GRANJEROS, CASTIGABAN A SUS HIJOS CON IR A MISA: LES HACEN MONAGUILLOS... Y ELLOS VUELVEN A LA FE
Adrien tenía 8 años cuando el cura del pueblo le pidió que fuera
monaguillo. Él no sabía cómo tenía que hacer, pero aquella invitación se
convirtió en una señal para toda su familia: un contagio de conversiones empezó
a sucederse.
Florence y Bruno viven en
Francia, son dueños de una granja y tienen siete hijos. Su vida cambió de
manera asombrosa un día al cruzar el atrio de la parroquia de su pueblo. Una
serie de inexplicables conversiones se fueron sucediendo.
"Mi nombre es
Bruno, tengo una granja y soy el marido de Florencia. Tenemos ganado
vacuno y porcino", comenta el padre de familia en la
web Decouvrir Dieu.
"Nosotros no
venimos de familias católicas muy 'practicantes'… estamos bautizados pero nada
más. Yo personalmente tuve una infancia muy difícil y la relación con Dios fue
siempre muy distante. Pero un día nos invitaron a escuchar misa en
nuestro pueblo", comenta Florencia.
UN
CONTAGIO DIVINO
A partir de ahí, algo cambió. "Aceptamos ir a la iglesia con los niños.
Al mayor, Adrien, que tenía 8 años, el cura le
pidió que fuera monaguillo. Él no sabía cómo tenía que hacer. Aquello fue una
señal para nuestro hijo: quería volver todos los domingos.
El niño empezó a ir solo y realmente le gustaba", relata la madre.
El segundo hijo de la pareja
permanecía siempre en la granja y alguna vez sus padres lo
castigaban enviándolo a misa con
su hermano mayor. Lo curioso es que se iba enfadado a la iglesia y volvía
siempre feliz.
"¡Un día
volvió como monaguillo! La parroquia se acababa de llevar a dos monaguillos.
Estaba siendo como un contagio: el tercero hizo lo
mismo y también pidió ir. Los niños empezaron a hablar mucho con el cura y en
un momento llegamos a tener tres monaguillos de la familia", afirma la madre.
"Un día,
conversando, el sacerdote descubrió que no estábamos casados y que
Dios, para nosotros, quedaba un poco lejos", recuerda Florencia. El párroco, entonces, les propuso regresar y "fue como una descarga eléctrica: dijimos
que sí y volvimos a misa para acompañar a nuestros hijos. Y planeamos nuestra
boda", recuerda Florencia.
El matrimonio tenía
un hijo enfermo y lo llevaron de peregrinación. "Aquel viaje nos conmovió, realmente allí pasó algo
distinto. Nos dijimos que debíamos seguir por ese camino que nos
estaba ayudando en todas las pruebas de la vida", comenta la madre.
INTERVIENE
EN LA VIDA
"El Señor nos
habló y vimos que teníamos que estar más presentes en la vida de nuestros hijos,
que los acompañáramos a misa, y que también nosotros nos pusiéramos en camino
junto a Él, que nos ayudaría de verdad", explica Florencia.
Pero el trayecto no fue fácil. "Tuvimos problemas de liquidez en la granja, nos
sentíamos indefensos y comenzamos a orar. Sentimos como Dios intervenía
en nuestra vida. Fue algo contagioso, toda nuestra familia se había
convertido en menos de cuatro años. Realmente Dios actúa en nuestra vida, hemos
cambiado por completo, la verdadera peregrinación está siendo en
este momento", comenta la madre.
"Sigue
habiendo momentos difíciles, la crianza no es fácil, pero Dios
nos ayuda a afrontar las dificultades, a tener más confianza y a
tratar de dejarnos guiar, incluso para cambiar las técnicas de trabajo... A
veces cuesta encontrar la solución adecuada, el socio adecuado...", asegura Bruno.
Florencia concluye destacando la importancia de la oración para
toda su familia. "Sentimos que era Dios el que
estaba actuando. Intentamos detectar los signos que hacía en nuestra
vida. La oración te permite mantener la calma, estar relajado en las
pruebas, no desfallecer, decirte a ti mismo que siempre hay una solución a un
problema, que solo es necesario orar",
No hay comentarios:
Publicar un comentario