En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un "encuentro personal con Jesucristo", una experiencia religiosa profunda e intensa.
Por: Catholic.net | Fuente: Documento conclusiovo
de la V conferencia general del Epicopado Latinoamericano, Aparecida 2007
226. […] En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos
nuestros fieles un “encuentro personal con
Jesucristo”, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio
kerigmático y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una
conversión personal y a un cambio de vida integral.
278. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (cf.
Jn 1, 38), pero es el Señor quien los llama: “Sígueme”
(Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de descubrir el sentido más hondo de la
búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la
iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse constantemente por el
testimonio personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la
comunidad. El kerygma no sólo es una etapa, sino el hilo conductor de un
proceso que culmina en la madurez del discípulo de Jesucristo. Sin el kerygma,
los demás aspectos de este proceso están condenados a la esterilidad, sin
corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da la
posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso la Iglesia ha de
tenerlo presente en todas sus acciones.
En la fe de la Iglesia
246. El encuentro con Cristo, gracias a la acción
invisible del Espíritu Santo, se realiza en la fe recibida y vivida en la
Iglesia. Con las palabras del papa Benedicto XVI repetimos con certeza: “¡La Iglesia es nuestra casa! ¡Esta es nuestra casa! ¡En
la Iglesia Católica tenemos todo lo que es bueno, todo lo que es motivo de
seguridad y de consuelo! ¡Quien acepta a Cristo: Camino, Verdad y Vida, en su
totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad, en esta y en la otra vida!”
ENCONTRAMOS A CRISTO EN LA
SAGRADA ESCRITURA
247. Encontramos
a Jesús en la Sagrada Escritura, leída en la Iglesia. La Sagrada Escritura […]
es -con la Tradición- fuente de vida para la Iglesia y alma de su acción
evangelizadora. Desconocer la Escritura es desconocer a Jesucristo y renunciar
a anunciarlo. De aquí la invitación de Benedicto XVI: “Al
iniciar la nueva etapa que la Iglesia misionera […] se dispone a emprender,
[…], es condición indispensable el conocimiento profundo y vivencial de la
Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y la
meditación de la Palabra: que ella se convierta en su alimento para que, por
propia experiencia, vea que las palabras de Jesús son espíritu y vida […]. De
lo contrario, ¿cómo van a anunciar un mensaje cuyo contenido y espíritu no
conocen a fondo? Hemos de fundamentar nuestro compromiso misionero y toda
nuestra vida en la roca de la Palabra de Dios”
248. Se hace, pues, necesario proponer a los fieles
la Palabra de Dios como don del Padre para el encuentro con Jesucristo vivo,
camino de “auténtica conversión y de renovada
comunión y solidaridad”. […] Los discípulos de Jesús anhelan nutrirse
con el Pan de la Palabra: quieren acceder a la
interpretación adecuada de los textos bíblicos, a emplearlos como mediación de
diálogo con Jesucristo, y a que sean alma de la propia evangelización y del
anuncio de Jesús a todos. […]
249. Entre las muchas formas de acercarse a la Sagrada
Escritura hay una privilegiada al que todos estamos invitados: la Lectio divina
o ejercicio de lectura orante de la Sagrada Escritura. Esta lectura orante,
bien practicada, conduce al encuentro con Jesús-Maestro, al conocimiento del
misterio de Jesús-Mesías, a la comunión con Jesús-Hijo de Dios, y al testimonio
de Jesús-Señor del universo. Con sus cuatro momentos (lectura, meditación,
oración, contemplación), la lectura orante favorece el encuentro personal con
Jesucristo, […] proceso de discipulado, de comunión con los hermanos y de
compromiso con la sociedad.
ENCONTRAMOS A CRISTO EN LA
SAGRADA LITURGIA
250. Encontramos a Jesucristo, de modo admirable, en
la Sagrada Liturgia. Al vivirla, celebrando el misterio pascual, los discípulos
de Cristo penetran más en los misterios del Reino y expresan de modo
sacramental su vocación de discípulos y misioneros. La Constitución sobre la
Sagrada Liturgia del Vaticano II nos muestra el lugar y la función de la
liturgia en el seguimiento de Cristo, en la acción misionera de los cristianos,
en la vida nueva en Cristo, y en la vida de nuestros pueblos en Él.
