Los peores demonios con los que luchamos no están fuera de nosotros, sino en nosotros, en nuestra carne, en nuestra naturaleza humana.
¿Qué demonios son estos?
- El demonio como la lujuria, que lleva al adulterio.
- El demonio como la envidia, que conduce al homicidio.
- El demonio como la avaricia, que genera todo tipo de cultos falsos.
- El demonio como la ira, que produce guerras, conflictos y partidismos.
Un hombre
fuerte físicamente puede conquistar una ciudad, pero un hombre fuerte de
espíritu puede conquistar su propio cuerpo. Y el que controla su ira es más
poderoso que el que controla a toda una nación, pero no puede dominar su propio
temperamento.
La fuerza
no es una cuestión de poderío militar, es una cuestión de dominio espiritual
sobre las apetencias de la carne.
El que es
amable, el que es paciente y afable, el que es caritativo y no vengativo, que
está dispuesto a sufrir la injusticia en lugar de cometerla, tal persona es
verdaderamente un cazador de demonios.
Así es que,
por favor, no confundan el mal con el bien y llamen héroes a quienes oprimen
con su fuerza física. Los verdaderos héroes son aquellos que han crucificado su
carne, forjado su carácter y caminan con la fuerza fincada en el Amor, humildad
y dominio propio.
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