UNA LEY PIONERA EN COLORADO PROTEGE SUS DERECHOS
Por interés propio (en el caso de
los contratantes) o por razones comerciales (en el caso de la empresa
intermediaria), la donación anónima de esperma genera en el adolescente que
conoce su origen un gran sufrimiento por pérdida de su sentido de la identidad.
Saber que fue concebido a sabiendas de que se
le privaba de la identidad paterna, y como parte de una transacción comercial, provoca angustia
cada año a miles de jóvenes que descubren que su origen es una donación anónima
de esperma.
Con motivo de la ley de Colorado
de 2022 que empieza a poner en el centro del debate a esas víctimas, Devorah Goldman, trabajadora social y ex asesora en el Senado
estadounidense, además de colaboradora en numerosos medios de comunicación, ha
expuesto algunos datos al respecto en Public Discourse (los
ladillos son de ReL):
LOS
PERJUICIOS A LARGO PLAZO DE LA DONACIÓN ANÓNIMA DE ESPERMA
En junio de 2022, Colorado se
convirtió en el primer estado en aprobar una ley que instituye protección para las "personas concebidas por donantes", individuos creados mediante donación anónima de
esperma. La ley refleja la extraña realidad de su vida: entre otras cosas, les
concede el "derecho" a conocer la identidad de sus
padres biológicos al cumplir
los 18 años. También les permite conocer, antes de esa edad, su historial
médico paterno.
La ley es un intento tecnocrático
de arreglar un sistema que, en el mejor de los casos, es moralmente ambiguo, y
que ha ido siendo parcheado con poca consideración hacia sus "productos": los muchos niños que vinieron al mundo sin forma
de conocer a sus padres biológicos.
DE
LA CULTURA DEL SECRETO A LA PÉRDIDA DE IDENTIDAD
Las estadísticas sobre cuántos
niños han nacido en Estados Unidos gracias a la donación anónima de esperma no
están claras, pero en 1979 se estimaba que 250.000 personas habían sido
concebidas de ese modo, y desde entonces han proliferado los bancos de esperma.
El negocio
de la donación de esperma se
diseñó originalmente para proteger la confidencialidad de los donantes y los
padres; durante un tiempo, muchos médicos inseminaban artificialmente solo a
mujeres casadas y, por supuesto, los matrimonios se
limitaban a uniones heterosexuales. Se construyó
una cultura del secreto en torno al deseo de proteger a las parejas
que luchaban contra la infertilidad. A menudo, a los niños nunca se les decía la verdad sobre su filiación.
Eso ha cambiado, ya que las
mujeres solteras y las que mantienen relaciones homosexuales recurren
cada vez más a los bancos de esperma con la esperanza de ser madres. Los
médicos han aceptado esta tendencia, y miles de niños han crecido sabiendo que sus padres nunca tuvieron la intención de conocerlos.
En otras palabras, la cultura del
secretismo en torno al uso de la donación de esperma se ha desvanecido, pero
la identidad de
los donantes de esperma anónimos sigue manteniéndose oculta. Al mismo
tiempo, es fácil descubrir el propio historial genético a través de servicios
de genealogía como Ancestry.com o 23AndMe.
LA
ODISEA DE ELI
Todo esto ha tenido consecuencias
humanas alarmantes. En junio de 2019, el New York Times publicó
un artículo fotográfico de Eli Baden-Lasar, un joven que se ha dedicado a viajar durante
años por el país para conocer y fotografiar a los muchos medio hermanos que
descubrió a través de un registro de hermanos de donante.
Sus dos madres nunca
le ocultaron que el padre de Eli era un donante anónimo, pero a los once años
empezó a presionarlas para que le dieran más información sobre ese hombre. Le
dieron una fotocopia de un cuestionario que su donante había
rellenado en el banco de esperma.
Como escribió Eli, "recuerdo que llevaba el formulario en la mochila,
lo llevaba al colegio y, de vez en cuando lo estudiaba, cuando me acordaba de
que lo tenía. Tenía la sensación del tacto: esa persona había utilizado su
mano para responder a las preguntas; podía ver dónde había
tachado cosas. No es que estuviera tan desesperado por imaginar quién era; me
bastaba con tener la prueba de que era real, vinculado con lo que soy y, sin
embargo, como mostraba aquel documento, totalmente separado. El formulario
lo hacía concreto, aunque inescrutable. También me dio la sensación
de que existía ese mundo más amplio, ese proceso y esa burocracia sobre los que
se asentaba mi existencia. Era una forma de ayudarme a entenderme a mí
mismo".
Mientras Eli rastreaba a sus
docenas de hermanos, empezó a experimentar una "sensación
de haber sido producido en masa". Quería
que sus fotografías sirvieran para corregir esa sensación; como escribió: "El trabajo emocional del proyecto pretendía ser
casi reparador: una respuesta a la naturaleza comercial del
banco de esperma y al intercambio económico que
nuestros padres hicieron para crearnos".
La historia de Eli es un ejemplo
del tipo de problemas que surgen incluso cuando la industria de la fertilidad
hace las cosas "bien". Puede que
se sienta justificadamente abrumado al saber que probablemente nunca conocerá a
su padre ni a todos sus hermanos, pero se cumplieron los términos del acuerdo
con su madre. Otro adolescente en una situación similar se enteró de que su
padre biológico, que había proporcionado esperma para al menos veinticuatro
hijos, es portador de un trastorno
genético que provoca un defecto cardíaco potencialmente
mortal. Ambos casos, aunque preocupantes, estaban dentro de los parámetros
legales.