ENCONTRAMOS A CRISTO EN LA
EUCARISTÍA
251. La Eucaristía es el lugar privilegiado del
encuentro del discípulo con Jesucristo. Con este Sacramento Jesús nos atrae
hacia sí y nos hace entrar en su dinamismo hacia Dios y hacia el prójimo. [...]
En cada Eucaristía los cristianos celebran y asumen el misterio pascual,
participando en él. Por tanto, los fieles deben vivir su fe en la centralidad
del misterio pascual de Cristo a través de la Eucaristía, de modo que toda su
vida sea cada vez más vida eucarística. La Eucaristía, fuente inagotable de la
vocación cristiana es, al mismo tiempo, fuente inextinguible del impulso
misionero. Allí el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y
despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que
ha escuchado y vivido.
[...]Cada gran reforma en la Iglesia está vinculada al redescubrimiento de la
fe en la Eucaristía. Es importante por esto promover la “pastoral del domingo” y darle “prioridad
en los programas pastorales”[...]
ENCONTRAMOS A CRISTO EN LA
RECONCILIACIÓN
254. El sacramento de la reconciliación es el lugar
donde el pecador experimenta de manera singular el encuentro con Jesucristo, quien
se compadece de nosotros y nos da el don de su perdón misericordioso, nos hace
sentir que el amor es más fuerte que el pecado cometido, nos libera de cuanto
nos impide permanecer en su amor, y nos devuelve la alegría y el entusiasmo de
anunciarlo a los demás con corazón abierto y generoso.
ENCONTRAMOS A CRISTO EN LA
ORACIÓN
255. La oración personal y
comunitaria es el lugar donde el discípulo, alimentado por la Palabra y la
Eucaristía, cultiva una relación de profunda amistad con Jesucristo y procura asumir
la voluntad del Padre. La oración diaria es un signo del primado de la gracia
en el itinerario del discípulo misionero. Por eso “es
necesario aprender a orar, volviendo siempre de nuevo a aprender este arte de
los labios del Maestro”.
ENCONTRAMOS A CRISTO EN LA
COMUNIDAD
256. Jesús está
presente en medio de una comunidad viva en la fe y en el amor fraterno. Allí Él
cumple su promesa: “Donde están dos o tres reunidos
en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20). Está en
todos los discípulos que procuran hacer suya la existencia de Jesús, y vivir su
propia vida escondida en la vida de Cristo (cf. Col 3, 3). Ellos experimentan
la fuerza de su resurrección hasta identificarse profundamente con Él: “Ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal
2, 20). Está en los Pastores, que representan a Cristo mismo (cf. Mt 10,40; Lc
10, 16). “Los Obispos han sucedido, por institución
divina, a los Apóstoles como Pastores de la Iglesia, de modo que quien los
escucha, escucha a Cristo, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien
le envío” (Lumen Gentium, 20). Está en los que dan testimonio de lucha
por la justicia, por la paz y por el bien común, algunas veces llegando a
entregar la propia vida, en todos los acontecimientos de la vida de nuestros
pueblos, que nos invitan a buscar un mundo más justo y más fraterno, en toda
realidad humana, cuyos límites a veces nos duelen y agobian.
ENCONTRAMOS A CRISTO EN LA
PIEDAD POPULAR
258. El Santo Padre destacó la “rica y profunda religiosidad popular, [...] y la
presentó como “el precioso tesoro de la Iglesia
católica en América Latina”148. Invitó a promoverla y a protegerla. Esta
manera de expresar la fe está presente de diversas formas en todos los sectores
sociales, en una multitud que merece nuestro respeto y cariño, porque su piedad
“refleja una sed de Dios que solamente los pobres y
sencillos pueden conocer”[...]
259. Entre las
expresiones de esta espiritualidad se cuentan: las
fiestas patronales, las novenas, los rosarios y via crucis, las procesiones,
las danzas y los cánticos del folclore religioso, el cariño a los santos y a
los ángeles, las promesas, las oraciones en familia. Destacamos las
peregrinaciones, donde se puede reconocer al Pueblo de Dios en camino. Allí el
creyente celebra el gozo de sentirse inmerso en medio de tantos hermanos,
caminando juntos hacia Dios que los espera. [...] En los santuarios muchos
peregrinos toman decisiones que marcan sus vidas. Esas paredes contienen muchas
historias de conversión, de perdón y de dones recibidos. [...] La piedad
popular es un “imprescindible punto de partida para
conseguir que la fe del pueblo madure y se haga más fecunda”[...] Por
eso, la llamamos espiritualidad popular. Es decir, una espiritualidad cristiana
que, siendo un encuentro personal con el Señor, integra mucho lo corpóreo, lo
sensible, lo simbólico, y las necesidades más concretas de las personas. Es una
espiritualidad encarnada en la cultura de los sencillos, [...] La piedad
popular es una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la
Iglesia, y una forma de ser misioneros[...]
