Desde la mirada a Cristo, los análisis irán más a fondo.
Por: P. Fernando Pascual, LC | Fuente: Catholic.net
Cualquier reunión eclesial que trate sobre la
Iglesia en algún territorio (Estado, continente, etc.), necesita poner la
mirada en la realidad y en Cristo.
Sin embargo, existe el peligro de organizar
encuentros y elaborar propuestas eclesiales que no arranquen de una correcta
comprensión de la situación real de la gente.
Ese peligro se hace realidad cuando los análisis
se basan en filosofías no armonizables con la fe, o se recogen datos parciales,
o se trabaja con idealizaciones de algunos grupos sociales y demonizaciones de
otros grupos.
En cambio, si se busca conocer los datos de las
personas concretas desde una mirada realista, honesta, seria, desideologizada,
se lograrán mejores análisis y se alcanzará una visión más completa de la
situación.
Junto a la mirada dirigida a la realidad, un
encuentro auténticamente eclesial dirige su mirada hacia Cristo.
Porque es Cristo el origen de la Iglesia. Él es
el Hijo del Padre que busca la redención de los hombres, el verdadero y único
Salvador de los males más profundos que nos afectan a todos.
Desde la mirada a Cristo, los análisis irán más
a fondo, porque estarán basados en el gran amor que tiene el Señor hacia todos
los llamados a la Iglesia.
Además, es Cristo quien ayuda a comprender mejor
la mayor amenaza que afecta a cada ser humano: el pecado. Y también es quien
ofrece la curación más completa cuando uno sucumbe a la tentación: la misericordia, acogida y recibida en el sacramento del
perdón.
Un camino eclesial, en la parroquia, en la
diócesis, en una región eclesiástica, en una conferencia episcopal, en algún
sínodo más amplio, o incluso en un concilio, podrá abrirse al Espíritu Santo
desde esas miradas que nunca pueden faltar: hacia
la realidad de nuestro tiempo, y hacia Cristo, Señor del mundo y de la
historia.
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