LOS
CASOS DE FRAUDE
A veces, el engaño traspasa los
límites legales. En abril de 2022, Netflix estrenó el documental Our Father [Nuestro padre], que detalla
cómo el doctor Donald Cline, especialista en fertilidad de Indiana, engendró
más de noventa hijos utilizando su propio esperma para inseminar a
docenas de clientes sin su
conocimiento.
Casos similares de "fraude de fertilidad" han salido a la luz en todo el país en las
últimas décadas y con la creciente popularidad de los servicios de genealogía,
cada vez es más difícil mantenerlos en secreto.
Estas revelaciones pueden
ser demoledoras. Pero este tipo de fraude se considera sobre
todo un delito contra las mujeres que quedan embarazadas con esperma del
hombre equivocado. Texas y Arkansas, por ejemplo, tienen leyes que prohíben
específicamente esta práctica, y los fiscales federales han utilizado leyes
antifraude de aplicación general y otros estatutos penales para acusar a los
médicos que hayan participado en fraudes de fertilidad. Para los niños implicados, sin embargo, hay poco recurso legal o
consideración. Nadie puede elegir a sus padres biológicos, por supuesto, pero
en el caso de la mayoría de las "personas
concebidas por donantes" anónimos, el plan siempre
fue dejarlos en la oscuridad de una
forma u otra.
LOS
ESCLAVISTAS HACÍAN LO MISMO
Existen inquietantes paralelismos históricos con
este tipo de tratamiento. En los primeros párrafos de sus memorias de 1845,
el orador y antiguo esclavo Frederick Douglass afirma sin rodeos que desconoce su edad y
que "la mayor parte de los esclavos saben tan
poco de su edad como los caballos de la suya, y la mayoría de los amos desean
mantener a sus esclavos en esta ignorancia".
Y continúa: "La falta de información sobre mi propia [edad] fue una fuente de
infelicidad para mí incluso
durante la infancia. Los niños blancos podían decir su edad. Yo no podía
entender por qué se me debía privar del mismo privilegio. No se me permitía
hacer ninguna pregunta a mi amo al respecto. Él consideraba que tales preguntas
por parte de un esclavo eran impropias e impertinentes y demostraban un
espíritu inquieto".
Poco después, Douglass señala que le arrebataron a su madre cuando era un bebé y que no
sabe nada de su padre, y
que "se le negaron los medios para
saberlo". A lo largo del libro, Douglass detalla los horrores más
obvios y violentos de la esclavitud. Pero cabe destacar que comienza su relato
señalando el vacío que le dejaron quienes no quisieron proporcionarle
los conocimientos básicos sobre su llegada al mundo.
LAS
VÍCTIMAS SE ORGANIZAN
Al intentar crear familias, los
médicos de todo el país han creado personas que, en un nivel fundamental, no saben quiénes son. Una vez más, nadie puede elegir la
familia en la que nace. Pero los profesionales de la medicina han instigado
voluntariamente la concepción de seres humanos en circunstancias marcadas por
el engaño o,
como mínimo, marcadas por la ocultación deliberada.
Las personas así creadas se sienten, con razón, maltratadas o desatendidas.
El 23 de octubre de 2022, hijos
de donantes anónimos de Estados Unidos y Canadá se reunieron en distintas
localidades para intercambiar experiencias y unir esfuerzos para conocer su identidad.
Su lema, en las camisetas, 'Made to wonder [Hechos para preguntar]'.
Volviendo a la ley de Colorado,
una organización en particular celebró su aprobación: el U.S. Donor Conceived Council (USDCC). Fundado en 2022 por un grupo de "personas concebidas por donantes", la
misión de esta organización sin ánimo de lucro es aumentar "la concienciación sobre las necesidades, los
intereses y los retos de las personas concebidas por donantes y [promover] un
cambio que fomente y proteja su salud, su bienestar y sus derechos
humanos". Las cuestiones relativas a los derechos de las personas
concebidas por donantes y a
la forma de comprender y proteger sus necesidades e intereses particulares no
son fáciles.
Prácticamente todas las personas
implicadas en USDCC tienen historias conmovedoras sobre la primera vez que supieron la
verdad sobre su linaje y las consecuencias emocionales posteriores. Algunas se
sienten frustradas por
el hecho de que sus padres se lo ocultaran durante tanto tiempo; otras son
víctimas de un fraude de fertilidad y se sienten violadas; algunas
lamentan que no se les permita conocer ni siquiera la identidad de
sus padres biológicos.
Muchas se sienten, como dijo uno
de los hermanastros de Eli Baden-Lasar, "ahogados
en los números", "como una estadística en lugar de una persona".
Se sienten mercantilizados,
como si les hubieran comprado y
pagado para mejorar la vida de otros, sin tener apenas en cuenta sus
propias necesidades, incluida la de establecer un sentido básico de identidad.
Prácticamente todos los padres y médicos que participaron en esta práctica no
tenían forma de relacionarse con las experiencias de los niños que crearon de
esta manera.
ÉTICA
MÉDICA
La nueva ley de Colorado es un
paso útil. Los intentos de poner algunos límites a la
confidencialidad en este ámbito son importantes. Pero
también debería ser un momento para hacer balance de una cultura médica que ha
fomentado una práctica que, en retrospectiva, parece claramente cargada de dolor para los más vulnerables de entre nosotros.
En lugar de considerarse como
meros proveedores al servicio de los consumidores, los médicos deberían
considerarse profesionales vinculados a los principios de su disciplina, con
una responsabilidad ética por las repercusiones a largo plazo de sus
acciones.
Traducido por Helena
Faccia Serrano.
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