ENCONTRAMOS A CRISTO EN
MARÍA
266. La máxima
realización de la existencia cristiana como un vivir trinitario de “hijos en el Hijo” nos es dada en la Virgen María
quien por su fe (cf. Lc 1, 45) y obediencia a la voluntad de Dios (cf. Lc 1,
38), así como por su constante meditación de la Palabra y de las acciones de
Jesús (cf. Lc 2, 19.51), es la discípula más perfecta del Señor.[...]
269. María es la
gran misionera, continuadora de la misión de su Hijo y formadora de
misioneros.[...]Las diversas advocaciones y los santuarios esparcidos a lo
largo y ancho del Continente testimonian la presencia cercana de María a la
gente y, al mismo tiempo, manifiestan la fe y la confianza que los devotos
sienten por ella. Ella les pertenece y ellos la sienten como madre y
hermana.[...] María ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, de
servicio, de entrega y de gratuidad que deben distinguir a los discípulos de su
Hijo. Indica, además, cuál es la pedagogía para que los pobres, en cada
comunidad cristiana, “se sientan como en su casa”161.
Crea comunión y educa a un estilo de vida compartida y solidaria, en
fraternidad, en atención y acogida del otro, especialmente si es pobre o
necesitado. En nuestras comunidades, su fuerte presencia ha enriquecido y
seguirá enriqueciendo la dimensión materna de la Iglesia y su actitud
acogedora, que la convierte en “casa y escuela de
la comunión”162, y en espacio espiritual que prepara para la misión.
ENCONTRAMOS A CRISTO EN
LOS SANTOS
273. También los
apóstoles de Jesús y los santos han marcado la espiritualidad y el estilo de
vida de nuestras Iglesias. Sus vidas son lugares privilegiados de encuentro con
Jesucristo. Su testimonio se mantiene vigente y sus enseñanzas inspiran el ser
y la acción de las comunidades cristianas del Continente. Entre ellos, Pedro el
apóstol, […] les ayuda a estrechar el vínculo de comunión con el Papa, su
sucesor, y a buscar en Jesús las palabras de vida eterna. Pablo, el
evangelizador incansable, les ha indicado el camino de la audacia misionera y
la voluntad de acercarse a cada realidad cultural con la Buena Noticia de la
salvación. Juan, el discípulo amado por el Señor, les ha revelado la fuerza
transformadora del mandamiento nuevo y la fecundidad de permanecer en su amor.
274. Nuestros
pueblos nutren un cariño y especial devoción a José, esposo de María, hombre
justo, fiel y generoso que sabe perderse para hallarse en el misterio del Hijo.
San José, el silencioso maestro, fascina, atrae y enseña, no con palabras sino
con el resplandeciente testimonio de sus virtudes y de su firme sencillez.
275. Nuestras comunidades llevan el sello de los
apóstoles y, además, reconocen el testimonio cristiano de tantos hombres y
mujeres que esparcieron en nuestra geografía las semillas del Evangelio,
viviendo valientemente su fe, incluso derramando su sangre como mártires. Su
ejemplo de vida y santidad constituye un regalo precioso para el camino
creyente de los latinoamericanos y, a la vez, un estímulo para imitar sus
virtudes en las nuevas expresiones culturales de la historia. […] Los
cristianos de hoy recogemos su herencia y nos sentimos llamados a continuar con
renovado ardor apostólico y misionero el estilo evangélico de vida que nos han
trasmitido.
SELECCIÓN DE FRAGMENTOS DE:
CAPÍTULO 6. EL ITINERARIO FORMATIVO DE LOS DISCÍPULOS MISIONEROS 6.1 UNA ESPIRITUALIDAD TRINITARIA DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO
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2007
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