Quien come y bebe el
cuerpo y la sangre del Señor sin discernir, come y bebe su propia perdición (1 Cor 11,29)
Por: | Fuente: PildorasDeFe.net
Cualquier observador atento de las celebraciones
litúrgicas habrá constatado un fenómeno generalizado que se está convirtiendo
en algo normal. A saber:
-Ha disminuido
alarmantemente, el número de fieles que acceden al sacramento del perdón.
-Ha aumentado considerablemente, el número de fieles que se acercan a comulgar.
-Bastantes celebraciones sacramentales (bautizos, bodas, funerales... ), para muchos asistentes, son meros actos sociales.
-Ha aumentado considerablemente, el número de fieles que se acercan a comulgar.
-Bastantes celebraciones sacramentales (bautizos, bodas, funerales... ), para muchos asistentes, son meros actos sociales.
La enseñanza de la Iglesia, basada en la Palabra de Dios, ha sido
constante a lo largo de los siglos. Siempre ha enseñado que para comulgar, se
precisa estar en gracia de Dios -sin pecado grave en la conciencia- y guardar
el ayuno pertinente.
En la preciosa encíclica del Papa San Juan Pablo II sobre la Iglesia y
la Eucaristía en su nº 36c, el Papa ha dejado clara la enseñanza oficial de la
Iglesia expuesta en el Catecismo, en el Código de Derecho canónico y “la vigencia de la norma del Concilio de Trento
concretando la severa exhortación del apóstol Pablo, al afirmar que, para
recibir dignamente la Eucaristía, “debe preceder la confesión de los pecados,
cuando uno es consciente de pecado mortal”.
No es exagerado afirmar que muchos de los que se acercan a comulgar no
reúnen las condiciones necesarias para ello; sea por ignorancia, por falta de
fe, por rutina o mimetismo (¿dónde va Vicente?...) o por estar en pecado grave, incluso años sin
confesarse etc...
Esta praxis está llevando a una trivialización del sacramento principal
de la Iglesia y a un falseamiento de la conciencia de muchos bautizados. Los
responsables directos de cada celebración eucarística (abusos, sacrilegios etc...)
son los ministros ordenados, obispos y sacerdotes, que presiden las mismas.
A falta de una catequesis adecuada y previa ¿No
cabría una advertencia hecha con todo respeto a los presentes, antes de dar la
comunión? Verbi gratia. No hay obligación de acercarse a comulgar... Los
que vayan a hacerlo, examinen su conciencia ante Dios y vean si están en su
santa gracia. El tomar conciencia de este fenómeno es urgente, muy grave y de
la máxima responsabilidad.
Actúese en consecuencia.
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