HASTA LA FE Y LA VIDA DE ORACIÓN SE HA REFORZADO EN LOS ESTUDIANTES DE STEUBENVILLE
Los estudiantes de la Universidad Franciscana de
Steubenville, considerada como la más católica de Estados Unidos.
¿Qué nos da y qué nos quita un teléfono
inteligente? Lo más normal es vender todas las cualidades que
ofrecen los smartphones a los usuarios: conectividad total, cámara fotográfica, consulta
instantánea, redes sociales a golpe de clic y un sinfín de aplicaciones que
premian la inmediatez. Pero hasta ahora se ha hablado mucho menos de lo que estas nuevas
tecnologías restan a las personas que viven pegados a
uno de estos dispositivos durante todo el día. El simple hecho de tener la
mirada fija en una pantalla impide mirar más allá, ya sea al otro o al entorno
que nos rodea.
Sin embargo, en
la Universidad
Franciscana de Steubenville (EEUU) han llevado a cabo un programa que ha ayudado a decenas de
estudiantes a descubrir la vida que va más allá de estos teléfonos inteligentes
y cuyos frutos han sido cuantiosos, incluso para su vida de fe.
Esta universidad
católica situada en Ohio lanzó la Beca Unplugged (desenchufado), cuyo programa piloto se ha
desarrollado en este último semestre que ahora concluye. Esta ayuda otorga a
los beneficiarios una ayuda de 5.000 dólares para sufragar sus gastos
académicos a cambio de desprenderse del teléfono inteligente durante el curso
para el que se le ha becado.
Con esta beca, la
Universidad Franciscana de Steubenville pretende ayudar a los estudiantes a
dejar el teléfono inteligente, concentrarse en la oración, la amistad y la
excelencia académica. “El ataque a la
cultura cristiana ha ido más allá del ataque a la familia, al clero o a la
paternidad, sino que ahora apunta a la humanidad misma. Necesitamos encontrar formas de recuperar lo que
significa ser humano, vivir la aventura de la vida al máximo y abrazar más
plenamente nuestro mundo hecho por Dios, en lugar de este mundo artificial
hecho por el hombre”, explicaba Hope Schneir, uno de los impulsores de esta beca, y exalumno de la universidad.
UNA
NUEVA VIDA EN EL HORIZONTE
Treinta estudiantes
recibieron la beca este año. Casi 170 se postularon y, aunque no todos fueron
recibidos oficialmente en el programa, un total de 80 estudiantes
universitarios renunciaron a sus teléfonos inteligentes y se han reunido
periódicamente durante estos meses para apoyarse mutuamente y compartir sus
experiencias en el programa.
“Tuvo mucho más
efecto en mí de lo que pensaba”, confiesa Grace
Pollock, estudiante de segundo año de enfermería, tal y como recoge The Arlington Catholic Herald.
Esta joven asegura que el hecho de vivir este semestre sin smartphone le ha
supuesto una mejora en su concentración y productividad. También añade que ha
pasado mucho más tiempo haciendo actividades al aire libre y leyendo.
Tanto Pollock, como
Paul Merkel (21 años) o Theresa Ryan (18 años) dijeron que renunciar a sus
teléfonos inteligentes los ayudó a estar más "presentes". De este
modo, esta última asegura: “podía simplemente sentarme a rezar y era mucho más
fácil estar presente”. Y aunque afirma
que no siempre le resulta fácil sentarse a rezar el no tener el teléfono le ha
quitado el “gran obstáculo” para poder dejarse llevar por la “inspiración del Espíritu Santo".
Por su parte, Pollock
afirma que antes siempre que tenía que hacer fila para algo estaba consultando
su teléfono, aunque no tuviera un motivo concreto para ello. Ahora, ha
descubierto lo que hasta hace poco era lo normal: enriquecerse con las conversaciones con las
personas que estaban a su lado.
“Creo que es una excelente manera de ver realmente
a las personas frente a ti en lugar de mirar tu pantalla cuando te sientes
incómoda en una situación”, agrega esta joven, que se ha dado cuenta de algo en
lo que ella también caía, y es que el teléfono distrae las conversaciones y las
interrumpe.
De hecho, asegura que
“constantemente se activan
notificaciones, así que cada vez que hablo con alguien, constantemente cogen su
teléfono, lo miran y lo dejan”. El dispositivo está
por delante de la persona que está en frente.
Ryan ha participado
este año en el programa pese a no haber recibido la beca. Ha decidido utilizar un “Light Phone”, un teléfono que sólo
tiene funciones básicas y que se comercializa como "tecnología diseñada
intencionalmente para usarse lo menos posible"
Hay varias opciones
diferentes para las personas que buscan dejar sus teléfonos inteligentes y
cambiar a lo que comúnmente se llama un "teléfono tonto". La cadena CNBC informó en marzo que la venta de teléfonos plegables
estaba aumentando considerablemente en EEUU. Merkel utiliza uno de estos
teléfonos, semejante a los primeros teléfonos móviles. “Casi de inmediato me di cuenta de que mi
mente estaba mucho más clara después de una semana de no tener un teléfono
inteligente”, confiesa.
Merkel dijo que sus amigos
“comenzaron a darse cuenta” porque su teléfono “parece ser de 2003”. Pero ha sido un gran
tema de conversación y, al hablar con sus compañeros sobre los teléfonos
móviles modernos, "a nadie le
gustan sus teléfonos inteligentes". Asegura que mucha gente le dice: "Ojalá pudiera renunciar a mi teléfono inteligente, pero
simplemente no puedo".
Este joven señala que
antes de unirse a la beca, creía que tampoco podía renunciar a su teléfono
inteligente. “Originalmente
pensé: 'Eso sería genial, pero simplemente no soy capaz de hacerlo'”. Pero lo hizo y está feliz.
¿VOLVERÁN
A SUS SMARTPHONES?
Sin un teléfono
inteligente, ¿cómo se conectan
los estudiantes a las redes sociales? Ryan no es un gran usuario de las redes sociales, pero Pollock y Merkel
tienen cuentas de Instagram que aún están activas. Como no pueden acceder a sus
cuentas en sus teléfonos, los dos usan sus ordenadores portátiles para revisar
sus cuentas de vez en cuando, por lo que también las utilizan y consultan muchísimo menos.
Merkel comenta que
revisa su cuenta para ver si alguien le ha enviado un mensaje, pero no muy a
menudo. El descanso de revisar constantemente las redes sociales ha traído más
paz a su vida porque "no tienes ese tipo de comparación constante
de lo que hacen otras personas".
Estos tres
estudiantes aseguran que este programa les ha sido de gran ayuda para iniciar
este camino, que recomiendan además a todos sus compañeros.
Pollock afirma que no
volverá a usar su teléfono inteligente por durante sus años de estudio, pero lo
reevaluará una vez que comience su vida profesional. Por su parte, Merkel no se
ve a sí mismo volviendo a un teléfono inteligente, y Ryan, que espera unirse a
la vida religiosa después de graduarse, tampoco volverá a usar estos
dispositivos. “Queremos que las personas reconozcan la bondad
inherente en este tipo de estilo de vida y, con suerte, se unan a nosotros”, concluye este último sobre la Beca Unplugged.
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