes se identifican como transgénero son "creadas y amadas por Dios", siendo el primer
mandamiento de los cristianos amarles "como a
nosotros mismos", lo que significa "ante
todo, querer y desear su bien".
En este sentido, destaca que lo que
les sucede a quienes se definen como "transgénero"
puede ser por motivos comparables a los que llevan a los católicos a "adormecer el dolor de no encontrar
satisfacción".
También los católicos, dice, "llenamos nuestras vidas y a nosotros mismos de
trabajo, deseo de poder, sexo, alcohol, Internet y ruido constante en un
intento inútil de satisfacer el dolor de nuestra alma o, incluso, como una
forma de adormecer el dolor de no encontrar satisfacción. Algunos de los que
sufren disforia de género buscan un respiro a su dolor identificándose
como el sexo opuesto. Todos podemos empatizar con estas personas
porque cada uno de nosotros, en nuestras circunstancias particulares, hemos
intentado refugiarnos en algo distinto a Dios".
2º
COMPRENDER QUE SON VÍCTIMAS, NO VERDUGOS
El obispo también llamó a que la
propia naturaleza caída de la persona "intensifica
la falta de armonía interna", que en la situación actual de
difusión del transgenerismo, aumenta la dificultad para
"reconocer la bondad de nuestros cuerpos" y la "discordia dentro de la unidad de cuerpo y alma".
Aspectos que "suelen experimentar" quienes luchan contra la disforia,
sufriendo "sentimientos fuertes y persistentes
de identificación con otro género y de incomodidad con el propio género y
sexo".
En este sentido, y ante el "tremendo sufrimiento" que debe suponer
dicha falta de congruencia, el obispo llama a acercarse a ellos
"con gran compasión al buscar la verdad", así como a reconocer en
ellos "el inmenso dolor": según documentos que incluye el
obispo en la sección recursos, un 40% de las personas que se identifican como
transexuales han intentado suicidarse al menos una vez, el 47% ha sufrido
agresiones y en general son más propensos a sufrir trastornos alimentarios,
mentales o de abuso de sustancias.
3º
LA RESPUESTA CATÓLICA: NO DESCARTAR SU DOLOR, PERO TAMPOCO LA VERDAD
Meditando en torno a la "respuesta católica" a la cuestión,
Coakley llama a "evitar los extremos" errados,
que resume en "ignorar el dolor de la persona
y afirmar que el sexo biológico es el final de la conversación o descartar la
verdad del cuerpo con la falsa esperanza de aliviar el dolor".
"Una
respuesta católica debe afirmar el sexo dado por Dios y reconocer el conflicto
de la persona que tenemos
delante. Requiere escuchar con empatía, así como extender la invitación a
recibir el don de Dios del cuerpo sexuado. En definitiva, significa invitar a
la persona que sufre a rendirse a la verdad", agrega.
El obispo Coakley considera
crucial para ayudar de forma efectiva a quienes sufren disforia no caer en dos
extremos, el de ignorar su dolor o eludir la verdad pensando en que este no sea
mayor.
4º
OFRECER LA VERDAD DE FORMA OPORTUNA A SUS PARTIDARIOS
"Estamos
llamados a dar testimonio de la verdad y a hacerlo con gran amor. La mayoría de
nosotros no acompañará directamente a alguien que lucha contra la disforia de
género, pero puede interactuar con amigos o familiares que apoyan el
tratamiento de afirmación y el movimiento transgénero. ¿Cuál es nuestro papel?
La sanación requiere que hablemos de género y sexo de forma lógica y compasiva,
haciendo todo lo posible por hablar desde la perspectiva del otro. El amor requiere que ofrezcamos
la verdad en el momento y de la manera que sea adecuada a la relación
para que la verdad pueda ser recibida.
5º
A LOS CATÓLICOS QUE APOYAN LAS DOCTRINAS LGBT
El obispo recuerda la advertencia
de Benedicto XVI que recuerda que "sin verdad,
la caridad cae en mero sentimentalismo": "Jesús ejemplificó el modelo
de la verdad en el amor cuando se dirigió a la mujer sorprendida en adulterio,
`tampoco yo te condeno. Vete, y no vuelvas a pecar´ (Juan 8,11). Debemos seguir
su ejemplo de compasión centrada en la verdad".
6º
LLAMADOS A EVANGELIZAR LA CULTURA, NO A RETIRARSE
También se dirige a los que se
encuentran inclinados a retirarse de la labor evangelizadora sobre el
movimiento LGBT. "Jesús nos lo recordó:
`Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la
cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo del
celemín, sino en el candelero, para que alumbre a todos los que están en la
casa´. En virtud de nuestro bautismo, somos enviados en misión a evangelizar la
cultura", subraya.
