La educación de los hijos debe estar marcada por un camino de transmisión de la fe (Papa Francisco)
Por: Andrés D' Angelo | Fuente: Catholic-link.com
Mi primera labor como padre es enviar a mis hijos al Cielo. Son hijos
de Dios, y a Él se los tengo que retornar. Con nuestra primera hija, esa misión
ya la cumplimos, ella falleció al día siguiente de nacer, pero con los otros
tres, el camino es un poco más largo. El apostolado familiar es siempre el
primer apostolado de los padres de familia, mucho más importante que cualquier
otro apostolado.
Y para
que ese apostolado tenga efecto, con mi esposa tenemos que lograr ser maestros
de nuestros hijos. No quiere decir que les tenga que enseñar el teorema de
Thales o si el Po es navegable… eso lo pueden aprender en la escuela, lo que le
tengo que enseñar es que ellos tienen otro Padre, en el Cielo, que los ama y
los espera para amarlos para toda la eternidad. Esa enseñanza no es en una “clase de catecismo” (cuando cumplan la edad
adecuada para entenderlo), no, es una enseñanza que comienza el día que nacen y
termina el día que ellos mismos encuentren su
camino hacia Dios, y se lo
enseñen a la vez a sus hijos, naturales o espirituales. Y pienso que esa
enseñanza sobre quién es Dios, tiene que concretarse en algunas cosas que ellos
tienen que aprender sí o sí de papá y mamá.
El Papa
Francisco dijo en su Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia”:
«La educación de los hijos debe estar marcada por un camino de
transmisión de la fe, que se dificulta por el estilo de vida actual, por los
horarios de trabajo, por la complejidad del mundo de hoy donde muchos llevan un
ritmo frenético para poder sobrevivir. Sin embargo, el hogar debe seguir siendo
el lugar donde se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a
rezar y a servir al prójimo».
Así que
aquí va esta galería, pensando en lo que intentamos con mi esposa transmitirle
a nuestros hijos para que conozcan a su verdadero Padre.
Esto se
aprende viendo amor verdadero, como el que tienen mamá y papá. El amor de mamá
y papá da la vida y Dios es una comunidad de amor que da toda vida. De la
ternura de mamá se aprende la misericordia divina, y de la firmeza de papá, la
justicia divina. Pero sobre todo se aprende que Dios no deja de
amarnos nunca, no importa qué difíciles se pongan las
circunstancias.
Así como
mamá y papá aman a sus hijos, así Dios nos ama. Pero para tener una relación de
amor, es necesario hablar con el Amado, contarle tus problemas y agradecerle
tus alegrías. La religión no es
una fría lista de prohibiciones, sino una historia de amor hermosa que hay
que cultivar todos los días.
Muchas
veces vamos a la iglesia porque hay un gran sacerdote, una monjita buenísima o
un consagrado que es un campeón y te trata con cariño. Pero hay dificultades y
esos “referentes” nos pueden fallar porque
son humanos. No seguimos al sacerdote, a la monjita o al consagrado. Seguimos
a Jesús, que nunca falla
Y hay
gente que lo odia. No han llegado a relacionarse con este Padre Amoroso, porque
no han aprendido a amar o porque no les han enseñado que Dios es amor. Hay que
escucharlos, comprenderlos y convertirse uno mismo en
testimonio del amor de Dios.
¡Por supuesto que la fe admite la duda! Las dudas
sobre la fe siempre se tienen que aceptar y agradecer porque nos permiten
profundizar un poco más en esa relación de amor que tenemos con nuestro Padre
del Cielo. Todos tenemos dudas, todos
tenemos derecho a preguntar y a comprender mejor a Dios. Lo
mejor de todo es que ese conocimiento nunca termina, porque Dios es infinito
amor.
“Dios no se cansa de perdonarnos”, dijo el
Papa Francisco. Y verdaderamente no se cansa.
¿Caíste? ¡Levántate! ¿Volviste a caer? ¡Vuelve a levantarte! ¿Te sientes mal
por la caída? ¡Dios te ama por tus “levantadas”! ¿No te puedes levantar?
¡Pídele ayuda a tu Padre! ¡Él ama ayudarte y lo alegras con cada una de tus
oraciones!
7. LA IGLESIA SOMOS NOSOTROS
Los
edificios son parroquias, catedrales, capillas, etc. Pero la Iglesia somos
todos. Especialmente los más pecadores. Muchos grandes santos comenzaron siendo
grandes pecadores y encontraron misericordia en la Iglesia se convirtieron en
grandes santos. Es importante alegrarnos, como
en el Cielo, por cada pecador que se arrepiente y no por noventa y nueve justos
que no necesitan penitencia.
8. NO TODO ES TAN SENCILLO COMO PARECE
Como la
Iglesia está formada por pecadores, yo el primero, hay que comprender a la
gente antes que juzgarla. Dios actúa en modos misteriosos y pone pruebas a la
gente de las que no podemos saber nada. Nuestro
primer deber es estar, como decía San Francisco, «MÁS PRESTOS A CONSOLAR QUE A
SER CONSOLADOS», PORQUE NO
TODAS LAS PREGUNTAS TIENEN UNA RESPUESTA SIMPLE Y DIRECTA.
9. DIOS NO SE DEJA GANAR EN GENEROSIDAD
Cuando
somos mezquinos, Dios es generoso. Pero cuando somos generosos,
Dios es mucho más generoso. Claro
que no siempre su generosidad se traduce en bienes materiales, sino en
abundancia de dones espirituales. El Papa Francisco dijo que Dios es tan
generoso que su generosidad da miedo, y es que a veces nos asustamos por tanta
generosidad, y tememos donarnos a Dios, porque Él es mucho más generoso.
10. DIOS NO SIEMPRE ESTÁ A LA VISTA
Muchas
veces Dios juega “a las escondidas”. Es que
muchas veces buscamos los consuelos de Dios y no al Dios de los consuelos. Y
entonces Dios se esconde, porque es un Dios celoso
y no quiere que lo busquemos por los beneficios que nos da, sino por amor
verdadero. Si nos pasa que no vemos la mano de Dios en
nuestras vidas, es tal vez porque nos alejamos de su amor. ¡Hay que volver a
Dios!
PARA REVISAR EN PAREJA:
¿Nuestro amor es imagen de Dios? ¿Somos buenos modelos para que nuestros
hijos puedan ver la misericordia y la justicia de Dios? ¿Ayudamos a nuestros
hijos a que tengan una relación de confianza con Dios? ¿Rezamos juntos en
familia?
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