7º
A LOS CATÓLICOS INDIFERENTES
Por esto último, el obispo
también se dirige a los católicos que contemplan esta labor con indiferencia,
olvidando el llamado a las bienaventuranzas -"Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios"-. A
ellos les recuerda que la indiferencia ante la
realidad del transgenerismo también supone despreciar el intenso dolor que lo sustenta. Frente a la indiferencia,
añade, "el compromiso compasivo fomenta la
apertura a la verdad, pero exige que primero tratemos de comprenderla".
Para los padres con hijos
afectados, para los católicos que deseen acompañar a pacientes de disforia o a
víctimas del movimiento trans, el obispo coincide en un consejo común: la
importancia de la escucha.
8º
ACOMPAÑAR A PERSONAS CON DISFORIA PUEDE SER SANADOR
El obispo les transmite la
consigna de que el compromiso "compasivo"
es especialmente importante si se acompaña a alguien que lucha contra la
disforia de género: "Acompañar a alguien que
sufre puede ser sanador en sí mismo. Debemos tener siempre presente
la plenitud de nuestra persona y la vocación que Dios nos ha dado de amar de
verdad. Todos estamos heridos y, si hemos confiado plenamente nuestras vidas a
Cristo, podemos compartir con autenticidad cómo, a través de la lucha y el
dolor, podemos presentar nuestras heridas a Jesús, quien, en definitiva, lo
hace todo para bien".
9º
PARA PADRES DE HIJOS CON DISFORIA: AMOR, PACIENCIA, HUMILDAD, EMPATÍA Y RESPETO
Consciente de que "siempre es desgarrador ver a un hijo sufrir" y
de que en este caso "no hay soluciones
rápidas", el obispo remarca que "el
amor incondicional, la paciencia y la humildad" son ingredientes
necesarios para abordar esta dificultad y dolor de sus hijos. También les
recomienda que se interesen y les pregunten "con
delicadeza" -"no interrogarlos"- para entenderlos
mejor -consulta aquí algunas preguntas de ejemplo-.
A través de estas conversaciones
sugeridas por el obispo pueden surgir otras que les ayuden a comprenderse mejor a sí mismos y a sentirse escuchados,
conocidos y queridos: "Teniendo en cuenta que
el género no constituye la totalidad de la vida o la identidad de nadie, estas
conversaciones deberían ser sólo una parte de lo que los padres dialogan. Si un
hijo no quiere participar en este tipo de conversaciones, respete su decisión,
pero siga pendiente de él y ofrezca su escucha. Si un niño cree que uno de sus
padres lo escuchará con empatía y sin juzgarlo, será más probable que comparta
sus experiencias y preocupaciones".
10º
SER FIRMES PERO FLEXIBLES
También a los padres les llama a que la comprensión y empatía no vaya en
perjuicio de la verdad. Así, en el caso de los nombres o
pronombres que quieran usar a la hora de referirse a ellos, el obispo llama a
que "deben mantenerse los pronombres acordes
con el sexo biológico dado por Dios al niño", si bien hay algunas
estrategias para hacerlo más llevadero para el joven, como es el uso de apodos
cariñosos -"vida, cariño, corazón, etc"-,
capaces de "aligerar tensiones". "El
amor incondicional requiere de límites y flexibilidad, y la compasión arraigada
en la verdad del sexo biológico de su hijo es una buena guía para navegar por
terrenos difíciles", destaca.
11º
PARA QUIENES SUFREN DISFORIA: "AYUDARLES A CONOCER EL AMOR DE JESÚS"
Por último, el obispo dirige la
actitud de acogida de la Iglesia a quienes sin ser militantes activos del
transgenerismo, sufren las consecuencias de la disforia: "Como Iglesia, queremos acompañarte en tu lucha contra la
disforia de género, porque, como señala san Pablo: `Si sufre un
miembro, todos los demás sufren con él´. Queremos ayudarte a conocer el amor
incondicional de Jesús y acercarte a Él en los sacramentos. Eres
parte de la Iglesia, aquí perteneces y, de verdad, eres bienvenido.
Rezo para que el Señor envíe a personas sabias y llenas de fe a tu vida para
que te acompañen en tus luchas y a través de ellas. Pido a cada persona que
esté experimentando esta confusión que confíe su dolor a Jesús",
concluye.
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